
Las crisis se acumulan una tras otra y caminan en un delgado hilo sin caer en una solución ni a la izquierda ni a la derecha.
La crisis por el curso a seguir, la falta de “proyecto” a largo plazo, ha dividido a las dos principales coaliciones políticas del país. Primero, el Frente de Todos. De un lado está el “albertismo”, que se aferra a Guzmán como garantía ante el FMI; del otro, la semialianza del kirchnerismo y Massa, que critica el rumbo e insinúa oposición sin presentar ninguna alternativa al ajuste. Luego, Juntos: en su derecha están Macri y Bullrich sonriendo cariñosamente a Milei; en su “centro” están Larreta, Vidal, los radicales y la Coalición Cívica, que defienden contra el Macri del 2022 un proyecto más parecido al del Macri del 2015.
A la crisis del personal político se le suma la largamente arrastrada crisis económica. Si la macroeconomía parece “estable” luego del acuerdo con el FMI, que ató todo con alambre, la inflación cruza la vida de las mayorías populares día a día de manera cada vez más insoportable. Hoy está tan alta que por momentos parece no haber precios ciertos. Es difícil ir a comprar comida y saber si a uno lo están estafando o no. Los propios salarios son a veces indescifrables porque se acumulan porcentajes de aumento que no significan nada. Lo único seguro es que los salarios pierden la carrera con los precios todos los días. Así, es poco lo que pueden hacer las soluciones “normales” a la inflación, como las paritarias.
Finalmente, no podía ser de otra forma, la insatisfacción se expresa de alguna manera. Si los niveles de ocupación se recuperaron relativamente desde el pico de la pandemia, el único trabajo que se encuentra es peor que el de antes. Los trabajadores precarizados, que son millones en todo el país, vienen siendo protagonistas de las luchas. También es permanente la presencia de los movimientos de desocupados opositores en la calle, que crecieron ampliamente en los últimos años.
Indefinición, división y más indefinición
Si nada de todo lo acumulado se ha convertido en una crisis abierta (como la hiperinflación del 89 y la hiperdesocupación del 2001) es porque en lo inmediato el acuerdo con el FMI “estabiliza” en parte la macroeconomía (le da un respirador artificial), las direcciones sindicales y de desocupados oficialistas desmovilizan y porque (aunque todavía están muy lejos) algunos comienzan a hablar de las elecciones.
El 2022 de Alberto Fernández se parece al 2018 de Macri (Liotti, La Nación). Es un “medio gobierno” que dura dos años y en los dos siguientes se lo da por terminado, mientras todo el mundo espera a ver con qué se lo reemplaza. Si nadie en la oposición dice “hay 2023” es por decoro y porque el recuerdo del fracaso macrista todavía está bastante fresco como para tenerse tanta confianza.
Para los “centros” políticos nada parece fácil: paliar la crisis social deja en permanente insatisfacción a los empresarios y al FMI; “solucionar” el problema económico a los capitalistas puede implicar provocar una conflictividad social histórica que muchos temen.
Así, las principales fuerzas políticas del país “adelgazan”, mientras parecen seguir siendo las únicas capaces de gobernar. En los márgenes, los extremos crecen. La extrema derecha gana protagonismo sin lograr constituir una verdadera organización propia; la izquierda tiene más espacio que antes manteniendo su presencia histórica entre la juventud, los trabajadores y los movimientos de desocupados.
Cambiar poco fracasa mucho y cada vez más. La crisis es tal que, objetivamente, las soluciones de “centro” son las que garantizan gobernabilidad pero no le da ninguna perspectiva superadora al país burgués. Es por eso que las organizaciones políticas que las encarnan (las dos coaliciones capitalistas principales, el FdT y Juntos), que son las que han gobernado, no definen un camino a seguir. Parecen más bien predispuestos a quedarse donde están, en medio de la calle, esperando a que por milagro nadie los atropelle…
Tanto la variante “social liberal” del FdT como la más abiertamente reaccionaria y agente de los empresarios de Juntos se cruzan con los mismos dos obstáculos. Y saltar uno puede implicar necesariamente chocarse de frente con el otro.
Uno, la gobernabilidad; qué medidas es viable tomar en la Argentina conflictiva que desde el 2001 siempre responde con movilización a casi cualquier ataque. Nadie se ha olvidado de las movilizaciones contra el 2×1 y las Jornadas de diciembre de 2017.
El otro, la apremiante necesidad de los capitalistas de poner a tono el país con el capitalismo neoliberal rampante reinante en el mundo. Esto implica brutales ataques a la clase trabajadora y los sectores populares que casi silenciosamente masculla Macri, más abiertamente defiende Bullrich y grita desaforadamente Milei en la línea de un Bolsonaro en Brasil.
El Frente de Todos gobernante aparece sumido en la impotencia. Alberto Fernández ató su suerte al acuerdo con el FMI con una cadena llamada Martín Guzmán. El kirchnerismo se muestra en contra con una postura de “oficialismo opositor” sin presentar un programa alternativo ni romper con la coalición oficialista…
Argentina parece acercarse así a las tendencias mundiales de crisis de las representaciones políticas: debilitamiento de los partidos tradicionales del “centro”, crecimiento de los extremos. Pero, a la vez, ni las lejanas elecciones ni la lucha de clases hacen que nada de esto se termine de concretar.
Plenario obrero en Unione y Benevolenza
En este marco es que fueron los actos del Primero de Mayo de la izquierda.
En el acto del FIT-U fue ampliamente mayoritario el movimiento piquetero. Expresó así a uno de los movimientos de lucha reales del momento. La mayoría de los movilizados fueron de la mano de los movimientos sociales del PO y en menor medida MST. Y, si bien es indiscutiblemente importante, tiene por el momento poco o ningún vínculo con el resto de la clase trabajadora, mayoritariamente precarizada y empobrecida. Es unilateral, profundamente equivocada, la perspectiva de las corrientes que esperan que solo con los desocupados como protagonistas se puedan dar las batallas que hay que dar.
Mientras el PO parece apostar todo su futuro al movimiento piquetero pasando a la ofensiva con esa orientación; el PTS aparece a la defensiva, sin una orientación clara y refugiado en lo mediático y electoral.
Por nuestra parte, el exitoso Plenario convocado por la Corriente sindical 18 de Diciembre, el SiTraRepA y el Nuevo MAS, expresó una estrategia alternativa.
Con la presencia de cientos de compañeros y compañeras, el Plenario contó con la presencia de la mayoría de las principales luchas de los trabajadores del último tiempo: los tercerizados ferroviarios protagonistas del corte del San Martín, los compañeros de EMA y su lucha del 2021, metalúrgicos de Gri Calviño, los compañeros de Alfalince, obreras y obreros de la fábrica recuperada La Nirva, los jóvenes precarizados del SiTraRepA que luchan por el reconocimiento de su sindicato y derechos laborales… Hubo también un saludo de la juventud militante anticapitalista y de nuestra referente Manuela Castañeira.
La perspectiva estratégica del Plenario intenta interpelar más al conjunto de la clase trabajadora y expresar sus luchas. Si bien el acto del FIT-U fue claramente más grande, en ambos quedaron claras las apuestas estratégicas distintas para una alternativa sindical, de organización y política de la clase trabajadora.
El Plenario votó una campaña nacional por un salario mínimo de 130 mil pesos, la constitución de una mesa de coordinación de trabajadores precarizados, el impulso de la campaña de afiliaciones al SiTraRepA para finalmente conquistar el sindicato… Se trata de una serie de iniciativas que plantean una perspectiva distinta en la izquierda revolucionaria en nuestro país, que se dirija también a los ocupados, a la amplia mayoría de los trabajadores que mueven el país (y también lo pueden parar) y que también plantea el rechazo al divisionismo del FIT-U, mantener el espacio de Parque Lezama contra el acuerdo con el Fondo y el frente único de la izquierda en las luchas y las elecciones.
Del Primero de Mayo, la Corriente sindical 18 de Diciembre, el SiTraRepA y el Nuevo MAS salieron con una serie clara de tareas: el apoyo a las luchas en curso como la de los tercerizados ferroviarios, la campaña de afiliaciones en todo el país por el reconocimiento del SiTraRepA, la pelea para instalar entre millones la idea de que la solución a la interminable crisis argentina es anticapitalista.
Muy interesante!?
Como fueron recibidos esos planteos del FTC en el plenario nacional piquetero que se hizo en Plaza de Mayo y que fijó un programa, una estrategia y un plan de lucha?