La campaña contra los movimientos sociales se mete en la interna del FDT

La cuestión se mete en la interna oficialista en el marco en que se desarrolla una feroz campaña de la derecha y sus medios de comunicación contra el movimiento piquetero.

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La campaña mediática y derechista contra los movimientos piqueteros se metió de lleno en la interna del Frente de Todos. Contra lo que algunos pudieran esperar, fue Cristina Kirchner la que salió a cuestionar el rol de las organizaciones.

Alberto Fernández le respondió hoy en un discurso que inauguraba el III Foro Mundial por los Derechos Humanos, en Buenos Aires. Allí el mandatario destacó el «papel fundamental» que estas organizaciones llevaron adelante especialmente durante la pandemia.

En el acto de apertura del congreso de la CTA, la vicepresidenta había hecho referencia a que «con este nivel de desocupación, no debería haber tantos planes sociales» y llamó a terminar con la «tercerización» de la asistencia social. «Eso no es peronismo, no es depender del dirigente barrial para que me de el alta o la baja», sostuvo la ex presidenta. También propuso que el Estado recupere el control de los planes y que realice «auditorías» sobre quienes son los beneficiarios.

Fernández eligió responder en un tono muy elogioso hacia los movimientos sociales: «mi eterna gratitud a cada una de las organizaciones. Han trabajado de manera denodada para que la Argentina no explote». Y destacó que gracias a su colaboración «hemos evitado que en Argentina haya un estallido social».

La cuestión se mete en la interna oficialista en el marco en que se desarrolla una feroz campaña de la derecha y sus medios de comunicación contra el movimiento piquetero. En especial, la campaña tiene como blanco a las organizaciones independientes del gobierno, que en los últimos meses protagonizaron numerosas protestas.

Acuerdos y desacuerdos

Apoyándose un sector de la clase media urbana envalentonada por la derecha, los discursos que piden represión y «quitarle los planes a los que corten calles» se han vuelto parte cotidiana de la agenda mediática nacional. En los últimos días, la campaña se dirigió especialmente contra las organizaciones independientes, acusándolas de quedarse con dinero de los beneficiarios de la ayuda estatal.

Para algunos será sorpresivo, pero la «populista» CFK tiene más en común con estos discursos de lo que parece. En particular, en torno a un punto central: la idea de que los planes deben ser controlados de manera directa por el Estado, pasando por arriba de las organizaciones sociales.

No se cuestiona la existencia de los planes sociales como tal (ni el discurso de Cristina ni en el de la derecha se propone algún tipo de alternativa para convertirlos en trabajo genuino) sino que lo que se «combate» son las organizaciones político-sociales que los administran.

Lo que se pretende no es desarmar el esquema asistencialista que estimula los paliativos (como los planes sociales) por sobre las soluciones de fondo, sino desarticular a los movimientos sociales, sobre todo a aquellos que siguen siendo organizaciones de lucha y que no responden orgánicamente a ningún gobierno. El objetivo es terminar de «estatizar» por completo la asistencia social, sacando al movimiento de desocupados de las calles. Es en este punto central donde Cristina y la derecha coinciden.

Además, existe un factor político que explican las declaraciones de Cristina: los movimientos sociales que más han crecido en los últimos años no son kirchneristas. Ya sea porque responden a variantes más tradicionales del peronismo hoy devenidos en albertistas (Movimiento Evita, CCC) o porque están ligados a diversas corrientes de izquierda.

Los movimientos sociales salieron a jugar a fuerte en la interna oficialista. Cuando en plena crisis política del FDT luego de la derrota electoral hubo una oleada de «renuncias» de ministros K en el gabinete, quienes primero salieron a defender al Presidente fue el Movimiento Evita, llamando a marchar a Plaza de Mayo. Fue el propio Alberto quien terminó llamando a cancelar la convocatoria.

El apoyo de Alberto a los movimientos sociales es fácil de entender. Como él mismo admite refiriendose a las organizaciones que lo apoyan, son los que evitaron que haya un «estallido social» bajo su gobierno, a pesar de los altos números de pobreza y precariedad laboral.

Las declaraciones de Cristina requieren un poco mas complejidad en el análisis. Están atravesadas fundamentalmente por dos vectores. Por un lado, el acuerdo de fondo que tienen todos los políticos capitalistas (incluido el kirchnerismo) sobre no cuestionar la pobreza estructural en el país, limitándose a plantear políticas paliativas como los planes sociales. Por el otro, la propia interna del Frente de Todos y el lugar que los movimientos sociales oficialistas juegan en ella, en su mayoría apoyando a Alberto. Ni un sector ni el otro del FDT, mucho menos la derecha que pide represión, ofrecen una solución real a la realidad de las mayorías populares que sufren el ajuste, la precarización y la pobreza.

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