
El gobierno, además, está vacunando lento: De las 4 millones de dosis que recibió, aplicó dos y solo quinientas mil personas, aproximadamente, recibieron las dos dosis, un 1% de la población. Se necesita el 70% de la población vacunada, para adquirir la llamada “inmunidad de rebaño” y a este ritmo es algo que dudosamente se vaya a alcanzar este año.
Por otro lado, las dificultades que trae la llegada a cuentagotas de la vacuna y la lentitud en la vacunación coexisten con el desarrollo de nuevas cepas, incluso en un país vecino como Brasil. La cepa “Manaos” se estima más contagiosa según los expertos y presenta un verdadero riesgo latente para nuestro país.
La distribución de las vacunas a nivel mundial está atravesada por profundas desigualdades, ya que son 10 países ricos los que concentran la compra del 90% de las dosis. Frente a esta situación, países como India, Sudáfrica y decenas más vienen planteando en diferentes instancias internacionales la liberación de las patentes. Esto ayudaría a que se pueda producir las vacunas en todo el mundo y vacunar masivamente a la población mundial, acercándonos así, a la salida de la pandemia. Lamentablemente países como Estados Unidos, Alemania y Japón bloquean esta iniciativa y demuestran que para ellos pesan más los intereses de un puñado de laboratorios.
Hasta ahora “la épica campaña de vacunación” que quiere poner en pie el gobierno está lejos de convencer a nadie y puede transformarse en un problema muy grave en poco tiempo si sigue a este ritmo.






