Para enfrentar a Milei y defender la educación pública
La situación en el país es alarmante. Milei es parte de un fenómeno mundial que es el crecimiento de la extrema derecha y amenaza el conjunto de derechos conquistados por nuestros padres y abuelos trabajadores. La resistencia contra el gobierno se expresa de una manera creciente y tuvo como su punto más alto la movilización del 23 de abril, donde millones copamos las calles en todo el país. El momento actual plantea la siguiente cuestión: si Milei continúa hasta 2027, arrasando todo lo que pueda, o si el movimiento de masas le impone una derrota a todo su plan. La votación de la Ley de Bases está atravesada por esta disyuntiva.
Después de la masiva movilización del 23 de abril, el radicalismo, el peronismo y la CGT han salido a darle gobernabilidad. Les preocupa que la movilización contra el gobierno se desborde; para ellos no hay una salida distinta que no sea a través de las instituciones del régimen político. Eso significa esperar tres años más y mientras tanto Milei avanza con su plan. La perspectiva de la izquierda es diferente. Apostamos a la irrupción masiva e independiente, a la autoorganización, para poder desbordar a las burocracias sindicales y las direcciones peronistas que quieren que a Milei “le vaya bien” y de esta manera ponerle un freno al gobierno.
La gran mayoría de los Centros de Estudiantes, nuestras herramientas de organización gremial, están en manos del radicalismo o del peronismo. Los radicales (Franja Morada/Nuevo Espacio/EDI), junto a sus aliados de la UES, vienen de traicionar la lucha universitaria, arreglando con el gobierno un aumento de migajas solo para gastos de funcionamiento a cambio de levantar la emergencia presupuestaria en la UBA y darle al gobierno los votos en el Senado para la Ley Bases. Una entrega total de parte de estos sectores de derecha que rechazan la organización estudiantil y apoyan al gobierno de Milei.
Por su parte, el kirchnerismo en los centros donde dirige (Filo y Exactas) se ha dedicado a contener las acciones de lucha del movimiento estudiantil, a desorganizar al activismo, y a ir a la rastra la política de las autoridades de adaptarse al ajuste sobre las universidades. Así fue que intentaron boicotear acciones como los cacerolazos educativos, sin éxito, y luego de la Marcha Educativa, dejaron pasar tres semanas manteniendo inmóviles a los centros, mientras esperaban que los decanos de la UBA rosquearan con Milei algunas migajas. Su lógica es mostrarse hacia les estudiantes como “luchadores” que se oponen a las medidas de Milei, pero sólo de palabra: no están dispuestos a hacer nada para derrotar el plan del gobierno. Y en el caso de Filo, le han dado la espalda a causas populares como FATE o Palestina, negándose a que el centro apoye a estos sectores, una ubicación corporativa que no tiende lazos con ningún sector más allá de la facultad. Y mientras tanto, se dedican a atacar a la izquierda y al ¡Ya Basta!
El de Milei es un gobierno de extrema derecha, con límites y fragilidades, pero que está dispuesto a ir hasta el final en su combate contra la clase trabajadora. El radicalismo colabora con él y rechaza cualquier espacio de organización estudiantil; el peronismo se ubica como oposición de palabra y no está dispuesto a derrotar al gobierno; además, han transformado los Centros de Estudiantes en un apéndice de la gestión, donde incluso varios militantes se han vuelto funcionarios de la facultad. Para derrotar al gobierno, hace falta que la izquierda recupere los Centros de Estudiantes, y pueda volverlos un faro para toda la lucha educativa; libres de las ataduras de la política reaccionaria de los radicales y conciliadora de los K y de las autoridades, los centros recuperados podrían funcionar no solo como punta de lanza del movimiento estudiantil universitario y secundario, nacional, sino también como centros organizadores para distintos sectores (trabajadores, organizaciones feministas, asambleas populares). Centros que empujen la puesta en pie de un verdadero estudiantazo que, luchando en unidad con los trabajadores, ponga en jaque al gobierno.
Esta batalla se expresa en primer lugar en Filosofía y Letras, que históricamente ha estado a la vanguardia de la pelea por la educación y contra los distintos gobiernos, y es la facultad en donde la izquierda tiene mayor peso. La situación del movimiento estudiantil de Filo es contradictoria. La dirección del CEFyL es peronista, pero en el activismo de la facultad es mayoría la izquierda. Así ha sucedido en cada asamblea este año: ahí donde la izquierda actuó en conjunto ganó cada posición, colocándose a la vanguardia del movimiento educativo y siendo referencia para el conjunto de universidades. En cada una de esas peleas, el ¡Ya Basta! se destacó, no solo como la agrupación más grande, si no también por haber logrado acuerdos con el resto de la izquierda para conquistar las posiciones políticas. Esta contradicción sólo puede explicarse por la decisión que tomó el FITU (PTS/PO) dos años atrás de rechazar un acuerdo paritario con el ¡Ya Basta!, regalándole así el centro al Colectivo.
Para recuperar los Centros de estudiantes, y en primer lugar el CEFyL, hace falta unir al conjunto de la izquierda en las facultades. Para eso, desde el ¡Ya Basta! hacemos un llamado al FITU a construir un acuerdo común para las próximas elecciones sobre la base del respeto de la militancia orgánica de las facultades. Estamos dispuestos a hacer esa experiencia común, sin guardar ni ocultar nuestras diferencias de criterio, de método, de estrategia y de balance sobre las experiencias del siglo XX, sobre la base de construir un frente único que ponga a la militancia y al activismo al frente.
Damos a conocer nuestra posición al conjunto de los estudiantes y del activismo para que empiece el debate acerca de la necesidad de unir a la izquierda para recuperar los Centros de Estudiantes.
