“(…) el PSDB [un partido tipo Juntos], moribundo ya hace algunas elecciones, llega a su fin como partido político, en su sentido más noble, es decir, como una organización de la sociedad civil que reúne individuos con una afinidad ideológica, valores, intereses y objetivos comunes buscando influir en las tomas de decisiones públicas, especialmente por medio de la participación en elecciones (…) Hubo un tiempo, ya distante, en que el partido de Franco Montoro, Mario Covas, Fernando Henrique Cardoso, José Serra, etc. [faltaría agregar Alckmin, que gobierna Brasil junto a Lula hoy, R.S.] traducían como ninguna otra agremiación política las mejores enseñanzas de una sociedad civilizada (…) Ese PSDB ya no existe más” (“A morte horrível de um partido político”, O’ Estadao, 18/09/24)
La primera definición general es que en la Argentina estamos en una suerte de “escenario brasileño atenuado”. [1]
1- Las razones de la supervivencia de Milei[2]
Las comparaciones con Brasil son útiles siempre y cuando no sean mecánicas, a sabiendas de que las relaciones de fuerzas en la Argentina son distintas que en Brasil. Pero determinados comportamientos de las fuerzas políticas, determinadas dinámicas, determinadas contrarreformas, etc., y determinadas perspectivas –siempre en un contexto mucho más dinámico en la Argentina que en Brasil– tienen ciertas similitudes, vinculadas al giro a la derecha de toda la superestructura política.
Lo anterior tiene importancia para las previsiones, las perspectivas. Aunque con otras relaciones de fuerzas, y siempre con más elementos de crisis en la Argentina que en Brasil donde la política hace años que es puramente superestructural (“aburre” Brasil; prácticamente no hay dinámica de plaza y palacio, la que sigue caracterizando a la Argentina bajo Milei[3]), se pueden establecer ciertas comparaciones.
La gran diferencia es que en la Argentina la política sigue siendo tanto superestructural como estructural, aunque, obviamente, hay un esfuerzo para llevar todo al plano superestructural y sacar a la política de las calles por la vía de transformar la política en una cloaca.[4] Esa necesidad de sacar a la política de las calles es importante para la burguesía en cuanto a la gobernabilidad y la estabilidad del país; el protocolo de Bullrich es parte de esto.
En este marco general, la segunda definición es que, más allá de las peleas en y con el Congreso, el gobierno tiene la coyuntura bajo control (al menos en última instancia). Viene de hacer el veto a la ley jubilatoria y amenaza con otro veto a la ley educativa en cuanto al financiamiento universitario –aquí puede haber elementos de crisis, se verá la magnitud de la movilización educativa del 2 de octubre y del paro de CTERA para esa fecha.[5]
Lo más importante de estos vetos no es el problema económico, sino el gesto de autoridad para que el parlamento no le robe la agenda política al gobierno.[6] Hay momentos, días o semanas, cuando el gobierno amenaza perder iniciativa política, pero por ahora no ha perdido la agenda, veta todo lo que no quiere que pase y el resto lo saca por decreto (el veto es constitucional pero no por ello deja de ser una herramienta política bonapartista). Esto le ha traído algunas derrotas políticas, por ejemplo en el caso del financiamiento millonario para la SIDE, que no tiene reversión porque no lo puede vetar; desde que se impusieron los decretos de necesidad y urgencia en el 94, solo éste fue echado abajo por el parlamento.
No es que no tenga zozobras en el parlamento. Pero es difícil imaginar un escenario de pérdida de gobernabilidad de acá a las elecciones, a menos que ocurra una irrupción de factores “exógenos” a la “mecánica gubernamental” (una política hecha entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial). Con “exógenos” queremos decir desbordes, que los puede haber: falta demasiado tiempo para las elecciones, y ¡la Argentina es la Argentina y el mundo es el mundo![7] Pero habría que encender la mecha y pasar por encima de las direcciones burocráticas, las que, mientras no les toquen sus intereses, dejan pasar todo.[8] Hubo meses muy movidos a principios del año (los primeros seis meses), un clímax con la marcha educativa del 23 abril, que tanto denostó el FITU y que nosotros empujamos afirmando que el gobierno quedó al borde del abismo.[9]
Pasados dos meses de su mayor crisis, el gobierno obtuvo un triunfo táctico en Senadores con la aprobación de la ley bases, y dijimos en ese momento que el gobierno iba a intentar convertirlo en un triunfo estratégico, que no se construye de un día para el otro pero que, en la medida en que el gobierno tenga la iniciativa, lo irá construyendo. Es verdad que el gobierno ha ido con más “pies de plomo” de lo que podía esperarse, a pesar del show que continuamente hace Milei pero, aun así, se va imponiendo como por “goteo”.
El gobierno no pudo desbordar al régimen político: todo o casi todo debe pasar por el Congreso Nacional. A su vez, la CSJ no le es adicta.[10] Su mira ahora es ganar las elecciones del año que viene y consolidar una base de sustentación parlamentaria mayor para ir a un triunfo más estratégico. Casi seguro el gobierno logre aumentar su base parlamentaria incluso si le va mal en las elecciones de medio término, porque no pone a ninguno de sus parlamentarios en juego: los mandatos son por cuatro años y se renuevan por mitades cada dos. Es decir que recién en 2027 –de seguir el calendario electoral normal– el gobierno deberá renovar la mitad de sus legisladores.
2- Avances sí, bonapartismo no (o qué pasa con las relaciones de fuerzas)
La tercera definición es que todos los actores políticos de peso en la Argentina coinciden en no cuestionar la gobernabilidad. Eso es similar a Brasil: cuando estuvo preso y después de salir de prisión, Lula dijo que Bolsonaro tenía que “terminar su mandato”, que “creía en la institucionalidad y la democracia” y ahora en las elecciones municipales de dicho país hay casi 80 intendencias donde se presenta una alianza entre petistas y bolsonaristas…[11] Acá todo es más a escondidas, pero todos coinciden en darle gobernabilidad, y es muy difícil desbordar una gobernabilidad construida entre el gobierno, la oposición colaboracionista –la que menos peso electoral tiene, pero sí tiene peso en la opinión pública burguesa y en el Congreso–, la burguesía –que tiene unidad alrededor de las medidas económicas de Milei, al menos hasta ahora–, el peronismo y la burocracia sindical.[12]
De mitad de año para acá, todos los conflictos se han dirimido en el marco institucional, y con una mirada puesta en las elecciones. El conflicto de los jubilados está vinculado a quién se queda con la bandera de los jubilados para las elecciones (no hubo movilización masiva aunque sí algunos escarceos en la puerta del Congreso); el PJ está contento porque se quedó con esa bandera sin cuestionar la gobernabilidad: no convocaron a paro general, solo a una movilización pequeña de la que se retiraron antes de que se votara.
En las columnas sindicales decían: “ante el menor incidente nos retiramos”… Y se retiraron antes de los incidentes, dejando solo a la izquierda a la que por supuesto no le daba para enfrentar la represión. El FITU se retiró corriendo y nosotros hicimos el aguante sobre Callao, donde se nos vino la cana encima porque un grupo de lúmpenes tiró abajo las vallas. Hubo un poco de gas pimienta pero no fue lo de Senadores; no pasó a mayores.
Hay un acuerdo completo en dirimir las cosas en el terreno institucional: no jugar la calle, no jugar el paro general. Algunas cosas se dirimen en el Congreso por mayoría y minoría, mientras otras se dirimen entre el Congreso y el gobierno, pero no se llega a una crisis política porque el gobierno veta y todos respetan la constitucionalidad del veto (¡hasta Máximo en un reciente discurso!). El veto podrá estar en el marco de las instituciones, pero es un elemento bonapartista. Y al no cuestionarse de manera extraparlamentaria ni haber desborde, ante esa circunstancia de conflicto entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo no se abre crisis política; hay mamarrachadas, rupturas en el bloque oficialista, etc., pero no se llega a mayores.
Lo que hay de plaza y palacio está más controlado, aunque podría desbordarse con la marcha del 2/10 por la educación y por el paro nacional de Ctera. Pero para nada está claro que se vaya a una jornada como la del 23 de abril. El contexto general es menos explosivo y las autoridades de las universidades tienen menos intereses directos que seis meses atrás: la discusión pasó del presupuesto para el funcionamiento universitario al tema salarial de docentes y no docentes.
Por lo demás, aunque lo de jubilados fue de gran impacto político, nadie entiende la mecánica parlamentaria ni qué se discute. Da la impresión de que la gente no está pensando en la política sino en el día a día. Sin embargo, también es verdad que está comenzando la experiencia con el gobierno. Diversas encuestas muestran lo mismo: que la popularidad de Milei y el gobierno caen; que ya no pesa la llamada “herencia”, que ahora se está juzgando al gobierno por sus méritos. Pero para que esto pase de los sentimientos a los hechos, con las direcciones tradicionales en contra, hay un trecho de importancia; no se puede descartar, pero tampoco es fácil avizorarlo.
Esta situación, si no hay elementos que la desestabilicen, lleva de manera relativamente anticipada a las elecciones. En todos los reflejos de la actuación de las fuerzas políticas burguesas (y no tanto…) el tema electoral ya está presente.
Las definiciones nuestras están sólidas: estamos en una etapa reaccionaria con elementos de crisis permanente. Hay gobernabilidad aunque también una inestabilidad por la ruptura del sistema de partidos tradicionales. La etapa sigue siendo reaccionaria aunque las relaciones de fuerzas no han cambiado, por eso tiende a ser de crisis permanente. Pero tampoco estamos en una etapa prerrevolucionaria (no alcanzan los elementos subjetivos para eso). Para eso tiene que haber un ascenso y un desborde. El PTS afirmó a comienzos del gobierno de Milei que la etapa es “prerrevolucionaria”, y está mal, porque, básicamente, es una etapa de retroceso, menos brusco que como lo quería Milei pero retroceso al fin.[13]
También es evidente que a Milei le fracasó la avanzada sobre el régimen político; no pudo bonapartizar el régimen, está lejos de eso. Cuando los editorialistas hablan de la real politik de Milei significa que está aprovechando que el régimen lo acompaña en sus contrarreformas económicas, e incluso en algunos cambios políticos como la boleta única, pero que en otros temas debe aggiornarse, y es así al menos hasta ahora.[14]
Está claro que Milei logró sobrevivir, lo que no estaba claro al principio de su mandato. Y al sobrevivir marca un período en la vida política argentina que no está claro que se vaya a modificar rápidamente. La comparación con Brasil diría que no, que la “marca” que dejan los gobiernos de extrema derecha, más o menos agresivos, son marcas de importancia, independientemente de que no son la totalidad del cuadro, hay polo y bipolo: gobiernos reaccionarios en una punta y lucha de clases en la otra. En la Argentina está clarísimo: si no hubiera bipolo, el gobierno habría logrado imponer su zarpazo bonapartista, pero en eso fracasó.
3- El papel de la izquierda en la coyuntura nacional
Los elementos potenciales de desestabilización son tres. Uno más estratégico y estructural, que es una situación mundial totalmente explosiva, mucho más explosiva que en la Argentina: las líneas rojas que se pueden cruzar o no cruzar en Ucrania y en Medio Oriente, que Biden expresó en su discusión con Starmer –el nuevo primer ministro de Gran Bretaña– preocupado por la posible utilización de armas de la OTAN para bombardear territorio ruso, con Putin diciendo que “tengan cuidado porque se meten con una potencia nuclear”, sumado a los análisis generales sobre que las posibilidades de guerra nuclear están más cerca que en los últimos cuarenta años.[15] A la población mundial aún no le ha llegado el tema; no hay psicosis nuclear. Pero en este momento las guerras de Ucrania y Oriente Medio vuelven a ser desestabilizadoras, entre otras cosas, porque se empezó a hablar más del armamento nuclear (en el Estado sionista hay políticos que hablan de utilizar armamento nuclear contra los palestinos o las poblaciones árabes).
El otro tema desestabilizador es la economía. Hay una contradicción básica, porque el FMI dice que el gobierno tiene que juntar reservas para pagar la deuda, y el gobierno lo que quiere es que la inflación siga bajando –aunque está en un piso difícil de atravesar del 4%–, está vendiendo reservas para mantener el crawling peg (la devaluación fija mensual del tipo de cambio oficial) del 2%, y le pide al FMI que le dé más plata.[16]
El programa de Milei es muy direccionado a la desregulación, a un costo argentino altísimo en dólares. Mil dólares de salario parece un montón para la Argentina… pero no es nada en términos de bienes porque están todos los precios dolarizados, entonces el costo de la mano de obra argentina es carísimo, la canasta de pobreza en dólares es un montón; un desocupado en España cobra 1.200 euros, y no vive miserablemente. La trampa es que Milei dice que se aumentó mucho el salario en dólares, pero el poder de compra es bajísimo. Antes se ganaba mucho menos en dólares pero se compraban muchos más bienes. Eso es, a largo plazo, “industricida”, porque ¿cómo compite el país? Salvo en materias primas, el peso devaluado actúa como proteccionista y baja los costos en divisas. Con la apreciación del peso y de todos los precios en dólares, se acaba ese mecanismo de protección sin que haya habido modificación alguna en la productividad (aunque la productividad podría estar creciendo dada la magnitud de los despidos, sobre todo en la industria).[17]
El otro factor desestabilizador es que estalló el primer conflicto testigo bajo Milei, que es el de aeronáuticos. Vienen ocurriendo paros bastante duros, el gobierno no les quiere ceder y, para colmo, la llamada “oposición dialoguista” (colaboracionista) está planteando en el Congreso la privatización.
Sin embargo, se enfrentan a un gremio con mucha fuerza porque son pilotos, trabajadores muy calificados. Además es un conflicto más político, porque, como acabamos de señalar, además del salario denuncian que quieren privatizar Aerolíneas Argentinas, que tiene bastante prestigio, funciona bien, y es una de las pocas líneas aéreas de bandera que quedan en el mundo. Para un país dependiente, es un elemento de independencia económica y política, es decir, progresivo, y lo quieren arrasar.[18]
También hay preocupación por el efecto acumulativo de las contrarreformas: ya hay 500 mil despidos. Y otro elemento dinámico es la educación; el gobierno sabe perfectamente que el veto a la educación no es lo mismo que a los jubilados, que son muchos votantes pero es un sector desorganizado. El veto educativo depende mucho de las autoridades universitarias, si van a movilizar de nuevo o van a entrar del todo en la gobernabilidad; después quedan los gremios universitarios y el movimiento estudiantil. Como está el problema del salario además del presupuesto, desde los gremios quizás haya una movilización mayor, pero no se sabe si va a haber una movilización multitudinaria como en abril.
También se viene la votación de la ley de presupuesto, que va a ser todo un tironeo. El FITU (particularmente el PTS) afirma que hacen “parlamentarismo revolucionario” porque movilizan afuera a 200 personas, pero adentro no se les conoce ningún hecho disruptivo; solo los discursos por las redes, pero ¿quién se entera de los discursos en el Congreso? Se lo ve al PTS demasiado cómodo en la cueva de bandidos del parlamento.[19] El FITU tiene muchos reflejos de adaptación a la vida parlamentaria, han votado demasiadas leyes con la burguesía.[20] Hay que escenificar la disrupción, no podés sólo votar en contra si querés demostrar que es una cueva de bandidos. Zamora solo, con un partido completamente en crisis como el viejo MAS, hacía más ruido que todos los diputados del FITU juntos. No recogen una tradición como la de Liborio Justo, que se enfrentó a Roosevelt cuando vino a la Argentina en el 37, o la de Zamora que hizo lo mismo con Bush padre. Los diputados del FITU son cuatro o cinco y no hacen ningún escándalo: en cierto modo son inaudibles para la inmensa mayoría de la población.[21]
La superestructura política y los votantes están corridos a la derecha. Esto beneficia a Milei y al peronismo, que recoge el voto útil como se demostró en las elecciones universitarias, donde fueron la fuerza a la que mejor le fue. Al radicalismo le fue bien, recuperó Farmacia, pero el peronismo se alzó con Arquitectura, retuvo Filo por culpa del FITU organizador de derrotas, y ganó Sociales; y a la izquierda le fue mal. La llevó a la derrota el FITU negándose a la presidencia compartida en Filosofia y Letras, porque quieren que el Nuevo MAS abdique, que nos dediquemos a barrerle el piso a Bregman, que seamos serviles, y este partido jamás va a ser servil frente a ninguna secta.[22]
En lo macro, se podría ir a un escenario político-electoral de dos coaliciones, es decir, parecido a Brasil. El gran hecho político superestructural en Brasil es que desapareció el partido de Fernando Henrique Cardoso, el PSDB, una fuerza neoliberal de centro o centro derecha venida abajo. El bolsonarismo está fuerte, es la mitad del país, y ahora el candidato en San Pablo que puede ganar es Nunes apoyado por Marcal, este último una copia de Milei.[23]
Acá Juntos está en una crisis completa, no existe más. El PRO no se sabe de qué se va a disfrazar, el radicalismo tiene dos alas bien definidas (opositora Losteau y oficialista De Loredo), etc. La crisis del sistema de partidos subsiste aunque los dos polos claros son el mileísmo y el peronismo. Así las cosas, no sería de sorprenderse una fórmula Cristina-Losteau, un “frente amplísimo” del peronismo con un Alckmin argentino, desde Cristina a la mugre de Grabois.
Hay dos “unidades”: la famosa “unidad de la izquierda”, que en la UBA no le funcionó al FITU porque no allí no hay PASO; nos alzamos con una importante elección en Filo y logramos proporciones coherentes con el FITU en todas las facultades. Y el peronismo también hizo su campaña por la “unidad” en la universidad, una “unidad” más amplia que la de la izquierda, y se llevaron cuatro centros…
La “guerra” que hay en la izquierda tiene que ver con que el espacio para la izquierda es chico; tiene que haber ascenso para que eso cambie, que se gire a una situación prerrevolucionaria y no solamente a eventos de “ruptura electoral” como sueñan siempre los oportunistas. El espacio para el partido es enorme, pero para la izquierda en su totalidad se achicó; en representaciones sindicales y estudiantiles, en orgánica, es miserable.
Hay que aprovechar el espacio militante que tenemos. Tenemos a favor que estamos muy sólidos teórica y políticamente, y que tenemos una construcción muy coherente, y una convicción en la base del partido de que la dirección es honesta y no va a ceder a cosas que no corresponden, por ejemplo, capitular frente al FITU. Para saltarse etapas constructivas, el PTS se adaptó al lumpaje, y eso se nota en la calidad de la militancia (en su capacidad de montar provocaciones); cuando no te saltás esas etapas constructivas, ganás gente coherente.
4- La dialéctica de la lucha y la construcción partidaria
Hay que ver los cauces y el desborde. Si no vemos los cauces, perdemos la percepción de los elementos de estabilización y giro reaccionario y estamos parados en cualquier parte, perdemos los elementos formales (de lógica formal) de la realidad de hoy. Si no vemos el desborde, perdemos los elementos que potencialmente pueden revertir la realidad (lógica dialéctica).
El análisis realista es importante, porque indica que Milei más o menos tiene control, y las dos fuerzas burguesas principales, más la burguesía económica, más la burocracia sindical, todos quieren lo mismo: llevar todo el proceso político a las elecciones. Y ahora, en lo inmediato, la hipótesis de un conflicto que pueda desbordar esto parece debilitarse.
Veníamos de las hipótesis de si Milei iba a sobrevivir o no; ahora quiere ampliar su base electoral porque con los 38 diputados no le alcanza. Lo hará junto con el PRO o no –el PRO tendrá que ver cómo sobrevive si no se alía a Milei–, pero la base parlamentaria la va a ampliar. Rebajó en parte sus pretensiones bonapartistas y también en parte sus pretensiones contrarreformistas porque el objetivo principal ahora es ganar las elecciones. ¿Por qué tiene ese objetivo en este momento y por qué tiene un piso de realidad? Porque tiene controlada la situación.
Combinado con otros elementos, como que la desocupación es un factor de bajón para la clase trabajadora, un factor que te golpea. Hay un problema de dirección: la burocracia sindical peronista está totalmente entongada con ese plan, y la izquierda no es aún alternativa de dirección; es un poco alternativa política en algunos sectores, pero no dirigimos nada, no nos ponemos de acuerdo para dirigir un centro de estudiantes… Y el juego electoral es Cristina-Milei, el peronismo sabe que es la oposición a Milei; puede ganar o perder las elecciones que vienen pero en realidad se juegan al 2027, igual que en Brasil. Ese es el elemento de lógica formal, A igual a A.
¿Cuáles son las definiciones de la lógica dialéctica? Que está todo lleno de vida y de contradicciones. Ese es el elemento de no identidad, A distinto de A e igual a B; esa es la ruptura del cauce.[24] Ejemplos: el espacio de la izquierda es chico, circunscripto, no parece haber crecido; sin embargo, el espacio del partido dentro de la izquierda es enorme, inabarcable para este partido.
Los elementos de dinamismo son que el mundo está a punto de estallar y la Argentina está más expuesta, entre otras cosas porque es una economía más abierta. Brasil está expuesto a una catástrofe ecológica, se está quemando el Amazonas. En esta situación no podés perder el elemento de no identidad, porque la situación mundial es explosiva, la más explosiva desde fines de la década del 70.
Que Daniel James (conocido historiador inglés de la Argentina) hable en una charla reciente en el país de “la tercera guerra mundial que podría venirse” es un dato nuevísimo; que se pueda hablar de eso sin reírse es algo que estaba fuera del horizonte en los últimos 40 años. Hace no muchos años, el economista marxista Claudio Katz había escrito que era “imposible que hubiera nuevas guerras mundiales dada la globalización de los mercados y las cadenas de aprovisionamiento”; le respondimos que estaba mal decir eso, no porque hubiera en ese momento un escenario de guerra mundial, sino porque seguía habiendo imperialismo y competencia interimperialista (es decir, competencia interestatal: ¡Katz abolía ese elemento fundamental de su análisis!). Que entre en debate la cuestión de la guerra mundial es un elemento de inestabilidad tremendo aunque suene todavía lejano.
En cuanto a las relaciones de fuerzas, se están empezando a probar. Evidentemente, si aeronáuticos explota como un conflicto sangriento, hay que ver su evolución, porque la burocracia parece tener poco margen para retroceder… No es el Sutna, donde tuvieron mil despidos sobre cuatro mil trabajadores, ya está, ya los cocinaron aunque no hayan impuesto el 6 x 1 en Fate. Además, ser piloto tiene una jerarquía; como decía Piñeyro, “volar es humano, aterrizar es divino”: hay que aterrizar un avión. Es cierto que en la estadística es más seguro el avión que un auto, pero en el avión el riesgo es absoluto: ¿les van a pagar dos mangos a los pilotos?
Después está lo de la educación. Se pueden alinear los planetas y tirar todos los planes del gobierno, puede ser. Pero hay que tener esta dialéctica, si no, se pierde todo.
¿El veto es un gesto de debilidad como dice el PTS? No, es un gesto de autoridad. Si el gobierno estuviera tan débil y hubiera una situación prerrevolucionaria, ¿por qué la izquierda retrocedió en la UBA? Fue como una encuesta con decenas de miles de estudiantes; ¿por qué se sacaron menos votos? ¿Por qué los piqueteros no están más en la calle? ¿Por qué la dirección del Sutna es una vergüenza? A los bancarios los llaman para que firmen el despido con un escribano al lado, amenazándolos con que si no firman los van a despedir con causa, porque tienen una información sobre ellos que no les van a decir: hay que ser Superman para negarse.
En síntesis: estamos en un momento más mediado que como pensábamos en diciembre que íbamos a estar. Bueno, pasamos la prueba, acá estamos. Y no tiene nada que ver Milei con lo que muchos decían que podía ser; es la extrema derecha, lo cual es un problema, pero no es el fascismo.
La tarea es empujar las luchas desde abajo y construir nuestro partido como una gran organización revolucionaria de vanguardia. Cada vez estamos más fuertes a nivel de cuadros y de la juventud, a nivel de implantación y aportes teóricos, políticos y estratégicos para eso: ¡manos a la obra!
[1] Texto escrito con el insumo internacionalista del retorno del autor de Brasil recientemente.
[2] Según el diccionario de la Real Academia Española, sobrevida quiere decir supervivencia, acción de sobrevivir. También puede interpretarse supervivencia como referida al período de tiempo que una persona o un organismo vive después de haber sido diagnosticado con una enfermedad grave, haber sufrido un evento crítico o haber sido sometido a un tratamiento médico.
En medicina, el termino se utiliza comúnmente para describir la probabilidad de que un paciente siga vivo después de un periodo determinado. En un contexto más general, puede referirse a la capacidad de una persona o un organismo para mantenerse vivo en un contexto adverso.
[3] Decimos “aburre” exagerando completamente la nota. En realidad, no aburre para nada, sólo que tiene otras características que hay que saber apreciar. Además, la hipótesis de trabajo en Brasil sigue siendo –vuelve a ser– la de un estallido social debido a la magnitud de la crisis que se cierne sobre el país: un problema ecológico de magnitud continental vinculado a la quema del Amazonas, la presencia de una fuerza de extrema derecha con peso de masas y capacidad de movilización como la de Bolsonaro, uno de los peores índices de distribución de la riqueza de todo el mundo, la magnitud continental del país, la lucha de clases que se incrementa a ojos vista nuevamente en el campo (una verdadera guerra civil de baja intensidad poco analizada por las fuerzas de izquierda de dicho país), la transformación del mayor partido de trabajadores (el PT) del mundo, de partido obrero reformista a partido burgués-obrero, etc.
[4] Asfixiar la coyuntura política desde arriba es lo que hizo el régimen el año pasado con la campaña electoral, sobre todo en el segundo semestre a partir de las PASO. Sin embargo, esta es la lógica de todas las fuerzas del régimen: desde el oficialismo mileísta hasta la “oposición” peronista… todos trabajan por sacar a las masas de las calles, dinámica internacional tanto de la extrema derecha como del mal llamado “progresismo”.
Esa asfixia del régimen desde arriba es malísima para la vida política de las masas y la izquierda, además de que transforma la política en una cloaca de denuncias de unos y otros: así como el estalinismo, por caso, transformaba la política en hecho policial, la extrema derecha transforma la política en “hecho cloacal”: todo es política conspirativa y negacionismo de hechos científicamente comprobables; todo es acusación de “corrupción” y denuncias tremendistas sin base real alguna –algunas corrientes como el PTS practican este mismo tipo de orientación, despolitizando a la vanguardia y a su propia militancia, que es capaz de cualquier tipo de acusaciones–.
[5] Atentos que el gobierno puede vetar hasta el día 3/10 inclusive… seguramente estará pendiente de la magnitud de la marcha. Si el CIN y el resto del aparato educativo y universitario así como los gremios cacarean mucho pero no movilizan en serio como en abril, eso le facilitaría el camino a Milei para vetar. Se verá.
[6] Acá hay otra polémica con el PTS. Afirman que el gobierno está “débil” porque no puede sacar leyes propias. Es real que el gobierno no se come los chicos crudos, pero perder de vista que Milei está literalmente blindado –hoy por hoy, mañana se verá– por el régimen político, al menos en lo que tiene que ver con el interés del mismo régimen, que desde el PRO pasando por el peronismo y la burocracia sindical le dan gobernabilidad, es de una ceguera tremenda. El gobierno no ha logrado avasallar el régimen, eso es un hecho.
Pero está avanzando en una ofensiva económico-social que es profunda y que hasta ahora tiene más la lógica de imponer una derrota por efecto acumulativo que de manera directa, alrededor de una serie de luchas testigo. Se verá la dinámica, pero ni el impresionismo ni el facilismo son buenos consejeros para abordar las tareas de la izquierda revolucionaria en el país.
[7] La economía y política mundiales en medio del torbellino de la nueva etapa mundial podrían traer elementos de inestabilidad inesperados para Milei.
[8] El mecanismo es, básicamente, el mismo que en el Sutna (esto último, lamentablemente): un conjunto de aprietes que van desde el despido de los contratados en el Estado y en el ámbito privado, ofrecer retiros voluntarios, aumentar la indemnización por despido, amenazar con PPC, etc., generándose así una sangría en los puestos de trabajo, tema que ya alcanza el lugar principal entre las preocupaciones populares según las encuestas. Se dejan correr así cientos de despidos sin que se dé lugar a conflictos abiertos (en el Sutna los despidos alcanzaron la friolera de mil compañeros, sin que el gremio lograra poner en pie, realmente, un plan de lucha en regla. Ver nota en esta misma edición).
[9] Un planteo que hice personalmente en una hablada pública para el partido en Plaza de Mayo.
[10] El sistema de checks & balance institucional ha seguido funcionando con un gran protagonismo del Congreso Nacional. Claro que en el Congreso se preparan “platos calientes” antiobreros día y noche, pero no por eso ha dejado de funcionar como un cierto límite a los deseos más delirantes de Milei y compañía: lo que la burguesía en su mayoría quiere que salga, sale; lo que no quiere (y en esto hay que sumar la burocracia peronista), no sale. Y la Corte tampoco se ha dejado apurar: la parte laboral del DNU 70/23 sigue durmiendo en sus cajones…
[11] Cuatro años atrás fue peor: ¡en 120 ciudades de las 5.000 del país se presentó una alianza de este tipo! ¡Que no sorprenda tanto entonces el acuerdo que hay en la trastienda entre Cristina y Milei!
[12] Es significativo que ni en Brasil ni en la Argentina la industria tenga una clara voz política. En Brasil todo el mundo habla del agronegocio y la bancada de “el buey, la Biblia y la bala” (es decir, el agronegocio, los evangélicos y los que defienden, al estilo estadounidense, el armamento de la población). Sin embargo, la FIESPI, que vendría a ser la UIA de la Argentina, no se sabe qué voz tiene… Y eso que el PBI agropecuario es del 7% (aunque aporta gran parte de las divisas) y el industrial es del 25% (el resto son servicios, algo improductivo parecido a las proporciones de los grandes países del mundo). En la Argentina actual, el mileísmo todavía expresa la voz de la industria, pero esto podría cambiar; todo el empresariado apoya la miseria salarial y la flexibilización laboral, pero todavía no está claro si estamos viviendo un “industricidio” o no… Ahí podría calar un discurso como el de Kicilloff. En la maraña de impuestos a las exportaciones e importaciones, el cepo y demás, se juega la redistribución del plusvalor entre sectores patronales. Tenemos pendiente una elaboración sobre este tópico.
[13] Nosotros la definimos como una etapa reaccionaria de crisis permanente que podía girar en prerrevolucionaria. Y efectivamente, en las semanas posteriores a la marcha educativa esto estuvo planteado, pero rápidamente salieron todas las fuerzas burguesas a darle gobernabilidad a Milei. La posibilidad de un giro prerrevolucionario se alejó y se consolidó, en cierta forma, la actual etapa reaccionaria de crisis permanente. Aun así, sigue existiendo un gran espacio para construir el partido por la base.
[14] En una editorial de semanas atrás, Jorge Liotti hablaba de las reformas materiales e inmateriales de Milei. Señalaba con agudeza que hay consenso para las primeras pero no para las segundas. Y que por eso, de momento, no ha avanzado mayormente con las contrarreformas de género (no ha cuestionado en los hechos conquistas como el derecho al aborto y otras; no todavía).
[15] Ver sobre esto, en esta misma edición, “Hacia una nueva era de los extremos”.
[16] Es decir que el FMI le exige devaluar para que haya un mayor ingreso de divisas para pagar deuda, y el gobierno se niega a devaluar aun a costa de perder divisas, porque su objetivo es bajar la inflación a como dé lugar. Incluso endeudando al país a futuro, sacando por decreto una resolución de que el país puede refinanciar deuda externa a intereses más altos que los pactados anteriormente.
[17] El caso del neumático es emblemático en este sentido. Se produjeron mil despidos sobre un plantel general de 4.000 o 5.000 trabajadores del gremio, pero la producción no bajó; es decir, con el 25% menos de trabajadores se hace la misma producción.
[18] El gobierno y los dialoguistas son lo más cipayo que se conozca. El antiimperialismo (burgués) está muerto.
[19] Es significativo cómo al PTS le costó colocar en asambleas estudiantiles y otras instancias la idea de “ninguna confianza en el parlamento”… Sólo le sale con fórceps y más bien están en contra de esa formulación, que por otra parte no va en detrimento de elegir parlamentarios; solo que hay que elegirlos para denunciar a la cueva de bandidos.
[20] El FITU ha votado demasiadas leyes en conjunto con la burguesía. Es un tema que debemos estudiar en profundidad porque es delicado y no nos gusta afirmar cosas que no son (a diferencia de las sectas). Pero nuestra intuición indica un comportamiento demasiado poco disruptivo en el seno del Congreso.
[21] Es real que Myriam Bregman logró cierto prestigio con sus enfrentamientos efectistas contra Espert a comienzos del año, pero con eso solo no alcanza para hacer parlamentarismo revolucionario. Ni siquiera el criterio es la movilización fuera del Congreso, algo de pizarrón para toda la izquierda. Además de impulsar la movilización extraparlamentaria hasta donde nos den las fuerzas, para hablar “hacia afuera del parlamento” –como planteaba Rosa en su discusión sobre el parlamentarismo revolucionario– hace falta un comportamiento más disruptivo dentro de él.
[22] El PO está permanentemente oscilando entre el servilismo al PTS y romper con él. En general su comportamiento sigue siendo servil y por una razón bien concreta: los porotos electorales. Pero en otros casos rompe con el servilismo y eso le permite al partido lograr más espacio en sus propuestas.
[23] Nunes compite por la reelección y pasaría a segunda vuelta contra Guillermo Boulos. Boulos es el candidato del PT y el PSOL, y creía que tenía la vía regia a la intendencia… Pero los sueños de los oportunistas muchas veces nada tienen que ver con la realidad. Con una campaña completamente lavada y dos candidatos de extrema derecha posicionados entre las tres primeras posiciones, Boulos perderá casi inexorablemente la votación con Nunes, el candidato oficial de Bolsonaro.
[24] Este ejemplo de los cauces y el desborde lo sacamos de los apuntes metodológicos de Trotsky sobre dialéctica y evolución (Escritos sobre Lenin. Dialéctica y evolucionismo, 1933-1935)