Ni pacto, ni Ley

Nuevo fracaso de Milei y final abierto para la Ley Bases

Pasaron tres largas semanas desde el espaldarazo en diputados a la Ley Bases, y ese poroto que se anotó el gobierno se fue diluyendo más y más hasta quedar sepultado por el fracaso del pacto del 25 de mayo.

El show patético en el Luna Park incomodó hasta a los más oficialistas medios de comunicación. Mientras Misiones recorría los canales en cadena nacional, Milei cantaba ante un teatro semi vacío que reafirma, ya no su incapacidad de movilizar masivamente, sino de sentar a un porcentaje ínfimo de sus votantes en las cómodas butacas del lugar. El acto en Córdoba dio cuenta de lo mismo, una movilización ínfima para un día que el propio Milei había sentenciado, cinco meses atrás, como el día del pacto social.

La incertidumbre vuelve a reinar sobre la política nacional; no hay fecha clara de tratamiento para la ley en Senadores; la oposición colaboracionista mira con un ojo el espejo que podría significar el abandono de Milei al gobernador de Misiones y la rebelión desatada, y con el otro, el recorte fiscal a las provincias que supone la ley, la quita de coparticipación, del Fonid y otros fondos de incentivos, el RIGI (régimen de grandes inversiones) y el restablecimiento del impuesto al salario. El parazo misionero les hace correr un frío por la espalda: allí Milei había logrado un 56,7% de los votos en el balotaje, y ahora la provincia se rebela contra el ataque a las condiciones de vida impulsado por el oficialismo nacional e implementado por Passalacqua.

Más allá del carácter irreductiblemente bonapartista de Milei, carácter que ha chocado con las relaciones de fuerzas no derrotadas y con la contención del régimen, al punto de no poder desplegar el desborde por extrema derecha al mismo, el gobierno busca a toda costa que la ley salga. Días atrás dijo “me importa tres carajos si sale”, pero por abajo empezó a correr la crisis en la jefatura de gabinete comandado por Nicolás Posse, un funcionario de diversas empresas como Molino del Plata pero sin trayectoria política, que por estas horas presentó su renuncia al cargo. En su lugar asume Guillermo Francos, quien, como ministro del Interior, ha llevado las negociaciones con las provincias durante este periodo. Una búsqueda por aceitar políticamente las relaciones con los diversos sectores del poder, pero que amenaza ser impotente: el superávit fiscal a fuerza de recortes brutales al gasto público y a las provincias es la regla incuestionable para este gobierno. Deberá hacer política burguesa con la motosierra en la mano.

Si la histórica movilización de abril contra el ataque a las universidades alertó al conjunto del régimen político sobre las graves consecuencias de gobernabilidad que tendría dejar a Milei sin herramientas políticas y legales –lo que tuvo como resultante el apoyo a la ley de bases en Diputados–, la radicalización del conflicto en Misiones ha alertado a las partes provinciales sobre las consecuencias de gobernabilidad locales que podría desatar el acompañamiento de la ley misma. La lucha de clases vuelve a meter la cola en la política nacional. “¿Gobernabilidad para Milei a costa de la nuestra?”: así podría resumirse el entuerto de los senadores provinciales, sin respuesta de momento. ¿Es posible recortar la ley hasta evitar consecuencias mayores en las provincias?, ¿estará dispuesto el oficialismo a ceder? Más preguntas que respuestas, más incertidumbre que certezas, salvo una clara: si la Ley Bases no sale, la crisis política puede amenazar seriamente al gobierno de extrema derecha.

Como contrapeso de hierro, el peronismo y el kirchnerismo, encabezado por la propia Cristina Fernández, se postulan como garantes del régimen y la gobernabilidad de Milei. En un toma y daca donde poco importa la degradación social y económica a la que están sometidas las mayorías sociales, la propuesta de incorporación del juez Ariel Lijo aparece como prenda de cambio del cajoneo de causas para la ex presidenta y del aparato peronista/kirchnerista, a cambio de garantizarle la continuidad institucional al gobierno. Es decir, posar de opositores, sí. Votarle cambios a la Ley Bases en el Senado, también. Bloquear la ley reaccionaria y que el gobierno caiga, no. Ese es el marco en que se desarrollará el debate en el Senado, y los límites que le imponen desde el peronismo a la tan proclamada movilización… si es que finalmente movilizan.

Para dejar claro esto, la CGT recorre los pasillos de la cámara alta en búsqueda de votos para modificar aspectos parciales de la Ley, entre ellos la reimposición del impuesto a la cuarta categoría (asalariados). Acá asoma, en medio del enredo, un problema. Si el impuesto al salario es rechazado en el Senado, obligaría al gobierno a lograr una mayoría igual a la del Senado (sea mitad más uno, o un tercio) para restablecerla. Este impuesto anti-trabajadores es clave para la recaudación fiscal e innegociable para el oficialismo. Así es la complejidad de gobernar por extrema derecha un país donde las relaciones de fuerza siguen sin ser derrotadas.

Respecto del rol que juega la CGT, desde que se sentó a negociar el contenido de la contra-reforma laboral juega el juego de oposición a su majestad. “Después vemos si nos movilizamos o no”, dijo Daer por estos días: de paro, ni hablar, nada que empuje al gobierno al “agujero negro” de la crisis política. El 2025 y el 2027 son toda la estrategia a la que apunta el amplio arco peronista, incluidas las centrales sindicales.

La economía, por su parte, sigue en decadencia; la recesión domina la escena sin signos de recuperación a la vista y genera preocupación en la burguesía. La capacidad productiva instalada con uso al 60%, la caída en ventas del 35% al 40%, el reclamo de seguridad política y jurídica por parte del FMI y sectores capitalistas internacionales que se niegan a invertir un centavo hasta ver sancionadas las leyes antiobreras y de saqueo, a lo que se suma la incomodidad de los capitalistas que actúan en el país, que reclaman imponer derrotas al movimiento obrero para abaratar “costos laborales”, además de reducción de impuestos y protección ante las importaciones.

A estos elementos se suma la negativa del campo a liquidar las cosechas para presionar una nueva devaluación, o por eliminar las retenciones, medidas que en un caso revientan en salario, y en el otro eliminan la barrera para que los capitalistas del campo vendan a precio internacional en el mercado interno (una barrera ya bastante degradada de por sí) alimentos de consumo doméstico. Son 16 mil millones de dólares que el campo retiene, y sólo vendieron un 34% de la producción en comparación con mayo del año pasado, “el nivel más bajo en los últimos seis años” afirma cínicamente Coninagro, en el marco de una clara recuperación de la producción local y de condiciones económicas internacionales muy favorables. La presión sobre el dólar ya obligó en varias ocasiones al gobierno a negar una posible nueva devaluación. Los efectos favorables a los empresarios de la devaluación y el reviente del salario llevados adelante por Caputo, empiezan a agotarse a medida que la inflación y la apreciación de los costos internos recortan la brecha que se abrió con esta medida a principios de año.

Por abajo, los salarios son el único precio congelado de toda la economía, con una pérdida en términos reales aproximados del 40% y más. Al efecto contra las condiciones de vida de la devaluación y la inflación brutal, se suma de manera específica el efecto de la liberalización de los precios: alquileres, obras sociales, combustibles, educación privada, entre tantos otros. Todo acumula presión sobre los salarios de las y los trabajadores. A este problema se suma la amenaza de empresarios locales, como Madanes Quintanilla y la propia UIA, respecto de que si la situación económica no repunta (para lo cual exigen la contra-reforma laboral, jubilatoria, y el ataque a los sectores sindicales organizados de manera independiente), impulsarán despidos generalizados y no sólo el recorte de horas extras como ocurre en estos momentos.

De conjunto, los sectores capitalistas empatizan con la pretensión del Milei de imponer una derrota en las relaciones de fuerza con la clase trabajadora y aplicar condiciones de vida y laborales miserables, pero el frente único parece dificultarse a la hora de abordar el proyecto global del gobierno. Si el RIGI favorece a los inversores internacionales con impuestos de prácticamente 0% en regalías e importaciones, además de que les permite girar el 100% de las ganancias a sus casas matrices luego de tres años, ese festival capitalista choca con el sector industrial que ya produce en el país, ante este conjunto de medidas que le restan competitividad. Ruidos de fondo en el bloque capitalista, que sueña con que la Ley Bases, atacando los derechos laborales, jubilatorios y democráticos, garantice mejoras en los intereses de los empresarios.

Así, las presiones de todos los sectores de la sociedad se concentran en el resultado de la Ley Bases, que se reafirma como el horizonte inmediato para la izquierda, los sectores de vanguardia agrupados en la Coordinación, y las y los trabajadores, para lograr una movilización independiente que desborde al peronismo –que apuesta a movilizar pero conteniendo toda amenaza directa a que la ley salga– e imponerle una derrota a la ley y al gobierno de Milei.

Junto con esto, queremos denunciar nuevamente el ataque bonapartista del gobierno, que prosigue con la ofensiva contra los movimientos sociales y en particular contra el Polo Obrero. Reafirmamos que nuestra defensa de las organizaciones independientes del Estado y los gobiernos es incondicional frente al ataque de los capitalistas. Y subrayamos su carácter de organizador de amplios sectores sociales víctimas de la desocupación acumulada por todos los gobiernos y de lucha contra la miseria. Denunciamos también la asquerosa retención de cinco mil toneladas de alimentos por parte del gobierno, que usa el hambre de la gente como elemento de extorsión acorde a su orientación económica de “genocidio social”.

Un gran encuentro con tareas y desafíos por delante

El encuentro convocado por el espacio de coordinación que aglutina a la izquierda, el sindicalismo combativo, centros de estudiantes y el movimiento estudiantil independiente, y diversos sectores de vanguardia, fue un éxito, más allá de sus límites. Por un lado, y es el dato de mayor importancia, muestra la potencialidad que tiene la izquierda (Nuevo MAS y FITU) cuando se unifica alrededor de una tarea política como fue la realización del evento, y deja planteado un camino para ocupar el vacío que dejan el peronismo y el kirchnerismo de cara a un sector de su base social que se siente defraudado ante su pusilanimidad.

Son los mismos sectores que, como venimos insistiendo largamente, miran a la izquierda con simpatía por enfrentar al gobierno en las calles desde el 20 de diciembre hasta la fecha. La antesala de este acto común de la izquierda y sectores de vanguardia, fue el dato político novedoso de un Primero de Mayo unitario, alentado conscientemente por el Nuevo MAS ante los desafíos que nos plantea la extrema derecha en el gobierno. Estas acciones comunes son batallas contra la fragmentación sectaria u oportunista/electoralista al interior de la izquierda, y pueden combatir también el argumento con que el kirchnerismo vacuna a su base diciendo que la izquierda está dividida.

Este hecho político de la izquierda unificada cobra más importancia cuando el país se encuentra en una etapa reaccionaria con fuertes elementos de inestabilidad, que, de incrementarse los desequilibrios, podría abrir curso a una reacción radicalizada por izquierda, es decir a la radicalización de la lucha de clases y el ingreso de las y los trabajadores a la arena política. Con esa perspectiva, y con todo tipo de matices entre los distintos partidos de la izquierda, desde el Nuevo MAS planteamos que el Encuentro era un ámbito fundamental para preparar una enorme movilización que desborde al peronismo y la CGT en la votación de la Ley Bases y tenga como norte la derrota de la ley.

El “Encuentro por un plan de lucha para derrotar todo el plan de Milei” fue tribuna para sectores sindicales como el SUTNA, el SiTraRepa, la Unión Ferroviaria seccional Oeste, Incaa, minoría el Subte. También centros de estudiantes independientes como el CEAA de la UNA, CETS de UNLu y diversas organizaciones estudiantiles, entre las que se destacó política y numéricamente la juventud anticapitalista ¡Ya Basta! y en particular nuestra agrupación en CeFyL: con más de cien integrantes, es la más grande de la izquierda en todo el país, y se plantea la necesidad de recuperar el centro de estudiantes, hoy en manos del kirchnerismo, en una facultad estratégica para la lucha contra el gobierno. También tuvieron su lugar las asambleas barriales, sectores de la cultura, derechos humanos y movimientos sociales.

Junto con esto se destacó la participación de figuras políticas de peso nacional como Manuela Castañeira, Nicolás Del Caño y Romina Del Pla. Una importante asistencia le dio volumen al Encuentro, a pesar de la merma en la participación de los sectores que sufren el ataque y persecución del gobierno, y con proporciones entre la izquierda que desmienten toda falsa pretensión de hegemonía, dado que la orgánica de cada fuerza estuvo a la vista de todas y todos.

Desentonaron, en este marco, aquellas organizaciones que intentaron hacer girar el Encuentro alrededor de intereses parciales, haciendo propuestas sectarias como “congreso del FITU”, mezquindades que atrasan respecto de lo que fue un espacio unitario cuyas tareas exceden el frente electoral. Por el contrario, nuestra organización tuvo la política opuesta, como la resolución votada unánimemente en la comisión estudiantil a propuesta del ¡Ya Basta! (no sin peleas, desde ya, como la que dio el PTS contra esta moción a la que luego se tuvo que plegar) sobre la necesidad de unificar a la izquierda para recuperar los centros de estudiantes y federaciones.

Entre las resoluciones de las comisiones, que publicaremos próximamente, se encuentran el apoyo a la movilización del SUTNA contra los despidos el próximo 29/5, y el apoyo a la movilización a la Secretaría de Trabajo por el reconocimiento del SiTraRepa el 19/6, además de campañas y acciones contra los despidos en todos los sectores.

Quedan planteados ajustes y tareas para un próximo y necesario encuentro, como jerarquizar la lucha de sectores como el movimiento de mujeres, el movimiento estudiantil, docente y no docente y la denuncia a los ataques que sufren por parte del gobierno. Además de no avasallar el tiempo de funcionamiento de las comisiones para darles un peso real a las mismas.

Junto con esto queremos señalar el límite político de no haber votado una consigna de alternativa de gobierno y de poder. Aun cuando en lo inmediato tiene un carácter indicativo y de propaganda, es evidente que el reverso del momento reaccionario, con las contradicciones y desequilibrios señalados, podría abrir paso a una situación pre revolucionaria en caso de radicalización y del ingreso del movimiento obrero junto a otros sectores en la escena. El carácter puramente “negativo” del programa votado (no esto, no lo otro, abajo esto, abajo lo otro) queda a mitad de camino, hecho que señalamos al conjunto de la izquierda. La construcción de una alternativa desde abajo, con los trabajadores, sus organizaciones políticas y todos los sectores que luchan contra Milei, y por una salida y un gobierno de las y los trabajadores, es un señalamiento ausente por error de sectores de la izquierda. Además de no incorporar, entre las consignas de rechazo, una de carácter político general como ¡Basta de Milei!

Dar pasos firmes hacia una mayor unidad de la izquierda

En este marco de matices y diferencias en el seno de la izquierda y dentro del propio FITU, queremos valorar los avances logrados en este periodo. El gobierno de Milei y su ataque permanente y global, no sólo económico sino también a los derechos de organización independiente y de protesta social, que ha provocado una respuesta de lucha de muchos sectores sociales, nos pone en la necesidad de avanzar hacia relaciones políticas más maduras y superar los abordajes mezquinos y electoralistas.

Consideramos los pasos dados como una oportunidad para el conjunto de la izquierda, además de una necesidad. Pasos que para ser más efectivos en la lucha contra Milei, tienen que concretarse en la unidad del conjunto de la izquierda para recuperar organismos de masas como el CeFyL. La izquierda no puede darse el “lujo” oportunista de despreciar la conquista de un centro de estudiantes cuya concentración de vanguardia lo ubica como el principal a nivel nacional, y que de ser recuperado sumaría un eslabón clave en la pelea contra el gobierno. Rechazar de nuevo esta posibilidad, como hizo el FITU el año pasado, sería un grave obstáculo en el terreno del enfrentamiento contra Milei y en la construcción de lazos revolucionarios solidarios entre la izquierda y la conquista de nuevas trincheras de lucha.

Para ser alternativa en la eventualidad de una radicalización de la lucha de clases, y una radicalización política ante la crisis del peronismo y el kirchnerismo, y dadas las fuerzas orgánicas y de representatividad nada despreciables que muestra la izquierda –aunque insuficientes si se mantienen fragmentadas de manera artificial–, el Nuevo MAS y el FITU debemos avanzar en acuerdos mayores de funcionamiento común. A estos efectos, enviaremos en los próximos días una carta a los compañeros de la mesa del FITU con una propuesta de trabajo común que contribuya a colocar a la izquierda como actor estratégico en la lucha contra todo el plan de Milei.

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