Entre las maniobras proscriptivas y el show para tapar el ajuste

Mientras la derecha intenta arbitrar autoritariamente el sistema político, el kirchnerismo se apoya en el relato para despegarse del ajuste que su gobierno está llevando adelante contra la clase trabajadora.

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Hagamos un somero repaso de los hechos para retomar el hilo de los últimos acontecimientos:

La semana pasada arrancó con el pedido del fiscal Luciani de 12 años de prisión para Cristina Kirchner, en el marco de la causa conocida como «vialidad». Al otro día, CFK salió a responder por streaming denunciando la causa como un hecho de persecución política por parte del macrismo.

Ya el lunes 22, mientras hablaba luciani, hubo manifestaciones de sectores opositores al kirchnerismo frente a la casa de Cristina. Más tarde, llegaban manifestantes kirchneristas, lo que generó cierta tensión entre ambas partes, algunos empujones y encontronazos.

Lo que prosiguió fue un acampe en defensa de Cristina que se prolongó por los próximos 4 días. El sábado a la tarde, en el marco de que había concentraciones convocadas en distintas plazas, y aprovechando que una pequeña lluvia había despejado la zona, Larreta mandó a poner vallas alrededor del departamento de CFK, lo cual hizo escalar la tensión.

En este marco, el kirchnerismo llamó a concentrar frente a la casa de la vicepresidenta. Durante toda la tarde hubo hechos de tensión. Se denunciaron intentos de provocación a la manifestación de todo tipo. Hubo un fuerte cruce entre la policía y Máximo Kirchner.

Finalmente, las vallas fueron retiradas tras una negociación entre Larreta y representantes del kirchnerismo. Larreta salió a hablar, justificando la represión con el argumento de: liberar el espacio público.

Más tarde, la propia vicepresidenta salió a la calle y habló frente a la multitud que se encontraba frente a su domicilio. Entre cantos de «Cristina presidenta», denunció un supuesto intento de exterminar al peronismo, le contestó a Larreta defendiendo el derecho a la manifestación y cerró su breve discurso mandando a la gente a descansar.

Polarización por arriba…

Los avances en la causa «vialidad» han dado al kirchnerismo una excusa perfecta para despegarse de la gestión albertista y recuperar algo de tonificación en su movimiento, que se encontraba en una progresiva desmoralización desde hace varios meses producto de la crisis del Frente de Todos. Cristina dice «me quieren dar un año de prisión por cada año de gobierno», omitiendo de la cuenta la gestión de Alberto.

El hecho de que Cristina recupere la centralidad en la escena pública ha agudizado también las tensiones al interior de Juntos por el Cambio. Mientras Larreta se sentaba a negociar, era criticado por el ala dura de Bullrich por quitar las vallas, en el marco de que los K lo denunciaban por reprimir la manifestación.

La apuesta de un sector de la burguesía es el desgaste de los K. Mientras empujan por el ajuste de Massa y la erosión social del Frente de Todos, esmerilan al ala kirchnerista, identificada por un amplio sector como garantía de un perfil «progresista» y de defensa de los derechos de los de abajo en el peronismo, aunque ese simbolismo no concuerde con la realidad.

El uso de la justicia como arbitraje reaccionario del sistema político es una estrategia cuyo caso más paradigmático es Brasil. Cuando el impeachment contra Dilma, el ajuste aplicado por el PT fue motivo de desmoralización de su núcleo duro y de adhesión de un sector de masas a que «los saquen del gobierno». Dicha maniobra autoritaria, y la negativa del propio PT a dar una lucha consecuente, abrió paso al bolsonarismo.

…En el marco del ajuste en curso

Lo que está agudizando toda la situación son las tensiones contrapuestas. Por un lado, el Frente de Todos atraviesa una crisis de orientación. Producto de las contradicciones entre expectativas generadas (un gobierno que asumió con el discurso de recuperar el nivel de vida tras el desastre macrista) y su tarea concreta: aplicar el ajuste pactado con el FMI.

El ajuste en curso, hoy ejecutado por Massa, es brutal y está esmerilando la adhesión de amplios sectores al gobierno del Frente de Todos. A los tarifazos a los servicios y la inflación, se sumó el recorte en gastos del estado en salud y educación. En ese contexto, el ala más reaccionaria de la burguesía aprovecha para ir a fondo y tratar de silenciar a lo que para muchos representa, algo más simbólico que real, una política de inclusión social: el kirchnerismo.

Como hemos caracterizado desde estas páginas, el kirchnerismo es una corriente capitalista que, producto de la rebelión popular del 2001, se dio una política de re-institucionalización del país, a partir de dar determinadas prebendas y concesiones, en el marco de un ciclo favorable en la economía Argentina a nivel internacional. Su objetivo: mantener la legitimidad en la dominación capitalista del país. Eso explica que, mientras levantan la bandera de la inclusión social, apliquen un durísimo ajuste contra la clase trabajadora de la mano del FMI, aunque se vean obligados a «cuidar las formas» para no romper con su base progresista.

El juicio contra CFK no busca terminar con la corrupción. Es el intento de arbitrar de manera autoritaria las «reglas del juego» de la democracia capitalista, proscribiendo a una expresión política que es representación de amplios sectores de masas, que la identifican con una mejora en sus condiciones de vida.

Hay que rechazar este arbitraje autoritario y antidemocrático sin por ello dejarse marear por las peleas en las alturas entre sectores políticos patronales ni perder el eje de la lucha contra el ajuste en curso del gobierno, del que ella, Cristina, forma parte. Es tarea de la izquierda desbordar al kirchnerismo desde los intereses de los trabajadores. Cualquier manijazo de la derecha para condicionar el sistema político busca, en definitiva, dar un golpe al conjunto de la clase trabajadora y sus conquistas.

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