A partir de abril, las tarifas aumentan permanentemente y de manera automática. Los aumentos de los servicios serán una cosa sistemática. Mientras los salarios tienen que esperar a las paritarias, las empresas de servicios pueden contar con ajustes y aumentos permanentes. Los aumentos tendrán una fórmula de aumento automático compuesto por la inflación minorista, la inflación mayorista y el índice salarial (en blanco) de dos meses atrás.
Según un comunicado de la Secretaría de Energía, considerando un consumo de 380 kwh mensual, la factura de los hogares de «ingresos altos» pasará de 13.900 pesos a 34.332. La factura de «ingresos medios» pasará de $4783 a $7850 y la de «ingresos bajos» de $4360 a $7415. Es un tarifazo del 150% en el primer caso (que afecta a 5,4 millones de personas), del 65% en el segundo y del 70% en el primero. Si «ingresos medios» superara los 400 kwh de consumo, el aumento se dispara al 130%.
Contra todos y cada uno de los trabajadores
Milei hizo campaña diciendo que su ajuste recaería “sobre la casta política”. Parece que para él “la casta” son todos y cada uno de los trabajadores que utilizan el transporte público y pagan sus servicios básicos. Un aumento de las tarifas como el que propone Caputo implicará un salto inmenso en la pobreza. Todos y cada uno de los trabajadores argentinos se verán afectados, sin excepción. Tendrán que hacer frente a facturas mucho más altas en el marco de una inflación de más del 50% en dos meses.
Y convengamos que los salarios argentinos no eran, de por sí, altos. El salario argentino medido en dólar viene cayendo hace casi una década, habiendo perdido el 86% de su valor entre 2015 y 2022.
Como si fuera poco, el aumento de las tarifas tendrá otras consecuencias estructurales en el funcionamiento de la infraestructura productiva de la Argentina que también golpearán a los trabajadores y a los más pobres. El aumento del costo de la energía encarecerá la producción y el transporte, sumando inflación en cada eslabón de la cadena de intercambios.