Los partidos del establishment capitalista argentino comienzan a pensar en las próximas elecciones legislativas, todavía a un año de distancia que se anticipa largo y turbulento.
Durante la última semana, el peronismo, principal partido de la oposición, estuvo sumido en una espiral de crisis y vergüenza pública por el escándalo alrededor de la denuncia contra Alberto Fernández. Si existía alguna duda de que el ex presidente se había convertido en un cadáver político tras la vergonzosa gestión 2019 – 2023, fue disipada en estos días.
Aprovechando la crisis peronista
Javier Milei apuntó todos los cañones a Alberto Fernández. Intentó darle toda la entidad posible al tema a través de sus twitts o incluyendo la denuncia en el temario de las conferencias diarias de Manuel Adorni. El gobierno incluso dió de baja actos y eventos planificados para regalarle toda la escena al escándalo fernandista.
La estrategia mileísta es simple: dejar que el caso haga todo el daño posible a la imagen pública del PJ, al tiempo que instrumentaliza el tema para demonizar al feminismo. Un disparate misógino y reaccionario que sólo cabe en la mente de Milei y sus seguidores.
Por otro lado, Milei espera que el impacto mediático de la denuncia ayude a atenuar las repercusiones de la recesión económica en curso. Pero este último término de la ecuación no parece estar funcionando para el gobierno. Sucede que el grado de la recesión es demasiado alto y extendido para ocultarlo mediáticamente.
El nivel de actividad sobre la capacidad industrial instalada es el más bajo desde 2002, época de la última crisis histórica en la Argentina. En las últimas semanas comenzaron a extenderse los despidos y las suspensiones, como es el caso de la industria del Neumático. También empezaron a aparecer ataques por sector (caso docentes) y algunos conflictos como el de Aceiteros.
Una encuesta de los últimos días releva que, a pesar del altísimo impacto del caso Fernández, el 90% de los encuestados sigue marcando a la pobreza y la desocupación como los principales problemas del país.
La reconfiguración del mapa parlamentario
Por estas horas, los operadores mediáticos del mileísmo ya auguran una aplastante derrota del peronismo en unas elecciones que todavía están extremadamente lejos, sobre todo teniendo en cuenta el turbulento estado de la economía y lo voluble que podría tornarse el ánimo masivo.
Los futuros devenires del peronismo son inciertos. Hasta el momento no hay candidatos naturales ni bloques sólidos visibles dentro del mapa peronista. La caída en desgracia de Fernández viene a sumarle potencia a la tendencia a la fragmentación que ya se expresó en la salida a cuentagotas de determinados diputados del bloque oficialista.
De fondo, lo que pesa en la interna del PJ es la ausencia absoluta de todo proyecto alternativo frente al plan Milei. La única estrategia del peronismo – kirchnerismo es esperar y volver al gobierno luego de que el mileísmo imponga la paz de los cementerios, recesión y contrarreformas mediante. Pero no parece suficiente con eso para cohesionar el espacio del que fue durante 70 años el principal partido político del país.
En los últimos días surgieron versiones de posibles nuevas rupturas en el bloque parlamentario de Unión por la Patria, sobre todo en los bloques provinciales que responden a gobernadores pejotistas. En el interior, los caudillos del peronismo federal parecen bastante dispuestos a negociar con el mileísmo a cambio de algunas pocas dádivas y de lograr salir del barco que se hunde con Fernández. Esa es, básicamente, la línea de Schiaretti, quien en los últimos días deslizó la idea de conformar «un partido nacional por fuera del PJ».
Movimientos similares se anuncian en los bloques oficialistas. La semana pasada, Milei volvió a reunirse con Macri para explorar una posible alianza electoral el año próximo. Una idea que parece ser rechazada en el entorno libertario, sobre todo en el armado electoral que prepara Karina Milei.
Pero sucede que el espacio ultraderechista de Milei sigue careciendo absolutamente de personal capacitado y de puntos de apoyo institucionales. Hasta el día de hoy, La Libertad Avanza ni siquiera tiene todavía legalidad nacional. Estos 8 meses demostraron, entre otras cosas, que el armado libertario es una bolsa de gatos. Si bien los personajes estrafalarios y rancios que el mileismo ubicó en el Congreso cumplen su función como propagandistas de ultraderecha, su desempeño parlamentario fue desastroso (recordar la caída de la Ley Omnibus) incluso para los parámetros mileístas.