No queremos arrastrar cadáveres detrás de nosotros

El Manifiesto, expresión del Comunismo crítico.

Agradecemos al autor por el envío de este artículo para su publicación en este número del Suplemento semanal Marxismo en el siglo XXI.

I

“Lo que al verdadero comunista le importa es derrocar [umzustürzen] lo que existe.”

(Engels-Marx; “La Ideología alemana”, 1845)

“Comunismo crítico”, –afirmaba Labriola– este debía ser el auténtico nombre, al que ningún otro iguala en precisión para designar esta teoría que conocemos polémicamente como “Marxismo”. Y gracias a esta nueva contra-teoría[1] –seguía explicando– “el Comunismo dejaba de ser una esperanza, un anhelo, un recuerdo, una hipótesis, una huida, y por primera vez encuentra adecuada expresión en la conciencia de su necesidad.” Puede decirse que en el Manifiesto del Partido comunista (MKP) la necesidad es su cohesión interna, la exigencia del momento negativo, la obligación de contraponerse a la “teoría ideológica” imperante, oficiosa, popular y superabundante en la izquierda mayoritaria del momento. ¿El Manifiesto es una crítica despiadada desde la izquierda del movimiento? La negatividad esencial del MKP es lo que le permite su decisiva y novedosa “determinabilidad”, su ruptura epocal con las ilusiones sociológicas del Comunismo y del Socialismo realmente existentes, con la ideología de la huida, con toda la tradición obsoleta de catecismos radicales y profesiones de fe, que se englobaban bajo la nebulosa niebla de un tipo de Humanismus. Una negatividad con perspectiva de clase: esta es una de sus claves teóricas, que se hace consciente en sus formulaciones y en sus deducciones, esencial para establecer la diferencia productiva en la praxis política, en el obrar de la nueva profundidad crítica comunista. Tal es la coloración especial del texto, lo que se mueve en su nervio, lo que sostiene su sustancia, su estructura interna, sus niveles textuales en cuanto “palimpsesto”, su orden lexicográfico, incluso; por lo que el MKP puede ser entendido como una “larga marcha”, el devenir y transición absoluta del Comunismo crítico en tanto autoconciencia organizativa y diseño institucional. Se trata de combatir una mera “Idea” comunista, hipotética y rememorativa, en la cual el planteo y tratamiento de la Zeitfrage, de las cuestiones de la actualidad se mueve en la confusión, desviación, y desfiguración, un desarreglo en apariencia revolucionario, pero que conlleva confusión, tanto en los medios como en el fin revolucionario. El MKP es la lucha despiadada por resolver de manera crítica-revolucionaria la wirklichen Fragen de la época burguesa desde la nueva composición proletaria de clase.

El MKP es uno de los textos políticos más famosos y divulgados en el mundo, a la altura de la Declaración de los Derechos humanos de la Revolución francesa o del Libro Rojo de Mao. Lenin afirmaba que “este folleto vale su peso en toneladas: inspira y anima hasta el día de hoy a todo el proletariado organizado y combativo del mundo civilizado.” Tanto su destino historiográfico y político –no sabemos hoy con certeza su fecha concreta de publicación–,[2] así como su potencia discursiva impresiona aún en nuestra actualidad. Se ha transformado, con sus anónimas minimalistas veintitrés páginas in octavo divididas en un preámbulo, cuatro capítulos desproporcionados encuadernados con una cubierta verde-gris, en un texto político clásico tout court; marxólogos de renombre lo califican como el folleto más decisivo y genial de la entera Literatura universal. Y clásico en el sentido más productivo, ya que puede soportar múltiples lecturas. Es como una suerte de punto atómico del nuevo Comunismo, una estación decisiva de su autoconciencia moderna. Al mismo tiempo, su recepción y penetración en la práctica organizacional, en la masa proletaria, tanto en su diseño institucional histórico como en la formación del militantismo, ha sido paradójicamente barroca, exterior, jesuítica, laxa, limitada, difusa, poco consistente; en muchos casos, un libro sagrado meramente decorativo, muy familiar en la liturgia, pero póstumo, poco conocido, y mucho menos aplicado, retraducido. Hay que señalar que el destacado status del MKP en la izquierda institucional solo surge a posteriori, en nuestro presente muy lejano a aquel caótico inicio de 1848 y, por tanto, se lo eleva y sobrevalora en retrospectiva, ya que recibió escasa o poca atención contemporánea, también en la propia izquierda del mundo alemán.

Labriola señala que “por eso esta obra, dando una base teórica a su predicción y revistiéndola en fórmulas tajantes, concisas y vivas, forma un arsenal, o por mejor dicho, un vivero inagotable de gérmenes de pensamientos que el lector puede fecundar y multiplicar hasta el infinito, y atesora toda esa fuerza autentica y originaria de lo que acaba de nacer y apenas se ha desprendido todavía de la tierra matriz.” Pensemos en la candorosa tierra matriz. En los dos único prólogos al MKP que escribieron juntos Engels y Marx, de gran importancia autointerpretativa, el de 1872 y el de 1882, calificaron retrospectivamente al manifiesto como “programa teórico-práctico detallado”, un ausführlichen theoretischen und praktischen Parteiprogramms, cuyo fin explícito era llegar a la opinión pública burguesa, a la moderna Öffentlichkeit. El primer nivel que anhelaba el Manifiesto era el de ser un documento táctico eficaz y productivo; como tal es al mismo tiempo un texto simple infinitamente articulado y complejo. La misión escatológica y milenarista del texto –Löwith dixit– al que Engels y Marx no dudan en calificar de documento eminentemente histórico, era “proclamar la inminente e inevitable disolución de la propiedad burguesa moderna”, presentar a la opinión pública y a la nueva masa proletaria la exposición de la antítesis más fundamental de la modernidad.  Este pathos es el que todavía hoy le otorga al texto su profetismo laico, su tragicismo modernista, su melodramática poética,[3] un grandioso patetismo revolucionario con tintes prometeicos, sin ilusiones, como reconocía un biógrafo de Marx.

La crítica que se expone en el MKP, fundándose en un interés masivo, real, histórico, en un interés que dialécticamente conduce más allá de la propia Kritik, desemboca lógicamente en la Krisis. La crisis de una tradición y de una ideología, en cierto sentido una autocrítica de Engels y Marx, de una determinada composición de clase del movimiento obrero. No es un shibbolet vacío la idea que sin teoría revolucionaria no puede existir un movimiento revolucionario. Las palabras son acciones, el saber implica deber, toda idea se hace realidad efectiva en la obra. La tarea urgente de los comunistas en Europa consistía –según palabras Engels de la época– “en la necesidad de aclarar por sí mismos qué intereses representan, qué tácticas deben seguir, para delimitarse de los demás partidos y convertirse en prácticos” y además “también aclarar su posición, su plan de campaña, sus medios de acción.” Pars destruens­: trabajo de zapa y deslinde como momento negativo, superación de la teoría ideológica y la práctica confusa del artesanado y la pequeña burguesía intelectual, del Comunismo realmente existente. Los comunistas críticos, señalaba con énfasis, se destacan por “su inconfundible pensamiento contra la burguesía”. Los distintos momentos en el devenir que desembocará finalmente en el MKP son, como veremos, repeticiones de una misma reflexión crítica de Engels y Marx pero ahora en otro elemento, en otra esfera material y temporal, pero que permiten diferenciarlas e identificarlas, ya en forma reflejada, en la determinaciones que aparecen en la nueva etapa del Comunismo crítico y que guardan estrecho paralelismo y coherencia con las anteriores. El devenir del Comunismo crítico se presentará entonces como fundamento real, anulando la mitología, esquemática e improductiva, de corte o sutura absoluta metodológica.

El término “Comunista” había aparecido por primera vez en el léxico político-literario de Europa hacia inicios de 1840. Primero tímidamente en la novela utópica de “papá” Cabet Voyage…, y poco después en un ensayo filosófico del neobabouvista Richard Lahautière, Réponse philosophique.[4] Pero la vertiginosa “carrera pública del Comunismo” (como le llamaba con ironía Stein) comenzó públicamente en junio de 1840 en un artículo del “humanista realista” Dézamy, en un diario de circulación masiva.[5] Como un rebote o eco polémico figura en la conclusión del influyente libro de Pierre-Joseph Proudhon, Qu’ est-ce que la propieté?,[6] ampliamente estudiado y alabado tanto por Engels como por Marx, fuente seminal del futuro anarquismo. Por la misma época Louis Reybaud, haciendo un balance de las modernas teorías políticas, le dedicaba un amplio capítulo a las teóricos communistes, junto a socialistas, cartistas, utilitarios y humanitarios. Para Reybaud el Comunismo tenía una dilatada genealogía que se iniciaba con la Utopia de Tomás Moro, continuaba con Campanella, seguía con el teórico absolutista Jean Bodin(¡!), el Code de Morelly, la Oceana de Harrington, y a través de los Digggers y Levellers de la revolución inglesa desembocaban en una primera síntesis en la Gran Revolución francesa con Babeuf. Una genealogía bastante tortuosa. Aunque lamentablemente Babeuf, como sabemos, jamás utilizó la palabra Comunismo, sino la de Plébéianisme o la de Bonheur commun.[7] Entre los comunistas modernnes, circa 1840, Reybaud menciona a sus contemporáneos: aparece lógicamente Cabet, Owen, por supuesto Proudhon, y termina con el saintsimonianne crítico Leroux (muy admirado y leído por Marx, quién le llamaba “un tipo genial”).[8] Incluso Engels decía que Leroux, desde el potente altavoz de la revista Revue Indépendant, era el único en Francia que defendía filosóficamente los principios del Comunismo (Grundsätze des Kommunismus). La obra de Reybaud, que incluía extractos preciosos de los autores analizados, se hizo muy popular entre las vanguardias políticas y culturales de la época, tuvo varias ediciones, tanto en Francia como en Alemania, y había sido adquirido por el joven Marx, quién la estudió y anotó, conservándola en su biblioteca privada a lo largo de toda su vida.[9]

No se ha destacado con suficiente énfasis en la Marxología que el joven Marx estaba teóricamente aggiornado con los últimos desarrollos en la filosofía política de su época, del state of art del Comunismo y del Socialismo: hoy sabemos que poseía y había estudiado a la mayoría de los prácticos y teóricos de todas las tendencias igualitaristas, desde Moro, Campanella, Morelly, Rousseau, Paine, pasando por Saint-Simon, Godwin, Fourier, Cabet, Owen, Considerant, Proudhon, Bentham, Weitling, y autores menos conocidos como Blanc, Canneva, De Lamennais, Dunoyer, Jounert o Vidal. Marx señalaba ya en un artículo en la Rheinisches Zeitung de 1842 a propósito del Comunismo, texto que sería la primera reflexión en sus escritos sobre la idea, que las kommunistischen Ideen tenían su raíz material y su estímulo “en que el Estamento que nada posee (Daß der Stand, der heute nichts besitzt) reclama participar de las riquezas de las clases medias” y que “obras como la de Leroux, Considerant y, sobre todo, el agudo libro de Proudhon, no pueden criticarse dejándose llevar por las ocurrencias superficiales del momento, sino tras un largo y profundo estudio.”[10] La aceleración de la reflexión comienza en este momento. El joven Marx es atraído por la cuestión del Comunismo en este artículo gracias a una de las obras más avanzadas y profundas importantes de la izquierda europea de la época, se trataba del libro de Théodore Dezamy, Code de la communauté, aparecido en marzo de 1842. Un Marx todavía demasiado joven hegeliano, pero lleno de dudas, critica al Comunismo filosófico basado en fraseología, travesuras imaginativas, coqueteos fantasiosos y zalamerías platónicas, y le pregunta a su público lector liberal: “¿Podemos considerar al Comunismo como un problema actual poco importante porque no sea un asunto bueno para los salones literarios, porque vista trapos sucios y no huela precisamente a rosas?”, reconociendo que “el Comunismo es una cuestión actual extraordinariamente seria en Francia e Inglaterra.”[11] Al finalizar el texto, el joven Marx resume: “no podemos ni siquiera reconocer como posible la realidad teórica (theoretische Wirklichkeit) a las ideas comunistas en su forma actual, y menos aún desear su realización práctica (praktische Verwirklichung), y proponemos someter estas ideas a una crítica a fondo.” Finalmente Marx destacará la importancia final de la teoría revolucionaria, aunque la teoría sea un derivado, una Quintessenz de su tiempo: “no es  el intento práctico, sino en el desarrollo teórico de las ideas comunistas donde está el verdadero peligro, pues a los intentos prácticos, aunque sean intentos en masa, cuando se consideren peligrosos, se pueden contestar con los cañones”, para premonitoriamente concluir: “pero las ideas que se adueñan de nuestra mente, que conquistan nuestra convicción y en las que el intelecto forja nuestra conciencia, son cadenas a las que no es posible sustraerse sin desgarrar nuestro corazón; son demonios de los que el ser humano solo puede triunfar entregándose a ellos.” La idea comunista ya había generado en el joven Marx, todavía liberal de izquierda, lo que denomina “angustia de la conciencia”, la rebelión de los deseos subjetivos (subjektiven Wünsche) del ser humano contra las convicciones objetivas (objektiven Einsichten) de su propio intelecto. El Comunismo (como) superación (Aufhebung) positiva de la propiedad privada, es la expresión positiva de la propiedad privada abolida (aufgehobenen Privateigentums)… el Comunismo como real apropiación (Aneignung) de la Esencia (Wesen) humana… el Comunismo como Humanismo (Humanismus) y, simultáneamente, como Naturalismo (Naturalismus)… el Comunismo como Humanismo positivo (positiv Humanismus)”; en estas variables fórmulas entendía Karl Marx entre 1843 y 1844 el concepto de Communismus crítico o científico. El Communismus crítico moderno puede ser explicado en términos filosóficos por Marx como una oposición reflectiva, tal como lo entendía no solo Hegel, sino el mismo Fichte, muy valorado por los jóvenes hegelianos.[12] La idea de que, por un lado, la relación del Yo consigo mismo y la Identidad y, por otro lado, la relación del Yo con lo otro y la Negación, se aclaren recíprocamente (no puede entenderse la Identidad y la Negación independientemente de la relación Subjekt-Subjekt y de la relación Subjekt-Objekt), proviene de Fichte. Por supuesto que Hegel adopta el concepto fichtiano de autoconciencia para la primera figura de la conciencia y el primer paso hacia el saber. Comunismo es re-flexio, reflexión (por oposición) y determinación negativa desde el propio estado de la nueva clase obrera y los presupuestos de la sociedad civil capitalista. El Comunismo es al mismo tiempo una intelección (racional) y una subjetividad concreta, por lo que, parafraseando a Fichte, para el joven Marx vale aquello de es “solo a través de la oposición es posible obtener una conciencia específica y clara de lo que sea.”[13]

También sabemos que Marx había estudiado a Lahautière, uno de los acuñadores del término “Comunismo”, y que poseía una de sus obras en su biblioteca personal.[14] La explosión descontrolada del concepto “Comunismo” generó, incluso entre los propios Engels y Marx, marasmo y confusión ideológica, en la práctica alianzas contra natura, que finalmente se solucionaron con la publicación en 1848 del Manifiesto. La situación caótica no solo provenía de los voceros de la reacción o los medios de comunicación aristocráticos, sino de los propios representantes reformistas, surgía del seno mismo de los promotores del autoproclamado Comunismo popular. Ya en 1843 un futuro estrecho colaborador y militante destacado de la Bund marxista en Suiza, Sebastian Seiler, quien incluso viviría con Marx en Bruselas, afirmaba irreflexivamente que Cabet, Constant, Proudhon y Weitling eran “los cuatro principales evangelistas” del Comunismo moderno.[15] Por ejemplo el mismo Engels, escribiendo desde Mánchester, en esa época clasificaba bajo la etiqueta “comunistas” a personalidades tan contradictorias, dispares y enfrentadas a muerte en lo político y en lo teórico, como Leroux, George Sand, Lamennais y Proudhon.[16] Era la noche donde todas las vacas son pardas. En el mismo número de la revista donde apareció su Einleitung a la crítica de la Filosofía política hegeliana (aunque ni Mehring ni Althusser lo tomen en cuenta) Marx sí habla concretamente del Comunismo oficial de manera polémica: en una ficticia sección denominada “Ein Breifwechsel von 1843” (Intercambio de correspondencia en 1843), escribe que “tenemos que actuar sobre el presente, a través de la crítica radical de todo lo existente (die rücktsichtlose Kritik alles Bestehenden)… esta es la razón por la que nosotros no tendríamos que alzar ninguna bandera dogmática. Todo lo contrario. Tenemos que intentar acudir en ayuda de los dogmáticos, a fin de que se aclaren a sí mismos sus propios principios. Así, sobre todo, el Comunismo (Communismus) es una abstracción dogmática (dogmatische Abstraction), con lo cual me refiero no a cualquier presunto y eventual Comunismo, sino más bien al Comunismo realmente existente (wirklich existirenden Communismus), tal y como lo profesan Cabet, Dézamy, Weitling, etc. Dicho Comunismo no es más que una particular manifestación del principio humanista (humanistische Princips) contaminado por su opuesto, el elemento privado. Abolición de la propiedad privada y Comunismo no son en absoluto idénticos, y no por casualidad, sino necesariamente, el Comunismo ha acabado enfrentándose con otras doctrinas socialistas, como las de Fourier, Proudhon, etc. precisamente porque dicho Comunismo no era sino una particular puesta en práctica, unilateral, del principio socialista.”[17] Marx entiende que el Communismus crítico nada tiene que ver con su aplicación o traducción en la práctica teórica, con el Comunismo realmente existente, que no puede hacer un signo de igualdad entre las dos dimensiones (idea-empiria): la historia de la idea comunista es una genealogía discontinua entre teoría y praxis. En segundo lugar, tanto el Protosocialismo como el Comunismo práctico hegemónico no cumplen la universalidad y la omnilateralidad de una universelle Klasse, de su elemento material pasivo, ya que no abarcan lo orgánico-dialéctico, todas las facetas, necesidades e intereses de la sociedad: cristalizan momentos unilaterales de la crítica a lo realmente existente. En este punto es evidente que el joven Marx ya ha tomado la polémica diferenciación entre Communismus y lo que llama el Principio socialista (socialistische Prinzip), es más, aclara que el Comunismo histórico (tal como existía en 1843), por su abstracción y unilateralidad, “necesariamente” se enfrenta al Socialismo, por eso aclara que “todo el principio socialista… no es más que uno de los aspectos concernientes a la realidad, de la auténtica esencia humana”. La paradoja es que el Comunismo práctico, el efectivamente existente, no el crítico, es en realidad una puesta en práctica del ya superado en la práctica (históricamente) Principio socialista.

El Comunismo crítico, explicaba Marx, debería ocuparse de todos los aspectos de la existencia teórica (theoretische Existenz) del ser humano, es decir: religión, política, ciencia, etc. y no de momentos unilaterales o ser contaminado mecánicamente por su opuesto (propiedad privada), y de nada vale contraponer un sistema (Marx menciona como paradigma a Voyage en Icarie de Cabet) a los intereses y necesidades reales, materiales e históricos de la masa. En el mismo número, en un artículo titulado “Panorama de los periódicos alemanes. Diario apógrafo de Ferdinand Coelestin Bernays”,[18] Marx, que compone con su pluma los últimos cuatro apartados, vuelve en tono satírico sobre el Comunismo en Alemania bajo el título de “Der Communismus deutsch” (El Comunismo a la alemana) y “Der Communismus des Schwanenordens und des berliner Hofluxus” (El Comunismo de la Orden del Cisne y el lujo de la corte berlinesa).[19] En ellos, haciéndose eco de las críticas anteriores, se mofa de la pretensión de los círculos filosóficos que el Comunismo y el Socialismo sean “robustos hijos del Espíritu alemán”, y de la banalización&vulgarización ideológica de la idea comunista en los salones literarios y en la corte prusiana de Berlín.

II

“La Filosofía social francesa comienza a penetrar en el pueblo como Comunismo científico.”

(M. Hess, 1843)

Es claro que ya entre 1842 y 1843 Marx tienen un interés especial por el Comunismo en cuanto crítica de todo dogmatismo, y que diferencia los comunismos oficiosos, hegemónicos, terrenales, los intentos históricos de traducción de la teoría a la praxis, como fallidos por su unilateralidad o su hipoteca ideológica con el principio socialista. En este mismo texto de los Deutsch-Französische Jährbucher junto a Ruge, creía que era posible la colaboración estrecha, bajo el denominador común de… ¡pertenecer a una constelación comunista o filocomunista!, entre propagandistas y pensadores políticos tan dispares como Cabet, Leroux, Lamennais, Lamartine, George Sand, Flora Tristan, Louis Blanc, incluso Considerant.[20] Era clara la exigencia de una autoclarificación del Comunismo crítico y del criterio científico que debería de alguna manera sustentarlo en su reflexión negativa sobre la época burguesa. No es casualidad aque en la misma época de la confusión y búsqueda del concepto de Comunismo crítico, surga en paralelo la cuestión de su status de cientificidad, de su criterio de ser Ciencia de lo social. En las catacumbas textuales del MKP también resuena el eco del debate de la posibilidad de un Comunismo crítico qua científico, el wissenschaftliche Kommunismus que empiezan a mencionar tanto Engels, Hess y Marx a partir de 1845.  Proudhon ya había reclamaba en 1840 un Socialisme scientifique en su libro sobre la Propiedad que ya mencionamos, tan estudiado y alabado por Engels y Marx; así como Von Stein en su popular libro sobre el Comunismo y el Socialismo. Precisamente el termino aparecerá traducido al alemán como wissenschaftlicher Sozialismus en la versión aleman del libro publicada en 1844, será usado por Karl Grün en su superficial crítica literaria a Saint-Simon, que a su vez será criticado ferozmente por Engels y Marx en La Ideología alemana. Pero el primero en acuñar el término será el “rabino rojo” Hess en un famoso ensayo de 1843 sobre Socialismo y Comunismo,[21] quién señalaba que “la Filosofía social francesa […] solo ahora, después de San Simón y Fourier, se libera de la escuela y comienza a penetrar en el pueblo como Comunismo científico.” Hess, debatiendo el libro de Von Stein, a su vez califica negativamente al Comunismo realmente existente y hegemónico en las vanguardias literarias y artesanas de la época como abstrakter Communismus, Comunismo abstracto. El Comunismo crítico debía ser para Hess una nueva síntesis epocal, un radical Ateísmo político, afirmando que “sin Igualdad absoluta, sin el Comunismo francés por un lado, pero sin Libertad absoluta por el otro, sin el Ateísmo alemán (Fichte y Hegel), ni la libertad personal ni la igualdad social pueden convertirse en una verdad real.” A continuación, en 1844, serán los propios Engels y Marx quienes califiquen la obra de Proudhon hasta ese momento, de “Manifiesto científico (wissenschaftliche Manifest) del Proletariado francés” y a Gay, Dezamy et altri de wissenschaftlichern Kommunisten, “comunistas científicos”, que superan el limitado Comunismo de Cabet con un Humanismo real.[22]

¿Marx se encontró con el Comunismo a lo largo de los años 1842-1843? No está del todo clara para la Marxología oficial. Y no se trata nada más de los viejos biógrafos y hagiógrafos de Marx de la pútrida Socialdemocracia alemana que tanto odiaba Althusser y el Marxisme francés in toto.[23] En una vuelta de tuerca, tanto él mismo como sus discípulos y continuadores académicos afirman que incluso la aparición de la idea comunista, que Althusser define como la genèse dramatique de la pensée de Marx, fue más adelante, en el año 1845. Es el momento en el cual surgirían las “obras de la ruptura epistemológica”, cuando el futuro Marxismo-Leninismo da sus primero pasos científicos, como se señala equivocadamente en el Dictionnaire du Marxisme: “No será hasta la gestación de ‘La ideología alemana’, que Marx utilice el término Comunismo en tanto temática crítica de la revolución social de una sociedad”, que antes de 1845 utilizaba en cambio el término Socialismo, y que entre 1842 y 1845, Marx utiliza ‘Comunismo’ para identificar ciertas doctrinas utopistas, como las de Cabet o la de Weitling, tanto como al movimiento de crítica teórica y práctica de la sociedad existente.”[24] Althusser mismo afirmaba que que entre los años 1842-1845 no puede hablarse en Marx de una idea comunista per se, aunque vimos que en el Marx histórico, el de carne y hueso, aparece con frecuencia, tomandola de manera positiva como polémica. Althusser encontrará, en cambio, no un Comunismo in nuce, sino la presencia de un filocartesiano “Racionalismo comunitario”(sic). Es paradójico que Althusser aunque pretende ser el abanderado del Marxisme-Leninisme, que pretendía oponerse tanto a la Historiografía reformista del Marxismo “humanista” de la IIº Internacional como a Sartre desde la pureza científica, en realidad repite y profundiza su error en la exégesis de Engels y Marx. Precisamente un filósofo marxista heterodoxo llamado Karl Korsch, tomando los mismos textos juveniles de Marx que Althusser había colocado en el Index condenatorio del M-L, realiza una operación exegética crítica e inversa, que generó, junto con Lukács, lo que se conoce como el Marxismo occidental. Korsch también tuvo la oportunidad de conocer el Nachlass inédito de Marx gracias al trabajo de difusión editorial de Riazanov desde el IME en Moscú en los años 1920’s y con este punto de partida documental valioso rompe la heterodoxia sobre la idea comunista en Marx, llegando a afirmar que ya existía un Comunismo crítico latente, inconsciente, incluso un Materialismo revolucionario (revolutionary Materialist), aunque todavía con un ropaje basado en la jerga hegeliana, no en 1845, ni siquiera en 1843, sino ya en el Marx periodista de la Rheinische Zeitung de 1842.[25] Si hay un filósofo marxista que nunca subestimó al joven Marx, todo lo contrario, ese es el húngaro Georg Lukács. Lukács pudo consultar in situ, en lo que llamaba en sus memorias un “golpe de la suerte”, los escritos inéditos de Engels y Marx, su valioso e inédito Nachlass, en el IME dirigido por Riazanov en 1930, y reconocía su enorme valor no sólo meramente doxográfico o filológico sino político-filosófico: “Desde la publicación de los escritos juveniles de Marx por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú ha sido visible su camino evolutivo por lo menos en sus rasgos fundamentales. Se nos presenta hoy mucho más clara y completa la fisonomía espiritual del joven Marx, de lo que había sido posible en la edición póstuma de Franz Mehring.”[26] Curiosamente no habla de Comunismo en esta época temprana de Engels y Marx, sino de un pasaje acelerado de la “Democracia revolucionaria al Socialismo proletario”, o sea: hacia el Comunismo crítico.[27] Para Lukács “el joven Marx cae hacia 1843 en una crisis teórica, de la que surge después, en tiempo desconcertantemente breve, el Socialismo científico, junto con su fundamento de cosmovisión, el Materialismo dialéctico e histórico”. Además señala que las características que Marx critica en los hegelianos radicales de izquierda, es que “tengan predilección a coquetear frívolamente con el Comunismo, introduciendo clandestinamente frases comunistas en críticas de teatro, etc.”, y que la primera fundamentación del Comunismo crítico aparece en los Manuscritos… de 1844, aunque sigue sosteniendo que son meros ejercicios preparatorios de “aquella madura y clásica elaboración del Materialismo Histórico” que poco después se dará en la Die deutsche Ideologie de 1845, en el anti-Proudhon, la Miseria de la Filosofía de 1847 y que tendra una primera y nerviosa cancelación en el Manifiesto.

Ahora bien: ¿Engels llegó de la misma manera al Comunismo crítico? Engels por esta época también coincidirá, de manera increíble, con el joven Marx en muchas de sus posiciones teóricas y prácticas, afirmando que “el crecimiento del Comunismo ha sido saludado por la mayoría de los espíritus eminentes de Francia: Pierre Leroux, el metafísico, George Sand, la valiente defensora de los derechos de la Mujer, el abate de Lamennais, autor de Las palabras de un creyente, y otros muchos, se muestran más o menos afectos a las doctrinas comunistas. Pero el escritor más notable en este respecto es Proudhon, hombre joven, que hace dos o tres años publicó su obra titulada ¿Qué es la propiedad?, pregunta a la que responde: ‘la proprieté c’est le vol’ (la propiedad es el robo). Es ésta, la obra más filosófica en lengua francesa escrita por un comunista.”[28] El joven Engels ha llegado a la idea comunista a través de un camino de alguna manera inverso y más lineal que el de Marx: su pasaje ha sido de la vivencia íntima de la miseria social en su natal Wuppertal y en Reino Unido (Londres, Mánchester), a integrarse en la denuncia periodística a través de los jóvenes hegelianos, para arribar a la conciencia comunista gracias a los socialistas verdaderos y al influjo del “rabino rojo” Moritz Hess.[29] No hay, como en el angustioso derrotero de Marx, momento monárquico constitucional, ni etapa liberal en la maduración intelectual de Engels. En el mismo artículo, Engels llama la idea comunista un sistema, System, y relaciona su búsqueda con la aparición de la cuestión social, con el surgimiento de un movimiento desde abajo de reforma social y la tímida consolidación de un partido reformista (Partei von Sozialreformern). Weitling es calificado como fundador del Comunismo alemán (deutschen Kommunismus), el primero que intenta la construcción de einem geschlossenen System des Kommunismus, de un sistema coherente de Comunismo, e incluso en sus limitaciones y tosquedades teóricas, para Engels habría sido superior a lo que divulgaban en la época “la mayoría de las revistas comunistas francesas, mejor incluso que el Populaire del padre Cabet.” Lo que es más importante: Weitling también intenta traducir el Kommunismus en una forma de organización, traducirlo a la práctica, dar una respuesta organizativa a la idea comunista, primero organizando un núcleo comunista centralizado, estableciendo una Profesión de Fe y luego estableciendo esatutos sólido “comenzó a organizar un partido… bajo el nombre de ‘sociedades corales’ (Gesangvereine), fueron créandose agrupaciones en las que se discutía la nueva configuración de la sociedad.” Pero, señala Engels, aparte de este partido práctico popular (volkstümliche Partei) e ideológicamente confuso de Weitling, existe en Alemania otro partido que aboga por un Comunismo sesgado a lo teórico: “es un partido filosófico; nada tiene que ver en cuanto a su origen  con los comunistas franceses ni con los ingleses y ha brotado de la Filosofía… Kant inició  esta revolución, al derrocar el viejo sistema metafísico  de Leibniz, implantado a fines del siglo XVIII… Fichte y Schelling acometieron las obras del nuevo edificio y Hegel se encargo de darle el remate final al nuevo sistema.” El peculiar philosophische Partei que portaba la idea comunista in nuce, in pectore en Alemania es para Engels el amplio movimiento inspirado en Hegel, el Hegelianismus, pero en especial el ala radical de los jóvenes hegelianos, que tienen como partida de nacimiento el libro La vida de Jesús de David F. Strauss (al que no por casualidad le dedicó todo un libro crítico el reaccionario Nietzsche).[30] ¿Strauss como gérmen de la idea comunista? Si la idea comunista implica un momento negativo, una afirmación en la negación, el martillo de la crítica radical, se cumple aquella afirmación de Marx que la “Crítica a la Religión es la condición necesaria de toda Crítica”. Como Spinoza como antecedente evidente, Strauss exhibía crudamente y con gran erudición que las narraciones evangélicas eran tan contradictorias en sí mismas, que no existían los menores motivos lógicos o racionales para considerarlas historias verídicas: los Evangelios son el resultado de la conciencia mistificadora del Geist des Volkes de la primitiva comunidad cristiana.

La dura lucha por liberarse y al mismo tiempo, establecer el nuevo Comunismo científico, ergo: crítico, en los tres niveles (teórico, organizacional y agitprop) se preanuncia ya entonces en intervenciones, polémicas y textos del período 1844-1847. Engels, el auténtico genio organizativo en aquellos momentos, lo rememora en uno de sus prólogos, el de 1890, donde precisa que para el triunfo de los principios establecidos en el Manifiesto del Partido comunista, Marx “apostaba única y exclusivamente por el desarrollo intelectual de la clase obrera, como resultado lógico y necesario de la discusión y de la acción solidaria.” El deslinde, demarcación y reconfiguración de la tradición teórica revolucionaria del nuevo movimiento obrero, en este punto claramente contra la táctica “blanquista”, comenzó como tarea imperiosa y urgente ya en La Sagrada Familia, obra definida por Engels y Marx como “un anticipo de las obras independientes en las que nosotros –cada uno de nosotros por separado- expondremos nuestra opiniones positvas acerca de las doctrinas sociales y filosóficas más recientes”; ergo: el nuevo Comunismo teórico, en tanto Anschauung, concepción realmente crítica del Mundo burgués y del revolucionarismo realmente existente en las vanguardias de la clase de la época. La “Crítica comunista” –explicaban Engels y Marx-, a diferencia de la literaria o pseudosocialista, consiste “en una crítica decidida de los fundamentos reales de la sociedad actual.”[31] Otra estación de paso y que subsiste como sustrato en el MKP es la obra maldita de Engels y Marx, La Ideología alemana, en especial el volumen II de la obra, titulado “Crítica del Socialismo alemán de acuerdo a sus variados profetas”.[32] En el contexto de una atroz crítica sin miramientos a la ideología de la izquierda alemana realmente existente, que denominan kritische Beleuchtung, Engels y Marx van estableciendo puntos nodales que cristalizarán en el programa teórico-práctico de 1848. La consolidación del Comunismo crítico ya tiene sus primeros intentos de fundamento en estas páginas, el capítulo de crítica a Feuerbach, allí se define en plena polémica al Comunismo “no como un estado que debe implantarse, o un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos Comunismo al movimiento real (wirkliche Bewegung) que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente.” Y un poco más adelante señalan que “lo que al verdadero comunista le importa es derrocar lo existente (Bestehende umzustürzen)”, ya que para “el materialista práctico, es decir: para el comunista, de lo que se trata es de revolucionar el Mundo existente, de atacar prácticamente y de hacer cambiar las cosas con que nos encontramos”.[33] Un poco más adelante, en la crítica a Stirner, se advierte que “el Comunismo ha cobrado una forma pequeño-burguesa, y al mismo tiempo, ideológicamente superabundante”, y que el Comunismo [crítico] “no piensa que la Humanidad necesite algo que no sea una ilustración crítica (kritische Beleuchtung)”; el fundamento real del Comunismo crítico “es la determinada coyuntura de las relaciones bajo el regimen burgués”, por ello los comunistas “no tienen empacho en decir que tratan de derrocar el poder de la Burguesía… tan pronto como cuenten con la fuerza necesaria para hacerlo.” El Comunismo científico-crítico incluso se presenta a estas alturas como “una interpretación materialista (materiellen Voraussetzungen) del Mundo, que observa empíricamente las premisas materiales de la realidad en cuanto tales y es por ello una concepción (Anschauung) realmente crítica del Mundo.”[34] Más adelante remarcan que los comunistas crítico-teóricos, que se enfrentan a los “caballeros filosóficos de la Sustancia”, buscan la “fuente material”, la materielle Geburtsstätte de las contradicciones, y que, enfrentándose en este caso a la influencia cristiana de Weitling, no enarbolan ni predican ninguna Moral especial. Ya en el capítulo II la necesidad de clarificación y deslinde, el trabajo negativo de la kritische Beleuchtung, surge con imperiosa ansiedad ante la vacua charlatanería, grotescas fanfarronadas y caricaturas de lo que es el Comunismo que gana adeptos entre sectores de la vanguardia obrera artesana.  Engels y Marx constatan que “se han manifestado un cierto número de escritores que han asimilado algunas ideas comunistas francesas e inglesas, entreverándolas con sus premisas filosóficas alemanas”, y que la verdad que le atribuyen al Comunismo “recurriendo a la ayuda de la Ideología alemana, principalmente la de Hegel y Feuerbach. Desgajan los sistemas, las críticas y los escritos polémicos comunistas del movimiento real del que son simplemente expresión y tratan de enlazarlos caprichosamente con la Filosofía alemana.” Esta distorsión ideológica dentro del Movimiento real, el “Socialismo verdadero”, “no es otra cosa que la transfiguración del Comunismo proletario (Verklärung des proletarischen Kommunismus).”[35] Está ideología imperante en el artesanado revolucionario es calificada por Engels y Marx como una tendencia inevitable, una unvermeidlichen Richtung, dada las condiciones materiales del proletariado alemán dentro y fuera del país, y que termina generando una organización sectaria pseudocomunista, Zwischensekte, que concilia e intermedia entre el estado de ánimo imperante en la pequeña burguesía y los trabajadores artesanos y el nuevo proletariado. Es la ideología espontánea, sensible de una forma de vida, de un tipo de composición de clase. Este Gemüt ideológico es una puerta abierta “a un tropel de jóvenes literatos alemanes, doctores milagreros y otros aficionados a la Literatura “dedicados a explotar el Movimiento social”, que surgen “sin verdaderas luchas de partido, prácticas y apasionadas”, “puramente literario… sin ningún interés real de partido”, que se empeña ahora, que se ha formado un auténtico Partido comunista, “en subsistir a pesar de él.” Uno de los oponentes, el mismísmo Weitling, recordaba años después que Engels y Marx declararon públicamente la guerra y purga dentro del Bund de dos tipos de primitivos y falsos Comunismos: el “artesano” y el “filosófico”.[36]

III

La exigencia extraintelectiva, genuinamente materialista del Comunismo científico-crítico es intentar ser la expresión teórica, la theoristische Ausdrucke, de una antítesis real. No puede ser, so peligro de retraducirse en una praxis defectuosa en lo táctico, mera aplicación de una idea genial, de una inspiración literaria. En el caso específicamente alemán, la Filosofía alemana posthegeliana se presenta disfrazada y travestida de Socialismo avanzado, ya que, como señalan Engels y Marx, “al no tener ante sí las condiciones de clase modernas desarrolladas, los comunistas alemanes solo pueden sacar la base de sus sistemas de las propias condiciones del estamento del que ellos surgían.” Por eso el Comunismo realmente existente, el Comunismo abstracto pero oficioso, primitivo “es una reproducción de ideas francesas mal recepcionadas, traducidas y adaptadas al modo de concebir limitado” que es impuesto inconscientemente por “las estrechas condiciones del artesanado”, es decir: por su forma de vida.  La teoría ideológica tiene su base terrenal, su humus material en las condiciones sociales, en la handerwerke Verhältnisse artesana, los despectivamente llamados en la emigración alemana Straubinger.[37] La constitución de clase ya se platea aquí como una problemática decisiva. Al no tener ante sí las condiciones materiales de clase modernas desarrolladas y maduras, los comunistas alemanes, siguen explicando Engels y Marx, son prisioneros de un mecanismo ideológico que “consiste en equiparar la realidad material a las ilusiones… si los representantes teóricos (theoristische Vertreter) de los proletarios quieren conseguir algo mediante sus actividades literarias, tienen que esforzarse en que sean eliminadas todas las frases que atenúen la antítesis (Gegensatz) que empuja siempre a la crisis.” Ya en esta época se identificaba y fijaba programáticamente qué significaba en el Comunismo crítico la antítesis real bajo el dominio del Capital: en su forma “abstracta y tosca” consistía en la Gegensatz entre Propiedad y carencia de Propiedad, cuya superación, su Aufhebung teórico-práctica generaba dos posibilidades, o bien una Miseria universal o bien el Comunismo o, en realidad, la auténtica Propiedad humana. El movimiento comunista –continúan diciendo- “no puede echarse a perder por culpa de unos cuantos fabricantes de frases alemanas filosóficas, que diluyen y debilitan la conciencia del Comunismo crítico”.[38] No nos resulta sorprendente entonces que en el MKP finalmente se expusiera, por primera vez, la autoconciencia marxista de la temática de la composición y de la constitución de la conciencia de clase como tal.

En Miseria de la Filosofía de Marx -por cierto: una nueva polémica crítica en la interna de la izquierda europea, otro momento de la kritische Beleuchtung[39] criticando la corriente filantrópica de los economistas “humanistas”, tanto socialistas como  comunistas, los abstrakten Ideologen, señala que “estos teóricos son solo utopistas, que, para mitigar las penurias de las clases oprimidas, improvisan sistemas y se entregan a la búsqueda de una Ciencia regeneradora.”, estos no llegan a ver el “aspecto revolucionario, destructor de la miseria proletaria”, asumido este aspecto central, estos doctrinarios podrán desarrollar entonces una Ciencia revolucionaria.[40] No es casualidad que citemos este texto polémico de Marx, que era el libro-guía de la Liga de los Comunistas en la época. Resulta sintomático que la dirección de la propia Bund en una circular interna recomiende a sus militantes, para combatir la influencia de gurúes progresistas y epígonos de Proudhon y Weitling et altri, leer precisamente “el libro de Marx, Misère de la philosophie,[41] verán que el Estado igualitario que ellos reclaman en un mar de palabras y fórmulas floridas, no es otra cosa que el Estado actual”; en otro párrafo critica los ideólogos del artesanado obrero como “soñadores y vendedores de sistemas”, que tienen en la boca la palabra Igualdad o Comunismo “sin saber lo que significan”, para finalizar exhortando a los comunistas conscientes a trabajar para que “desaparezcan de las comunas este círculo de ideas falsas.”[42] Precisamente en la carta de invitación a Proudhon para sumarse al Comité de Bruselas como corresponsal de mayo de 1845, Marx establece la tarea de esta correspondencia como la de “ocuparse de la discusión de cuestiones científicas, de la vigilancia de los escritos populares y de la propaganda socialista… las diferencias de opinión se podrán manifestar, se llegará a un intercambio de ideas y a una crítica imparcial. Se trata de un gran paso en el movimiento social en su expresión ‘literaria’ para liberarse de los miserables límites de la ‘Nacionalidad’.”[43] Y no es casualidad. Será en esta praxis de contactos inevitablemente internacionales entre doctores revolucionarios emigrantes, dirigentes obreros perseguidos y nuevas vanguardias de clase donde nacerá materialmente el futuro Internacionalismo proletario. Una red subversiva, jalonada de organizaciones e instituciones mediadoras, como la “Democratic Friends of all Nations” de la que participarán Engels y Marx, que superará, práctica y teóricamente, la vieja idea del cosmopolitismo burgués del siglo XVIII que se resumía en el motto: “Todos los seres humanos son hermanos.” La doble reivindicación de clase, que resumía dignidad humana y fraternidad internacional de clase, ya había quedado establecida hacia 1839 en la organización secreta de los comunistas republicanos “Travailleurs égalitaires”, [44]  quedó resumida en junio de 1847 en el Bund como el preciso lema: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, feliz fórmula que pasará inmediatamente al MKP.[45]

El dispositivo práctico y militante desarrollado en Bruselas, armazón sobre el cual fluirá el MKP como condensación-cristalización de esta nueva forma de acción de clase, se construye sobre tres pilares. En primer lugar la organización “Fraternal Democrats” que ya mencionamos, creada en septiembre de 1845, a iniciativa de Engels y el ala izquierda del Cartismo (Cooper, Harney). Una colectora que reagrupó a cientos de militantes de todas las nacionalidades europeas, primer esbozo de un auténtica red internacionalista contra el Capital global. En segundo lugar la Asociación democrática de Bruselas, Association Démocratique, ayant pour but l’union et la fraternité de tous les peuples, fundada a partir de un banquete democrático de refugiados políticos de toda Europa en favor de la causa polaca, de la cual Marx será nombrado vicepresidente; la asociación tendrá una breve pero intensa vida.[46] En tercer lugar, organizativamente el punto nodal del armado organizativo, el legendario Comité de Correspondencia Comunista, Kommunist Korrespondenz Kommittee, inspirado por la mítica “London Corresponding Society” (LCS) y casi con seguridad una sugerente propuesta organizativa de Engels, que seguramente conoció esa tradición organizativa popular en Inglaterra (muchos antiguos miembros de sociedad de correspondencia habían continuado su militancia en el Cartismo y transferido sus experiencias de militantismo). La LCS, una federación de clubes locales de lectura y debate que en la década siguiente a la Revolución Francesa agitaron la reforma democrática del Parlamento británico, es considerada la primera organización política claramente clasista, obrera artesanal, que se formó en Inglaterra, una sociedad en realidad más “popular” que proletaria en su composición.[47] Pero era claramente una organización con diseño plebeyo: los trabajadores manuales ocupaban posiciones directivas, regularidad en su funcionamiento y plan de actividades políticas, ceremonias de procedimiento transparentes, voluntad colectiva de propagar su ideario, además existen unos estatutos formales de pertenencia, funcionamiento democrático de base y forma de financiación de los propios afiliados. La LCS adoptó una estructura descentralizada y horizontal para evitar la represión, organizándose en «divisions», cada una de las cuales comprendía «diezmos» de barrio de no más de diez miembros. Cada división se reunía dos veces por semana para tratar temas puntuales y discutir textos históricos y políticos.[48] La LCS establecía sus puntos esenciales sobre temas políticos y sociales a través de manifiestos públicos denominados “Explicit Declaration”, demostrando la capacidad de los trabajadores para un pensamiento público, racional y crítico a la vez. La multitud, globalmente identificada con el trabajo dependiente pero también autónomo, intentaba organizarse a sí misma y generar en esta conversión un nuevo tipo de autoconciencia. El fin exacto del Komittee no la sabemos con exactitud, la información es incompleta o se ha perdido, los medios eran correspondencia personal, circulares y panfletos litografiados, bibliotecas cooperativas, influencia en periódicos progresistas o liberales, en revistas socialistoides a través de corresponsalías de ensayistas que pertenecían al KKK, construcción de contactos regulares entre militantes aislados o grupos más o menos organizados localmente y la coordinadora en Bruselas. Según podemos deducir de todo esto su tarea inmediata no era tanto la fundación de una organización comunista actualizada, ni el trabajo de constitución sino el andamiaje preliminar a su creación, su acondicionamiento y preparación, abonar, allanar, airear, decompactar, mullir y urbanizar el nuevo terreno de la composición de clase proletaria, bajo un tripode organizativo y práctico, que incluía, además los nuevos estatutos, la publicación Kommunistiche Zeitschrift y finalmente el propio Manifiesto que clausuraba el círculo virtuoso. A su vez parte del trabajo del Kommittee, los de difusión y la de los vitales contactos transnacionales del nuevo Internacionalismo de clase, se ejercía con otra agencia de prensa, la Deutsches Zeitungs-Correspondenz-Bureau, fundada por Reinhard y Seiler en Bruselas en 1845, que utilizaba este canal paralelo para hacer circular en la opinión pública burguesa los puntos de vista del Comunismo crítico sobre la agenda de la actualidad.

En una carta de Marx fechada en diciembre de 1846, recordemos que él y Engels ya habían fundado a principios de 1846 el Comité de Correspondencia Comunista, Kommunist Korrespondenz Kommittee, como hemos visto una coordinadora que pre-anunciaba la futura I Internacional, éste explicaba el implacable combate contra todas las formas de Socialismo borreguil, sentimental, utopista, exponiendo los problemas que acarrea la influencia pequeño-burguesa de ideólogos pseudocomunistas, y que “una gran parte del Partido comunista alemán se muestra irritado contra mí porque me opongo a sus utopías y a sus declamaciones”; tal era la resistencia interna a este combate del nuevo Comunismo científico, crítico e internacionalista encabezado por Engels y él, en realidad por el parti Marx como lo denominaban con sarcasmo.[49] Marx confiesa no conseguir editores de sus obras más polémicas (como La Ideología alemana o Miseria de la Filosofía), ya que los posibles editores “son representantes interesados de todas las tendencias que yo ataco.”[50] En una carta posterior, al recordar estas luchas y debates internos, Marx señala que los ideólogos artesanales hegemónicos en aquella época, Proudhon y Weitling, los bürgerlichen Radikalen und Pseudosozialisten al igual que los utopistas, “corrían en pos de una pretendida ‘Ciencia’, con ayuda de la cual creían poder excogitar a priori una fórmula para la ‘solución del problema social’, en lugar de buscar la fuente de la Ciencia en el conocimiento crítico del propio movimiento histórico, de ese movimiento que crea por sí mismo las condiciones materiales de la emancipación.” Y concluye que estos ideólogos se sostienen sobre una ilusión sociológica y “ven en la miseria nada más que la miseria, en lugar de ver en ella el lado revolucionario que ha de acabar con la vieja sociedad.”[51] Hay otro testimonio sugestivo en el libelo de Marx Herr Vogt de 1860, en el cual rememora los años de lucha ideológica y teórica en que surgió la necesidad del MKP. Recuerda Marx que “la Liga [de los Comunistas] se hallaba en un terreno propicio para la propaganda pública (öffentliche Propaganda)… en lo que se refiere a su doctrina secreta (Geheimlehre) de la Liga en sí, es preciso admitir que la misma soportó todas las transformaciones del Socialismo y Comunismo francés e inglés, como también sus derivados alemanes (como por ejemplo las fantasías de Weitling)… En Bruselas, fundé con Engels, Wolff  y otros una Asociación Cultural de Obreros alemanes desde la cual la mescolanza (Gemisch) de Socialismo anglo-francés y de Filosofía alemana era sometida a una crítica despiadada (unbarmherzigen Kritik), y que por aquel entonces constituía la doctrina secreta de la Liga, recomendándose en cambio el conocimiento científico (wissenschaftliche Einsicht) de la estructura económica de la sociedad burguesa, como único fundamento teórico pertinente (haltbare theoretische Grundlage), explicándose en una forma popular, que lo que se trataba no era la imposición de un sistema utópico cualquiera, sino la participación activa y consciente en el proceso revolucionario (Umwälzungsprozeß) social al que asistíamos.”[52] Y un poco más adelante afirma Marx que finalmente “quedó aceptado el Manifiesto del Partido Comunista que Engels y yo habíamos redactado, imprimiéndose a principios del año 1848  traduciéndose más adelante a los idiomas inglés, francés, danés e italiano.”[53] Todavía en 1891, en correspondencia con el traductor español José Mesa, Engels recordaba esta lucha interna en la izquierda europea durante 1846-1847, combate contra “el gran arsenal del que los radicales burgueses y los pseudosocialistas de Europa occidental derivan frases para la eutanasia de los trabajadores, en la cual se le oponía desde dentro de las vanguardias obreras “al Socialismo genuino, expresión racional y sucinta de las aspiraciones del Proletariado, a un Socialismo burgués falsificado.”[54]

Llegados ha este punto podemos resumir las estaciones, el devenir que desembocará en una primera formalización de esta lucha contra la ideología del artesanado radicalizado, ese sincretismo de dictadura blanquista, periodismo salvífico, secretismo carbonario, comunas icarianas, asociaciones cooperativas a la Proudhon y vulgata hegeliana, primero en la lucha por unos nuevos estatuos; seguidamente en el nacimiento de un órgano centralizado teórico-práctico, la Kommunistische Zeitung; y finalmente en la elaboración y publicación del Manifiesto en febrero de 1848. Es decir que el MKP es ininteligible o falsamente inteligible si se lo aborda externo a su inserción con los otros momentos de la práctica política. Aquí también lo lógico es explicado por lo histórico, y viceversa. La aparente y althusseriana “lucha de clases en la Teoría” que se desarrolla ante nuestros ojos en el Manifiesto es en realidad la expresión de un combate en la arena de la nueva composición de clase, un búsqueda de distinción y superación en la propia práctica militante y organizativa. Desde inicios de 1845 puede verse la nueva dimensión, en la teoría y en la práctica, de la autoconciencia del Comunismo práctico de Engels y Marx, desarrollo esencial que se expresa en la necesidad de elaborar una Kritik renovada de la Economía Política (que incluye nuevamente a List y una obra contra el Proteccionismo burgués), una reflexión ya (auto) crítica sobre su antigua conciencia comunista (las herméticas tesis sobre Feuerbach), el comienzo de Die deutsche Ideologie, cuyo capítulo sobre Grün formará parte esencial de la arquitectura del futuro MKP. En la práctica el proyecto de revista de intervención y co-investigación obrera y popular, con evidentes potenciales organizativos, hablamos de la Gesellschaftsspiegel, dirigida por Engels y Hess con el acompañamiento de Marx; en el plano práctico hay que incluir el proyecto editorial de una gran biblioteca popular de textos comunistas y socialistas y la búsqueda desesperada de una imprenta propia, para logra un flujo de publicaciones regular y permanente.[55]

Debajo de todo este trabajo diurno, un enorme acopio de materiales y nuevas lecturas, acumulación que tendrá su expresión brillante y reveladora en el MKP, como podemos comprobar en los cuadernos de notas de Bruselas y de Mánchester.[56] Resulta sintomático que Marx (y también Engels) buscaran los fundamentos materiales necesarios para reconstruir una idea comunista moderna en una renovada Kritik a la Economía política burguesa. Estas nuevas lecturas y estudios críticos comienzan alrededor de febrero de 1845, los de Bruselas, y julio de 1845 los tomados en su viaje a Mánchester. A diferencia de los de París, en estos cuadernos los comentarios ad hoc de Marx son escasos pero lo interesante es su nueva área de interés, que en algunos casos amplían, reformulan o profundizan antiguos intereses de su época en el diario RZ: (1) la soziale Frage, es decir: consecuencias sociales de la industrialización burguesa en general y de la aplicación de las máquinas en particular a los trabajadores pobres (los dos primeros cuadernos de Bruselas incluyen, en particular, extractos de Sismondi y Buret, así como el V incluye largos extractos de Gasparin, Babbage, Ure y Rossi); (2) Dinero, crédito y comercio (el cuaderno de París y el IV de Bruselas incluyen extractos extensos e importantes de Boisguillebert, Law, Dupré de St. Maur, Pinto y Child); (3) Historia de la Economía Política burguesa (cuaderno VI de Bruselas con extractos particularmente extensos de Pecchio, MacCulloch, Ganilh, Blanqui y Villegardelle). Estos extractos también muestran que, junto con la Economía política clásica en general, Marx también estaba estudiando y extrayendo puntos de vista de la Literatura crítica, como había hecho en el caso del combate contra List en su época en la Rheinische Zeitung;[57] aquí, los más importantes son Sismondi y Buret. No parece haber un tema central unificador en el cuaderno III de Bruselas, pero donde encontramos extractos del importante economista Henri Storch. El material crítico-reflexivo de ambos cuadernos se sumará, como una enorme cantera conceptual, no solo al núcleo del  MKP sino que su efecto continuará subterráneamente hasta llegar al mismo Das Kapital.

Boisguillebert le permitía a Marx incorporar, a la Kritik de la Política, la dimensión doble del dinero y la moneda, entendidos como medios comerciales y a la vez criminales, generadores de delitos y desigualdad. Marx lo valoraba como uno de los fundadores de la Economía Política clásica en Francia, el equivalente de lo que fue William Petty para Gran Bretaña.[58] El Dinero -dirá Boisguillebert- es un elemento “usurpador”, que puede y debe ser aislado y separado del mundo del Trabajo, entendido en su figura burguesa como la forma social natural, tal como después lo entendería el mismo Proudhon. En su prognósis sobre el futuro del Capitalismo, Boisguillebert pronosticaba una sociedad escindida en dos grandes clases, aquellos que pueden gozar de todos los placeres sin hacer nada y los que trabajan cubriendo meramente sus necesidad básicas; la solución que proponía era la aplicación desde el Estado de la justicia distributiva. Tal como lo hará Say, Boisguillebert explicaba el fenómeno paradójico de la escasez en la abundancia como un problema ligado a la sobreproducción, una forma de crisis inédita en nuestra civilización. También sostenía una primitiva Ley de contradicción entre Consumo y Demanda, de la cual podía deducirse una tendencia hacia la autodestrucción en la lógica del Capital. Boisguillebert también explicaba, cómo la competencia entre individuos que luchan por su interés personal suministra auomáticamente la asignación de recursos en el mercado capitalista. La competencia –es la idea que luego pasará a Smith- provee el medio a través del cual  la persecución miope de nuestros intereses optimiza de forma capitalista la asignación de recursos; su modus operandi es el sistema de precios. Marx destaca en sus extractos la simpatía instintiva de Boisguillebert hacia los desposeídos, y transcribe de la Dissertation: “Hoy los seres humanos están totalmente divididos en dos clases, es decir, los que disfrutan de todos los placeres sin hacer nada y los otros que trabajan desde la mañana hasta la tarde y apenas tienen lo necesario, y la mayoría de las veces se ve privado de ellos” y a continuación Marx señala que “Boisguillebert habla en todas partes en nombre de la gran parte de la población que es pobre y cuya ruina termina repercutiendo sobre los ricos. Habla de la justicia distributiva”; atribuye a Boisguillebert ser el creador de la “doctrina del laissez-faire, laissez -aller de los economistas modernos, ya que el motto era “Sólo es cuestión de dejar de actuar”. Marx comenta que tanto con Boisguillebert como con los “economistas políticos modernos, el curso natural de las cosas, es decir, la sociedad burguesa”, debería poner las cosas en orden por defecto. En Boisguillebert, como en los fisiócratas -señala Marx- “esta doctrina tiene todavía algo humano y significativo; humano, en oposición a la Economía del antiguo Estado que intentaba enriquecer sus arcas con los medios más antinaturales, es  como una suerte de primer intento de emancipar la vida burguesa.” Marx también comenta la explicación de Boisguillebert del fenómeno de la escasez en medio de la abundancia, que no es oyttra cosa que el fenómeno de la sobreproducción en el mercado capitalista, teoría que Marx considera “errónea como todas las doctrinas de la Economía política”. En estas crítica se adelanta la visión del Capital como momento de autodestrucción al hacerse efectivas sus contradicciones internas y “naturales”. Boisguillebert aparece en la polémica anti-Proudhon, una cita de su trabajo sobre la naturaleza de la riqueza moderna, como ilustración de la fantasía de intentar establecer una relación de proporcionalidad entre oferta y demanda.

“A los economistas políticos”, observa Marx, “no les sorprende que pueda haber un excedente de productos en un país, aunque para la mayoría exista la mayor escasez de los medios de vida más elementales: la sobreproducción es la depreciación [Wertlosigkeit] de la riqueza misma, precisamente porque la riqueza como riqueza debería tener un valor” (1998a: 56). Puede haber demasiada producción para los corredores de bolsa y los capitalistas, cuya mercancía puede depreciarse debido a la abundancia. De todas partes puede surgir un excedente de producción que ya no se intercambia porque excede las necesidades de la humanidad solvente, y el movimiento de la propiedad privada exige que, a pesar de la pobreza general y (precisamente) mediada por ella, se produzca demasiado. Con el aumento de la producción, aumenta la escasez de mercados, ya que también aumenta el número de personas sin propiedades (56–57). La masa de productos debe aumentar relativamente y, por lo tanto, superar cada vez más la demanda, es decir, devaluarse. Resulta necesariamente que no es para la sociedad sino sólo para una parte de ella que se produce y que la producción para esta parte perderá su valor, ya que es destruida por su masa en proporción a esta minoría” (56-57).

Otro autor bien estudiado es Sismondi, centrándose Marx en la determinación del valor a través del concepto de trabajo socialmente necesario. Se trata de un aporte novedoso en la Economía política que Marx incorporará en la arquitectura crítica de su polémica contra Proudhon de 1847 y que será formulado en estilo popular-divulgativo en muchos párrafos de MKP. Sismondi es acusado, en Miseria de la Filosofía, de “reaccionario” y utopista a la vez, en el sentido que quiere retornar a una aparente pasada edad dorada donde existía la justa proporción entre oferta y demanda, utopía que volvía a ganar fuerza en la ideología del movimiento obrero. Se desea el progreso sin su miseria concomitante, pero sin la lógica anárquica de la producción capitalista desarrollada, anarquía que es la causante del progreso general de la sociedad.

Comunismo e intertextualidad: el MKP como cualquier texto puede ser comprendido en profundidad desde sus capas y niveles de intertextualidad. Este trabajo de Palimpsestología, si se nos permite, facilita  profundizar y reflexionar en el sentido del Manifiesto desde puntos de vista de implicitación y perspectivas de globalidad concretas. Un primera relación es la que el texto propiamente dicho mantiene con lo que se suele denominar “paratexto”: título, subtítulo, intertítulos, advertencias, exhortación, preámbulo, prefacios, prólogos, dedicatorias, acápites, mottos, epílogos, apéndices, notas, citas, referencias indirectas, epígrafes, ilustraciones, viñetas, incluso tipo de tipografía, ilustraciones ad hoc y diseño de portada. Incorporamos en este análisis todo tipo de señales autógrafas y mojones accesorios, que procuran un entorno amable y variable al texto, generan una via regia de acceso a su sentido, una suerte de pacto o contrato unilateral, que orientan oficiosa y pragmáticamente al potencial lector proletario. Un radical modificación estilística se inaugura con el cambio de título: la eliminación final de “Profesión de fe”, con mucha carga semántica en la tradición del Catecismo católico, y su reemplazo por la más laica, modernista y burguesa de Manifesto, sugerencia de Engels, pero también un reclamo de la base militante, de muchas comunas de la propia Liga comunista a lo largo de 1847, lo que inaugura una nueva época en los textos políticos. Ya en la Francia revolucionaria, el Manifiesto como forma literaria, se entendía como una suerte de acto legislativo o de reclamo de soberanía no-oficial, extra-estatal y extra-parlamentario, y lo que es más importante, se había convertido en la nueva sociedad civil en un medio para revelar la voz de la oposición silenciosa y de las minorías. En resumen, a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, los manifiestos (políticos y sociales) habían tomado la forma predominante de ser un vehículo de comunicación de masas, un medio de disidencia, de pertenencia y de subversión, que finalmente fue asumida como herramienta por las nacientes vanguardias obreras.[59] Ya en los momentos previos de su elaboración y ejecución, ex ante Engels y Marx, muchos militantes de base de la propia Liga, ya poseían la autoconciencia de que solo una negación in toto de la tradición revolucionaria artesanal, a nivel teórico e institucional, podía lograr la ruptura y la posibilidad de un nuevo inicio en el nivel de acción revolucionaria en sintonía con el nuevo sujeto revolucionario, el proletariado fabril. En una comunicación de la Autoridad Central a todas las comunas de la Liga de los Comunistas, de septiembre de 1847, se informa que varias comunas, entre ellas la de Leipzig, “piensan que es necesario formular la Profesión de Fe de manera más científica y más adaptada a todas las clases de la sociedad. Proponen una transformación casi total y dan las razones para ello.”[60] En el mismo sentido puede entenderse el debate, aparentemente cosmético y trivial, sobre el cambio de nombre oficial (de Liga de los Justos a Liga de los Comunistas) o la reasignación de los nombres de los diferentes niveles de la organización.

En una carta de Engels a Marx de noviembre de 1847, le sugiere enfáticamente que “pienses un poco en la Confesión de Fe. Creo que sería mejor abandonar la forma del catecismo y llamar a la cosa: Manifiesto Comunista. Puesto que hay que narrar en ella una cierta cantidad de Historia, la forma adoptada hasta ahora es bastante inadecuada. Traeré conmigo el que hice aquí; está en forma narrativa simple, pero miserablemente redactado, con una prisa desgarradora. Empiezo preguntando: ¿Qué es el Comunismo? y luego directamente al proletariado: la historia de sus orígenes, cómo se diferencia de los trabajadores anteriores, el desarrollo de la antítesis entre el proletariado y la burguesía, las crisis, las conclusiones. En medio, todo tipo de cuestiones secundarias y, finalmente, la política del partido de los comunistas, en la medida en que debe hacerse pública. La que aquí se presenta no ha sido aún sometida en su totalidad a la aprobación, pero, salvo algunos puntos bastante menores, creo que puedo hacerla pasar de tal forma que al menos no haya nada en ella que entre en conflicto con nuestros puntos de vista.” En otra carta un poco después, Engels le insiste a Marx sobre la necesidad de una profession de foi científica: “Esa mescolanza teórica me indispone cada vez más con todas las palabras vanas sobre el Hombre considerado en sí, así como me irritan las críticas… contra la Teología, el pensamiento abstracto o el Materialismo vulgar. Más vale ocuparse de cosas reales, vivas, de desarrollos y de resultados de la Historia, que perder el tiempo con esas tonterías… Eso es lo mejor que tenemos para hacer, al menos mientras nos veamos reducidos a hacer uso de nuestras plumas y no podamos realizar nuestras ideas con nuestras manos.” La meta de la urgencia de “algunos escritos”, como reclamaba Engels, para fundamentar polémicamente la nueva base del Comunismo, se plasmarán en una serie de polémicas, amargas y fallidas, que desembocarán en el MKP.

Elaborar la oposición: el MKP pareciera ser el resultado acumulativo de una serie de ineficaces, fallidas y frustantes  intervenciones teórico-políticas de Engels  y Marx dentro de la propia izquierda socialista europea desde al menos 1844.  Recordaba el viejo Engels en 1885 que “cuando en la primavera de 1845 de nuevo volvimos a encontrarnos, esta vez en Bruselas, Marx había avanzado ya hacía los principales aspectos de su Teoría materialista de la Historia (materialistische Geschichtstheorie). Nos propusimos entonces la tarea de elaborar la teoría recién lograda en las más variadas direcciones… Ahora, el Comunismo ya no consistía en exprimir de la fantasía un ideal de la sociedad lo más perfecto posible, sino en comprender el carácter, las condiciones y, como consecuencia de ello, los objetivos generales de la lucha librada por el Proletariado… Nuestra intención no era, ni mucho menos, comunicar exclusivamente al mundo ‘erudito’, en gordos volúmenes, los resultados científicos descubiertos por nosotros. Nada de eso. Los dos estábamos ya metidos de lleno en el movimiento político, teníamos algunos partidarios entre el mundo culto, sobre todo en el occidente de Alemania, y grandes contactos con el proletariado organizado. Estábamos obligados a razonar científicamente nuestros puntos de vista, pero considerábamos igualmente importante para nosotros el ganar al proletariado europeo, empezando por el alemán, para nuestra doctrina.”[61] ¿Cuál fue el producto de este trabajo de demarcación-urbanización que debía expandirse en la vanguardia de clase, como afirma Engels, en nuevas y múltiples Richtungen, en variadas direcciones? Un enorme manuscrito inédito titulado Die deutsche Ideologie, obra que Marx y Engels comienzan a escribir casi inmediatamente a su desembarco forzado en Bruselas, abril de 1845, y es la evolución-superación lógica tanto de los famosos Manuscritos económicos-filosóficos de 1844 como de La Sagrada Familia, escrita por ambos entre 1844-1845. La obra se transformó no solo en un ajuste de cuentas con varias tendencias filosóficas y políticas de la Alemania de la época, sino en el acta de nacimiento del propio Marxismo ya consolidado a través de un trabajo de zapa negativo, de oposición, para establecer en este trabajo negativo de la Crítica, el nuevo Ansicht, la nueva Anschauung comunista (Marx le llamará den Gegensatz unserer Ansicht gegen die ideologische der deutschen Philosophie gemeinschaftlich auszuarbeiten) y lucha política ideológica. Allí ya se intentaba un definición científica de Kommunismus, distanciado de los comunismos utópicos de las diferentes composiciones proletarias basadas en el artesanado y en la bohemia académica, un “Comunismo crítico”, como se lo define en la polémica contra Heinzen, al afirmar que “el Comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya que sujetarse la realidad. Nosotros llamamos Comunismo al Movimiento real (wirkliche Bewegung) que anula y supera el estado de cosas actual”. El propio Engels, escribiendo con pseudónimo y en tercera persona, señalaba en un artículo de 1845 que “se ha declarado la guerra a los filósofos alemanes que se niegan a sacar consecuencias prácticas de sus teorías puras y afirman que el ser humano no tiene otra cosa que hacer que cavilar acerca de problemas metafísicos. Los señores Marx y Engels han publicado una detallada refutación de los principios sostenidos por B. Bauer y los señores Hess y Bürgers se disponen a refutar la teoría de M. Stirner. Bauer y Stirner son los representantes de las últimas consecuencias a que lleva la Filosofía alemana abstracta (abstrakten) y, por tanto, los únicos adversarios filosóficos importantes del Socialismo, o, por mejor decir, del Comunismo, ya que aquí la palabra Socialismo engloba las distintas ideas confusas, vagas e indefinibles de quienes comprenden que hay que hacer algo, pero sin decidirse a abrazar sin reservas el Sistema de la Comunidad (Gemeinschaftssystem).”[62] El Kommunismus es aquí definido, de manera notable, como un sistema social basado en la idea de comunidad humana de bienes: “El Comunismo es el Sistema de la Comunidad (Gemeinschaftssystem)”.

Una contrateoría a la izquierda realmente existente: el esfuerzo de Engels y Marx por combatir a través de la Kritik esta tendencia no parece ni exagerado, ni barroco, como sostienen muchos marxólogos. El pronóstico filosófico-político engelsiano era certero: la tendencia híbrida del Socialismo verdadero, del wahre Sozialismus, un feliz término acuñado por Karl Grün, tuvo una inesperada popularidad entre la clase media tradicional y la aristocracia obrera basada en el trabajo de oficio y artesanal de diferentes regiones de Alemania, expandiéndose y formando varios grupos muy activos (los más numerosos en Westfalia, Sajonia y Berlín).[63] Ya en enero de 1844, nuevamente Engels, en su artículo crítico contra el artículo aparecido en The Times sobre el Comunismo en Alemania, había comprobado no solo la tergiversación imperante en los medios de comunicación burgueses, sino, que esa distorsión se basaba en la propia posición literaria pública de aquellos que se autodenominaban comunistas y en el limitado desarrollo en que se basaba el propio Weitling.

Engels decidió examinar críticamente a los diferentes socialismos regionales basados en las confusas teorías de los jóvenes hegelianos y en el anarquismo de Stirner en una fecha tan tardía como 1847, escribiendo un manuscrito titulado “Die wahren Sozialisten” (“Los socialistas verdaderos”),[64] posiblemente un capítulo para completar la Die deutsche Ideologie en una segunda parte, que quedó inconclusa. La importancia que le otorgaban era de tal magnitud que, como sabemos, en el mismo MKP, recordemos que se redactó en 1847 y fue publicado a inicios de 1848, todavía le dedican un amplio espacio al combate contra esta corriente teórico-práctica, dentro del capítulo III, apartado de los “Socialismos Reaccionarios”, tendencia que es definida así: “Los literatos alemanes procedieron con la literatura francesa profana de un modo inverso. Lo que hicieron fue empalmar sus absurdos filosóficos a los originales franceses. Y así, donde el original desarrollaba la crítica del Dinero, ellos pusieron: “expropiación del Ser Humano”; donde se criticaba el Estado burgués: “abolición del Imperio de lo general abstracto”, y así por el estilo. Esta interpelación de locuciones y galimatías filosóficos en las doctrinas francesas, fue bautizada con los nombres de “Filosofía del hecho”, “verdadero Socialismo”, “ciencia alemana del Socialismo”, “fundamentación filosófica del Socialismo”, y otros semejantes.”[65] Públicamente Engels vuelve sobre el problema de una profesión de fe distintiva y constitutiva, en un manuscrito que quedó incompleto e inédito, “El status-quo en Alemania”, redactado poco después, en marzo y abril de 1847.[66]

¿Qué representaba y qué era exactamente el Socialismo verdadero en 1840’s? El Engels tardío lo definía en 1885 con precisión: “el ‘verdadero Socialismo’ difundido por algunos literatos, (es la) traducción de la fraseología socialista francesa al mal alemán de Hegel y al amor dulzarrón…” Es muy útil analizar estos combates perdidos de Engels y Marx pues, como tendencia ideológica básica, ha demostrado ser más permanentes que su política coyuntural, y hoy podemos considerar la lógica general de su argumento con relativa independencia de la situación histórica particular que la ha nutrido. Parece ser una tarea permanente de la naciente Idea comunista el trabajo de delimitación y reconstrucción de su identidad reflexiva. En la DI, en polémica contra Stirner, escriben que “los comunistas no hacen valer ni el egoismo en contra del espíritu de sacrificio ni el espírítu de sacrificio en contra del Egoísmo, ni envuelven teóricamente esta contraposición… sino que ponen de manifiesto su lugar de nacimiento material (materielle Geburtsstätte), con lo que desaparece la contraposición misma”, y continúan señalando que “los comunistas teóricos… se distinguen… por el hecho de ser los únicos que han descubierto en la Totalidad histórica que el ‘Interés general’ es producto de individuos particulares en tanto ‘individuos privados’.”[67] El volumen II de la DI puede considerarse como el antecedente más cercano en letra y espíritu al futuro Manifiesto…, dedicado al combate crítico contra el Socialismo verdadero, hegemónico entre las vanguardias obreras artesanales en Alemania, Bélgica, Francia, Inglaterra y Suiza. La crítica, la Verklärung del Comunismo crítico, se fundamenta sobre el mecanismo ideológico que opera en los líderes e intelectuales de esta izquierda oficial, en desmontar el divorcio entre la conciencia de esferas de vida históricamente determinadas para reducirlas y enjuiciarlas tomando como pauta rectora dogmas filosóficos a la moda en Alemania. Para esta tendencia hegemónica dentro de la izquierda, el Humanismus, supuesta superación del Comunismo y el Socialismo, pretende imponerse como partido fundamental de clase bajo la vaga consigna de “Todos somos seres humanos”, mezclando y confundiendo la Historia literaria con la Historia real. Se trata de un simple proceso ideológico, en el cual “se equipara a la realidad las ilusiones”, intentando llegar al Comunismo crítico a través de “la Metafísica, de la Política, etc.,” y aclarando que en la época burguesa la Política, aunque tenga una autonomía relativa  superestructural, no es de ninguna manera una “esfera independiente y propia”. La Polítca, por el contrario, vive atormentada bajo la constante contradicción, bajo la Gegensatz, en la forma de propiedad, entre “los propietarios privados y los proletarios comunistas, carentes de ella.” Contradicción que empuja a la crisis. Los ideólogos de la izquierda oficial –resumen Engels y Marx- tienen en realidad que esforzarse por eliminar de sus discursos, en sus tópicos y slogans pero especialmente en los programas “todas las frases que atenúen esta contradicción”. El movimiento comunista no puede echarse a perder por uno Phrasenmarchen, fabricantes de frases que se presentan como representantes comunistas del nuevo partido.

¿Lenin en Bruselas? El MKP además se presentaba co-originario con el diseño organizativo, los Estatutos de la Liga de los Comunistas; olvidamos este nivel oculto institucional: se trata del complemento lógico y natural, algo muchas veces obviado o ignorado por la Marxología. Sin este paratexto fundacional, el Manifiesto quedaría en el aire, en las brumas literarias y no podría comprenderse su novísima función en la práctica revolucionaria. El documento lleva como motto la nueva máxima comunista, ya introducida con anterioridad en el único número de la Kommunistische Zeitschrift, que reemplazaba la creada por Weitling, “¡Proletarios de todos los países, uníos!”; a continuación, en el capítulo I, artículo 1, los estatutos definen el Endziel, el objetivo final de la idea comunista: “el derrocamiento de la Burguesía, la dominación del Proletariado, la supresión de la antigua sociedad burguesa fundada en los antagonismos de clases y la fundación de una nueva sociedad sin clases y sin propiedad privada.” Precisamente una de las condiciones sine qua non de la afiliación era aceptar y comprometerse con la nueva profesión de fe comunista, es decir, con el legendario Manifiesto del Partido comunista.


[1] Del reporte semestral de la Liga de los Comunistas, septiembre de 1847. Este ensayo forma parte del libro: Crónicas marxianas, de próxima aparición.

[2] Respecto a la fecha de publicación de la primera edición del MKP la Marxología no se pone de acuerdo: entre el 18 y el 19 de febrero (Meiser, ¿la más correcta?), entre el 22 y el 29 de febrero (Andreas ), el 24 de febrero (Draper) o entre el 1 y el 3 de marzo (Kuczynski). De la primera edición a lo largo de 1848 existen además siete Druckvarianten, lo que explicaría las diferencias entre los investigadores a la hora de establecer con precisión el momento de su impresión. Véase: Meiser, Wolfgang: “Das Manifest der Kommunistischen Partei vom Februar 1848. Zur Entstehung und Überlieferung der ersten Ausgabe”; en: MEGA-Studien (Internationale Marx-Engels-Stiftung) Amsterdam, 1996/1, pp. 66-107.

[3] Brecht se propuso una vez convertir en verso al Manifiesto.

[4] Respectivamente: Voyages et aventures de Lord William Carisdall en Icarie, Hippolyte Souverain, Paris, 1839; seguido de: Comment je suis communiste, Prévost, Paris, 1840; y: Réponse philosophique à un article sur le babouvisme, publié par M. Thoré, dans le Journal du peuple, Rouanet, Paris, 1840.

[5] Como sustantivo y adjetivo a la vez en el artículo “Réfutaton de l’article ‘Babouvisme’”, publicado por Théodore Dézamy, el “anti-Cabet”, en el diario L’Egalitaire. Journal de l’Organisation Sociale, 20 juin, 1840, environ, Nº 2, pp. 53 y 55. Marx no solo tenía los libros de Dézamy, incluso la polémica con Lamennais, del cual señalaba que había esbozado “la base lógica del Comunismo”, sino que leía regularmente el periódico que editaba en los años 1840’s.

[6] Proudhon, Pierre-Joseph, Qu’est-ce que la propriété? ou Recherche sur le principe du Droit et du Gouvernement, Prévot, Paris, 1840, allí aparece la palabra nombrada tres veces en la conclusión, “§ 2.Caractères de la communauté et de la propriété”, p. 302; Proudhon se reclama un celoso comunista: “Tel est notre préjugé : tous tant que nous sommes nous voulons un chef ou des chefs ; et je tiens en ce moment une brochure dont l’auteur, zélé communiste, rêve comme un autre Marat de la dictature.” Curiosamente en la edición española de Tusquets el párrafo aparece mal traducido y se malinterpreta la idea de Proudhon: Proudhon, Pierre-Joseph; ¿Qué es la propiedad?, Tusquets editores, Barcelona, 1975, p. 222. El libro apareció en julio de 1840, aunque fue escrito en enero del mismo año.

[7] Véase el artículo de Claude Mazauric, “La communauté des Égaux. Le communisme néo-babouviste dans la France des années 1840”, en: Annales historiques de la Révolution française, n° 322, 2000/4.

[8] Marx tenía en su biblioteca todas las publicaciones de Leroux, desde sus publicaciones como Le Globe y la Revue Sociale, así como sus libros Réfutation de l’éclecticisme où se trouve exposée la vraie définition de la philosophie, et où l’on explique le sens, la suite et l’enchaînement des divers philosophes depuis Descartes, Gosselin, Paris, 1839 y De l’Humanité, de son principe, et de son avenir, où se trouve exposée la vraie définition de la religion et où l’on explique le sens, la suite et l’enchaînement du Mosaïsme et du Christianisme, Perrotin, Paris, 1840. No es casualidad que Leroux fuera, precisamente, el que acuñó el término Socialisme con connotación negativa y reaccionaria, antítesis del novísimo Communisme, inutilizándolo por mucho tiempo en Europa.

[9] Reybaud, Louis; Études sur les réformateurs ou socialistes modernes Saint-Simon, Charles Fournier, Robert Owen; Wouters, Bruxelles, 1843; Second volume, Chapitre II “Des idées et des sectes communistes”, pp. 45-89. La edición original apareció en julio de 1840. Marx poseía la tercera edición de 1842/1843 en dos volúmenes; véase: Kaiser, Bruno; Das Schicksal der Bibliothek von Marx und Engels, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1967, p. 216.

[10] Marx, Karl; “Der Kommunismus und die Augsburger ‘Allgemeine Zeitung’”, Rheinische Zeitung, Nr. 289 vom 16. Oktober 1842; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke; Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 105-108; en español: Marx, Karl; Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 244-247. El “agudo libro” de Proudhon es por supuesto Qu’est-ce que la propriété? ou Recherche sur le principe du Droit et du Gouvernement, Prévot, Paris, 1840; véase supra nota 6.

[11] Marx, Karl; “Der Kommunismus und die Augsburger ‘Allgemeine Zeitung’”, Rheinische Zeitung, Nr. 289 vom 16. Oktober 1842; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke; Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 105; en español: Marx, Karl; Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp. 244.

[12] La Reflexiongesezt der Entgegen Sezens fichtiana, en su Wissenschaftslehre nova methodo. Kollegnachschrift K.Chr.Fr. Krause 1798/99, Meiner Verlag, 1994, GA IV/3, p. 352 y ss.

[13] “Nur durch Gegensatz ist ein bestimmtes klares Bewustsein möglich”; en: J. G. Fichte, ibidem, p. 348. El papel de Fichte en la formación de un Materialismo crítico y maduro está todavía por estudiarse.

[14] Se trata del libro: De la loi sociale, Prévot, Paris, 1841, obra dedicada a… ¡Pierre Leroux!, donde se afirmaba que objetivo de cada vida humana debería ser contribuir a la marcha hacia adelante del nuevo Comunismo.

[15] El título del libro era sugestivo: ¡La Propiedad en peligro!; véase: Seiler, Sebastian: Das Eigenthum in Gefahr! oder Was haben Deutschland und die Schweiz vom Kommunismus und Vernunftglauben zu fürchten?, Jenny Sohn, Bern, 1843, p. 29.

[16] Engels, Friedrich; “Fortschritte der Sozialreform auf dem Kontinent”, originalmente aparecido en inglés en el periódico owenista The New Moral World and Gazette of the Rational Society, Nr. 19, 4. November 1843 como “Progress of Social Reform on the Continent”, luego parcialmente publicado en el periódico cartista The Northern Star, 11-25 November, 1843; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke; Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 480-496; en español: Engels, Federico; Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp.  145-159.

[17] “M. an R. Kreutznach, im September, 1843” (M. pseudónimo de Marx; R. del republicano Arnold Ruge); Deutsch-Französische Jahrbücher, Ausgaben 1-2, Februar 1844, pp. 37-38.

[18] “Deutsche Zeitungsschau. Apogryphische Zeitung von Ferdinand Coelestin Bernays”; en: Deutsch-Französische Jahrbücher, Ausgaben 1-2, Februar 1844, pp. 215-237.

[19] Ibidem, p. 234 y ss.

[20] Marx, Karl: “Eine Korrespondenz von 1843”; en: Deutsch-Französische Jahrbücher, Hrsg. von Arnold Ruge und Karl Marx, Im Bureau der Jährbucher, Paris, 1844, pp. 17-40.

[21] Hess, Moses: “Socialismus und Communismus. Vom Verfasser der Europäischen Triarchie”; en: Georg Herwegh (Hrsg.): Einundzwanzig Bogen aus der Schweiz, Zürich u. Winterthur, 1843, pp. 74–91. Ahora en: Georg Herwegh (Hrsg.): Einundzwanzig Bogen aus der Schweiz, Reclam, Leipzig, 1989, pp.157-177. Sobre la figura de Hess, remitimos al lector a nuestra vignette: “Moritz Hess: vida y opiniones del «Rabino Rojo»”; on-line: https://rebelion.org/moritz-hess-vida-y-opiniones-del-rabino-rojo/

[22] Véase: en español: Marx, Karl; Engels, Friedrich; OBRAS. Volumen 6. La Sagrada Familia; Crítica Grijalbo, Barcelona, 1978, p. 42.

[23] Althusser, Louis; “Sur le jeune Marx (Questions de théorie)”, en: La Pensée, mars-avril 1961, pp. 3-26, el título era una fina ironía que apuntaba a Sartre; luego publicado en el libro Pour Marx, Maspéro, Paris, 1966, pp. 45-67; en español: La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1967, pp. 39-70. Para Althusser la exégesis del joven Marx era una operación literario-política contra un sistema científico denominado Marxismo-Leninismo, que “había sido iniciada por Landshut y Mayer en 1931”; olvidándose que el joven Marx fue editado por primera vez en las obras completas de Riazanov en la propia madre patria del M-L., la URSS, ya ha partir de 1924. La obra a la que se refiere Althusser era una compilación de Siegfried Landshut, J. P. Mayer y F. Salomon, titulada Karl Marx. Der Historische Materialismus. Die Fruhschriften, Kröner, Leipzig, era de 1932 y constaba de dos volúmenes, contemporánea a la que se publicaba en ruso y en alemán por el IME (Instituto Marx&Engels) de Moscú, ya a cargo de Adoratskii, y aunque incompleta y sin aparato crítico, sirvió de difusión de un Marx desconocido que, al revés de lo que afirmaba temerariamente Althusser, había sido despreciado y ocultado en los archivos de la Socialdemocracia reformista.

[24] Voz “Communisme”, escrita por Jean Robelin; en: Bensussan, Gérard/ Labica, Georges; Dictionnaire Critique du Marxisme, PUF, Paris, 1985, p. 202; se trata de la segunda edición, aumentada y corregida.

[25] Korsch, Karl; Karl Marx, London, 1938, el libro se escribió para el público inglés; en español: Karl Marx; Ariel, Barcelona, 1975. Korsch cita ampliamente la mayoría de los textos inéditos de Marx según la preciosa edición de la MEGA (1) editada entre 1927 y 1935 por Riazanov. Sobre el joven Marx y sus inicios en la crítica de la Economía Política en la RZ, remitimos al lector a nuestro ensayo: “Marx y la Economía Política”, ahora on-line. https://rebelion.org/marx-y-su-encuentro-con-la-economia-politica-i/

[26] Lúkacs se refiere a la tímida y despareja política editorial de Mehring y del SPD, albacea del Nachlass de Engels&Marx, hasta 1918; Mehring editó, con la ayuda de Riazanov, algunos inéditos en la primera compilación: Briefe von Ferdinand Lassalle an Karl Marx und Friedrich Engels 1849 bis 1862; hrsg. von Franz Mehring; J. H. W. Dietz, Stuttgart 1902; y Freiligrath und Marx in ihrem Briefwechsel, Singer, Stuttgart 1912.

[27] También le llama, invirtiendo la fórmula de Korsch, “Socialismo consciente”; vg.: Lukács, Georg; “Zur philosophischen Entwicklung des jungen Marx (1840-1844)”; en: Schritften zur Ideologie und Politik, Neuwied, Lushterhand, 1967, pp. 506-592, luego publicado como libro como: Der junge Marx: Seine philosophische Entwicklung von 1840-1844; Neske, Darmstadt, 1965. Lukács hizo varios informes de este Marx desconocido en la sección de reseñas del área de filosofía de la revista oficial de la famosa “Escuela de Frankfurt”: “Sammelrezension”, en: Zeitschrift für Sozialforschung. Jahrgang II/1933, p. 396 y ss.; “Karl Marx und Friedrich Engels, Werke und Schriften von Mai 1846 bis März 1848. ‘Marx-Engels-Gesammtausgabe’. Hrsg. von V. Adoratsky. I.Abt. Bd.6. Marx-Engels Verlag. Berlin 1933”, en: Zeitschrift für Sozialforschung, Nº. 2, p.280-81. Señalaba sugestivamente Lúkacs: “el Marxismo estalinista no… publicó tampoco todos los textos de Marx… Estos textos están todos en el ‘Archivo Marx-Engels’; Riazanov me dijo un día, allá por los años treinta, que el manuscrito de El Capital comprendía alrededor de diez gruesos tomos”, en: Abendroth, Wolfgang, Holz, Heinz, Kofler, Leo y Pinkus, Theo; Conversaciones con Lukács, Alianza Editorial, Madrid, 1967, p. 192.

[28] Engels, Friedrich; “Fortschritte der Sozialreform auf dem Kontinent”, originalmente aparecido en inglés en el periódico owenista The New Moral World and Gazette of the Ractional Society, Nr. 19, 4. November 1843 como “Progress of Social Reform on the Continent”, luego parcialmente publicado en el periódico cartista The Northern Star, 11-25 November, 1843; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke; Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976. pp. 480-496; en español: Engels, Federico; Escritos de Juventud, Obras Fundamentales 2, FCE, México, 1981, pp.  145-159.

[29] Remitimos al lector a nuestro ensayo: “Engels joven dialéctico (1839-1840)”; en: Friedrich Engels. Dialéctica, Naturaleza y Crítica de la Economía Política; Óscar Martínez (coord.), Editorial Ande-Gislat editores, Lima, 2020, pp. 151-166.

[30] Strauss, David Friedrich; Das Leben Jesu kritisch bearbeitet, Osiender, Tübingen, 1835/1836. Existe una nueva edición crítica: Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet, In Ausw. hrsg. und eingeleitet von Werner Zager, Waltrop, Spenner, 2003. A modo de ejemplo, Nietzsche fue un gran lector del libro y no por casualidad Strauss será uno de los objetos preferenciales de la crítica a la Modernidad in genere y al Hegelianismus de izquierda en la segunda de sus Consideraciones Intempestivas de 1873: “David Strauß, der Bekenner und der Schriftsteller”, poco apreciada o estudiada por los nietzscheanos.

[31] En español: p. 94.

[32] Marx, Karl; Engels, Friedrich: Die deutsche Ideologie; en: Werke, Band 3, Dietz Verlag, Berlin (DDR) 1969, pp. 5-530, espeicalmente p. 23 y 24; En español: Marx, Carlos; Engels, Federico: La Ideología alemana: Ediciones Pueblos Unidos-Cartago, Buenos Aires, 1985, p. 543 y ss.

[33] Op.cit., p. 19.

[34]Op. cit., p. 162

[35] Op. cit., pp. 442-443.

[36] Carta de Weitling a Moses Hess, 31 de marzo, 1846; en: Hess, Moses, Briefwechsel, Mouton, The Hague, 1959 , pp. 151-152.

[37] En la jerga de la emigración política alemana se designaba a los artesanos influenciados por ideas owenistas, fourieristas, charbonniéres, saintsimonianas y por la actividad del sastre Weitling, futuro líder de la “Liga de los Justos” y autor de la primera profesión de fe comunista. Precisamente el “rabino rojo” Hess calculaba, en una carta de aquellos años, que vivían y trabajaban en París alrededor de 85.000 trabajadores alemanes, casi un 10% de la población, en su mayoría artesanos, sastres y ebanistas (trabajadores manuales en un 85%, el resto periodistas, artistas, etc.). Algunos oficios eran típicamente alemanes, como el de zapatero: allemand en la jerga parisina llegó a ser sinónimo de cordonnier. Los alemanes, como todos los emigrantes forzosos pobres, actuales y pasados, hacían bajar en su desesperación los salarios medios de los franceses, por lo que eran muy comunes conflictos y campañas xenófobas.

[38] Op. cit., pp. 365-367.

[39] Neuhaus, Manfred: Der soziale und politische Hintergrund für Marx’ erste öffentliche Stellungnahme zum Kommunismus und der Beitrag Proudhons zur Entwicklung des sozialen Denkens zu Beginn der vierziger Jahre des 19. Jahrhunderts, Promotion zum Dr. phil. Universität Leipzig, Leipzig, 1982.

[40] Marx, Karl: Misère de la philosophie: réponse à la Philosophie de la misère de M. Proudhon, Frank-Vogler, Bruxelles-Paris, 1847; en alemán: Das Elend der Philosophie. Antwort auf Proudhons «Philosophie des Elends», Karl Marx – Friedrich Engels – Werke, Band 4, Dietz Verlag, Berlin(DDR), 1972, pp. 63–182; en español: Miseria de la Filosofía. Respuesta a la Filosofía de la Miseria del señor Proudhon, Siglo XXI, Buenos Aires, 1974, p. 109. Marx, al criticar tan duramente al gurú de moda de la izquierda europea en la época, tuvo problemas para encontrar un editor progresista favorable a su publicación, como sucedió en su momento con La Ideología alemana, teniendo que pagar de su bolsillo la impresión de 800 ejemplares a través de Vogler. El canon tanto de la Socialdemocracia como del Dia-Mat menospreció esta primera obra de Marx; por ejemplo: en alemán, Misère de la philosophie se publicó sólo después de la muerte de Marx, en 1884-85 en Stuttgart, edición establecida y traducida por Kautsky y Bernstein, revisada por Engels y provista de prólogo. En la URSS, el Nachlass de Engels y Marx publicado por el trágico Riazanov tuvo poca repercusión en el Dia Mat, recién volvió a ser publicada siguiendo esa edición en alemán en 1939 (aunque había una traducción al ucraniano de 1923 de la edición de Kautsky) y es sintomático su omisión de las obras escogidas de Marx publicadas simultáneamente en varios países en la década de 1930 bajo los auspicios del Instituto Marx-Engels-Lenin dirigido por Adoratski. Curioso porque el propio Marx aseveraba que “la lectura de Miseria de la Filosofía y el Manifiesto del Partido Comunista podrían servir de introducción a El Capital” y por otra parte, nunca “desmintió” este texto, declarando, por el contrario en 1880, que contenía “las semillas de la teoría desarrollada, tras veinte años de trabajo, en El Capital”. Y por otro lado un marxista erudito como Lenin afirmaba que era la primera obra del Marx maduro.

[41] En francés en el original.

[42] Der Bund der Kommunisten: Dokumente und Materialien. Band 1 (1836-1849)/ [Redaktion: Herwig Förder , Martin Hundt , Jefim Kandel , Sofia Lewiowa]; Dietz Verlag, Berlin (DDR), 1983, p. 532 y 536.

[43] Carta a J-P. Proudhon, 5 demayo de 1846.

[44] Textualmente: “Nous ne connaissons ni barrières, ni frontières, ni patrie; tous les communistes sont nos frères, tous les aristocrates nos ennemies.”; véase: Alain Maillard, “Communismes égalitaires et saint-simonisme”; en: Dans l’actualité du Saint-simonisme, Colloque de Cerisy, Sous la direction de Pierre Musso, Presses Universitaires de France, Paris, pp. 131-147.

[45] El legendario motto aparecerá por primera vez como tal en alemán en los documentos del primer Congreso de la Liga que se realizó en Londres entre el 2 y 9 de junio de 1847; luego en la publicación oficial del Bund, la revista Kommunistische Zeitschrift, de la cual solo se imprimió el primer número. Dado el caracter transversal y transnacional de estas reuniones, la fórmula fue rápidamente traducida a las otras secciones, como la de Inglaterra, EEUU y Francia, teniendo enorme repercusión.

[46] Véase: Andreas, Bert; Grandjonc, Jacques; Pelger, Hans; Elsner, Helmut; Neu, Elisabeth; Association démocratique, ayant pour but l’union et la fraternité de tous les peuples : eine frühe internationale demokratische Vereinigung in Brüssel 1847-1848; Karl Marx-Haus; 2004.

[47] Véase el famoso libro de E. P. Thompson: The Making of the English Working Class, Pantheon, New York, 1964, pp. 11–12.

[48] Petersmark, Frank, L.: “London Calling: The London Corresponding Society And The Ascension Of Popular Politics”,  Wayne State University Dissertations, 2015.

[49]  Podemos enumerar como figuras destacadas de este núcleo comunista crítico a Heinrich Bürgers, Philippe Gigot, Georg Weerth, Joseph Weydemeyer y Wilhelm Woolf.

[50] Carta a P. V. Annenkov, 28 de diciembre de 1846.

[51] Carta a J. B. Schwitzer; 24 de enero de 1865.

[52] Marx, Karl: Herr Vogt, Werke, (Karl) Dietz Verlag, Berlin. Band 14, 4. Auflage 1972, unveränderter Nachdruck der 1. Auflage 1961, Berlin/DDR. p. 439 y s.; en español: Marx, Karl: El señor Vogt, Juan Pablos editor, México DF, p. 102 y ss.

[53] Aquí Marx corrobora la co-autoría del MKP, a veces puesta en dudas por biógrafos y marxólogos. Recordemos que el Congreso de la Bund… designó como redactor oficial del documento re-fundacional específicamente a Marx y no a Marx y Engels.

[54] “Bürgerlichen Radikalen und Pseudosozialisten” y “bürgerlichen Sozialismus”; véase: Engels, Friedrich: Brief an José Mesa, London, 24. März 1891; en: Marx, Karl; Engels, Friedrich; Werke, Dietz Verlag, Berlin. Band 22, 1972, Berlin (DDR), p. 200.

 

[55] Sobre el proyecto de la revista Gesellschaftsspiegel y el trabajo político-teórico de Engels, Hess y Marx entre 1845 y 1846, remitimos al lector a nuestro estudio preliminar en: Marx, Karl, Sobre el suicidio, El Viejo Topo, Barcelona, 2012, pp. 7-50.

[56] Véase: Marx, Karl; Engels, Friedrich: Gesamtausgabe (MEGA). Exzerpte, Notizen, Marginalien , Abteilung 4. BAND 3, Sommer 1844 bis Anfang 1847. Band 3, Akademie Verlag, Berlin (DDR), 1988.

[57] Remitimos al lector a nuestro ensayo: “Marx y su encuentro con la Economía Política”, I y II (2018), ahora on-line: https://rebelion.org/marx-y-su-encuentro-con-la-economia-politica-i/

[58] ¿Qué le condujo a Marx a leer y estudiar a Boisguillebert, un economista casi olvidado en esa época? Una hipótesis es la casualidad bibliográfica. La casualidad suele ser la forma en que se manifuesta la necesidad. En los 1840s se publicaron en París, donde Marx profundizaba sus lecturas económicas, una colección de textos de economistas franceses del siglo XVIII y allí aparecieron ensayos de Boisguillebert, que se republicaban por primera vez después de un intervalo de 130 años; Dissertation sur la nature des richesses, de l’argent et des tributs : ou l’on decouvre la fausse idée qui règne dans le monde à l’égard de ces trois articles, Paris, 1841; y luego: Détail de la France; Factum de la France; Opuscules divers, Paris, 1843. Véase: Jacqueline Hecht: “Pierre de Boisguilbert ou la naissance de l’économie politique”; en: Population, Vol. 22, No. 1, La Conférence démographique européenne (Jan.-Feb., 1967), pp. 111-116.

[59] Véase: Klatt, Johanna- Lorenz, Robert: “Politische Manifeste. Randnotizen der Geschichte oder Wegbereiter sozialen Wandels?”; en: Johanna Klatt, Robert Lorenz, (Hrsg.): Manifeste. Geschichte und Gegenwart des politischen Appells, Transcript-Verlag, Bielefeld 2011, pp. 7-45.

[60] Der Bund der Kommunisten: Dokumente und Materialien. Band 1 (1836-1849) / [Redaktion: Herwig Förder , Martin Hundt , Jefim Kandel , Sofia Lewiowa]; Dietz Verlag, Berlin (DDR), 1983, p. 528 y ss.

[61] Engels, Friedrich; “Zur Geschichte des Bundes der Kommunisten”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 2, (Karl) Dietz Verlag, Berlin-DDR, 1971, p. 212 (pp. 206-224); en español: “Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas», en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich, Obras escogidas, vol. III, Editorial Progreso, Moscú, 1974, p. 184-202.

[62] Engels, Friedrich; “Rapid Progress of Communism in Germany. III”, en: The New Moral World, Nº 46, 10, may, 1845; en alemán como: “Rascher Fortschritt des Kommunismus in Deutschland. III”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 2, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp.515-520; en español: Engels, Friedrich; Escritos de Juventud, FCE, México, 1981, pp. 254-258.

[63] Mehring, Franz; “Nochmals Marx und der ‘wahre’ Sozialismus”: en: Die neue Zeit: Revue des geistigen und öffentlichen Lebens.; 14.1895-96, 2. Bd.(1896), H. 39, pp. 395-401.

[64] Engels, Friedrich; “Die wahren Sozialisten”, escrito entre enero y abril de 1847; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 4, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp. 248–290. Véase la carta de Engels a Marx del 15 de enero de 1847. Fue publicado por primera vez por David Riazanov en la edición MEGA (I) en 1932. En español: Marx-Engels; Los grandes fundamentos. II, FCE, México, 1988, pp. 148-186.

[65] Engels, Friedrich/ Marx, Karl; Manifest der Kommunistischen Partei, “c) Der deutsche oder ‘wahre’ Sozialismus”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 4, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp 485-488; en español: Marx, Carlos/ Engels, Federico; Manifiesto del Partido Comunista, y: “El Socialismo alemán o el Socialismo ‘verdadero’” en: Marx, Carlos/ Engels, Federico; Obras Fundamentales. Los grandes fundamentos. II, FCE, México, 1988, p. 299.

[66] Engels, Friedrich: “[Der Status quo in Deutschland]”; en: Marx, Karl-Engels, Friedrich; Werke, Band 4, Dietz Verlag, Berlin (DDR), 1972, , pp. 40-57; en español:  “El status-quo en Alemania”, en: Engels, Friedrich; Escritos de Juventud, FCE, México, 1981, pp. 612-627.

[67] . Marx, Karl/ Engels, Friedrich: Die deutsche Ideologie. Kritik der neuesten deutschen Philosophie in ihre Repräsenten Feuerbach, B. Bauer und Stirner, und des deutschen Sozialismus in seiner verschiedenen Propheten; manuscrito inédito 1845-1846; en: Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Erste Abteilung: Werke. Artikel. Entwürfe. Band 5: Karl Marx, Friedrich Engels: Deutsche Ideologie. Manuskripte und Drucke; Berlin, Boston: De Gruyter Akademie Forschung 2017, p. 229.

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