Pompas de covid: las burbujas de “actividades no escolares” revientan

Algunas escuelas abrieron sus puertas para actividades no escolares. A menos de dos semanas de que esas instituciones se prestaran para el juego aperturista de Larreta, avalado por Trotta, tenemos casos de covid confirmados en estudiantes y personal docente

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Algunas escuelas, tanto públicas como privadas, abrieron sus puertas para actividades no escolares. A menos de dos semanas de que estas pocas instituciones se prestaran para el juego aperturista de Larreta, avalado por Trotta, tenemos casos de covid confirmados en estudiantes y personal docente que integraron las famosas burbujas.

Evidentemente, las burbujas no son tales: une docente puede estar citade para integrar dos o más burbujas distintas si trabaja en más de una institución educativa. En algunos colegios privados, de hecho, ya hubo casos de docentes que integraran más de una burbuja (una por colegio) y tuvieran que suspender las actividades por casos de covid positivo. También hubo casos de estudiantes con covid positivo que mantuvieron contacto estrecho con estudiantes de otra burbuja…

¿Quedan en la escuela los casos de covid positivo? No, dado que el gobierno de CABA autoriza a estudiantes a usar el transporte público (soles, en el caso de secundaria; con une tutore, en el caso de estudiantes de primaria) también se multiplican los contagios en el colectivo, el subte, el tren…

En síntesis, las burbujas revientan y se convierten en pompas de covid que nos salpican a todes: estudiantes, docentes, personal no docente, familias de estudiantes y trabajadores, etc.

La vuelta a “actividades no escolares” no cumple ningún objetivo pedagógico: es un fracaso educativo que solo logra exponernos más al covid. Es parte de un operativo mediático para que parezca que la escuela vuelve a la presencialidad, para la foto. El último anuncio es que abrirán las salas de preescolar… ¿cómo harán para que miles de 5 años no abracen a su maestra a sus demás compañeros?

Por ahora, solo se está implementando en algunos grados y años (principalmente, en séptimo grado y en quinto año de secundaria). Tratar de ampliar esta vuelta en las condiciones actuales es atentar contra las condiciones sanitarias. Pero lo más importante es que no hay infraestructura para una vuelta segura a las escuelas. Hacen falta más docentes, más personal no docente. Hace falta presupuesto e inversión para garantizar que se pueda volver a la presencialidad el año que viene, en condiciones verdaderamente seguras y con el objetivo de garantizar el derecho a la educación pública.

Por eso, desde la Agrupación Docente Carlos Fuentealba, venimos insistiendo en que es necesario que los sindicatos docentes se pongan a la altura y organicen a la docencia para exigir inversión y un plan serio de vuelta a la presencialidad en 2021, cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan.

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