Bueno, compañeras, compañeros, buenas tardes. Voy a hacer tres o cuatro definiciones porque la discusión se fue encaminando, e incluso avanzamos más. Sobre todo porque hicimos ayer el punto internacional, que nos dio un contexto para entender mejor las condiciones en las cuales asume Fernández.

 

  1. Un gobierno en busca de un programa

El tema es el siguiente. La primera definición que podemos señalar es que Fernández viene a ensayar una suerte de “arbitraje imposible”.

Tenemos a nivel mundial una ofensiva capitalista brutal en medio de una crisis económica no resuelta y otra que se viene. Y también tenemos una nueva oleada de rebelión popular en muchísimos países. En este contexto de polarización aguda a derecha e izquierdano hay prácticamente gobiernos centristas (como sí se tenían a comienzos del nuevo siglo).

¿Cuál sería el ejemplo de un gobierno centrista exitoso? ¿Evo Morales? Le acaban de dar un golpe de Estado. ¿Syriza? Perdió este año las elecciones con Nueva Democracia –una formación de derecha-. Nosotros ni lo discutimos porque desde el principio alertamos que iba a fracasar. En Europa todo el mundo vio un montón de espejitos de colores. “Syriza venía de romper con el capitalismo” decía el mandelismo… Ridículo: capitularon de manera ignominiosa al FMI (ojo, lo ponemos sólo a modo de ejemplo, no para afirmar que Fernández vaya a ser tan pusilánime).

¿Cuál es el gobierno centrista exitoso? ¿López Obrador? Lo que hizo es cambiar el Audi por un Volkswagen, mostrarse austero mientras acordaba con Trump una política contra los inmigrantes; es un rehén de Trump, no un gobierno progresista.

Es todo una contradicción porque, al mismo tiempo, está claro que Fernández no es igual a Macri compañeros/as; es el subproducto de otras condiciones (es un gobierno más conservador que los K, pero no es Macri).

Estamos ante un nuevo gobierno de prevención-contención con pocas o más bien cero condiciones económicas y políticas para veleidades, dado el contexto internacional de polarización salvo que se pateara el tablero, cosa que Fernández de ninguna manera hará[1].

Un gobierno que, enmascarado en paliativos y palabras grandilocuentes como su “preocupación por la pobreza”,viene a aplicar y sostener el ajuste fiscal para pagar deuda.

Un gobierno con un discurso tramposo como se ha podido ver en las medidas enviadas al Congreso Nacional.

La“cascada del análisis” la comenzó un compañero interviniendo en el plenario con esta idea de que es imposible satisfacer a todo el mundo. Porque Fernández afirma que va a tratar de satisfacer a todos y es imposible satisfacer a todo el mundo a la vez. Se trata de la vieja idea peronista de la conciliación de clases. Pero para engañar sostenidamente a los de abajo sería necesario que tuviera “más fondos en la billetera”, cosa de lo que carece.

Con algo de plata en la billetera te engañan con la conciliación. Pero la idea conciliación sin plata en algún momento cae(las sumas fijas, por ejemplo, son pan para un día y hambre para los demás, por así decirlo).

Y también podríamos decir que es “un gobierno en busca de un programa”. Aunque, en realidad, toda la impresión daría que, con algunos matices, se terminará decantando por lo que hay: un programa más o menos acorde a lo que se ve en el mundo –neoliberal aggiornado, seguramente- para pagar deuda y que operará una redistribución de ingresos entre los de arriba (¡pero no de arriba para abajo!).

Nadie puede esperar veleidades nacionalistas burguesas; siquiera, quizás, “progresismo” estilo la segunda gestión de Cristina. Esto salvo que emerja una nueva ola de gobiernos progresistas. Que caiga Piñera en Chile. Que el gobierno de Duque en Colombia sea depuesto. Que caiga el gobierno de Lenin Moreno en Ecuador y se le abra entonces otra vía de desarrollo a Alberto Fernández(que puede ocurrir, pero hay que ver si ocurre).

Menem encontró en el camino el programa. Alfonsín arrancó por Grinspun y después se fue a Sourrouille. Menem arrancó por “salariazo y revolución productiva”. Estuvo dos años boludeando con la hiperinflación y vio al toque el tema del neoliberalismo y se subió al tren del neoliberalismo.

La gran pregunta es: Alberto Fernández, como gobierno centrista y de mediación burgués, ¿a qué tren se puede subir? ¿Al tren que va a Salta? No hay más tren a Salta… A veces los gobiernos asumen marcados por exigencias de tipo políticas y la exigencia de Alberto es evitar que le estalle la crisis en la caraademás de contener –políticamente- los reclamos y expectativas de la sociedad trabajadora.

Tiene que encontrar un tren al cual subirse que exprese una salida centrista alternativa. Si eso no se lo crea la lucha de clases, si eso no lo crea la aparición de un programa alternativo al ajuste brutal,está jodidísimo compañeros (entre un arbitraje imposible o un decantarse neoliberal sin más).

¿Se entiende esta idea? ¿A qué tren se va a subir? Por ejemplo ¿al tren de Corbyn? Les aviso: no compañeros, porque en Inglaterra ganó la derecha extrema(y esto también complica las posibilidades para Sanders en EEUU).

No ganó el programa de nacionalizar los ferrocarriles, ni de estatizar la salud, ni pasar a cero el costo para estudiar en la universidad. Ganó el programa que dice que el plomero polaco tiene la culpa de que el obrero inglés no tenga trabajo. El programa delBrexit de Boris Johnson es un programa de liberalización brutal:“me voy de la Unión Europea pero por la derecha”, no por izquierda (en el sentido que liberalizan más, quitan protecciones subsistentes al trabajo y ecológicas, persiguen más a los inmigrantes, etcétera).

La liberalizacióntoutcourt no es el programa de Alberto. Ese era el programa de Macri y fracasó. ¿Será un programa con elementos más “por izquierda”? Ni loco; no es el escenario; son posibilistas; no están dispuestos a patear ningún tablero; lo suyo es la adaptación a las condiciones existentes con retoques aquí o allá.

Es un gobierno que tendrá algún margen de “ensayos”; que busca una suerte de arbitraje para el cual no tiene atributos. Una exigencia de arbitraje sin atributos materiales, económicos, políticos e internacionales(aunque sí tiene atributos políticos desde el punto de vista de las expectativas, de confundir con paliativos;no olvidemos que dirigen al movimiento de masas).

 

  1. Neoliberalismo aggiornado

Esto nos lleva al segundo punto, que está ligado al primero, que se podría titular:un gobierno en busca de un programa. Se podría formular así. Yo no sé si Guzmán es una figura de recambio, un fusible, no está claro que sea así.

Ustedes tienen que entender que de alguna manera también exagero un poco lo de “arbitraje imposible”, exagero un poco lo de “un gobierno en busca de un programa” para que se entienda.

Pero hay que tener claro que si no encuentra un programa alternativo… se decanta por lo que hay: un programa neoliberal más o menos aggiornado. Favoreciendo a unos y perjudicando a otros, dejando de lado, quizás, las medidas de apertura más obscenas de Macri pero sin cambios de fondo sustanciales.

Es como una “búsqueda” donde, en última instancia, dadas las condiciones estructurales existentes -nacionales e internacionales-que no se pretenden desafiar (siempre la excusa posibilista de que las “relaciones de fuerzas no dan”, que “la derecha es muy fuerte”, etcétera),a priori será mucha cosmética junto a la continuidad aggiornada al programa de Macri. Cosmética más neoliberalismo aggiornado.

Como digresión, señalemos que gobiernos como los de Trump o Johnson son una nueva variante del llamado “nacional-liberalismo”, que tiene que ver con la manutención esencial del programa neoliberal internamente sumando –caso de Trump- “protecciones” en el comercio con el mundo.

Argentina es un país dependiente que no puede tener esas veleidades aunque, en todo caso, Fernández ya ha sido claro que medidas de apertura económicas “idiotas” como las promovidas por Macri –sumarse acríticamente al acuerdo con la Unión Europea- no está dispuesto a dar (aunque hay que ver qué condiciones le impone Bolsonaro, por ejemplo).

En todo caso, ya está claro que mantendrá la dolarización de las naftas para garantizar los grandes negocios de Vaca Muerta, así como podría seguir la rienda suelta para las empresas extractivistas, etcétera.

De cualquier manera y dadas las tremendas estrecheces, el camino de cornisa por el que se mueve el gobierno a pesar de las expectativas favorables que lo rodean en su inicio,es que podríamos estar frente a un gobierno de crisis.

Un compañero alertó correctamente que lo que asume es un gobierno de coalición de todas las alas peronistas con Fernández haciendo pívot(su fracción es la que está a cargo hoy del Ejecutivo) entre los gobernadores y Cristina. Un gobierno fernandista de coalición que podría comenzar a crujir si la crisis aprieta[2].

Ahora, yo señalé lo de Johnson no para decir que la Argentina va para el lado de Johnson. Argentina va, en medio de la aguda polarización internacional, eventualmente hacia un rumbo más centrista.

Puse el ejemplo de Johnson para demostrar que los márgenes para el “fernandismo” son estrechísimos. Se trata de un gobierno de contención pero que tiene elementos de un programa conservador porque no hay otro programa a mano. No hay otro programa. El programa que hay es ese programa neoliberal en todo caso aggiornado con rasgos “nacional liberales”, se verá.

Dados los márgenes súper estrechos, su compromiso de pagar deuda aunque logre un plazo de gracia (todo parece indicar que podría lograrlo pero se verá a cambio de qué), a pesar que hoy por hoy le juegan a favor las enormes expectativas y justificaciones que hay, en un plazo que no podemos todavía prever puede ir a una crisis importante porque recursos no hay.

En esto señalamos que entre los trabajadores y trabajadoras existen como dos estados de conciencia. La más reivindicativa, que es más ingenua políticamente, pero es menos ideológica, que cree o quiere creer que llegó Papá Noel. Es la conciencia reivindicativa clásica, pero que podría darse vuelta mucho más rápido si los globos se pinchan.

Y luego está la conciencia más ideológica, posibilista, de la militancia y simpatizantes politizados K, que quizás se justifican cualquier cosa: que la “herencia”, que la “derecha”, que “las relaciones de fuerzas no dan” y cosas así.

Ambas conciencias quizás signifiquen al principio aguantarsela continuidad del ajuste, la explotación capitalista, conformarse con sumas fijas, etcétera, justificar cualquier cosa, pero insistimos que se trata de dos representaciones del mundo distintas que a nivel de los trabajadores y trabajadoras no funciona igual que con los simpatizantes K, más ideologizados.

A lo que vamos es que, paradójicamente, entre los trabajadores y trabajadoras quizás las ilusiones y expectativas duren menos; quizás impacte más rápido una realidad en la que no se aprecien cambios sustanciales; pesen menos en el corto o mediano plazo las justificaciones de los funcionarios.

Esto no quiere decir que el gobierno de Fernández sea igual al de Macri. No es un gobierno de idiotas. Es un gobierno de gente con capacidad y cintura política, que conoce el “espesor” de la política, que vive de gestos y símbolos, que tiene experiencia en el manejo del Estado y la cosa pública.

Un gobierno que viene a intentar un arbitraje de intereses económico-sociales con matices, más “equilibrado”, por así decirlo. Pero, de todas maneras,el espíritu no vive sin la carne (las bellas palabras requieren de la economía para hacerse realidad).

Entonces, esa situación internacional de polarización lo deja muy solo al gobierno para ensayar una orientación distinta. Por ejemplo con respecto al aborto legal. Es un lío porque es enfrentarse con la Iglesia Católica. No digo que no pueda darse; se verá y se verá también en qué momento, etcétera; como dicen las compañeras afirmar que sí o no desarma, cuando la clave es el programa: por qué tipo de aborto legal peleamos nosotros y nosotras.

Pero, de cualquier manera, los escenarios no son fáciles porque el Papa Francisco es uno de los pocos verdaderos aliados internacionales de peso que tiene el nuevo gobierno. ¿Cuál es la gran figura burguesa, centrista, capitalista mundial? El Papa Francisco. “Nuestro Papa”. Gran figura de contención mundial.

Estamos frente auna Iglesia polarizada porque Francisco tiene que rendirles tributo a los conservadores en materia de relaciones humanas y de familia. Y aparte viene del conservadurismo, de los jesuitas, de la derecha peronista. Pero su política actual no es conservadora; es una de las pocas figuras mundiales actuales de contención.

Estamos frente a una Iglesia Católica polarizada como hace mucho no se veía.

Una Iglesia que nos es ni la progresista de los años 60 del Concilio Vaticano II y de Juan XXIII; tampoco la Iglesia del monstruo del Papa Juan Pablo II, polaco anticomunista de los 80 y 90. Ahora estamos en la Iglesia “centrista” del Papa Francisco, la “Iglesia peronista”[3].

Esa Iglesia que desde el punto de vista político es de contención, pero en materia de valores humanos es conservadora. También está polarizada la Iglesia. Ahora si vos le escupís el ojo al Papa Francisco dando el derecho al aborto en la Argentina, es tu Papa. El único aliado…

Porque, efectivamente, hay pocas figuras centristas en el mundo, hay pocos aliados directos. Aunque el primer viaje al exterior de Fernández sería a Brasil y Estados Unidos y Felipe Solá ya anticipó que quieren relaciones internacionales “desideologizadas”[4]

Entonces, sí, lo invitan a Piñera que está sometido a una rebelión popular, etc., pero no es un centrista. Trump les escupió el ojo en plena asunción enviando a un gorila enfurecido porque había un funcionariomadurista presente, etcétera. Es decir, no están fáciles las relaciones internacionales cuando un poco se va contra la corriente o cuando la corriente reciénpodría comenzar a cambiar.

De ahí del declarado pragmatismo internacional; el “fernandismo internacional”. ¿En quién se podrían apoyar? ¿En Maduro?, que es un semicadáver político. ¿En los cubanos? ¿En Evo Morales, que salió corriendo de Bolivia? En Obrador podría ser pero es demasiado poco y también está demasiado condicionado por Trump.

Entonces no, cuidar en lo posible la relación con el Papa y pragmatismo internacional igual que el pragmatismo nacional más cosmética nacional e internacional también (por ejemplo, darle asilo a Morales).

Atención que las cosas podrían cambiar si los gobiernos de derecha férrea como Piñera, Duque, Lenin Moreno, caen. O si en el mundo Trump sale de las presidencia el año que viene o a Bolsonaro de la pudre la cosa. O si Macron es derrotado en la inmensa movilización en Francia contra la ley anti jubilatoria.

Pero esto primero tiene que verificarse. Eso podría re proponer el centrismo. Pero de momento el escenario dominante es de polarización a derecha e izquierda; de ajuste brutal e incluso represión y rebelión popular; todavía no ha decantado políticamente en una modificación de conjunto de la coyuntura internacional.

Porque, además,están las condiciones económicas. Vamos a una crisis económica internacional nuevamente. Tampoco son las condiciones económicas que el kirchnerismo encontró en su momento.

El partido tiene que tener eso en la cabeza: estamos ante el ensayo de un arbitraje muy difícil.Fernándeztiene, a priori, un programa neoliberal aggiornado porque no hay otro programa(su suerte política podría hacer que la vida le sonría pero podría ser también que no)[5].

Fernández no viene como parte de una ola que no sea la de las rebeliones populares que crecen desde bajo (pero que no son su verdadero elemento, claro está).Viene como resultante indirecta de las Jornadas de diciembre del 2017, así como directamente de la capacidad del régimen de haber contenido la crisis (tanto el régimen de democracia de ricos como, sobre todo, las direcciones sindicales tradicionales y los propios K con su discurso “hay 2019”[6]).

Entonces, esa es la complejidad que hay y eso no quiere decir pasar por encima“como bestias” sobre las expectativas del movimiento de masas. Hay que delimitarse desde nuestro programa anticapitalista pero evitando el sectarismo y acompañando la experiencia que vayan haciendo los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Esos son los elementos del análisis un poco exagerados porque el programa fernandista tiene elementos de continuidad con el ajuste que viene;un arbitraje imposible de un gobierno en busca de un programa… Una cosa de locos.

Se le plantean tareas dificilísimas que con todos los elementos políticos a favor le van a hacer crisis muy rápido (como se puede apreciar al cierre de esta edición con el tema jubilatorio en los gremios docentes).

Como decía agudamente un compañero en el debate, Fernández está más preocupado que nosotros, que sufrimos la presión de las expectativas de los trabajadores. Es un señor que tiene una cantidad de expectativas para satisfacer que no le van a alcanzar las 24 horas del día ni los 365 días del año con todos los problemas que hay.

Volvió la política y la primera tarea es sentar una posición clara de clase; trazar una raya clara de clase y acompañar las luchas que comiencen por abajo. Ahora vamos a eso.

 

  1. Trazar una raya de clase

Entonces, bueno, vamos a lo tercero. ¿Cuál es la ubicación del partido frente al nuevo gobierno? La llamo“táctica Gasalla”. ¿Ustedes saben quién es Gasalla?  Bueno, se acuerdan delsketch de la empleada pública que se sentaba y decía:¡¡¡atrás!!!

Arrancamoscon esto dadas las fuertes expectativas que hay con el nuevo gobierno. Un gobierno que es subproducto de la derrota de Macri, pero que también viene con el “manual del engaño” bajo el brazo. Un gobierno de los “genios” de la maniobra política y de la contención como son los K, el peronismo y la burocracia.

Esta es la presión que deberemos afrontar inicialmente y por eso se me ocurrió la imagen de la empleada pública de Gasalla cuando mandaba a permanecer detrás del mostrador a las personas que venían a hacer reclamos.

Atrás frente a la presión kirchnerista. No estamos con el pacto ni el acuerdo social; no le vamos a votar su “emergencia económica” en el Congreso. Estamos, por ejemplo, con los docentes que empiezan a darse cuenta que los están jodiendo con el cálculo jubilatorio.

No creemos en Papá Noel ni en los Reyes Magos. Sabemos que no se puede satisfacer a los de arriba y los de abajo simultáneamente. Que la conciliación de los intereses de clase es un verso. Que no hay manera de dar ninguna solución estructural con ajuste fiscal y pago de la deuda. Que de una vez los capitalistas tienen que pagar y que para eso hay que tomar medidas anticapitalistas.

No creemos en los Reyes Magos. No creemos en que existan las hadas. Somos marxistas, somos ateos, creemos en la concepción materialista de la historia,¿se entiende?: defendemos un programa anticapitalista.

Es la “táctica Gasalla”. Inventamos una táctica nosotros. ¿Porque sólo los bolcheviques pueden inventar tácticas? Nosotros también. La “tácticaGasalla” dicho con mucha sorna, evidentemente. Entonces, eso respecto a la ubicación del partido. Porque eso no se compra ni se vende. Eso decía correctamente un compañero cuando afirmabaque “nuestro programa no son las expectativas”, no.

Nuestro programa se basa en lasnecesidades históricas de la clase obrera, se entiende. “Ustedes sonun gobierno burgués y encima centrista conservador. Salgan de acá, atrás, atrás.Nosotros somos la izquierda anticapitalista”.

Eso respecto al problema de clase que también lo decía muy bien otro compañero. Más allá que después estátoda la táctica del diálogo. Porque no es un diálogo a lo loco, decir: “es igual que Macri”, no, no, eso sería una locura.

O sea, todo lo que tiene que ver con el programa, “táctica Gasalla”. Todo lo demás es “hagamos la experiencia”, “te acompañamos en tu lucha”, “construyamos juntos un programa reivindicativo”, “yo soy de izquierda, no soy fernandista, pero te entiendo”. “Ni siquiera te quiero pinchar el globo, me encantaría que te salga”. “Que tu sueño se realice”. “Tratemos de hacer la experiencia juntos”. Yo soy aséptico o soy tu “acompañante terapéutico”, pero soy materialista; te respeto como respetamos a los compañeros religiosos. Luchemos juntos. Yo soy ateo pero te respeto. ¿Se entiende? “Y si Dios existe y te da una manito, genial. Y, sino, bueno, hacéte marxista…”

No se puede decir mucho más de momento. Si fuera sólo exigencia sería peligroso. Porque no partiría de un programa anticapitalista delimitado. Si formulamos una exigencia que no parte de un programa, sería multiplicar las expectativas. Aunque haya elementos de exigencia. Denuncia a secas sería sectario porque recién arranca el nuevo gobierno y no está hecha la experiencia.

Vos te plantás con tu programa, tipo Manu: “No estamos con el pacto social, somos de izquierda. Vos sabes que somos de izquierda.¿Cómo voy a ir al pacto social con Daer y Moyano? ¿Te parece? ¿O con Pignanelli y los empresarios? ¿Entendés?”“Sí, Manuela, mucho no te entiendo pero quizás tengas razón”.

Entonces, todo el resto de la táctica la construiremos en la experiencia. Pero el primer “movimiento” es la delimitación de clase con nuestro programa. Seguramente al comienzo el espacio político de la izquierda esté reducido; comido por la polarización.  Pero a medida que la experiencia avance, que los diversos sectores se den cuenta que mucho –o nada- no mejoran las cosas, que se pase el acuerdo con el FMI y los acreedores y aunque les den tiempo para pagar se justifique el ajuste para ir juntando los fondos, etcétera. Que, eventualmente, la crisis económica internacional se desate, que Trump y Bolsonaro pongan duras exigencias para acordar con Fernández y éste no esté dispuesto a patear el tablero, etcétera, el clima político se va a ir despejando y beneficiará a los que nos mantuvimos firmes contra el nuevo gobierno fernandista, ubicados desde una intransigente posición de clase, de oposición de izquierda al nuevo gobierno.

Nuestro papel, entonces, es ser oposición por la izquierda al nuevo gobierno. Obvio que al principio el espacio político de la izquierda será, seguramente, pequeño. No solamente por las expectativas que dominan entre los trabajadores y trabajadoras. También por el “juego de la polarización” con la derecha macrista que viene de obtener un 40% de los votos[7].

En el contexto de la crisis y de una creciente polarización, Fernández podría resultar “un barquito en medio de una gran tormenta”. Seguramente esta afirmación es algo exagerada pero atención, que un gobierno no es una entidad todopoderosa; menos que menos en las condiciones de fragilidad relativa en las que asume Alberto.

Porque, en definitiva, un gobierno depende de correlaciones de clase que actúan sobre él; es un factor derivado como nos lo recordaba el viejo Engels.

El hincapié el primer día del plenario, en la discusión internacional, era para ubicarnos en esta “tensión polarizadora” internacional. Polarización que, por otra parte, está en Argentina también. Pueden surgir conflictos por derecha que van a ser todo un desafío cómo se ubica la izquierda.

Porque venimos de la experiencia con los productores agrarios en el 2008. No nos vamos a equivocar nosotros comononos equivocamos en el reciente golpe de Estado en Bolivia. Denunciamos a Evo Morales por renunciar y rajarse de su país pero lo defendemos incondicionalmente contra el golpe de Estado. Defendemos que esté en la Argentina y que puede hacer uso de la palabra.

Pero, en fin, el hecho es que se viene posiblemente un escenario de polarización que podría complicar las cosas. Somos oposición de izquierda a Fernández y nos delimitamos de las críticas por derecha al nuevo gobierno como los campestres o las clases medias reaccionarias.

De cualquier manera, en la medida que no se desaten grandes luchas al comienzo del nuevo gobierno la táctica podría ser como una suerte de “guerra de trincheras” como decía una compañera, lugar por lugar, antes que se desaten nuevamente grandes peleas de posiciones, grandes movilizaciones de conjunto. Se verá.

Conflictos lugar por lugar alrededor de cuestiones parciales que vayan creando condiciones y conciencia para una lucha de conjunto, cuestión que seguramente llevará un tiempo para colocarse en la agenda.

Esto no quita que consideremos un grave error que el Plenario Sindical Combativo y las fuerzas del FITU se nieguen a marchar antes de fin de año. No hay porqué hacerlo avasallando la experiencia de los trabajadores. Podríamos movilizarnos con nuestro programa en la mano y esto en la medida que otros sectores desde la derecha ya están haciéndolo.

Es un error quedar presos de un gobierno que va a llamar al quietismo y a avalarlo con la excusa de apoyarlo, de no hacer olas dejándole todo el terreno, eventualmente, a la derecha.

Comienza un nuevo gobierno, comienza una nueva experiencia. Lo afrontamos con estas definiciones, con estas coordenadas. Eso hace parte de una situación mundial muy rica y muy polarizada que augura choques, que plantea un incremento en los enfrentamientos de clase. Veremos si a Fernández le aparece oxígeno por algún lado.

Si fuera así, quizás pueda hacer algunas concesiones.

Pero no es el escenario más posible. Más bien se trata de un arbitraje imposible porque nadie quiere ceder nada; de ahí la polarización de intereses sociales y políticos. Por ejemplo, se va a cambiar el cálculo jubilatorio para hacerlo más jodido.

Lo de las jubilaciones es otro engaño, porque el cálculo va a ser más jodido para paliar el déficit fiscal, para seguir con la política de Macri de déficit cero

Y no se puede descartar que se vengan con una reforma jubilatoria en regla tipo Macron en Francia, que es las que están de moda en el mundo (ver también el caso Bolsonaro).

Entonces bueno, quizás tengamos un período inicial de expectativas con cierta calma. Pero quizás no. Quizás las cosas se polaricen más rápido. Quizás al que estaba esperando que le toque algo y ve que no le toca nada no le guste mucho la cosa.

Pero de cualquier manera la táctica general va a ser que donde haya un reclamo hay que empujarlo y alentarlo. Hay que subordinar las expectativas a las necesidades. Porque la política revolucionaria parte de las necesidades objetivas, se formula a partir de ella y luego traza una diagonal con la conciencia.

La necesidad se explica, se entiende y se dialoga pero no se subordina; no paramos ningún reclamo por las expectativas. Hay toda una serie de cosas que es un clásico en el marxismo revolucionario y que van en este sentido. No compramos espejitos de colores; no aceptamos las explicaciones posibilistas; llamamos a que los trabajadores y trabajadoras confíen solamente en su movilización.

Por eso criticamos al FITU y al Plenario combativo que se han negado a salir, a convocar a la movilización con el programa en la mano. Hay que cuidarse mucho de ser sectarios. Pero no se trata de eso. Se trata de no hacer política con la línea de menor resistencia. Se trata de entender que vivimos en un mundo polarizado y donde dejás un espacio avanza el gobierno capitalista y avanza la derecha.

 

 

[1]Lo del contexto internacional remite la adaptación a las condiciones que le pondrán Trump, Bolsonaro, el FMI, etcétera; la negativa a patear el tablero en ese sentido; su profundo posibilismo (“no se pueden desafiar las relaciones de fuerzas”, le dijo un economista K a Manuela Castañeira en un reciente programa de TV).

[2]En los documentos hacia el plenario nacional alertamos que Cristina y los K han quedado como en reserva. El plan es que gobierne Fernández y no asumir directamente los costos de la crisis. Pero si Fernández va a la crisis el arbitraje podría cambiar de manos e ir a Cristina.

[3]Atención que igual peronismo ha habido muchos: desde la extrema derecha fascistoide de la Triple A al progresismo kirchnerista-camporista y el neoliberalismo más rancio de Menem.

[4]Solá también intentó cerrarle la boca para declaraciones políticas a Evo Morales, refugiado en nuestro país, pero después se retrajo.

[5]Obvio que es más factible que no tenga suerte porque las condiciones de inicio de su gestión son muy difíciles objetivamente.

[6]Una contención que la izquierda no pudo desbordar y menos podría hacerlo no sólo por razones objetivas sino subjetivas, porque el FIT se negó vergonzosamente a plantear la salida anticipada de Macri.

[7]No han pasado muchos días del gobierno de Fernández y mientras que la izquierda se ha negado a movilizar bajo un programa alternativo, a estas horas hay una concentración de la derecha frente al Congreso Nacional y los productores agrarios en varias localidades ya están al costado de las rutas. Un ejemplo que la polarización de los ánimos sociales podría venir mucho antes de lo esperado.

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