La reacción espontánea de la clase trabajadora frenó a Milei

Un primer análisis de lo que dejó la primera vuelta electoral.

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Foto: elparlamentario.com

“Que el oficialismo esté en carrera es, para muchos, una novedad. No así para ‘Pepe’ Mujica. ‘A mí no me sorprendió’, dijo el ex presidente [uruguayo] a El País. ‘Había indicios de que algo de eso tendía a pasar, por varias cosas. No se pueden separar las reacciones de una sociedad de lo que ha vivido en su historia. Porque las cosas no son matemáticas, son hijas de decisiones culturales (…) el discurso tremendista de cambios apocalípticos que ‘movilizó un caudal de gente que está desmoralizada y disconforme’ también ‘asustó’ a otra parte ‘porque no encaja con ciertas tradiciones culturales (…) ‘El discurso tremendista (…) seguramente alarmó a vastos sectores de la sociedad, de trabajadores con experiencia’ (…) la Argentina, es parte de su propia historia. Y ese factor juega (…) De todas formas, ‘el partido no ha terminado porque la crisis económica está ahí, lo que puede significar un nuevo revés para el oficialismo. Y agregó que ‘Argentina va a pasar inevitablemente, gobierne quién gobierne, por un período de ajuste y la gran discusión es quién paga el costo”

La Nación, 24/10/23[1]

Un cambio de frente tan grande hay que apreciarlo con distancia (escuchar a la gente, leer los diarios[2], ver el desarrollo en los próximos días) para poder apreciarlo en toda su magnitud y alcances. Además, como es un cambio de frente electoral, y nacional, y hay todo un conjunto de provincias con características propias, las definiciones más sólidas que podemos hacer son las cualitativas; las cuantitativas son más complejas aunque hay datos gruesos cuantitativos bastante claros.[3]

  1. La elección se dio vuelta aunque el pleito no está terminado

La primera definición es obvia, aunque sus alcances hay que terminar de precisarlos: la elección se dio –cuasi- vuelta. Massa obtuvo casi el 37% creciendo siete puntos en relación a las PASO y quedando primero (¡con tres puntos más ganaba en primera vuelta, delirante para el escenario del cual se venía!), Kicillof dio un batacazo creciendo casi 15 puntos (alcanzó el 45% en el total provincial y en municipios emblemáticos como La Matanza el 53%, en Lomas de Zamora de Insaurralde el 50%, etc), varias provincias emblemáticas para el peronismo como Tucumán se dieron vuelta y en otras UxP quedó cerca de Milei (en Salta el peronismo recuperó 7 puntos y quedó a 3 de Milei que conservó el primer lugar en la provincia). El peronismo queda con las primeras minorías en diputados (108 diputados perdiendo 10 u 11 y hay alianzas previsibles que le facilitarían la mayoría) y en senadores quedó a solo tres de formar mayoría propia, una cosecha mejor a la esperable. Milei, por su parte, quedó lejísimo de esas posibilidades (aunque a estas horas se espera el apoyo de Macri y Bullrich a su candidatura, una parte del PRO que podría aportarle representación parlamentaria): alcanzó 38 diputados en un escenario parlamentario que salvo por lo que muestra el peronismo, quedó más fragmentado que nunca.[4]

Paradójicamente, por otra parte, JxC que sufrió una debacle en la elección presidencial, se alzó en las provinciales con 10 provincias, una cosecha nada menor que muestra también un reparto del poder institucional en materia de territorialidad. Al bajarse Santoro del balotaje en CABA, Jorge Macri se consagró automáticamente como nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad.

Así las cosas, la fragmentación generalizada en materia institucional es un dato que, nuevamente de manera paradójica, aún si se impone Massa y forma un gobierno de Unidad Nacional, y ni hablar si se impone el fascista de Milei, establece determinada debilidad de los de arriba para imponer los ajustes y ataques antiobreros y antipopulares que en cualquier escenario se vienen, que opera como una importante mediación.

Es importante señalar, de todos modos, que el pleito no está terminado. Para nada. Massa aparece con más chances pero falta un largo mes para el 19/11. Un largo mes en medio de una crisis cuasi inflacionaria y donde puede haber, nuevamente, importantes desplazamientos de votos.

Por lo demás, ahora lo retomaremos, el rol del peronismo, de los K y de la burocracia sindical fue siniestro. Los K, los más traidores, casi jugaron a que venga Milei. Por su parte, el peronismo y el sindicalismo tradicional reaccionaron, saliieron a militar pero no fueron capaces, siquiera, de convocar a actos multitudinarios como, por ejemplo, los de la campaña electoral de 1983; por no hablar de una medida de fuerza nacional contra el peligro de Milei y el ajuste, no fuera caso que los pasara por arriba.

En todo caso, no fue el aparato miserable del PJ y la burocracia sindical los artífices de la dada vuelta parcial de la elección, como lo presentan todos los medios (unos más rastreros que los otros): fue la base obrera y popular que existe en la Argentina la que, desde abajo, silenciosamente pero espontáneamente, reaccionó y dio vuelta parcialmente la elección (enseguida nos dedicaremos con más detalle a esto).

  1. La clave fue la reacción espontánea de la base obrera y popular

En este escenario político, aún a pesar del apoyo de Bullrich y Macri a Milei, y según una previsión que hay que tomar todavía con pinzas, delicadísima y a corroborar en el transcurso de las próximas semanas según, sobre todo, de la evolución económica, de los precios, del dólar, de los escándalos, etc, tendría –tendría: afirmación condicional a ser sometida a la prueba de la experiencia– más chances Massa que Milei. A favor de este escenario está el elemento espontáneo de las reservas en el movimiento de masas expresada desde abajo en el voto contra Milei –¡no a favor de Massa!- y cuestiones más “institucionales” como la crisis del radicalismo –o sectores del radicalismo- que se pueden inclinar por el voto crítico a Massa o la abstención o el blanco, así como habrá que ver qué hace el larretismo, etc.

Sin embargo, todavía es anticiparse demasiado para esta previsión. Falta mucho para el balotaje y el mundo está en medio de la explosión de la crisis en Gaza y Cisjordania amén, repetimos, de la crisis económica cuasi hiperinflacionaria en el país.[5]

Antes de las elecciones afirmamos que si fuera por el aparato peronista, por su pasividad, por el no llamado a ninguna medida de lucha, etc, por su cretinismo institucional, no alcanzaba para dar vuelta la elección, entre otras cosas porque al aparato mismo lo excede el movimiento de masas (las masas siempre son más grandes que cualquier aparato, Trotsky).[6] Es evidente que hubo un fenómeno espontáneo, objetivo, del movimiento de masas, que dio vuelta la elección: en esa reacción democrática antifascista está el secreto de lo ocurrido el domingo 22 y no en el aparato peronista ni, esencialmente, en nada de lo que haya dicho o hecho Massa (aunque algunas de sus medidas, inflacionarias todas, de todas maneras, causaron impacto en determinados sectores).

Categóricamente: no fue un voto a favor de Massa sino en contra de Milei. Por eso, el mismo Massa reconoció en su intervención poselectoral el domingo, que “hay que tener humildad frente al resultado; que no hubo un cheque en blanco” (no se le puede quitar al tipo que es pícaro, pero a no confundirse: no tiene ni de lejos el carisma de un Lula ni nada por el estilo).[7]

En la transmisión de TN el domingo 22 los periodistas presentes repitieron varias veces “hubo más temor al futuro que al presente”. También dijeron que “no fue un voto económico”, pero en los debates surgía que no solo está el problema del salario, que la gente también le tiene miedo al despido: en este momento no hay alta desocupación, hay precarización como parte de un fenómeno mundial, pero no desocupación alta y eso tiene un valor, una “tutela”, por así decirlo, que las y los trabajadores en general, a pesar de todo, valoran.[8]

En estas circunstancia, entonces, lo que se verificó fue una reacción espontánea de una base obrera y popular orgánica que es una conquista de este país y que expresó en el distorsionado terreno electoral las reservas de conciencia y organización que existen entre los trabajadores, la juventud y el movimiento de mujeres y lgbtt en el país.

Es “insólito” pero no lo es: en la Argentina, aunque por ahora transitoria y parcialmente hasta el balotaje que resolverá en definitiva y cuyo resultado está abierto, insistimos, se frenó parcialmente una ola que parecía imparable al estilo Trump o Bolsonaro, demostrando algo que dijimos a partir del 14 de agosto de que la Argentina no es Brasil, por caso, aunque dicha afirmación había –y hay todavía – que demostrarla en los hechos y, también, que sólo se expresó electoralmente. Pasa que parte de la “asfixia” tremenda que fueron estos últimos dos meses es que la base obrera y popular puede votar espontáneamente de manera progresiva pero no hubo canales para la movilización; no se desbordaron a los aparatos ni a las instituciones reaccionarias del régimen burgués que, si fuera por él (por ellos), dejaba llegar “tranquilamente” a Milei a la presidencia.[9]

Parte de esta reacción progresiva (¡ultra progresiva!) espontánea desde abajo fue la percepción que fue creciendo sobre el peligro que significaba –que aún significa- Milei y su cohorte de lúmpenes en la presidencia. Una reacción que no fue “miedo” sino algo mucho más rico y diverso: un elemento activo que se expresó –aunque electoralmente porque ninguna fuerza de masas convocó a nada que no sea electoral- de las más diversas maneras: robándole boletas, yendo más masivamente a votar (de los 4 millones de votantes sumados, 3.6 millones votaron a Massa como herramienta contra Milei), borroneando las listas de Milei en el cuarto oscuro, etc.

El hecho que apreciaron millones es que Milei es un facho, un liberfacho como le espetó Manuela Castañeira dos años atrás entre las primeras en un programa en TN: lo “liberal” es la carcasa, pero es un facho.[10] La foto de La Nación con la hermana parece la de los “Locos Adams” de derecha: son unos marginales de las finanzas, yupis fachos. Marra estaba en el bunker pasado de cocaína, totalmente desencajado: salieron derrotados porque creían que ganaban en primera vuelta. Villarroel se formó con Videla, estaba más “tranquila”; no parece loca, a priori, es una facha más “coherente”. Mi intuición es que LLAvanza es una formación como Vox, la fuerza de extrema derecha de España que reivindica al franquismo: no es igual que Bolsonaro, es una fuerza más chica y menos orgánica que Bolsonaro.[11]

El alivio que tiene la sociedad es que de alguna manera la gente decidió votar en contra de eso (¡impedir que esa lacra inmunda roñosa y derechista consolide legitimidad!). Igual, ¡atención! que todavía el pleito no terminó: es un triunfo parcial, distorsionado, utilizando el voto a Massa; ya escuchamos que en Córdoba habría cambio de voto de Schiaretti a Milei por ejemplo, y ahora el apoyo de Macri y Bullrich que amenaza con dividir a JxC (al menos, dividirlo electoralmente, luego se verá, porque conservan importante peso institucional). Sin embargo, el hecho que resta, el hecho materialmente importante aunque sea electoral es que, de manera distorsionada, hay importantes reservas en la Argentina (en las relaciones de fuerza en la Argentina, en conquistas democráticas y sociales y del derecho de organización, en conquistas incrustadas en el régimen reaccionario del 83, incluso conquistas que restan del 2001 como los movimientos sociales de izquierda, la conquista del derecho al aborto y el matrimonio igualitario, etc): la gente votó contra Milei utilizando la herramienta que había, que era Massa.

  1. Evitar el “abrazo del oso” del massismo sin dejar de alertar sobre el peligro que significa Milei

El discurso de cierre electoral de Milei fue “liberal” pero retrógrado; el de Massa fue abrazando la democracia burguesa (amén de conservador).[12] Además, en la Argentina agroexportadora del Centenario que promueve Milei no hay fábricas; tampoco entran la presidencia de Yrigoyen (fundacional del radicalismo), ni Perón (fundacional del peronismo); ridículo. El mileidismo se parece más una secta locoide que una fuerza para ganar la presidencia de un país. En su ascenso meteórico de “cero a cien” no mostró ningún aggiornamiento, como otras fuerzas afines en el mundo (Marie Le Pen, Meloni, etc), que no sacan los pies del plato del régimen. Incluso a la burguesía más coherente le hizo –y hace- ruido eso: que patee “las reglas de la convivencia institucional imperantes desde 1983” aun habiendo crisis periódicas en la Argentina. Eso no quiere decir que no pretendan un durísimo ajuste para el país; pero quizás para eso sea, aunque paradójicamente nuevamente, más coherente el gobierno de Unidad Nacional de Massa que, más allá de las palabras edulcoradas en “defensa de la educación pública” y demás, y que en su bunker se cantara “patria sí, colonia no”, va a ser un gobierno de ataque a las conquistas del movimiento obrero, de ajuste, de macro devaluación, de ataque al gasto público, todo de la mano del FMI (más allá que pícaramente arbitre un poco con China en este mundo geopolíticamente revuelto).[13]

Con JxC no está claro qué va a pasar más allá de la división ahora frente al balotaje.[14]

Tiene mucho peso institucional, diputados, gobiernan varias provincias, no sabemos si está muerto. Aunque semiplena prueba que, si van detrás de un Milei triunfador, Milei se los puede comer… Por lo demás, JxC tiene otra presión desde el otro ángulo del balotaje: el gobierno de Unidad Nacional que quiere Massa lo tiene que hacer con alguien: parte importante de los radicales y el larretismo, son número puesto (o más o menos).

Lógicamente, Massa sale como “súper Massa”, empoderado por un movimiento de masas “silencioso”, sin acciones callejeras, pero con el reflejo distorsionado de las reservas democráticas que hay en el país. Y Milei sale golpeado, con su discurso delirante de los “cien años de fracaso” donde Yrigoyen, Perón, quedan afuera, reivindicando prácticamente a la Argentina del fraude patriótico (es decir, elecciones previas al voto universal –de los hombres, solamente- de la ley Sáenz Peña[15]). Como ya señalamos, el discurso de Milei es el discurso de una secta, y si una secta así gana una elección, ya sabemos lo que se viene: el estallido de la Argentina contra un gobierno abiertamente enemigo de las y los trabajadores.

Por abajo, la gente está entre el festejo y el alivio; por ahora es un triunfo parcial, pero muestra que hay pesos y medidas en la Argentina, como señalamos oportunamente en todos nuestros textos después de las PASO.

Sin embargo, las presiones político-electorales no terminan: aun si el balotaje no está terminado y por eso aclaramos ya que no vamos a votar a Milei, obviamente, ahora viene otro problema: más allá de la táctica que definamos oportunamente y que Milei y Massa no son lo mismo, no vamos a apoyar políticamente a Massa en el balotaje: es la Unidad Nacional que viene bajo el brazo con un ajuste durísimo contra las y los trabajadores (la táctica para expresar esto, la veremos en su debido momento).

Un factor no menor además del factor de clase y por eso llamamos a votar críticamente al FITU el 22/10 a pesar de la campaña ultra oportunista del PTS (aunque ¡atención! que en cualquier caso el voto es táctico, aunque una táctica nada menor), si fuera por el gobierno, por UxP, por la traidora de Cristina y la Cámpora que se borraron olímpicamente, la elección la podría haber ganado en primera vuelta Milei. Insistimos: ¡fue la gente la que reaccionó a pesar del PJ y adláteres!

Para la táctica final hay tiempo y hay que ver cómo juegan los diversos factores; los escenarios más probables. Milei es el peligro de un gobierno de minorías de extrema derecha y Massa el ajuste con Unidad Nacional; la política y la táctica tienen que arbitrar entre esas presiones manteniendo la independencia política de la izquierda y el partido y preparándose para ser oposición férrea por la izquierda anticapitalista en cualquier caso.

Nuestra ubicación no se mueve un milímetro de la ubicación de clase de la extraordinaria campaña electoral que hicimos hacia las PASO encabezada por nuestra valiente compañera Manuela Castañeira y donde el partido puso todo lo que tenía que poner, y también el subsiguiente “giro antielectoral” para no comernos al amague del régimen que giró todo hacia la derecha para legitimar un posible gobierno de Javier Milei.[16]

  1. El papel de la izquierda es de férrea oposición de clase a un posible gobierno massista de Unidad Nacional

Terminamos este texto como lo empezamos: hay que terminar de ver hasta dónde llega el cambio de frente, el rebote anti-Milei; es difícil precisar eso tan rápido (más hechos tienen que cantar). Es obvio que ha habido un rebote electoral en cierto modo extraordinario. Pero dónde han quedado las relaciones de fuerzas, más allá del alivio, habrá que ir viéndolo, porque además falta la lucha de clases, que irrumpa la materialidad de las cosas; todo es muy electoral (todo se ha procesado, casi el año entero, casi exclusivamente de forma electoral; ¡la burocracia sindical traidora no fue capaz de llamar ni a un miserable paro general en toda la gestión del FdT!).

La definición correcta es que hubo una reacción activa de la gente –más allá que sólo electoral- que vio un peligro, y no fue porque el peronismo desenmascaró a Milei (o por el “aparato” exclusivamente, como dice el estúpido y ciego periodismo burgués[17]): ¡se desenmascaró solo! El gobierno intentó sacar medidas para contrapesar la adversidad electoral –lo de ganancias, el IVA, etc–, y todo eso sumó algo, pero no fue la clave. Muchos trabajadores y trabajadoras nos dicen por abajo que “la gente eligió al próximo enemigo” (adversario quizás en el vocabulario popular menos de izquierda, hay que cerciorarlo). Y prefirieron que ese enemigo fuera Massa y no Milei, lo cual es lógico porque a pesar que el gobierno de Massa, eventualmente, será de centro derecha, Milei te metería, eventualmente (eventualmente porque opinamos que el país estalla con él que, insistimos, no se puede descartar hoy que se imponga en el balotaje; nada está asegurado), un gobierno extremadamente reaccionario.

Entonces, repetimos una vez más: hubo un fenómeno espontáneo de reacción que refleja distorsionadamente las reservas en la clase trabajadora. No hay solo una Argentina fragmentaria; ¡también hay una Argentina orgánica que es la que reaccionó! Y el elemento Milei es un elemento descompuesto, por arriba y por abajo: desde los viejos vinagres de derecha hasta Marra; son lumpen-burgueses, un elemento de descomposición, de extrema derecha que denunciamos de “semifascistas” a modo ilustrativo, pero que no llegan a ello (repetimos que no tienen fuerzas extraparlamentarias, ¡pero es útil para tirarles todo encima y pasarlos por arriba denunciarlos así!).

Hay algo profundo en el periodismo en general y su campaña “mileidista” (por eso, en general, no entienden qué pasó amén que la mayoría de los medios más grandes, más burgueses, se jugaron por JxC). Hay algo profundo: no supieron leer al país, no vieron dónde está la Argentina, que es un país difícil de leer, entonces no lograron mantener un discurso coherente al sentirse presionados por derecha (esto último lo afirmamos por JxC, al menos un sector de esta coalición burguesa reaccionaria). Todo esto lo afirmamos con muchísimo cuidado porque hay que ver todavía cómo evolucionan las cosas, dónde quedó parado todo el mundo, se están tomando decisiones de voto por arriba en estos mismísimos momentos, la campaña del balotaje aún no comenzó, hay que tener más reflejos del movimiento de masas, etc, hay marchas por delante (por Gaza, la Marcha del Orgullo, la Jornada Nacional de Lucha, etc), etc.

La preocupación era que el país se fuera demasiado a la derecha (al menos, electoralmente). Pero hubo una reacción extraordinaria aun sin convocatoria a actos multitudinarios y, menos que menos, grandes luchas.

La reacción tuvo por contenido aferrarse a las conquistas del 83, porque fue todo sin lucha de clases, y sigue siendo una traición histórica lo del peronismo, la burocracia y el kirchnerismo que jugó todo –o nada- a la carta sólo electoral y al aparato; Cristina quedó más desenmascarada porque se recontra borró.

En otro plano, claro está, lo del PTS es grave y profundo y extremadamente oportunista: porque subestimaron al adversario y tuvieron una política electoralista igual que siempre (¡el objetivismo que expresaron siempre ha sido el padre o la madre del oportunismo![18]). En el movimiento obrero hubo una pelea contra un enemigo mortal, y ellos no estuvieron, no identificaron a Milei como enemigo mortal de la clase obrera: lo señalaron como un “gatito mimoso de los empresarios” (es decir, es un peón de los empresarios, en cierto modo porque los pretendidos demagogos o bonapartistas pueden ponerse por encima de ellos, pero al subestimarlo lo trataron demasiado bien[19]).

La presión más fuerte ahora, estos primeros días, es la de Massa: salí de acá, andá a abrazar a otro, no queremos saber nada de Massa y su gobierno de Unidad Nacional amparado por el FMI. Como el pleito no está terminado y subsiste el problema de Milei, nuestro primer planteo es, evidentemente, que no vamos a votar a Milei, pero hay que completar la táctica a la vista del desarrollo de los acontecimientos. Desde ya que, políticamente, en ningún caso vamos a apoyar a Massa tampoco. Las cuestiones tácticas se verán oportunamente.

En lo inmediato hay que trabajar el balance con las y los trabajadores, la juventud, el movimiento de mujeres y lgbtt, abrir las reuniones, invitar a sumarse al partido y participar con fuerza de todas las Jornadas de lucha que vienen antes del balotaje.


[1] Aunque esta cita está editada quitando referencias excesivas al peronismo y el sindicalismo, de todas maneras sorprendentemente, tiene un análisis más sopesado sobre las reservas existentes en la clase trabajadora argentina que la abrumadora mayoría de los analistas que hemos podido escuchar y leer estos días que fincaron todo el triunfo –parcial- de Massa en el aparato peronista.

[2] Insistimos en que la militancia, sin dejar las redes sociales de lado, claro está, lea más los diarios y lea más en general marxismo y pierda menos tiempo en las redes que son una herramienta de difusión de nuestras posiciones extraordinaria pero no se puede vivir en esa “burbuja”.

[3] Agradecemos a Patricia F por la colaboración en la desgrabación de este texto que inicialmente fue un informe oral en el Comité Ejecutivo del Nuevo MAS el día 23/10.

[4] “De sólo seducir a una porción de todos estos potenciales aliados [la nota se refiere a los diputados de los gobernadores, sectores del radicalismo, el FITU, etc], Massa tendría el quórum asegurado. Difícilmente Milei pueda replicarlo: con una bancada de 38 diputados alcanzar el quórum se le presenta más empinado que escalar el Everest” (Laura Serra, La Nación, 24/10/23).

[5] Hay que tomar nota que, en lo inmediato, los mercados no se han movido demasiado porque si bien no les gusta Massa lo ven con más gobernabilidad que a Milei. Pero habrá que ver la evolución en el transcurso de los próximos días y semanas y el impacto que pueda tener la escalada de los dólares blue y financieros sobre los precios y el abastecimiento (abastecimiento muy resentido en los últimos días de la previa a la elección del 22/10 donde el país quedó cuasi paralizado y en un clima de desasosiego y angustia pocas veces visto en los últimos 40 años exactos).

[6] Lógicamente que esto no quiere decir que las direcciones y los partidos no tengan su peso en el balance de la historia, evidentemente. Afirmar lo contrario sería un error simétrico de espontaneísmo. Los partidos sin masas no son mucho, pero tampoco las masas sin partido son demasiado (es toda una dialéctica de masas, vanguardia y partidos; de clase, partido y dirección -como afirmara Trotsky).

Una enseñanza general que vale para los partidos burgueses o burocráticos y, también, en términos generales, para la izquierda revolucionaria que, en todo caso, cuenta más con la acción extraparlamentaria que la parlamentaria, aunque la parlamentaria es de enorme importancia también.

[7] Con su planteo de gobierno de Unidad Nacional tiene la idea de ubicarse como una suerte de Bonaparte, pero tenemos dudas que le de el piné para tanto. La experiencia lo dirá si es que se impone en el balotaje.

[8] Algo a tutelar quiere decir, en este contexto, algo a cuidar, a valorar (no que sea algo desde arriba o cosa así. Desde arriba cero: ¡casi todo fue desde abajo y espontáneo!).

[9] El papel del régimen burgués, del cholulaje de la tv, de las redes, etc, fue dramático en la impunidad con que dejaron actuar a un personaje que cuestiona abiertamente el régimen del 83, por no hablar de la burocracia sindical, que afirmó que sólo iba a convocar a medidas de fuerzas “después de las elecciones”… Es decir que, como siempre en su historia, subordina la acción del movimiento obrero al calendario electoral, al imperio del régimen y a la institucionalidad, al apartamiento de las masas de la vida política incluso si eso da lugar a un fascista como Milei y su cohorte de lúmpenes-burgueses en la presidencia del país. ¡Y atención que dicho escenario todavía no se puede descartar!

Atar la vida política y la lucha de clases al calendario muerto y formal de las elecciones cada dos y cuatro años, a la institucionalidad, es parte de lo que se impone “naturalmente” y se asimila insensiblemente, incluso desde la izquierda y a lo que, sin sectarismo alguno respecto de las elecciones mismas como punto de apoyo auxiliar para hacer política, hay que tener cuidado y escaparle como a la peste.

[10] Los demagogos fascistoides o de extrema derecha, para ser más precisos (insistimos en lo de fascistoide para extremar la denuncia y el alerta aunque insistimos que el tipo no tiene formaciones militantes extraparlamentarias y es bastante heteróclita su base social) pueden ser ultra liberales o, incluso, proteccionistas, según las circunstancias. Milei es, básicamente, un demagogo con un programa económico liberal de ataque feroz al movimiento obrero y de masas en general, así como a las conquistas del 83. Otra cosa es que pueda llevarlo adelante si llega al gobierno; tendría inmensas dificultades para eso: el país sin duda explotaría en un lodazal de barro y lodo y podría haber un feroz giro a izquierda, de ahí los temores de la burguesía más coherente en un gobierno de él, amén que la reivindicación de la Argentina del Centenario, ya lo veremos, significa el cierre de todas las fábricas.

[11] Son tan ignotos y arribistas sus “representantes” que llegaron al Congreso que pueden ser totalmente heteróclitos según cómo le vaya a Milei en el balotaje. Es casi imposible adelantar un pronóstico sobre esta formación de extrema derecha inorgánica porque, por lo demás, mucho depende de lo que pase con JxC, hoy en extrema crisis luego de la paliza electoral que recibieron.

[12] “Este año se cumplen 40 años de democracia”, afirmó pícaramente.

[13] Atención: eso no quiere decir que un eventual gobierno de Massa vaya a ser un gobierno fácil. Va a ser un gobierno de centro, centroderecha, pero en el escenario de fragmentación señalado. De todos modos, vale lo planteado al inicio de esta nota: los acontecimientos son demasiado recientes, falta aún el balotaje y para tener una mirada más de las perspectivas que vienen hace falta algo más de distancia.

[14] Mientras escribimos este texto no tenemos tiempo de ver los alcances y limites para dicha coalición derrotada de esta decisión. Se verá en los próximos días y semanas.

[15] La ley Sáenz Peña terminó con el fraude patriótico (es decir, las elecciones completamente fraudulentas que se realizaron anteriormente) y es la ley número 8871 publicada en el Boletín Oficial el 26 de marzo de 1912. Hipólito Yrigoyen se valió de ella para llegar al gobierno en 1916.

[16] Reivindicamos a muerte esos dos momentos de la campaña de los cuales todavía necesitamos un balance sopesado.

[17] Repetimos que el cholulaje periodístico que hemos visto estos meses e, incluso, estos últimos años, expresa una degradación del mismo. Existen periodistas incluso burgueses que son serios, también los hay pequeño burgueses “piolas”, pero el cholulaje periodístico y la mercantilización del periodismo nos parece que ganan por lejos. Eso no quiere decir ser sectarios con los medios (y con las redes): sin la difusión en la tv, la radio y las redes sociales de nuestras figuras y nuestras posiciones, hoy día es imposible hacer política revolucionaria (todo tiene pesos y medidas en política revolucionaria; sólo que en determinados momentos inclinamos la vara para un lado y en otros, para el otro. Punto).

[18] Lo del PTS hay que terminar de entenderlo: todas las “fichas” puestas por arriba, degradación constructiva por abajo. Una campaña electoralista que no planteó en ningún momento (en los debates presidenciales, el gran momento) una medida de fuerza general contra la extrema derecha y el ajuste y el festejo de su nuevo diputado en la elección más débil del FITU que recordemos desde el 2011. Los votamos de todos modos críticamente, pero comportarse de manera ordinaria en una coyuntura extraordinaria es uno de los elementos de fondo del oportunismo, de la adaptación al juego electoral.

[19] Bregman tendría que haber roto las reglas de juego del debate cuando Milei empezó a cuestionar la cifra de los desaparecidos, cuando dijo que el genocidio de la dictadura fue un “exceso” y una “guerra” con daños colaterales, palabras más palabras menos, amén de hacer sus intervenciones todas desde el parlamento y no desde las bases (una ubicación al menos extraña para una vocera popular de la izquierda).

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