
El Ministro se viene comportando como un perfecto embajador de los intereses de los fondos internacionales. Con la mirada puesta en los compromisos con la deuda externa (a fin de mayo se vencen aproximadamente 2400 millones de dólares con el Club de París que exige un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para avanzar en las renegociaciones de la deuda), el Ministro no quiere moverse de su plan de ajuste fiscal.
Guzmán armó un presupuesto para acomodar las cuentas y reducir el déficit. Previó en su presupuesto una reducción del déficit del 8,5% al 4%. Es un intento de normalizar las tarifas con el dólar en momentos en que la inflación se descontrola y los salarios caen.
Cuando el presupuesto fue elaborado y votado, el gobierno anunciaba que iba a vacunar 20 millones de personas antes de mitad de año. Se esperaba que la segunda ola del Covid-19 llegaría en invierno con medio país vacunado. Bajo ese presupuesto también se comenzó la negociación con el FMI.
Es decir, el Frente de Todos esperaba tener un capital político de gestión de la pandemia que le permitiera avanzar con el ajuste en regla, progesivamente, para «normalizar» las cuentas. Léase: abaratar los salarios y reducir los gastos estatales en el país, para, a costa de una mayor explotación de la clase trabajadora hacer al país más competitivo en la economía internacional.
Este plan estratégico se expresó en las reuniones con los sindicatos, quienes pactaron la «paz social» y se comprometieron a discutir aumentos con la referencia del 29% de inflación propuesto por el presupuesto del Ministro.
El panorama no podría ser más distinto del esperado, la segunda ola está impactando con fuerza, la vacunación avanza a cuentagotas, los propios sindicalistas peronistas acordaron acuerdos por encima de lo pactado aunque por debajo de la inflación, salvo en los casos en que hubo lucha y desborde por abajo.
Una de las luchas emblemáticas fue el enorme conflicto de los «Elefantes» de Neuquén, trabajadores autoconvocados de la salud que, desbordando a la burocracia y radicalizando sus métodos de lucha (bloquearon 22 días los accesos a Vaca Muerta, reserva de petróleo y gas no convencional de relevancia internacional), patearon el techo salarial y consiguieron un aumento del órden del 50% anualizado.
Los trabajadores siguen perdiendo poder adquisitivo mes a mes. La inflación ya acumula un 15% en el primer trimestre y anualizada está por encima del 50%. Una política económica inflexible por parte del gobierno, con poca muñeca política, insistiendo con el tarifazo y la rebaja del déficit fiscal podría tensionar demasiado la vara y desatar el descontento de amplios sectores.
Además, el gobierno no tiene la fortaleza que tenía el primer año de la pandemia. El desafío de Larreta y el hartazgo de cierta parte de la población con la inconsecuencia del ejecutivo para manejar la pandemia (suspender clases pero mantener abiertos los lugares de trabajo para que los capitalistas sigan facturando), expresan cierto agotamiento del poder de mando del fernandismo.
En este contexto, es de destacar la hipocresía de los K. Ahora se presentan como opositores a un giro hacia mayor ajuste, pero no hablan una palabra de salario, no acompañan ninguna lucha de trabajadores ni están dispuestos a llevar adelante una política consecuente de gestión de la pandemia en defensa de las mayorías populares y la clase trabajadora. No defienden consecuentemente el programa de estatización de Sigman, de un verdadero impuesto a los millonarios, de triplicación del presupuesto de salud, ni de un aumento general de salario para los trabajadores.
Por otra parte, hay recursos de donde rascar: los granos subieron más de un 60%, ubicándose en un récord histórico. Con el aumento de los precios y planchazo de los salarios, los capitalistas de la ciudad y el campo se están embolsando jugosas ganancias. El gobierno podría aplicar retenciones mayores e impuestos a estos sectores, pero para ello debería estar dispuesto a afectar la ganancia capitalista, algo que no parece propio del partido de gobierno.
Para imponer un programa alternativo, la clase trabajadora tiene que ponerse en movimiento y luchar contra los ajustes y los tarifazos.