El gobierno acusó de espionaje contra el propio gobierno a quien era hasta hace poco un miembro importante del gobierno, Nicolás Posse. Se espían entre ellos. De nuevo: se espían entre ellos y lo dicen ellos, y vuelan las acusaciones cruzadas entre ellos sobre como se espían entre ellos. Podríamos seguir repitiendo. Una vez más: se espían entre ellos.
Entonces: ¿a quién podría parecerle raro que metan infiltrados en la movilización contra la Ley Bases para provocar represión? Solamente a los trolls pagos del gobierno, los mentirosos profesionales que no dan la cara, y los que tienen ganas de creerle porque quieren represión con o sin «disturbios».
Los medios repiten la versión oficial del gobierno: que no usaron infiltrados. Y lo repiten, como si que digan que no usaron infiltrados fuera suficiente para probar algo, en vez de todas las fotos y videos que circulan. ¿Qué esperan La Nación y Clarín para tomar medianamente en serio la acusación de infiltración? Tal vez que alguien en el gobierno diga: «sí, mandamos infiltrados en secreto y pretendemos que siga siendo secreto así que no lo vamos a decir porque es un secreto.» Y ni así.
Las provocaciones comenzaron después de que se retiraran algunas columnas sindicales, después del mediodía. El objetivo era evitar que la movilización siga creciendo. No lo lograron: con el pasar del día la concentración se fue haciendo más y más masiva.
Necesitaban entonces desatar una represión todavía mayor. También querían hacer una puesta en escena para justificarla, y para manchar la legitimidad de una movilización popular multitudinaria. Fue entonces que recurrieron a los infiltrados.
De repente, comenzaron a aparecer de la nada grupitos encapuchados sin ninguna identificación política. Intentaron mezclarse con nuestras columnas para desatar la represión sobre nosotros. Los medios y el gobierno saben muy bien como actuamos: nunca nos desprendemos de nuestras columnas ni soltamos nuestras banderas, en este caso literalmente.
Los infiltrados no se manejan así. En grupos pequeños, se movían de una columna a otra, generaban disturbios, se alejaban y volvían a aparecer.
#infiltradosdeMilei con las manos en la masa. Así bandalizaban el móvil de Cadena 3 hombres sin identificar en un auto con una patente dada vuelta. Mientras la policía se dedicaba a apartar a quien registró los hechos. Operativo de servicios de criminalización de la protesta. pic.twitter.com/HbOpwyMZ5B
— Izquierda Web Noticias (@IzquierdaWeb) June 13, 2024
Las imágenes de los infiltrados y el accionar policial son igualmente obvias. Basta mirar con algo de atención. Cuando se ve represión policial, no hay manera de ver a los provocadores, solamente hay manifestantes. Cuando se puede ver a los provocadores actuando, volcando un auto o prendiendo fuego bicicletas, la policía está bien lejos. Cuando se ve provocadores «enfrentando» a la policía, la policía no se mueve de su lugar. Cuando se ve manifestantes de las columnas convocantes, la policía avanza. La provocación es obvia.
El único momento en el que se puede ver a alguien confrontando a los «manifestantes violentos» es cuando los manifestantes reales les gritan o intentan echarlos. Nunca se ve a la policía actuando contra ellos, sino contra los manifestantes a los que no se ve ser parte de ningún «disturbio».
Después de provocar ellos mismos la violencia, primero con represión desnuda y después con infiltrados, lanzan la acusación de «terrorismo» contra la izquierda. ¿Se acuerdan cuando la buchona y represora Patricia Bullrich fue acusada de «terrorista» por Milei? Ahora es Ministra de Milei y dice que la manifestación contra la Ley Bases fue un «intento de golpe de Estado». Los «libertarios» que la acusaban de terrorista la festejan y repiten su acusación.
Pero es obvio que si algo parecido a un golpe de Estado estuviera pasando, lo estarían apoyando. Porque no nos olvidemos que son defensores de la dictadura militar. La misma que mandaba a buchones como Astiz de infiltrados en las reuniones de las Madres de Plaza de Mayo.
