El día de hoy, el gobierno quiso ultimar una maniobra para dividir a los vecinos de Guernica y así lograr que, debilitando la ocupación, la represión y el desalojo se encuentre con menos resistencia. Instalando en la opinión pública que allí sólo quedaría una minoría, quieren también legitimar en su base «progresista» el uso de la fuerza bruta para resolver la grave crisis social que cruza al país.

La maniobra consistió en ofrecer a los vecinos del barrio La Unión (uno de los cuatro barrios que componen la recuperación de tierras) un terreno provisorio inmediato para instalarse fuera de la ocupación actual. Una parte de los delegados y organización social que son parte del barrio querían aceptar esa «solución» que implicaba abandonar al resto de los vecinos que siguen resistiendo en el terreno. Esa política implicaba dejar a su suerte a la mayoría de los vecinos, romper la organización común y legitimar la represión.

En la negociación con La Unión, se exigió al gobierno que si se aceptaba su oferta debían desactivar el operativo represivo que ya se prepara en los alrededores del predio. La respuesta de los funcionarios fue negativa, dejando en evidencia que se trataba de una maniobra para avanzar en el desalojo. El mismo acuerdo que trataban de imponer estipulaba que en la madrugada de hoy la policía pasaría a ocupar el predio ocupado.

Frente a la negativa de desactivar el operativo represivo, la evidente provocación y maniobra del gobierno sólo logró reunificar a los vecinos, que hicieron una asamblea general que resolvió que se iba a resistir de manera conjunta el intento de desalojo. Los vecinos se sostienen fuertes en su resolución de que nadie en esta lucha se quede con las manos vacías, que es lo que intenta imponer de manera apresurada el gobierno mientras sigue corriendo la orden judicial de desalojo hasta el viernes 30 de octubre.