Apuntes sobre una coyuntura reaccionaria

Estamos ante una coyuntura reaccionaria cuya resultante es aún indefinida. Las dificultades de la coyuntura se potencian porque la clase trabajadora está entre “dos demonios”: la casi hiperinflación y el ajuste impulsado por el gobierno, que tiene efectos desmoralizantes, llegando a 12.4% en agosto (con un alza mayor en alimentos de 15,6%) y una interanual de 125%, por un lado; y el “fenómeno” Milei que se alimenta de la crisis económica y social en aumento, por otro.

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Editorial

En este marco, el anuncio de Massa de elevar el mínimo no imponible del impuesto al salario a $1.700.000 lógicamente ha caído bien en un sector que representa unos 800 mil trabajadores que quedan eximidos del pago, pero que no revierte la enorme crisis a la que está sometida la clase trabajadora que se encuentra bajo la línea de pobreza en su inmensa mayoría, y en la informalidad en un 50%, a la vez que deja en pie un impuesto que es regresivo.

Más allá del efecto limitado de la medida, parece ser además insuficiente a la hora de traccionar electoralmente a un sector de trabajadores mayoritario, más afectado por la pulverización del salario vía inflación, que por la eximición del impuesto al salario.

Por otro lado, ha quedado claro que la mayoría de los gobernadores vinculados al PJ fueron guardianes de las boletas de Milei y que en su mayoría (salvo Quintela, gobernador de La Rioja que dijo “si gana Milei renuncio”) no quieren hacer campaña por Massa para no verse afectados ante una eventual derrota oficialista.

Las dificultades para romper la coyuntura reaccionaria aumentan por el rol de contención de las direcciones sindicales burocráticas que atan de pies y manos al movimiento obrero aumentando la sensación de asfixia, a la vez se apoyan en las paritarias para reducir el impacto de la inflación sobre los salarios. Las mismas CGT y CTA que han evitado a toda costa convocar a un paro general en defensa del salario y contra el brutal ajuste del gobierno, movilizaron días atrás al acto oficialista de Massa por el anuncio de ganancias.

Junto con esto, Massa ha dejado claro que en caso de ser presidente, el suyo será un gobierno de unidad nacional, es decir un gobierno reaccionario cuyo programa económico será resultado del acuerdo entre la burguesía, las principales fuerzas políticas (es decir Milei y JxC) y la burocracia sindical, bajo la tutela del FMI.

En este marco existe una preocupación de la burguesía con Milei porque no es exactamente un neoliberal, sino es un demagogo de extrema derecha, que es otra cosa. Dice mucho lo que se quiere escuchar, se apoya en elementos de la realidad como la desvalorización del peso constante y la inflación desatada, para proponer medidas incumplibles como el plan de dolarización, y genera dudas sobre si lograría estabilidad para gobernar.  Es una figura de extrema derecha, no es un liberal. Utiliza el discurso liberal porque la Argentina se hundió con el progresismo, pero los “fachos” no son liberales, son una combinación más compleja.

Por ejemplo, los Fratelli de Italia no son liberales, son demagogos, y un demagogo puede decir una cosa hoy y mañana exactamente lo contrario. Un demagogo no tiene programa, y un liberal sí lo tiene. El demagogo busca impactar en el público, es ultra pragmático, en eso tiene un filamento de extrema derecha.

Recientemente The Economist ha publicado una nota en la que plantea preocupación respecto de Milei, a quien caracteriza como un demagogo que podría alterar la democracia en caso de verse desbordado. Esta preocupación refiere a la dinámica de acción y reacción que plantee una escalada y lleve eventualmente al país a una situación prerrevolucionaria.

Junto a esta preocupación aparece otra: la falta de organicidad que hace a Milei un incontrolable. Bolsonaro es más orgánico que Milei, fue diputado nacional durante 40 años, y respondía en parte a las Fuerzas Armadas. ¿A Milei quién lo controla, adónde va? Es un plato volador, un peligro total. Entonces la burguesía no está con Milei; lo usa como perro guardián para girar el país a la derecha, pero querrían a Melconian y Bullrich al frente del país.

La contradicción es que, si el plan económico y a la vez la figura de Milei aparecen como poco confiables, ha resultado el candidato con mayor cantidad de votos en las PASO y podría estar aumentando la diferencia respecto del resto de los candidatos de cara a octubre.

Por el contrario, Bullrich y su candidato a Ministro de Economía Melconian (un liberal

del agrado del FMI) aparecen con un programa económico mucho más coherente para la burguesía, pero no hay claridad de su situación en el terreno electoral.

El plan del bimonetarismo (la convivencia del peso y el dólar como monedas de curso legal para la economía interna) es una política extraordinaria para la burguesía. Mientras que la dolarización depende de los dólares oficiales con los que cuente el Banco Central, que son escasos, sumado a que se descarta que alguien le quiera prestar dólares, el bimonetarismo depende de dólares privados, que se pueden traer desde afuera (recordemos que los diversos grupos capitalistas autóctonos que hacen negocios en Argentina tienen unos 400 mil millones de dólares atesorados en paraísos fiscales).

La posibilidad para los capitalistas de hacer contratos en dólares, comprar territorio, invertir y hacer negocios genera entusiasmo entre los capitalistas: “traés los dólares de afuera y te comprás el país”.

El FMI tampoco quiere la dolarización. Epstein, uno de los economistas que defienden a Milei en los círculos empresarios, dice que la dolarización está muy bien pero que es imposible de hacer en el corto plazo. El bimonetarismo en cambio entra como por un tubo, porque lo único que hace falta es blanquear los dólares que entren desde el exterior, que no paguen ningún impuesto, y listo.  Esos millones de dólares fugados en el exterior nadie se los va a dar al Banco Central, pero sí los van a traer para comprarse la Argentina, que está baratísima. Frente a esto, el plan de Milei es demagogia, porque el bimonetarismo significa contratos en dólares entre privados y salarios en pesos para los laburantes. El tema es cómo hace Bullrich para tener votos. También podría ser que Milei gane y agarre el plan de Bullrich, pero eso es especulación sobre un personaje que aparece incontenible para la burguesía.

Todo esto no quita los peligros que significaría un gobierno de Bullrich/Melconian desde el punto de vista de la gobernabilidad. Bullrich ha sido muy agresiva con los sindicatos, y la burocracia es poderosísima en la Argentina, mucho más que en Brasil. En el programa de Melconian figura cambiar los convenios, eso significa cambiar la estructura del movimiento obrero; en Brasil se hizo, pero allí el movimiento obrero es mucho más débil, aunque es más grande numéricamente. En Brasil todos los convenios son pluri-individuales, no hay convenios colectivos, y después se impuso la jubilación a los casi 70 años, una derrota durísima, y sin lucha. La clase obrera brasileña es una potencia social, pero jamás estuvo articulada como la argentina; es la clase obrera del getulismo (que era parecida a la del peronismo) que se derrumbó y después vino la clase obrera de la CUT, que es muy distinta, más político-sindical; por eso en Brasil no hay comisiones internas.

En este marco de crisis, queremos dejar apuntado el rol de arbitraje que lleva adelante la Justicia. Siguiendo con la analogía de Brasil, hubo un fallo muy importante de Toffoli, uno de los jueces del Tribunal Federal, que desconoció todas las pruebas obtenidas contra Lula a partir del acuerdo de colaboración con la empresa Odebrecht considerándolas “delación premiada” y a las supuestas confesiones como fruto de “tortura psicológica”. Manda todo el caso de vuelta a primera instancia y declara que fue un error histórico meter preso a Lula.

La delación o colaboración premiada es parecida al mecanismo que se utilizó en Argentina con la Causa de los Cuadernos, pero acá el arbitraje de la Justicia fue al revés, porque la Corte Suprema jubila a la jueza Figueroa de la Cámara de Casación, quien había votado en diversas causas a favor de Cristina Kirchner, y que tenía en sus manos la definición de las causas contra la vice presidenta por los casos de Hotesur, Los Sauces y el memorándum de entendimiento con Irán. En este marco la Cámara de Casación va a ser importantísima: si el país se va muy a la derecha pueden poner a Cristina Kirchner presa. La Justicia es parte del régimen, pero se puede ver cómo en Brasil arbitra en contra de Bolsonaro y acá va contra Cristina.

La alternancia de las reivindicaciones democráticas y contra el ajuste

Los dos “demonios” (inflación desatada y Milei) obligan a ordenar las consignas de manera alternada según cada caso.

La marcha del 28S por ejemplo, no arranca por el ajuste sino por la defensa de una conquista democrática, el derecho al aborto, aunque el ajuste figura entre los reclamos de la marcha. Distinto es el caso de una movilización que expresa los reclamos de los trabajadores o de sectores desocupados, o mismo las acciones contra el ajuste en Filosofía y Letras (UBA) donde se debe priorizar el ajuste.

O el caso de la movilización contra la reivindicación de la dictadura de Villarruel, en la que se priorizó el elemento democrático y la denuncia contra el acto pro dictadura, y que dio lugar a la unidad de acción entre organismos de derechos humanos independientes, organizaciones de izquierda, y organismos de derechos humanos y sectores simpatizantes del gobierno pero que decidieron desoír la línea oficialista, y movilizar a la Legislatura de CABA. Un acierto completo que impacto en sectores de vanguardia amplia.

Al respecto de este evento de reivindicación de la dictadura impulsada por el sector de Milei queremos destacar que no se trató de la expresión política del conjunto del régimen. No es política de la burguesía reabrir la discusión sobre la dictadura militar como régimen para la resolución de los problemas del país (otra cosa es el 2×1 de Macri, o un intento de relegitimar a las fuerzas represivas golpeadas al día de hoy luego de la caída de la dictadura por la movilización popular). Puede ser, sí recuperar las Fuerzas Armadas, pero eso no es lo mismo que reabrir el debate sobre la dictadura, que sería cuestionar al régimen que tenemos desde 1983. ¿Para qué lo querrían cuestionar si no hay ningún ascenso de la lucha de clases? Esa es la diferencia entre derecha extrema y extrema derecha. La derecha extrema de Bullrich es la derecha del régimen de 1983; lo de Villarruel, que organizaba visitas a Videla, es legitimar el golpe, y ese no es el consenso de la burguesía.

Así como todo el régimen político está en contra de reabrir el debate contra la dictadura, también todo ese régimen está en contra de movilizar contra Milei. El que le abrió la puerta de la Legislatura a Villarruel es Larreta, diciendo que hacer ese acto es un atributo de la representación y que no se puede legislar sobre el contenido de la charla. Igualmente, la ubicación del kirchnerismo, que llamó vergonzosamente a no movilizar para no “hacerle el juego a la derecha»… ¡cuando la derecha salió primera fuerza en las PASO y no se la puede ignorar! Es un argumento derrotista y ridículo cuando es sabido que la dictadura militar se derrotó justamente con la movilización, y que es la movilización la que puede poner un límite a los intentos reaccionarios de la extrema derecha.

Nuestras tareas en la coyuntura actual

En ese marco queremos rescatar que nuestro partido fue el único que se jugó realmente a la movilización, a diferencia de las fuerzas del FITU, un frente cuya crisis se ha hecho más clara aún luego de las PASO, y cuya participación se redujo a un puñado de militantes y figuras parlamentarias. Está claro que el PTS viene priorizando como centro de su campaña sacar más diputados, sin ninguna apuesta a aprovechar el marco de la campaña electoral para alertar sobre los peligros y la necesidad de apostar a la movilización extraparlamentaria de cara a los desafíos presentes y futuros.

Igualmente participaremos en la próxima movilización del jueves 14 convocada por la Unidad Piquetera dirigida por el Polo Obrero entre otros sectores, cuyas consignas principales contra el ajuste del gobierno y el avance de la extrema derecha compartimos. Pero que a su vez ha terminado por definirse como una marcha cerrada en la que la participación de las organizaciones políticas, los sindicatos, centros de estudiantes entre otros aparecen subordinadas a los movimientos sociales, dando a la movilización un carácter reivindicativo parcial que no dialoga ni empatiza con la mayoría social de trabajadores, y que tiende a compartimentar a los sectores desocupados.

Si a nivel macro las dificultades son tangibles, por otro lado, comienzan a haber expresiones a nivel de la vanguardia, en el movimiento de mujeres y la convocatoria a marchar el próximo 28 en defensa del derecho al aborto donde Las Rojas ha jugado un rol clave. En el movimiento estudiantil con cortes de calle en reclamo por presupuesto como ocurrió recientemente en Filosofía y Letras en UBA, una acción que fue dirigida fundamentalmente por el ¡Ya Basta!, o con asambleas de importancia en distintas universidades como en Humanidades en UNLP, hasta una acción de frente único en la Universidad de Quilmes para echar a un grupo de liberfachos que fueron a volantear, entre otros.

Todas acciones que aun siendo de vanguardia y sin revertir el clima general, desde luego tienen enorme importancia como contrapeso en la actual coyuntura y nos abren terreno tanto para avanzar en el protagonismo en espacios de coordinación, frente único o de unidad de acción, como en la organización de sectores junto a nuestro partido.

Debemos aprovechar cada instancia para hacer valer la fortaleza política del partido y abrirnos paso en cada instancia de organización, sea para el impulso de movilizaciones como la del próximo 28 donde cumplimos un rol destacado, o en la conformación de frentes que disputen centros de estudiantes avanzando en protagonismo de nuestra organización juvenil ¡Ya Basta! como recientemente en UNGS y UNQui.

Párrafo aparte merece la enorme conquista del sindicato docente en Córdoba Capital (UEPC) arrebatado a la burocracia sindical por la lista Unidad desde las Escuelas, con la participación de activistas y de la izquierda con un rol destacado la Lista Carlos Fuentealba. Un punto de apoyo inmenso para las luchas en defensa del salario y la educación pública en la provincia.

El impacto político del triunfo de Milei en las PASO y el brutal ajuste desplegado por el gobierno han despertado a un sector de la sociedad que busca espacios para el debate, la reflexión, la organización y la movilización. Nuestro partido aspira a vincularse a quienes quieren prepararse para los enormes desafíos que tenemos por delante, en la defensa de cada conquista lograda hasta hoy y para lograr que los sueños de un futuro mejor a costa de este sistema capitalista explotador y opresor.

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