El 1F una inmensa movilización copó las plazas del país. Fue la primera demostración de fuerzas del año contra un Milei hipertrumpista que, si bien trató en el último momento de bajarle la espuma, fue incapaz de mediar la ola que ya estaba desatada. Cientos de miles se movilizaron en diversos puntos para pronunciarse contra el ataque a los derechos de las diversidades, pero también contra el carácter de un gobierno fuertemente antiobrero y antipopular.
Así, el año político en la Argentina comienza con un golpe a la agenda reaccionaria del gobierno -que apostamos a que se desarrolle para no convertirse en un año puramente electoral-, en el marco de una segunda presidencia de Trump que ya está metiendo presión sobre los más variados ámbitos de la política y la economía internacionales.
Las primeras semanas de gobierno trumpista empiezan a dejar sus señales por el mundo. El inicio de la guerra comercial (ahora mediatizada por un mes con Canadá y México, no así con China, y el interrogante con la Unión Europea), la política migratoria y las provocaciones -gravísimas- de “desatar un infierno” en la Franja de Gaza, sacuden todos los días la geopolítica y los mercados internacionales.
Como emblema de la agitación ultraderechista, Trump golpea para luego negociar. De fondo, adelanta una modificación en la dinámica imperialista:[1] una tendencia a la reterritorialización, que cuestiona los consensos establecidos en el terreno geopolítico y alimenta una peligrosa dinámica de futuros enfrentamientos militares.
En la forma, adopta un discurso agresivo, que “inclina la vara” para ganar terreno.
Ponemos un fuerte alerta sobre la orientación hacia la Franja de Gaza donde, junto a Netanyahu, están montando una provocación para romper la tregua y lograr el desplazamiento del pueblo palestino. A su vez, las recientes declaraciones alrededor de las negociaciones de paz por Ucrania, sugieren la idea de que una parte de esta última sea entregada a Rusia, en una suerte de reparto del mundo interimperialista, que avasalla por completo los derechos de autodeterminación nacional del pueblo ucraniano.
Sin embargo, parte de este mundo de peligros y potencialidades, incluye también movilizaciones masivas como las de “Día sin inmigrantes” en Estados Unidos, o la marcha antifascista contra la Afd en Alemania, elementos que dan cuenta de la polarización que recorre el mundo y la reacción contra los ataques de la ultraderecha.
Crecen los interrogantes en el terreno económico
El lanzamiento de la guerra comercial generó marcas inmediatas: apreciación del dólar, devaluación de los países emergentes, huida de las inversiones a activos seguros, posible caída del precio de las commodities, etc.
Para Argentina esto no son buenas noticias. Una mayor inestabilidad global deja de por sí a los países dependientes más expuestos a los shocks externos.
Sumemos a esto que las mayores tendencias “proteccionistas”, como las que esboza Trump, encuentran a Argentina a contramano, en pleno proceso de liberalización de su economía.
Sobre este trasfondo, el gobierno intenta retomar la agenda reaccionaria luego de la movilización del 1F. Siguiendo a Trump, ha decidido retirar al país de la Organización Mundial de la Salud (donde quedó en offside, ya que el propio Trump retrocedió), analiza hacer lo mismo en relación al Acuerdo de París sobre el cambio climático, y ha prohibido el tratamiento de cambio de género para menores de 18 años y limitado la cobertura para mayores.
Pero más estructuralmente, hay tres carriles con elementos de crisis, que todavía no logran hacer síntesis, pero dan condimentos para un año en el cual la agenda electoral podría descarrilarse: el eventual combo de la crisis económica, social y política.
En el terreno económico es donde mayor debate hay, alrededor de las perspectivas. Más allá de las vulgaridades mileístas de haber “acomodado la macro”, lo cierto es que se encienden señales de alerta. Lo que hay hoy es una economía con cepo, un Banco Central sin reservas y un tipo de cambio (cada vez más) atrasado.
El gobierno “anota” el poroto de haber reducido la inflación (partiendo de un piso altísimo, y aún con valores por encima de cualquier país latinoamericano). Una de las principales herramientas fue mantener el atraso cambiario: sostener artificialmente bajo el valor del dólar. Su apuesta es defenderlo, con más razón en un año electoral, donde la baja de la inflación será una de sus banderas principales. La gran duda es si podrá (falta un larguísimo año hasta octubre).
Esta política económica, completamente a contramano del mundo (las principales economías emergentes vienen devaluando hace meses para no perder competitividad), genera una economía ridículamente cara en dólares.
El esquema del dólar artificialmente barato pudo sostenerse el año pasado porque la balanza comercial del 2024 fue superavitaria debido a varios factores: un repunte de las exportaciones luego de la sequía de 2023, pero también una caída del 25% de las importaciones (debido a la recesión), sumado a la devaluación de diciembre y el diferimiento de pagos de importaciones que venían del periodo 2022-23 (alrededor de 57 mil millones de dólares). Las perspectivas para el 2025 son bastante menos alentadoras.
El gobierno “apuesta” a un crecimiento del 5% del PBI para este año. De ser esto así (lo cual depende de muchos factores, siendo uno central la inestabilidad internacional) la presión sobre las importaciones tenderá a crecer. La reactivación económica necesita de insumos importados, a los que hay que agregar el saldo turístico (que en el primer mes del año dio deficitario por 900 millones de dólares), la mayor apertura comercial, la desregulación, la baja de aranceles y la apreciación cambiaria.
Mientras tanto las reservas netas del BCRA se encuentran en rojo por entre los 7.000 y 11.000 millones de dólares, y se estiman pagos de deuda externa por 17.000 millones (4.700 solamente en julio).
Conclusión: van a faltar dólares.
La precariedad de este armado conduce de cabeza a las negociaciones con el FMI para que le tire una soga. Más allá de las supuestas bondades del “amigo Trump”, hay bastante acuerdo en los analistas en que no habrá dólares frescos, sino a lo sumo un roll over para pagar los vencimientos que se acumulan este año.
Desde este punto de vista, la economía argentina es una estantería que se tambalea demasiado para los vientos que corren en el mundo. Un barquito nadando en una tempestad.
Por otro lado, el superávit fiscal que tanto proclama el gobierno (primario del 1,8%, y financiero del 0.3%), se realizó centralmente sobre el recorte de un tercio del gasto público. La mayor parte de ese ajuste se explica por jubilaciones (20%), obra pública (15%), transferencias a las provincias (12%), programas sociales (10%), salarios estatales (9%), universidades (5%).
Es un “superávit” que se consigue tocando fibras sensibles: jubilaciones, salarios, empleos y educación pública.
El gobierno señala que, en su primer año, los salarios pasaron de 500 dólares a 1.200. Sin embargo esto es engañoso, porque la relación salarios/bienes, o el poder adquisitivo real, retrocedió de manera escandalosa en relación a épocas anteriores. Por un lado, el salario promedio del periodo 2015-24 aumentó nominalmente un 8.000% en pesos, pero la inflación acumulada fue de 10.927%, dando por resultado una caída del 26,5%.
En relación al gobierno de Milei, la caída salarial es generalizada, aunque heterogénea. Recordemos que el gobierno inauguró su mandato con una devaluación del 118% que pulverizó el poder adquisitivo. En el sector de trabajadores registrados se logró recomponer en algunas ramas, vía paritarias, aún con la complicidad de la burocracia sindical para que no haya una recomposición salarial de conjunto. En relación al salario estatal, la muestra de noviembre 2023-septiembre 2024 muestra una caída interanual de 23,1%, y en el caso de los informales, del 30%.
Aunque hubo una caída de la inflación (partiendo del 211% en 2023, de lo cual un 25% de diciembre corresponde a Milei), el índice de 2024 fue de 117,8%, es una media verdad dado que, si bien la inflación retrocede en algunos rubros básicos como alimentación, bebidas, indumentaria y calzados, al haber una mayor corrección sobre precios regulados tales como energía eléctrica, gas, agua, transporte público, servicios privados vinculados a educación, salud y comunicación, se orienta una parte cada vez mayor del consumo a estos últimos ítems.
El empleo también se vio afectado: se destruyeron alrededor de 200 mil puestos de trabajo durante el año pasado. Según los especialistas, estos números no se trasladan al índice de desocupación, ya que rápidamente migran al subempleo y a la informalidad del trabajo por aplicaciones, ocultándose.
Esto se traduce en índices de consumo críticos: la leche se desplomó 9,1% en relación a 2023, la carne vacuna tocó su segundo piso más bajo desde que existen registros (1914) cayendo un 8%, y la yerba registró un 9.2%.
De conjunto, se verifica una inmensa transferencia de ingresos de los sectores asalariados a los grandes ganadores de la economía en 2024: la minería, la agricultura y la ganadería y las finanzas, dando la indicación de qué tipo de país planea Milei.
Esto repercute sobre un segundo elemento que empezó a manifestarse con mayor claridad en estas semanas: una tendencia a un creciente deterioro y barbarie social.
El asesinato del joven repartidor Lucas Aguilar en Moreno por parte de un lumpen en el marco de un robo callejero, pone al descubierto la guerra de todos contra todos que afecta a los trabajadores, la cual fue respondida con represión y detenciones por parte del gobierno de Mariel Fernández y Kicillof.[2]
Del mismo modo, el asesinato de dos adolescentes en Bosques, en circunstancias poco claras, generó una reacción inmediata de los vecinos, que se movilizaron a la Comisaría y a la Fiscalía exigiendo justicia y que se termine con las zonas liberadas por la policía.
Mientras el gobierno nacional agita el discurso de “inseguridad” que recorrería el Gran Buenos Aires, le quita el cuerpo a que el deterioro de la situación social es, en primer lugar, su responsabilidad.
El combo de desocupación, precarización laboral y caída salarial, sumado a los cortes de luz por falta de inversiones, la carencia de servicios de calidad elementales como el transporte, etc., la falta de respuesta más básica por parte de cualquier instancia del Estado, generan un clima de crispación social de efectos todavía indeterminados.
De conjunto, se comienzan a apreciar elementos de creciente descontento social, que podrían preanunciar que el 2025 puede ser distinto al año anterior.
La traición del peronismo y la necesidad de una alternativa independiente
En este marco, un tercer elemento es la incipiente crisis política que se abrió a partir de las declaraciones de Milei en Davos.
El gobierno oficia de aprendiz de brujo intentando romper una determinada serie de consensos en la sociedad: centralmente, un conjunto de derechos sociales y democráticos conquistados a través de décadas de luchas. Ese intento de cruzar “líneas rojas”, en este caso en relación a la comunidad LGBTQI+, fue respondido en la calle.
Es evidente que el gobierno estuvo algunos días a la defensiva. Ante la masividad de la movilización, no pudo imponer el Protocolo Antiprotesta, dejando la calle al “cuidado” de la Policía de la Ciudad.
La movilización agrupó multitudes en variados puntos del país, constituyendo objetivamente una movilización unitaria de centenares de miles contra los discursos de odio, pero también por los salarios, por las jubilaciones, por la bronca que se comienza a acumular. Su repercusión fue internacional: Berlín, Roma, París, Barcelona, Madrid, Londres, Lisboa y Amsterdam. También se convocaron en Santiago de Chile, Río de Janeiro, São Paulo, Florianópolis, Montevideo, Nueva York y Ciudad de México.
La potencialidad de la movilización, sin embargo, fue obturada en parte por la dirección peronista de Marta Dillon con la complicidad del PTS, quien se jugó a que no se llegara a la Plaza, desconociendo lo votado en la asamblea de Parque Lezama y, como lógica consecuencia, que no hubiera palco, ni documento, ni continuidad. La maniobra consistió en demorar el ingreso de la cabecera, generando un “tapón” que impidió que miles se congregaran en la Plaza. La masividad no pudo expresarse en un solo grito, ni en un programa ni en una consigna que unificara al conjunto, cuestionando al gobierno de Milei.
Contra la mistificación de la supuesta fortaleza que posee el gobierno de Milei para aplicar su plan, lo cierto es que ésta es derivada de la gobernabilidad que le otorga el régimen político, los partidos colaboracionistas, y muy especialmente el peronismo, la CGT y CFK. A esto se suma la cohorte de desclasados del peronismo estilo Marta Dillon, o la administradora de la explotación sexual Georgina Orellano, quienes vienen contando con la vergonzosa complicidad de Myriam Bregman y el PTS para sus trapisondas.
Desde el Nuevo MAS y Las Rojas, empujamos y logramos el triunfo de que se hiciera la marcha de manera urgente y que confluyera en Plaza de Mayo, aunque no logramos impedir las maniobras y provocaciones que montaron estos grupos lumpenes.
La lucha política abierta en el 2025 es si el mismo configurará un año puramente electoral -lo que le facilitaría las cosas a Milei-, o si se logrará que la crisis creciente se exprese en una lucha de clases que impacte sobre la coyuntura.
El momento actual, siendo el comienzo del año, entraña tantas posibilidades como peligros. El plan mileísta, de asentarse, propone un reformateo del país en un sentido ultracapitalista, explotador y expoliador. Para conseguirlo, debe derrotar las relaciones de fuerzas establecidas en el país hace décadas. De estas relaciones de fuerzas surgen las movilizaciones de vanguardia de masas que han atravesado este largo año de gobierno que, incluso, lo han puesto contra las cuerdas en reiteradas oportunidades. Sin embargo, aquí entra el problema clave de la dirección del movimiento de masas: la necesidad de unificar la vanguardia con las más amplias masas. El peronismo y la CGT utilizan su peso en las organizaciones de masas para evitar que el descontento emerja, dejando a inmensos sectores expuestos a la decadencia del país, a la degradación social, a la guerra de todos contra todos, y a las diatribas y prejuicios difundidos por la extrema derecha, que se juega a encontrar al enemigo en el de al lado. Esto contribuye a generar una sociedad más fragmentaria, donde se expresan experiencias de vida que corren por carriles separados.
Hay que romper este intento de pasivizar el descontento social que solo le hace el juego al gobierno. La tarea del momento no es empujar el frente único por arriba con el peronismo para entregar las luchas como hace el PTS, arrastrando al resto del FITU. La lucha del Bonaparte, los Espacios de la Memoria o la marcha del 1F no pueden subordinarse a las tramoyas para que Bregman se pare frente a un micrófono. Apoyando las luchas que surjan desde abajo, hay que buscar instancias independientes de organización como la Asamblea del 25 de enero, del tipo Plenarios contra los despidos u otras instancias, para acumular fuerzas y desbordar a la burocracia sindical. Hay que poner en pie las movilizaciones de masas contra el gobierno del 8 y el 24 de Marzo, con un solo grito: ¡Basta de Milei!
Por otro lado, ante la casi segura suspensión de las PASO, Myriam Bregman y el FITU no tienen excusas para negarse a los reiterados llamados a la unidad que viene realizando nuestra compañera Manuela Castañeira y que fue una importante votación en el IX Congreso de nuestro partido en diciembre último. Junto con esto, nos preparamos con todo
para el V Campamento Anticapitalista y Antifascista Internacional, a realizarse el 1, 2 y 3 de marzo. Contará con la presencia de delegaciones de Francia, Brasil, Estados Unidos y Costa Rica. Será una instancia de discusión y organización, donde llevaremos adelante tareas como la preparación para la movilización del 8M junto a nuestras compañeras de Las Rojas, y el lanzamiento del Primer Plenario Nacional del ¡Ya Basta! a desarrollarse a fines de mayo.
Con estas iniciativas apuntamos a seguir construyendo el Nuevo MAS y la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie como una fuerza de la izquierda revolucionaria frente a los inmensos desafíos que el mundo actual nos plantea.
[1] Ver “El nuevo gobierno de Trump (primeros apuntes)” en izquierdaweb.com
[2] Ver “El asesinato de Lucas Aguilar: un Estado que garantiza las ganancias de los empresarios con represión”, en esta edición.