Una jornada que por su magnitud y contundencia hizo temblar al gobierno, y le mete presión al conjunto del arco político garantista de la gobernabilidad respecto del desenlace que tenga la Ley de Bases bis. El impacto de la movilización masiva abre un momento de crisis política como no había ocurrido hasta el momento, que excede la defensa de la Universidad pública, gratuita, de calidad e inclusiva.
Las contradicciones entre el gobierno bonapartista que no logra imponer su carácter, las fuerzas e instituciones que buscan darle gobernabilidad sin que se lleve todo puesto -y que ayer se vieron obligados a pisar la calle-, y la enorme presión política extraparlamentaria de un amplio sector social que dijo “¡basta!”, condicionan desde el oficialismo hasta las distintas variantes opositoras de régimen de cara a próximas definiciones, y ha dejado planteado un cuadro crítico. Milei necesita (y con urgencia) estabilidad para su plan político, sin el cual tiene dificultades para estructurar un plan económico coherente (la licuadora y la motosierra, no lo son). Tanto el FMI como la burguesía, más allá del apoyo que le dan, reclaman previsibilidad jurídica y política. Entonces ¿qué pasa si la Ley de Bases, por la combinación entre la presión que sintieron ayer “los de arriba”, como por la movilización que pueda ocurrir cuando se trate, vuelve a fracasar? Peligro mayúsculo para el oficialismo… y para todos los que le cuidan la espalda, desde el kirchnerismo hasta el Pro. Desde luego que no es para nada descartable que, ante la falta de plan B de los partidos patronales y para evitar ese peligro, terminen apoyando la ley, disolviendo la crisis política abierta y dando puntos de apoyo al gobierno para asentarse.
Así las cosas, mientras la movilización aglutinó desde el movimiento estudiantil, los docentes, nodocentes, y amplios sectores sociales -con y sin vínculo directo con la Universidad-, la CGT, las CTAs, el peronismo y el kirchnerismo -desde Massa, Kicillof hasta Cristina Kirchner-, la UCR, la Franja Morada, las federaciones, centros de estudiantes, las autoridades universitarias con rectores y decanos, hasta la izquierda roja, los centros independientes y la vanguardia que enfrenta a Milei en cada oportunidad, la foto de conjunto no debe engañar.
La movilización unitaria ha expresado distintos rumbos políticos. El de quienes suplican diálogo y moderación a Milei y se apropiaron del escenario del acto en Plaza de Mayo, junto a los que piensan como evitar que el ataque permanente del gobierno desmadre el lejano camino a las elecciones del 2025 y 2027. Y el de los que apostamos a la autoorganización por abajo, el desborde a las conducciones autoajustadoras, y a disputar la dirección del movimiento para derrotar a Milei mediante la movilización. En el primer caso, la movilización como medio para negociar y cuidar la gobernabilidad; en el segundo caso, la movilización como medio para abrir una alternativa de poder.
Dicho esto, la izquierda también ha mostrado enormes diferencias en lo que respecta a la preparación y ponderación de la jornada que se venía cocinando. Desde el FITU, y fundamentalmente el PTS –organización que aparece la mayor parte de las veces dirigiendo el rumbo del frente-, no vieron que el ataque de Milei a la Universidad podría ser un punto de condensación para la movilización independiente masiva que terminó ocurriendo. Apostaron en todo momento a romper las direcciones independientes de los centros de estudiantes que no dirigen ellos. Hicieron frente único con sectores k contra la juventud del ¡Ya Basta! y se negaron a pelear de manera unificada contra los representantes del vaciamiento en el movimiento estudiantil. Y fundamentalmente, no apostaron a que el movimiento estudiantil se pusiera de pie para retomar su protagonismo histórico en los procesos sociales.
Aun traspasando las adversidades objetivas (como las direcciones burocráticas) y subjetivas (como ha sido el corte de la experiencia pos pandemia), empieza a estallar el Estudiantazo por el que nuestro partido, el Nuevo MAS, y su juventud ¡Ya Basta! vienen trabajando desde febrero cuando aún no comenzaban las clases. Un movimiento estudiantil que hace su primera aparición masiva a tan sólo un mes de clases, y cuyo desarrollo puede ser un punto de apoyo desequilibrante tanto en la lucha contra el cierre y vaciamiento de la Universidad, como en su rol de nexo con sectores de la clase obrera, en la lucha por derrotar al gobierno.
Una movilización histórica, dos programas
El gobierno de Milei metió los dedos en una fibra sensible de la sociedad en Argentina. Un país en que en 2023 cursaron carreras universitarias más de 2 millones de personas; que mantiene su gratuidad y calidad por las luchas fundamentalmente del movimiento estudiantil contra los distintos gobiernos desfinanciadores a lo largo de décadas (por ejemplo contra el recorte de López Murphy con De la Rúa, pasando por todos los gobiernos del kirchnerismo y Macri), y a la que aún a pesar de las restricciones impuestas por todos los gobiernos capitalistas, ha sido la casa de estudio de hijas e hijos de trabajadores, además de profesionales, de sectores de la pequeño y mediana burguesía, y de personas de diversas nacionalidades.
La Universidad pública, gratuita y de calidad, en su diversidad de cátedras -que también es cuestionada por el oficialismo bajo excusa de adoctrinamiento-, es una de las instituciones más prestigiosas y con mayor legitimidad en Argentina, incluso en sectores no necesariamente anti Milei. Una legitimidad cuestionada de hecho por parte del gobierno que mantiene prácticamente congelado el presupuesto del 2023 a pesar del 212% de inflación del año pasado y del 51% hasta marzo del 2024.
El resultado es claro. Luego de la jornada histórica del 23 de abril, en los lugares de trabajo y diversas fábricas los sectores simpatizantes del gobierno dicen que “en esta se equivocó”. Este reflejo generalizado podría advertir un inicio de experiencia de amplios sectores, fundamentalmente los menos precarizados, con el gobierno mileísta.
Otro dato de importancia es que la movilización histórica se comió la agenda del gobierno y le impuso una discusión. Apenas un día antes en cadena nacional, Milei revindicó el déficit 0 y dijo que no estaba dispuesto a gastar un peso más en inversión pública, una advertencia solapada a la movilización del día siguiente. Ese intento de plantar agenda, fue engullido en cuestión de horas por la agenda de la calle. Junto con esto, el tal plan económico se ha develado hasta el momento como un no-plan, atado al ajuste fiscal (recortes y congelamientos del gasto público) de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad: salud, transporte, universidades, jubilaciones, subsidios, planes sociales y alimentos, obra pública, entre otras.
La movilización ha tenido un carácter evidentemente político, en que destacó la oposición al “proyecto de país” que impulsa el gobierno, pero también mostró orientaciones distintas. La movilización en unidad de acción deja claro que los alcances en relación a la crisis política abierta estuvieron vinculada a la movilización masiva independiente, pero que el acto propiamente dicho fue contenido y limitado por las direcciones políticas, sindicales y de las autoridades que, al verse desbordadas por la participación independiente de más de un millón de personas camino a Plaza de Mayo, se apropiaron del palco y del acto.
Muestra esto fue el anticlímax de la intervención llorosa de los rectores suplicando dialogo al gobierno, la intervención electoralista de “Taty” Almeida diciendo que “perdimos una elección, pero no nos han derrotado” -una forma renovada de decir “hay 2025” o “hay 2027”-, y la lectura de un documento a modo de cierre en manos de la FUA dirigida por la Franja Morada. Dicho al revés, pudieron controlar el palco, pero fueron desbordados en la calle. Esto pone sobre la mesa nuevamente la importancia de impulsar la unidad de acción o el frente único con la estricta finalidad de desbordar y de pelear a muerte la dirección del proceso abierto, no sólo para el triunfo contra el cierre y el vaciamiento universitario, sino también para ir más allá, en el enfrentamiento con el gobierno como un todo y en las calles.
Por un 1° de Mayo independiente y en Plaza de Mayo
Luego que la CGT le estrechó la mano al gobierno, prometió apoyar la reforma laboral, e hizo un gesto a través, ni más ni menos, de Moyano acordando una homologación paritaria a la baja, comenzaron a circular otros borradores de la Ley Bases cuyo capítulo laboral redactado por la UCR incluían (o incluyen, aún no se sabe) el desfinanciamiento de los sindicatos vía eliminación de aportes sindicales y de las obras sociales. Este desaire impulsó a la CGT a convocar a un paro pasivo, preventivo y negociable para el próximo 9 de mayo. Desde el momento a la fecha, el acto del 1° de mayo convocado por la CGT ha quedado en un limbo. No se volvió a escuchar una palabra sobre la jornada.
Junto con esto, las idas y venidas sobre el capítulo de contrarreforma laboral, y en realidad toda la ley además de la parte fiscal, están sometidos a agregados permanentes por lo que no hay de momento un texto definitivo. En cualquier caso, rechazamos todo intento de contrarreforma laboral y a la ley de bases de conjunto, además del DNU. Y denunciamos que la CGT negocia una contrarreforma contra los trabajadores, de cara a las sesiones parlamentarias que pretenden darle un marco jurídico y político al plan global de Milei y allanarle el camino hacia adelante. La CGT ha dado un giro respecto del paro del 24/1, que fue convocado contra el DNU, la primera Ley Ómnibus y el protocolo, y pretende acordar con el gobierno a cambio que no le toquen la caja.
Pero junto con las idas y vueltas del gobierno que no termina de sellar un proyecto de ley definitivo y que podría hacer explotar el principio de acuerdo a costa de la voluntad de la burocracia de la CGT, la movilización del 23/4 ha planteado un cuestionamiento al gobierno que condiciona a todos los actores políticos. El clima acuerdista que primó durante algunas semanas ha quedado en “veremos”. Sin ir más lejos, Pichetto, que afirmó días atrás que iba a apoyar la Ley de Bases, declaró en las últimas horas que hay cosas de la ley que no se pueden apoyar. Tanto las idas y vueltas del propio gobierno, como la fuerza de la movilización, colocan a amplios sectores de establishment político y sindicales en la indefinición. El final está abierto.
Junto con esto, queda claro que la izquierda ha conquistado un capital político desde el 20/12 en el primer desafío al protocolo antiprotesta, hasta la movilización en defensa de la educación pública reciente, pasando por el 8 y el 24 de marzo, y las jornadas contra la Ley Ómnibus. Un capital político y una referencia que debe ser disputada con uñas y dientes contra los garantes de la gobernabilidad. En este sentido es clave que el 1° de Mayo, la izquierda y el espacio de Coordinación que venimos desarrollando junto a múltiples sectores de la vanguardia y el activismo, tenga una tribuna propia en Plaza de Mayo. Un acto político/encuentro que coloque a estos sectores como una alternativa y referencia para todo un sector de la sociedad que mira atentamente qué hace la izquierda y deposita expectativas en ella.
La coyuntura de crisis política abierta con la movilización (crisis que puede cerrarse en caso de que se vote la Ley de Bases), podría habilitar la participación independiente a la convocatoria de la CGT. El clima de malestar con el gobierno que se expresó horas atrás puede facilitar la exigencia de un paro general activo para el 9, y de un plan de lucha para derrotar el plan del gobierno.
Pero en todo caso, es inexcusable que el centro de toda la intervención debe partir de un evento propio de todos los sectores que participan en el espacio de coordinación y de la izquierda en el centro político del país. Una tribuna que convoque y se dirija a los trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados, al movimiento estudiantil, docentes y nodocentes, los sectores de la cultura, y espacios asamblearios, entre otros, y se coloque como un polo de referencia para millones que quieren enfrentar al gobierno hasta derrotarlo.
Tareas y desafíos
Según anunció el gobierno, el martes 30 convoca al CIN (rectores y autoridades de las Universidades) a una reunión de negociación. Desde luego que la negociación en manos de los auto-ajustadores habilita el vaciamiento de las Universidades. Pero la inmensa movilización nacional es un nuevo punto de partida para la lucha en curso. Ha dado lugar a la intervención de nuevas camadas de activistas que se incorporan a lucha contra el gobierno por la vía de la defensa de la Universidad pública. El Estudiantazo da sus primeros pasos firmes, y mete miedo a las autoridades, los centros y federaciones en manos del peronismo / kirchnerismo y la Franja Morada, por la posibilidad que el desborde que se vio en las calles se traslade a las facultades. Llamativamente, el negacionismo del Estudiantazo recorre desde los sectores oficialistas de la Universidad hasta sectores de la izquierda como el PTS, que pretende cubrir con definiciones ad hoc el error grave que significa abandonar estructuras estratégicas (tanto constructiva y políticamente hablando) para enfrentar al gobierno.
La experiencia abierta, con sus desigualdades y los distintos grados de ataque en tiempo real que se viven por Universidad, debe ser el hilo del cual tirar para desarrollar la autoorganización del movimiento estudiantil, sector insustituible si se pretende derrotar el ataque de Milei a la educación superior; exigir asambleas que desborden a las direcciones y voten un programa que parta de la triplicación del presupuesto y el rechazo tanto al cierre como al vaciamiento de las Universidades por la vía del autoajuste, e incluso veedores y fiscalizadores de cara a la reunión del 30; y que plantee vigilias y ocupaciones para presionar e impedir una negociación que traicione los intereses del movimiento estudiantil. Todo esto en el camino de disputar a fondo en cada caso la dirección del proceso.
A propósito del movimiento estudiantil y de su potencialidad, queremos dejar señalado el rol revolucionario que puede jugar como nexo y agitador entre las y los trabajadores en el movimiento obrero. Ya hemos comentado la amplia simpatía que recoge la defensa de la Universidad Pública en las estructuras laborales y fábricas. Toda experiencia que pueda impulsarse yendo a las puertas de fábricas con sectores activistas para llevar las propias problemáticas y recoger las de las y los obreros; todo impulso solidario que ayude a “despertar” a los laburantes y contagiarlos de la fuerza del movimiento estudiantil; todo incentivo que pueda impulsarse desde los núcleos activistas ligadas a nuestra organización puede ser una contribución enorme para volver a poner en pie experiencias como las del Cordobazo y el Mayo Francés, en una lucha mancomunada “entre obreros y estudiantes, unidos y adelante” y contribuir a la irrupción del movimiento obrero y los trabajadores contra el gobierno de Milei.
Junto con esto, queda planteada la posibilidad del debate inminente de la Ley de Bases que podría ponerse a discusión antes o inmediatamente después el 1° de Mayo. Una jornada clave a la que debemos convocar a todos los sectores democráticos, a las y los trabajadores, al movimiento estudiantil, las asambleas y todos los sectores que se vienen movilizando y que podrían partir de un nuevo piso de cara a una nueva convocatoria. En ese caso, la exigencia a la CGT de un paro que permita la participación masiva del movimiento obrero será clave, además de la exigencia ya colocada que el próximo 9 de mayo se concrete el paro general y sea activo con cortes de rutas, accesos, calles y ocupaciones en las facultades que funcionen como centros organizadores.
Es clave en todo el proceso abierto, y en la agenda política exigente que tenemos por delante, tener una tensión permanente hacia la construcción y la acumulación de fuerzas. Toda la energía puesta de manera generosa en el impulso y el desarrollo de cada proceso de lucha y organización, debe ir acompañada de una tensión autoconstructiva. Tensión que no es espontanea, sino que debe ser dirigida y concretada a cada paso por la vía de distintas iniciativas, sean reuniones y/o plenarios abiertos, o actividades constructivas más amplias en las estructuras.
Por eso, publicamos el texto de Roberto Sáenz “A propósito de la ´Historia de la Revolución Rusa´ de Trotsky”, texto que es de absoluta utilidad para la acumulación y aprendizaje del quehacer político revolucionario y de la política como arte estratégico en los tiempos que corren, para lo cual sugerimos su lectura y estudio.