El pronóstico de la llegada de 10 millones de dosis para fines de diciembre no se corroboró. Ayer arribaron apenas 300 mil dosis desde Moscú, que si bien son enormemente bien recibidas, todavía es un número magro para la enorme población del país incluso para cubrir la demanda de las primeas fases del plan de vacunación que incluye trabajadores de la salud y docentes, entre otros rubros esenciales.
La realidad es que la puja internacional por la colocación de las dosis está afectando la posibilidad del pronto aprovisionamiento de una cantidad razonable de vacunas. La demanda de Bélgica y otros países en los que urgía evitar el colapso sanitario dejó sin stock y retrasó las reparticiones para varios de los planes latinoamericanos. Al mismo tiempo, farmacéuticas como Pfizer retrasan las negociaciones exigiendo garantías legales y altísimas indemnizaciones en caso de que algo salga mal. En un mundo donde todos demandan su producto, los Estados tienen que hacerse cargo si fallan las vacunas desarrolladas en forma privada indemnizando a las empresas, el capitalista nunca pierde.
Pero mientras pasan los días entre idas y vueltas en negociaciones con las empresas, la segunda ola amenaza con impactar de lleno en nuestro país. El crecimiento de los casos amenaza con multiplicarse a «tasa europea». Las nuevas cepas ya circulan en el territorio, y las reticencias del gobierno en tomar medidas preventivas por el impacto que ello pudiera tener en la economía en épocas de turismo, conforman los ingredientes de un cóctel que podría explotar en cualquier momento. Las medidas de cierre nocturno son insuficientes mientras en el transporte público se siguen amontonando cientos de personas en horas pico para no afectar la producción y la ganancia capitalista.
Argentina ya superó las 45 mil muertes por Covid-19, lo cual representa un número bastante elevado para la densidad poblacional del territorio. Argentina tiene 994 fallecidos por millón de habitantes, ubicándose en el puesto número 24 del ranking mundial, según datos de la Universidad Johns Hopkins y el sitio de estadísticas mundial Worldometers.
Si se quiere preservar la salud de la población, se deben tomar medidas que prevengan los contagios, en tanto no se ponga en pie de una vez por todas un masivo plan de vacunación que contemple al conjunto de los trabajadores. Mientras el gobierno espera de brazos cruzados, avanzan los brotes y la amenaza de una nueva ola que crezca exponencialmente no puede descartarse. Las vacunas las seguimos esperando.