Milei y Cristina quieren endurecer el régimen proscriptivo

A casi un mes de terminar el año y próximo al cierre del período legislativo ordinario, el gobierno ultra reaccionario de Milei y su aliada de ocasión, Cristina Fernández de Kirchner (CFK), amenazan con dar una vuelta de tuerca aún más antidemocrática y restrictiva al régimen político y electoral heredado del kirchnerismo en el 2011. Régimen que tuvo como objetivo político recortar las condiciones políticas y electorales conquistadas por la rebelión popular del 2001.

El Argentinazo bajo la consigna “Que se vayan todos” había obligado a las fuerzas burguesas fuertemente cuestionadas (nos referimos al PJ y la UCR, que estuvo al borde de su extinción política, de lo cual nunca se recuperó totalmente) a facilitar la participación de diversos partidos minoritarios, tanto patronales como de la izquierda revolucionaria en particular. Una década después, el kirchnerismo y el conjunto de la burguesía encaraban la tarea de reconstruir la alternancia bipartidista que había primado en el país desde la caída de la última dictadura o, al menos, restringir la diversidad de fuerzas políticas forzando la concentración de votos en la menor cantidad de partidos posibles.

Para esto CFK, impulsando un proyecto elaborado por Néstor Kirchner, avanzó con su propia reforma política y electoral reaccionaria, que restringió brutalmente la participación electoral de un amplio abanico de fuerzas, introduciendo el mecanismo proscriptivo conocido como PASO (Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas) con la exigencia de lograr un mínimo del 1,5% para participar de las elecciones efectivas, además de endurecer las condiciones bajo las cuales un partido es considerado legal. Esa reforma política reaccionaria, con una modificación de Macri en lo relativo al financiamiento de los partidos, es la que prevalece al día de hoy, y que Milei junto a CFK intentan redoblar para ir a una aún más reaccionaria, avanzando junto con esto en la privatización de la participación política, mediante la liquidación del ya casi inexistente financiamiento estatal.

 

Así como la contrarreforma reaccionara de CFK se inscribe en la búsqueda por cerrar un periodo de debilitamiento de la representatividad y de dominio de las principales fuerzas burguesas para devolver estabilidad política a un país que sigue siendo políticamente caótico, la contrarreforma aún más reaccionaria de Milei busca saldar por extrema derecha y a su favor un cuestionamiento a la representatividad de las fuerzas patronales tradicionales, entre las que se destaca la defraudación masiva del kirchnerismo/peronismo a las expectativas de amplios sectores sociales. Cuestionamiento que se saldó por extrema derecha, pero que bien podría rebotar hacia la izquierda, como estuvo planteado en la primer mitad de año con las movilizaciones contra el DNU, los paros generales arrancados a la CGT, las dos versiones de la Ley Bases, y con la movilización de dos millones de personas en defensa de la Universidad pública, una lucha que continuó con el Estudiantazo y que aún no ha terminado. Esa crisis de representatividad produjo un derretimiento en el espectro de la derecha institucional que también perdió las elecciones con la extrema derecha, como es el caso del PRO y, que además en su rol de “oficialista crítico”, ha perdido capital político a lo largo del 2024. Recordemos que la crisis de este espacio viene del fracaso de Macri, expulsado por la vía electoral como resultado del 18 de Diciembre de 2017, y que ha tenido varios capítulos de rupturas, entre ellas la de Bullrich o Larreta.

Esta nueva contrarreforma que, para ser efectiva, aún tiene que ir al Congreso y ser votada, no podría concretarse sin el apoyo del kirchnerismo (UP) y sectores del PJ, dada la debilidad parlamentaria de La Libertad Avanza (LLA). Hasta acá, el peronismo de conjunto ha sido el principal garante de la gobernabilidad de Milei. Este nuevo paso (o deberíamos decir nuevo pacto espurio) sería parte de un paquete negociado con CFK que incluye: la incorporación del juez Lijo a la Corte Suprema (cuestión en la que ya hay acuerdo), la eliminación de “Ficha Limpia”, que impide candidatearse a los condenados por la justicia (como el caso de…CFK) y lógico, la contrarreforma propiamente dicha. Contrarreforma que no desagrada a la nueva presidenta del PJ, ya que le facilita ordenar a la tropa peronista atrás de su candidatura, sin tener que ir a internas, aunque el mayor favorecido sea el gobierno más antiobrero y más antidemocrático desde la última dictadura militar. Delicias del pragmatismo peronista.

En este marco, se ha escuchado a las fuerzas parlamentarias el rechazo a la contrarreforma, sobre todo en lo que refiere a la eliminación de las PASO. Desde la derecha institucional (PRO, sectores del PJ como el de Pichetto y otros) por perjudicarlos desde el punto de vista electoral y del acceso al poder.

 

En el caso del FITU, particularmente del PTS y de su principal figura, Myriam Bregman, el rechazo al intento de contrarreforma reaccionaria, no precisamente por izquierda, sigue la misma lógica (no revolucionaria) defendiendo las PASO y, por ende, al actual régimen proscriptivo que persiste desde el 2011. PASO que ha usado conscientemente contra el Nuevo MAS excluyéndonos de la alianza desde su existencia a la fecha, para atrapar los votos del sector social que se siente representado por nuestras propuestas y política, al igual que hace cualquier partido del régimen.

Desde nuestras páginas hacemos un aporte a la clarificación y al debate sobre el rol que debe jugar la izquierda que pretenda intervenir con un programa propio y de manera independiente del conjunto de las fuerzas burguesas.

Pero antes, veamos en qué consiste puntualmente la contrarreforma.

Bases de la contrarreforma

1)  Modificación de la Ley Orgánica de Partidos: Busca reducir a un puñado los partidos políticos considerados legales. Para ser considerado un partido legal se deberá contar con 37 mil afiliados para ser considerado partido nacional, y entre 5 mil y 10 mil afiliados en cada provincia, dependiendo el tamaño del padrón de cada una. Una modificación que llevaría a casi el doble de los requisitos actuales, y que atenta contra la fuerzas independientes del Estado como lo es la izquierda, que año a año realiza campañas de afiliación en la calle juntado afiliaciones una a una, y de manera destacada en el caso de nuestro partido que se la banca sólo desde el 2011 a la fecha y que ha mantenido su legalidad nacional y en más de la mitad de las provincias de manera ininterrumpida, en una competencia desleal contra 4 fuerzas que se reparten las tareas. Por su parte, las fuerzas con acceso al Estado no necesitan la afiliación mano a mano. Las sacan de los bancos de datos institucionales y listo. Nadie ha visto una sola mesa de afiliación de LLA en su vida y, sin embargo, tienen legalidad.

A esto se suma la pretensión de aumentar del 2% al 3% el piso mínimo de los votos durante dos elecciones consecutivas para no perder la legalidad. Una condición reaccionaria que busca aumentar las chances de ilegalizar a las fuerzas que contamos con menos recursos para hacer conocer nuestras propuestas frente a los partidos de aparatos del Estado y financiados por los empresarios.

Por último, el incremento de 5 a 10 provincias como condición para poder participar en elecciones federales.

2) Privatización de la política: pretenden terminar con el financiamiento estatal a la participación electoral. Es decir, que cada fuerza financie su intervención con sus propios recursos, eliminando el aporte estatal que debería garantizar la igualdad de condiciones para la participación electoral. La izquierda revolucionaria rechaza por principios de independencia política el aporte de empresas privadas. Por el contrario, se autofinancia con el aporte solidario de trabajadores y trabajadoras, estudiantes, militantes y simpatizantes. En este rubro agreguemos que el FITU, al haber logrado parlamentarios desde el 2011, recibe además ingresos por la vía de diputados y asesores, cuestión que no está reñida con los principios, pero que ha sido uno de los puntos centrales a la hora de excluir a nuestro partido del ingreso a la alianza, transformando al frente en un “negocio” (oportunista y electoralista, agregamos), como nos lo expresó un dirigente de PO en su momento.

A esto se agregaría la eliminación de los espacios de publicidad electoral que por ley tenían que ceder los medios a los partidos. Es decir, si querés estar en los grandes medios de comunicación, tenés que pagar millones por escasos segundos, lo cual refuerza la lógica de la privatización de la política, y establece la censura previa de los partidos de trabajadores (más cuando no cuentan con recursos parlamentarios).

3) Eliminación de las PASO: el mecanismo de proscripción hacia las fuerzas políticas minoritarias quedaría garantizado y redoblado por la vía de las medidas anteriormente descritas. En este marco, las PASO pasarían a ser un estorbo para Milei, que apuesta a romper al PRO y radicales, forzando a una alianza bajo sus términos en una lista propia. Todo bajo el argumento de que las PASO implican un gasto económico innecesario.

Por otro lado, su eliminación o suspensión (como impulsó Massa para la provincia de Buenos Aires con el apoyo de Kicillof y Máximo Kirchner) podría facilitar la hegemonía peronista de CFK y, eventualmente, abrirle la participación por fuera al ex candidato a presidente por el peronismo con lista propia.

El PTS y la defensa de las PASO

Los partidos revolucionarios deben pelear siempre por las mayores condiciones democráticas posibles. Como describió Rosa Luxemburgo en su texto clásico “Reforma o revolución” la pelea por las reformas tienen dialécticamente un vínculo indisoluble con las aspiraciones revolucionarias. Desde esa ubicación, toda lucha por la ampliación de derechos políticos democráticos tiene como fin colocar al límite extremo la capacidad del capitalismo y su régimen democrático burgués para contener estas demandas. Demandas que, en última instancia, sólo pueden ser logradas con la conquista del poder por la clase obrera y la instauración de una democracia de nuevo tipo (Lenin), donde por primera vez en la historia la democracia (que siempre implica la opresión de una clase sobre otra) beneficia a los trabajadores y perjudica a los capitalistas. Este es el régimen que se desprende de la dictadura del proletariado, donde el control efectivo del poder lo tienen los trabajadores y sus partidos y organizaciones.

En ese sentido, ante los ataques reaccionarios de los gobiernos a las libertades democráticas y políticas (hecho que caracteriza al gobierno de extrema derecha de Milei, que no es un gobierno simplemente de ajuste, como repiten las corrientes economicistas) los revolucionarios defendemos las conquistas progresivas subproducto de la lucha de los trabajadores y las mayorías sociales, y rechazamos siempre todo elemento que restringe el derecho a hacer política de las y los trabajadores y a constituirse como alternativa política junto a sus partidos. Esta es la lógica y el método de los revolucionarios. De allí se desprende su programa democrático radical, cuya aspiración estratégica es la toma del poder.

Por el contrario, el PTS afirma, a través de su referente Myriam Bregman, que “la eliminación de las PASO y de la publicidad gratuita se inscriben en esta reforma reaccionaria”. Para aclarar más, en una reciente nota firmada por un dirigente de su partido se agrega que “la izquierda siempre las rechazó por el piso proscriptivo, pero (cursivas nuestras) para el gobierno es parte de un paquete que le conviene para evitar que sus internas se cuelen en las listas para las primarias” (Milei quiere a la izquierda ¡afuera!, Guillo Pistonesi).

Hay en esta defensa vergonzante de las PASO, una amalgama. Por un lado, es obvio que todo el paquete de contrarreforma de Milei es reaccionario. ¡Pero del rechazo a esta contrarreforma reaccionaria que tiene entre sus elementos el fin de la publicidad gratuita no se desprende la defensa de las PASO reaccionarias y proscriptivas! Así como tampoco el hecho que a Milei le convenga sacarlas (como parte de un paquete reaccionario sin el cual la eliminación de las mismas no tendrían sentido desde el punto de vista del gobierno) no implica que entonces hay que ser abanderado de este mecanismo antidemocrático.

En realidad lo que esconde el PTS-FITU es que la defensa de las PASO (defensa que hizo explícita cada vez que un gobierno amenazó con sacarlas, como ocurrió con Alberto Fernández hace escasos 2 años, y así tantas veces hacia atrás) es la defensa de un mecanismo que, en su lógica adaptada al régimen, lo beneficia mediante la exclusión de “otros partidos”, como dice para referirse a nuestro partido sin nombrarnos. Un “beneficio” que no surge de la válida lucha de tendencias, sino de apoyarse en un mecanismo de censura y proscripción política que rige hace 14 años y que no es denunciado ni una sola vez en la extensa nota.

Nótese junto con esto, que la misma nota habla que “de sancionarse en el Congreso, podría implicar una proscripción de todos los partidos de izquierda”. Es decir, que si hasta hoy las PASO proscriptivas afectan a un partido de izquierda (el Nuevo MAS) bueno, pero el lío es que esto se extienda a todos los partidos de izquierda. La mezquindad política está reñida con la cualidad revolucionaria. El rechazo a los ataques proscriptivos no empieza cuando le tocan a uno, sino cuando afectan a cualquier trabajador o trabajadora, y a cualquiera de sus partidos, más allá de las diferencias políticas y de concepciones.

Para dejar más claro aún la defensa velada de las PASO por el PTS se llama a los sectores democráticos y “al resto de la izquierda” (nótese la incapacidad, en una nota supuestamente de defensa de los derechos democráticos, de nombrar con nombre y apellido al Nuevo MAS que hemos sido proscriptos sistemáticamente, además de excluidos conscientemente del FITU) a realizar una campaña en rechazo a la contrarreforma político electoral, pero sin decir una sola vez cuál debe ser el programa de esa campaña.

Abajo las PASO proscriptivas

Por nuestra parte, ponemos a disposición de todos los sectores democráticos una serie de elementos para un programa que parte del rechazo absoluto a este nuevo ataque de Milei y CFK a las libertades democráticas, y que  pelee por la mayor amplitud de los derechos políticos y electorales. Programa que debe partir de decir:

-Abajo las PASO proscriptivas

-Por un régimen electoral con financiamiento exclusivamente estatal

-Proporcionalidad sin piso para acceder a todos los cargos legislativos

-Que los legisladores ganen como un docente

Desde el Nuevo MAS llamamos al FITU a la reflexión sobre este tema de crucial importancia y a emprender una pelea consecuente contra el intento reaccionario de Milei y contra las condiciones proscriptivas que ya existen en el régimen político electoral del país, como parte de una lucha por derrotar todo el plan del gobierno.

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