Fase 4: Los peligros de abrir la cuarentena

El presidente, junto al gobernador de Buenos Aires y el Jefe de Gobierno de CABA anunciaron una flexibilización de hecho de la cuarentena para la industria y el comercio. Sin haber adecuado plantas, procesos productivos ni medidas de higiene, esto supone un riesgo enorme para los trabajadores y la población en general al servicio de la ganancia capitalista.

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A pesar de hacer eje reiteradas veces en la salud y la importancia de la cuarentena para enfrentar el Covid-19, la conferencia de prensa que brindó anoche el presidente Alberto Fernández -secundado por el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el Gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof- fue para anunciar su flexibilización en favor de los empresarios de la industria y el comercio.

El anuncio fue que “la cuarentena continúa” pero con cambios nada menores: La mayor parte del país pasará a Fase 4 de “reapertura progresiva” en la administración del aislamiento, pudiendo habilitar una nueva e importante serie de actividades industriales, comerciales y productivas a criterio de las gobernaciones productivas. Mientras que en el AMBA (CABA y conurbano bonaerense) la reapertura de actividades deberá pasar por la autorización del ejecutivo nacional.

Según trascendió, las actividades e industrias que se habilitarían a retornar a la actividad son: Automotriz y autopartes; electrónica y electrodomésticos; textil, calzado e indumentaria; productos de tabaco; metalurgia, maquinaria y equipos; gráfica, ediciones e impresiones; madera y mueble; juguetes; laboratorios farmacéuticos; química y petroquímica; fabricación de motocicletas y bicicletas y fabricación de neumáticos.

El problema de la concentración

Mientras Alberto Fernández daba la conferencia de prensa junto a Larreta y Kiciloff, se anunciaba la cifra más alta de contagios de Covid en lo que va de la cuarentena: 240 nuevos casos, que se concentraron principalmente en la zona del AMBA (Capital Federal y Gran Buenos Aires), impulsados por el contagio que esta semana impactó fuertemente en barrios populares y geriátricos.

 

Estos dos datos, el récord de contagios y su concentración geográfica, no son para nada menores. Según expresó el presidente mismo, entre Capital y el conurbano viven unos 10 millones de personas, un 22,7% de la población nacional. Allí se concentra el 86,2% de los casos y la velocidad de contagio -duplicación de casos- es de 18 días, mientras que en el resto del país está en 25 días promedio. Se trata del corazón de una megaciudad con infraestructura de transporte y servicios (precariamente) integrada.

Se trata del corazón industrial y comercial del país y por eso los empresarios presionan para que vuelva a producir a como dé lugar (https://izquierdaweb.com/smata-recorte-salarial-y-de-derechos/), a pesar de ser también la zona más densamente poblada y en muchos aspectos la más vulnerable social y sanitariamente. Se amparan en ejemplos como el de Córdoba, donde se ha habilitado el trabajo industrial, a pesar de la cuarentena y sin garantizar condiciones de higiene y salubridad (https://izquierdaweb.com/escandalo-habilitan-a-volkswagen-sachs-y-prodismo-a-romper-la-cuarentena/),

Kicillof intentó dar reaseguro, enfatizando que se habilitará industrias en la medida en que cuenten con protocolos sanitarios habilitados por la provincia y garanticen el transporte a sus empleados. Pero si en vez de las promesas nos guiamos por cómo se ha estado manejando efectivamente la industria en estos 50 días de cuarentena el panorama es muy preocupante.

La aglomeración de personas en los puestos de trabajo, sin adecuarlos a las condiciones de cuarentena convierte a los lugares de trabajo en posibles focos de infección, particularmente en provincia de Buenos Aires, como se vio en el frigorífico El Federal dónde solo después del paro a raíz de la muerte de un trabajado por Covid se logró la clausura del establecimiento y su dueño terminó detenido. Si la medida del gobierno de Kiciloff de “cuidar a los trabajadores” es el accionar que se vio en Penta y El Federal, hay mucho de qué preocuparse.

Combatiendo fantasmas

Si el gobierno comenzó la cuarentena con el amplio respaldo de la burguesía nacional y sus representantes en el arco opositor de la política, en la medida en que la crisis sanitaria parece más lejana y la situación aparenta estar bajo control, la presión por reabrir la economía se fue haciendo cada vez mayor.

A esta presión conservadora, reaccionaria en el contexto de una crisis mundial por la pandemia del coronavirus, el gobierno respondió dando concesiones a expensas de los trabajadores. A la par que santificaba el acuerdo de rebaja salarial entre la UIA y la CGT, el gobierno destinó nada menos que $850 mil millones a apuntalar las empresas con créditos y los llamados ATPs, mediante los cuáles el Estado subsidia a las empresas parte del salario de sus trabajadores.

Mientras tanto millones de trabajadores informales quedaron afuera del IFE (de apenas $10 mil) y los despidos (a pesar del decreto que los prohíbe), las rebajas salariales y la precariedad laboral, tal cual atestigua el paro y movilización de trabajadores de reparto de ayer, están a la orden del día.

Sin embargo las empresas no viven (solo) de subsidios, viven de la explotación de la mano de obra. Por eso a pesar de todos los gestos y millones que les destina el gobierno de Fernández, siguen presionando para volver a producir e impulsan desde sus voceros más desbocados un cuestionamiento por derecha a la cuarentena, amparándose en que coarta su capacidad de producir, explotar y obtener ganancia.

Esto se vio reflejado en la conferencia de prensa de anoche. El gobierno escenifica una pelea con una minoría liberal reaccionaria que pide a gritos que se reabra la economía a como dé lugar, sin importar las vidas de los trabajadores. Aunque se trata de un sector minoritario, su voz se ve amplificada en la medida que se hace eco de la política de gobiernos de peso regional que privilegiaron la economía sobre la salud como el de Donald Trump, Boris Johnson (en un primer momento) y Bolsonaro. No es de extrañar que estos tres países -EE UU, Reino Unido y Brasil- se encuentren al tope del ranking de contagios -puestos 1, 4 y 7 respectivamente- y sean los que más muertos tienen de sus respectivos continentes.

Como consignamos en el último editorial de este medio: “Este es un grito viene del mundo bajo la voz de referentes ultraderechistas como Trump; de ahí se hace eco la burguesía local y tras ella se han alineado de momento la pequeña burguesía reaccionaria y la “clase media” que aspira a que la solución a sus problemas venga de la mano de los dueños del país.” (Socialismo o Barbarie 553 “Impulsemos la solidaridad activa desde abajo”).

Fernández hace grandes anuncios y sobreactúa rivalidades pero en los hechos cada paso que da beneficia a los empresarios a costa de los trabajadores y los sectores populares. A la presión reaccionaria de abrir la economía sin más no cabe responderle con gestos y concesiones, hay que combatirla desde la organización de los trabajadores para imponer que sean las patronales las que paguen la cuenta de esta crisis.

Por supuesto ningún país puede subsistir con su economía completamente paralizada, pero es necesario que aquellas ramas de la industria que son esenciales, operen otorgando plenas garantías sanitarias a sus trabajadores, adaptando sus procesos productivos y otorgando elementos de seguridad e higiene para que ningún trabajador se exponga al contagio, mientras que los trabajadores que no pueden trabajar estén suspendidos con goce del 100% de su su sueldo y se garantice un ingreso universal para todos aquellos que se encuentran sin trabajo.

 

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