A partir de la próxima semana, las facturas de luz y gas llegarán con aumento. 5,5 millones de personas sufrirán el aumento de electricidad y 3,7 millones el de gas. Se trata del primer tramo de la tan anunciada segmentación de tarifas. Según el entonces ministro de Economía Martín Guzmán, la segmentación de tarifas sólo afectaría al 10% de los usuarios.

Parecen haber quedado lejos los días en que la salida de Guzmán dió inicio a un mes de crisis política e inestabilidad cambiaria interminables. Pero vale la pena recordar que el huevo de la serpiente fue la segmentación tarifaria. El kirchnerismo criticaba airadamente el esquema de Guzmán para no perder a su base electoral. Guzmán se cansó y pegó el portazo. Sólo eso hizo falta para que el kirchnerismo silenciara sus críticas y cierre filas para aplicar el ajuste.

La medida venía siendo largamente dilatada por el temor del oficialismo de posibles repercusiones sociales. Con una inflación proyectada por encima del 100% para el 2022 y el final del año acercándose, el Frente de Todos teme que la paciencia de los sectores populares se termine más temprano que tarde.

Aún así, el oficialismo volvió a optar por seguir las recetas del FMI: recortas subsidios para reducir el déficit en pesos y acumular dólares para pagar la deuda. La quita de subsidios será de un 16% interanual en términos del Presupuesto Nacional.

Y lo peor está por venir: durante el verano se aplicarán dos tramos más de la quita gradual de subsidios, por un monto del 40%. El mayor aumento coincidirá con el momento de mayor consumo energético del año. Cualquier usuario argentino conoce las condiciones del suministro energético de las empresas privatizadas como Edesur y Edenor. La pésima infraestructura colapsa periódicamente en las estaciones de alto consumo. Ahora, al pésimo servicio se sumarán precios impagables.