No te conocí personalmente, Mariano, pero fuiste mi hermano y mi compañero. Por nuestra generación, las anteriores y las que vendrán: ¡Hasta el socialismo siempre!
Hace diez años, muchos estudiantes de CABA y otras localidades hacíamos nuestra primer experiencia de lucha con el llamado «estudiantazo» de 2010. A los más de 60 colegios tomados contra el ajuste macrista se habían comenzado a sumar algunas sedes de la UBA y la UNA (entonces IUNA). Las tomas de las universidades interpelaban directamente el ajuste educativo y al gobierno nacional de Cristina Kirchner. El proceso estaba alcanzando su clímax el 16 de septiembre con una marcha inmensa conmemorando la noche de los lápices, y luego el 14 de octubre, con una delegación de estudiantes que, en un movimiento tremendamente audaz, tomaron del ministerio de educación nacional. Ante las amenazas de desalojo y represión, el movimiento estudiantil rodeó el edificio. Los jóvenes marcharon desde las tomas. Estrecharon lazos como no se había visto desde los años inmediatamente posteriores al 2001.
6 días después de ese hermoso evento de lucha estudiantil, la noticia del asesinato de Mariano Ferreyra fue una descarga eléctrica que atravesó por completo la sensibilidad de todo el activismo. Las complicidades explícitas entre la burocracia sindical, las tercerizadoras y el gobierno. El hecho de que la víctima de este brutal crimen fuera un joven estudiante como yo, como todos los que en ese momento estábamos luchando por la educación pública, fue un baldazo de agua fría. Una lección inmediata de cómo funcionaba el mundo. Una revelación que terminó de definirme a abrazar las banderas del socialismo. Mariano se convirtió en otros cientos y miles que nos comprometimos a continuar su lucha, a impulsar la estrategia de la unidad obrero-estudiantil, a luchar por justicia contra los crímenes de este sistema. En definitiva, a construir un futuro diferente para cambiarlo todo. No te conocí personalmente, pero fuiste mi hermano y mi compañero. Por nuestra generación, las anteriores y las que vendrán: ¡Hasta el socialismo siempre!