Traicionando abiertamente el mandato de cientos de miles de estudiantes, docentes y no docentes, el rectorado de la Universidad de Buenos Aires (con Yacobitti como vocero público) formalizó un acuerdo con el gobierno de Milei para formalmente desactivar la emergencia presupuestaria de la UBA. En concreto, Yacobitti cierra el reclamo al gobierno a cambio de un supuesto aumento del 300% pero que operará sobre los gastos de funcionamiento de la universidad. Este rubro incluye los servicios básicos edilicios y poco más (un 10% del presupuesto ordinario de la UBA), dejando fuera los salarios de docentes y no docentes (el otro 90% del presupuesto).
Esto, que Yacobitti presenta como «un triunfo para evitar el cierre de la universidad» es en realidad un burdo y traicionero lavado de cara para el gobierno. Yacobitti se garantiza la «continuidad» de las actividades académicas, evitando un cierre que habría sido catastrófico para la imagen pública de la gestión radical.
A Yacobitti no le importa si a cambio de eso hace falta que miles de docentes y no docentes cobren sueldos por debajo de la línea de pobreza y que la educación pública superior se degrade a niveles históricos. El proyecto del radicalismo es el vaciamiento universitario: licuar el presupuesto hasta que los trabajadores de la educación pasen hambre y los estudiantes sean expulsados de las aulas por la desidia estructural o la miseria social. Ese camino, aún si no se alcanza el exabrupto histórico que significaría el cierre de las universidades, implica la destrucción sistemática y sostenida a largo plazo de la educación pública tal y como la conocemos en la Argentina.
La referente de la izquierda y del Nuevo MAS, Manuela Castañeira repudió el anuncio de Yacobitti a través de X / Twitter:
A la sociedad que se expresó con contundencia en defensa de la universidad pública y de la educación ustedes le están dando la espalda para acordar por migajas con Milei. Entregan en bandeja a las y los trabajadores docentes y nodocentes de la UBA que ven sus salarios desplomados… https://t.co/OYcQDEdLN5
— Manuela Castañeira (@ManuelaC22) May 15, 2024
Aún más criminal y artero es el acuerdo Yacobitti – Milei si se tiene en cuenta que el rectorado de la UBA (la universidad más grande y prestigiosa del país) decidió despegarse de la pelea presupuestaria a nivel nacional, dejando libradas a su suerte a otras 60 universidades nacionales a las que el gobierno nacional sigue negando todo aumento significativo de recursos.
La ecuación detrás del acuerdo es simple. Yacobitti obtiene «algo» para mostrar públicamente y desligarse de responsabilidades, Milei desactiva el conflicto con la administración de la mayor universidad del país y de aquella que mayor potencial de movilización detenta, incluso teniendo en cuenta su centralidad territorial al radicarse en la capital.
Un papel tan perverso como el de las gestiones radicales es el que cumplen por estas horas las conducciones radicales y peronistas de los centros de estudiantes de la UBA y muchas otras universidades. La negativa de esos sectores a sostener, masificar y radicalizar consecuentemente el Estudiantazo le brinda gobernabilidad al gobierno y aire a los rectorados traidores que buscan negociar migajas.
Sin embargo, puede que a Milei no le alcance con este miserable acuerdo para desactivar al problema educativo a largo plazo. La movilización del 23 de abril demostró de forma activa el apoyo masivo a reivindicaciones y reclamos que el acuerdo Yacobitti – Milei no satisface ni lejanamente. Y la miseria presupuestaria se hace concreta día a día en las universidades, donde las condiciones de cursada y trabajo empeoran semana a semana.
