Trump aumentó la recompensa por la cabeza de Maduro a 50 millones de dólares. La dirigente de extrema derecha y amiga de Trump y Rubio, Corina Machado, deja claro de que se trata: ¡es un llamado a los militares de alto rango a realizar un golpe militar! No creemos que, a pesar de las maniobras militares, se atrevan a enviar 20 mil marines como hicieron en Panamá en 1989, para derrocar a Maduro.
El gobierno llamó a una marcha en defensa del presidente, a la que asistió poca gente. La marcha atravesaba las mismas avenidas principales donde hace una semana se realizó una marcha evangélica “por Jesús” apoyada por el partido de gobierno. Pero los trabajadores, activos o pensionados, no pueden manifestarse por sus reclamos, ni los partidos a la izquierda del gobierno. En Venezuela la represión impide toda movilización independiente de los trabajadores y de la población en general.
Un día antes de la marcha asistimos a una reunión de consejo barrial, creado por el gobierno, donde solo se informó de problemas de la comunidad, como que el agua había llegado (y se fue muy rápido), de la distribución de ciertas medicinas a algunos habitantes en pobreza crítica, y otros problemas puntuales. En ningún momento se tocaron temas políticos, ni se llamó a la marcha antiimperialista. Pregunté el por qué y me respondieron: “porque la gente se va si se habla de política”.
Tenemos dudas de que si hay realmente una invasión militar imperialistas, los trabajadores y el pueblo saldrían a la calle en defensa del gobierno. Este gobierno pierde todos los días apoyo popular. Justamente ahora, el salario llega a 1 dólar, y los bonos son miserables, 130 $ para el trabajador activo o jubilado, 50$ para ancianos y discapacitados (se necesitan al menos 1000$ para cubrir la canasta familiar).
Maduro no solamente declara que no habrán aumentos salariales, sino que culpa de la inflación y la depreciación diaria del bolívar (autorizada por el Banco Central), al pueblo venezolano que consume “demasiado”.
La vida es cada vez más difícil
20 días sin el servicio de agua en Caracas, una madre de familia desesperada debe cargar agua a más de 100 metros de su casa, o buscar 40 o 50 dólares para pagar por llenar el tanque de su casa. Los camiones cisterna solo aceptan los verdaderos billetes verdes.
Nadie quiere salir si no es necesario, sin poder bañarse, buscando y pagando por botellones de agua que aún debe ser hervida antes de beberla, porque no es seguro que sea potable. Lo más duro cae sobre las mujeres que deben garantizar la higiene, la preparación de comida y el aseo de la casa.
En algunas zonas de Caracas el agua llega a los tanques dos días a la semana. Periódicamente (cada dos meses aproximadamente), hay una ruptura en el servicio que puede pasar de 20 días. En 2024, hubo manifestaciones exigiendo agua, pero la represión complica ahora toda protesta de calle. Según los voceros del gobierno “no hay que ir a las instituciones, las instituciones vendrán a atender las necesidades de la población en los barrios”…… quédense esperando tranquilos que nosotros los gobernantes iremos pronto por ahí a solucionar…
En el interior del país hay muchas zonas donde solo cuentan con camiones cisternas privadas, la población debe pagar muy caro el litro de agua.
Venezuela es el noveno país con mayores reservas de agua del mundo, en contradicción con la sed que sufrimos los trabajadores, mujeres, ancianos y niños de los barrios populares. La causa no es la sequía periódica utilizada como excusa por el gobierno de Maduro. Se sabe que ese desastre es producto de la falta de mantenimiento de todo el sistema de represas y acueductos. El ente de distribución de agua en Caracas, Hidrocapital, ni siquiera informa las causas de la interrupción del servicio, solo avisa que se hará mantenimiento durante 48 horas, pero siempre la interrupción dura varios días o semanas.
El gobierno de Chávez asignó más de 6 mil millones de dólares para la distribución y potabilización del agua, solo que 70% se perdieron en manos de la boliburguesía contratista. El término “corrupción” es ligero, se trata de una expoliación inhumana de los recursos del país.
Lo que hubiera podido salvar a la población del robo de esta lumpen burguesía rentista ligada desde siempre al Estado, era el control y la participación de los trabajadores y el pueblo en la toma de decisiones, cosa que Chávez no permitió en ningún momento de la mal llamada “revolución”. Los funcionarios chavistas siguieron la tradición de los gobiernos pro-imperialistas anteriores, “yo no pido que me den sino que me pongan donde hay”, lema que consagra la corrupción como el principal medio de enriquecimiento en la Venezuela petrolera.
El agua llega a las casas con fango, que tapa las tuberías y se deposita en los tanques. Esto sucede desde hace muchos años. Los gobiernos, antes pro yanquis, ahora pro chino, iraní, ruso, después de dos booms petroleros (durante el gobierno de Chávez entraron al país el equivalente en dólares a 10 planes Marshall) nunca garantizaron agua potable.
Dos semanas después de una situación crítica, estamos de nuevo angustiados porque el agua ya no llegó el día de la semana que le correspondía. Pensamos que la carencia está organizada entre los empleados de Hidrocapital y los propietarios de las cisternas, para cobrar en dólares el agua a gente desesperada.
Algunos otros elementos de la situación actual
El poder adquisitivo de los trabajadores ha bajado continuamente desde 2014, hasta la fecha, y los sueldos en el sector privado, en el comercio por ejemplo, no sobrepasan los 300 dólares mensuales. Los funcionarios como maestros, son irrisorios, 1 dólarmensual en agosto 2025, completados con bonos. Entre el 80 y el 90% de la población está en situación de pobreza, incluso extrema sin acceso no solo a los alimentos y medicinas sino a servicios como el agua, gas, recogida de basura.
La emigración ha vaciado al país de millones de trabajadores jóvenes. Esa sangría de fuerza de trabajo deja un ambiente deprimente, en cualquier barrio la mayoría de los habitantes son adultos mayores. La mayor consecuencia de la derrota es la desaparición del salario.
La desmovilización de los trabajadores comenzó en 2003 cuando Chávez abortó la auto-organización que lo había salvado del golpe derechista, sobre todo en la industria petrolera. Tambiénreprimió la auto-organización de los barrios, eliminando los círculos bolivarianos, que se habían creado con participación entusiasta de los habitantes de los barrios.
Maduro en contra de los trabajadores y el pueblo
Maduro no habla más de socialismo. Ahora se trata de siete ejes del gobierno ó siete trasformaciones. El primero consiste en impulsar los “emprendimientos”. La gente trata de montar un puesto de venta ambulante, pedir un crédito para comprarse una moto y hacer delivery. Por eso hay miles de motorizados en toda Venezuela, una población joven, precaria y bastante vulnerable. El gobierno facilitó créditos de pequeñas sumas, a través de la banca privada, pero no ofrece empleos estables, ni protección social. Deben existir acuerdos con China para importar motos muy baratas.
Se establece un sistema a la cubana de denuncias entre vecinos, sobre actividades que hacen las personas para sobrevivir, como la venta de empanadas o recibir niños para tareas dirigidas, etc. El gobierno pone multas porque “se está lucrando” y trata de cobrar impuestos a todo negocito, aunque sea muy precario e informal.
Estos impuestos a los trabajadores pobres son un escándalo en un país que siempre ha respetado la propiedad privada y fomentado el enriquecimiento de los más ricos. Siempre se han visto carros y camionetas último modelo, que pasan por calles donde hay hombres buscando que comer en la basura.
Otra barbaridad pérfida de Maduro: acusó a organizaciones de izquierda de Estados Unidos de atentar contra su gobierno. Puede ser para mostrar a Trump que tienen un enemigo en común, los grupos de izquierda. Igualmente, ahora trata de eliminar los sindicatos, porque debe ser el pueblo que se organice. Cabe decir que los sindicatos han casi desaparecidos; la cotización depende del salario real inexistente.
En las elecciones legislativas y municipales hubo muy poca participación, salvo en los lugares donde se puede derrotar al madurismo. La consigna que se corría por las calles era: “el día de las elecciones no hay que salir de casa”, lo que parece un repudio de la población a la escalada represiva del gobierno. Desde el resultado confuso de las elecciones presidenciales del año pasado, la población tiene miedo de manifestarse y hasta de hacer comentarios políticos.
Frente a un eventual ataque militar del imperialismo defenderíamos críticamente al gobierno de Maduro. Pero sin perder de vista que la única forma de salvar al país es mediante la auto-organización y lucha independiente de los trabajadores y barrios populares.