
“Siempre he escuchado en Francia, desde personas que respeto pero no apruebo, que encuentran malo atacar hombres desarmados, mujeres y niños. A mi manera de ver, estas últimas son necesidades desagradables, unas que sin embargo cualquier persona que desea hacerles la guerra a los ‘Árabes’ [los pobres] está obligada a aceptar” (Alexis de Tocqueville, citado por Eric Hazan, The invention of Paris. A history in footsteps, Verso, 2011, pp. 276)
Presentamos a continuación el informe nacional dado por Roberto Sáenz al último CC del Nuevo Mas incluyendo el reflejo de algunos elementos de la coyuntura internacional habiendo arribado recientemente de Francia.
- La institucionalidad a derecha, la movilización a izquierda
Aprovecho la oportunidad del informe para volcar algunos reflejos de la coyuntura internacional vista desde París a propósito de mi reciente viaje a Francia. Próximamente publicaremos algunas notas específicas respecto del mismo.
La presión por la derecha sigue y se reafirma con un mecanismo “universal” que es así: la burguesía presiona por derecha por la competitividad económica, pone una regla de competitividad feroz a nivel internacional; tiene todo el apoyo de los medios y de un “ultracapitalismo del atraso” popular, individualista, que la sigue. Sería, en términos de lo que se ve por ejemplo en Brasil, el impacto del “emprendedurismo”, tan importante en la base bolsonarista. Esta es, obviamente, una reacción de “movimiento pendular”, no solamente en materia económica sino también en materia de las relaciones humanas, el movimiento de mujeres, lgbt, etc., que tuvo su apogeo hace unos años con el paro internacional de mujeres y otras manifestaciones masivas de lucha contra la opresión de género y que provoca simultáneamente una reacción conservadora.
La superestructura se desplaza a derecha y se apoya en la institucionalidad del voto para después avasallar la misma institucionalidad con elementos bonapartistas (es oportunista por así decirlo el uso que hace la extrema derecha de la misma).[1]
Simultáneamente, ¡y acá está la dialéctica de la cosa!, la lucha social tiende a desplazarse a izquierda incluso con un mayor grado de radicalidad, alimentando una suerte de polarización asimétrica. Esto es evidente en Francia, donde la superestructura se desplazó a la derecha con dos tercios de votos entre Macron y Marie Le Pen, y después de ese proceso electoral hubo cuatro meses de movilización masiva, dirigida por la burocracia de la Inter-sindical salvo en algunos momentos de desborde como posteriormente al uso de Macron del 49.3 para sacar la ley anti-jubilatoria por decreto pasando por encima de la Asamblea Nacional. Si no hubo más desborde es por la Inter-sindical cretina de la institucionalidad que calificaron a la movilización como “la fuerza tranquila”… Se movieron mareas humanas, pero no rompieron salvo en momentos aislados los límites de la institucionalidad ni se cuestionó a Macron.[2] Pero al mismo tiempo vivificó e hizo entrar en escena a una nueva generación. No fue una rebelión popular. Tuvo otro carácter de clase más valioso, más rico, con centralidad trabajadora y estudiantil, aunque por ahora menos disruptivo.
Éste último es un dato importante porque la oleada de huelgas en Europa occidental por el salario y contra la inflación que ocurrió en el segundo semestre del 2022 incorporó otra calidad de clase.[3] (Como nota al pié vayamos adelantando que creemos que esta calidad de clase es un elemento que llega para quedarse incluso para lo que se viene en la Argentina: el ajuste brutal que se preparar eventualmente va a sacar a la calle, obligar a salir a la calle, a los trabajadores / as asalariados como de alguna manera se está viendo en estos momentos en Salta y Jujuy. Todo esto sin perder de vista que en la primera fila de los ataques que vienen están los desocupados, así como docentes y estatales.)
Entonces, tenemos una superestructura que se desplaza a derecha, que se ampara en la institucionalidad para después avasallarla, y un movimiento de masas que se desplaza a izquierda; el problema es que el desplazamiento a derecha estadísticamente es mayor porque es “una persona, un voto”, y el desplazamiento a izquierda es estadísticamente menor porque atañe a la gente movilizada: son millones contra cientos de miles.
Esa es la polarización en este instante (la “radiografía” promedio en países occidentales bajo democracias burguesas). Lo que presiona hacia el ultracapitalismo es el mercado mundial. Sea cual fuera el circuito en el cual se esté (en torno al G 7 o entorno a China, lo mismo da), la pauta la da el capitalismo más feroz, no el más “benigno”. El “mercado político” está pautado por el más duro, pero se viven clímax y anticlímax, como en Francia entre las elecciones de 2022 y la movilización de 2023 contra la reforma jubilatoria, que aunque está por ahora controlada por la burocracia, repetimos, tuvo momentos de desborde cuando el “decretazo” de Macron. Hubo desborde entre sectores de trabajadores de vanguardia, la juventud estudiantil y la población en general bajo la forma de bloqueos de rutas, paros de basureros en París durante semanas y quemas de diversos tipos en las calles (fogatas).
El segundo dato de esta lucha en Francia es que su composición social fue superior a la de la rebelión popular: fue de trabajadoras y trabajadores y la juventud, a los cuales se adosó el elemento popular. No fueron los chalecos amarillos, ciudadanos pequeñoburgueses del interior del país, fue un proceso obrero y estudiantil que algunos consideraron, quizás exageradamente, el más importante desde el Mayo francés, y cuya composición fue clásica y en el centro de Europa (quizás, más adecuadamente, el mayor proceso desde las movilizaciones -con paros renovables, que esta vez no hubieron- desde 1995).
Fueron parte de este proceso también las huelgas en Gran Bretaña (finales de 2022), donde el primer ministro Sunak no retrocedió –se mantuvo durísimo frente a la oleada de luchas-. No retroceden, salvo que les cortes el cogote, y todavía las condiciones no están dadas para cortar cogotes de las autoridades. Pasó acá en Salta con una dura represión seguida de una movilización masiva, donde ahora mediatizaron el conflicto con una impasse, pero el gobierno no retrocedió tampoco. O la constituyente de Jujuy, que aunque se mantuvieron las elecciones cada dos años y no pasó la mayoría automática para la primera fuerza, mantuvo la ley anti-piquete, entre otras cosas (se aprecia, como en todo, que hay alcances pero también límites en el intento reaccionario).
Las últimas elecciones europeas estuvieron marcadas por derecha: España, Grecia, Francia. Pero lo significativo es el movimiento pendular que impresiona por derecha pero puede impactar por izquierda, abriendo condiciones que pueden ser prerrevolucionarias dada la magnitud de lo que está en juego; no vamos a condiciones de estabilidad sino todo lo contrario (“Guía de estudio sobre la situación mundial. Ha comenzado una nueva etapa”, parte 1, izquierda web).
Digo esto para estar preparados para una situación de luchas más duras. Igual en Francia “no pasó nada” en el sentido de que no hay muertos (hubo, sí, heridos, pérdida de algún ojo, etc.). Tampoco pasó “nada” en el Mayo francés, no hubo muertos; los muertos en los años 70 los puso América Latina. Por eso Moreno estaba enojado con Mandel y Bensaïd, porque hicieron cualquier cosa (empujaron una orientación ultraizquierdista). Bensaïd vino a la Argentina en 1974 con sus simpatías guevaristas, y a los seis meses todos los que había visitado estaban muertos…[4] En Europa murió gente en la revolución antiburocrática contra el estalinismo, en Praga, Hungría, Polonia; pero fuera de eso, todos los muertos los puso América Latina. (Exagero un poco: hubo muertos en los enfrentamientos entre el Estado Italiano y las Brigadas Rojas a finales de los años 70 en Italia, etc., y seguramente también en la Revolución de los Claveles en Portugal en 1974, pero la escala latinoamericana no se dio en Europa occidental.)
Lógicamente que lo anterior lo ponemos en un contexto: no estamos en una situación de radicalidad como en los años 70, no se viene un escenario de ese tipo. Pero es ilustrativo lo que les digo como para entender que la “calma chicha” de los últimos 40 años de democracia burguesa con más o menos estabilidad, se está acabando: se va a un escenario de mayor polarización y mayor radicalidad.
Para tomar ejemplos de otros países, Biden parece tener la reelección asegurada aunque el candidato republicano sería Trump y no se puede descartar que vuelva (hay otros candidatos/as republicanos como Ron De Santis, etc., pero todavía no le pisan los talones al magnate inmobiliario).[5] Entonces la cosa está así, en un movimiento pendular indefinido, en un momento de polarización creciente de la lucha de clases, no apto para impresionistas sino para “bancársela” y mantener una actitud reflexiva, saber tomar distancia y aguantar las presiones: los golpes que vienen por derecha preparando los contragolpes por la izquierda que también ocurren.
Finalmente, respecto de nuestra corriente hay dos novedades de extrema importancia estratégica en el terreno constructivo: venimos del Primer Congreso Mundial de trabajadores/as por aplicaciones en Los Ángeles, que ha sido un éxito total y que prepara una Jornada Internacional de Lucha para los días 1 y 2 de julio y subsiguientes con centro en el paro de aplicativos en Brasil, en el cual también somos el principal núcleo organizador (“Entregadores por la base” se llama la agrupación). Y, por otra parte, acabo de visitar el NPA de izquierda, que es un desarrollo progresivo donde se agrupan cientos de jóvenes y del cual forma parte nuestra corriente vía Socialismo o Barbarie Francia.
Una circunstancia de creciente quiebra del Estado
Vayamos ahora a la coyuntura preelectoral. Lo primero es ratificar que ya estamos en una crisis como la del 89 o el 2001, una crisis histórica como la de esos años que es el trasfondo de la coyuntura electoral hacia las PASO. Hay bancarrota y desgobierno en la Argentina. Y desgobierno significa multitudes abandonadas a su suerte (utilizamos el concepto en ese sentido, el de una quiebra estructural del Estado).
La crisis del 89 fue hiperinflacionaria, la del 2001 fue de híper-desocupación, y esta es una crisis de quiebra del Estado. El Estado argentino quebró, pero no por el default que podría venir en cualquier momento, sino por 50 años de no inversión en los asuntos generales de la sociedad; aunque no haya un default formal, esta quiebra es mucho más profunda, es estructural.[6]
La crisis del sistema de salud es monumental; la señora que fue a increpar a Kicilloff diciendo que no hay médicos pediátricos, no es una expresión aislada, es real para toda la provincia. Hay un colapso de la salud, no hay turnos para nadie, tengas 10 años o 90, ni siquiera en las privadas. Ese colapso significa desgobierno porque se deja a la gente a su suerte, y por ahora no hay instituciones que suplan eso, porque las instituciones estatales no hacen nada, están desbordadas. Ese elemento de abandono, aunque haya un giro a la derecha, es un elemento potencialmente prerrevolucionario porque impulsa para el lado de tomar las cosas desde abajo (dualidad de poderes).
Esto se vincula a otra definición: la quiebra del Estado y de la infraestructura del país es el trasfondo de una nueva crisis histórica, que se procesa en dos años, 2023 y 2024, por ahora con contención salvo el interior del país (Jujuy, Salta, Chubut), es decir, se procesa primero electoralmente porque las direcciones del movimiento de masas funcionan y contienen. Pero luego, un posible giro reaccionario muy duro, que es el que está preparando la burguesía para Argentina, no veo que pase en frío; puede pasar y pueden ganar, pero no veo que pase sin lucha de clases. Como en Salta: Sáenz sacó el 47% de los votos, arrasó porque el segundo sacó el 20, pero le cortaron Salta en medio de un fin de semana largo, y se pudrió todo. Y fue duro: Marcos estuvo preso, sigue el procesamiento, Sáenz sigue firme pero no sabe si seguir reprimiendo, etc. Lo más probable es que lo de Salta se generalice; ver ahora el caso de Jujuy. Sectores de la burguesía quieren un “plan tatcheriano”, una derrota histórica. La Argentina no es Francia, donde no hay plan tatcheriano. Pero tampoco es Bolsonaro, que llegó con una semi-derrota consumada. La Argentina está en un terreno “intermedio” por así decirlo a estos dos países, que tomamos a modo comparativo.[7]
Resumiendo: crisis histórica de derrumbe del Estado, una crisis que se procesa en dos años, y un intento de llevar el péndulo lo más a la derecha posible pero dentro de cosas controlables: no quieren que gobierne Milei, quieren que ladre desde la extrema derecha y que gobierne alguien coherente. Y dudan de si Larreta o Massa alcanzan para lo que hay que hacer y por ahí aparece la Bullrich…
Ese elemento estructural es la presión que tiene la campaña: la burguesía quiere llevar la campaña lo más a la derecha posible sin perder el control de la campaña. Ese es el uso que hace la burguesía clásicamente de la extrema derecha: la azuza, la deja pasar, y al mismo tiempo le tiene la correa. A veces se suelta la correa y ocurren fenómenos más extremos, pero Bolsonaro, por ejemplo, no llegó a soltarse de la correa; por eso la analogía con el fascismo es exagerada (¡aunque útil para la denuncia!), son elementos de bonapartismo preventivo lo que estamos viendo.
La presión sobre la campaña es la misma que opera sobre la coyuntura: la burguesía quiere forzar el proceso electoral todo lo posible a la derecha para después tener margen para aplicar medidas de derecha, que no son medidas solo de ajuste, es ajuste y reacción: el elemento democrático y el reivindicativo van de la mano, están íntimamente entrelazados.
La campaña electoral se está procesando con una presión por derecha que es evidente, cuyo ariete es Milei, pero la burguesía no quiere que gobierne Milei. Si pasa al balotaje, cosa que no se puede descartar, va a perder, va a ganar cualquiera que se le enfrente; por eso el peronismo todavía respira.
De las dos coaliciones burguesas principales, tiene más interna Juntos que el peronismo (exagero un poco la nota, también el peronismo tiene interna), que aunque carga con el peso del gobierno está menos dividido estratégicamente, por así decirlo: no hay una diferencia sustancial de programa entre Cristina, Massa y Scioli; el kirchnerismo construyó La Cámpora para llevarse a la juventud del Argentinazo, pero son pragmáticos, no se dividen por programas, pelean por el control del Estado. Saben que si vienen por el Estado los arruinan a ellos, porque el peronismo es el Estado, son sinónimos, no hay un Estado no peronista.[8]
El mayor problema lo tiene Juntos. Esa interna es feroz porque tienen una contradicción que refleja también el miedo de la burguesía: contrarreformas versus gobernabilidad. Carrió hizo la declaración más izquierdista desde el 2002: “si se aplican los planes de Macri, Bullrich y Milei va a haber crímenes de lesa humanidad”, vinculando el pronóstico de represión a la historia de la dictadura en Argentina. Trazó una raya fuerte.
Entonces, las dos coaliciones tienen problemas. Liotti dice que desde 2003 no se llegaba a una elección tan mal como ahora; fue la elección posterior al Argentinazo. Todo muestra lo histórico del proceso, lo difícil pero también la riqueza inaudita del proceso. Juntos sigue siendo la ficha más ganadora, y hay dos modelos de coalición en Juntos: uno es Macri-Bullrich con Milei en el Congreso, a matar o morir; a priori poco realista salvo que la campaña vaya más a la derecha de lo que ya se ve (aunque atención que las acciones de Bullrich vienen en alza). El otro es Larreta y/o Massa / De Pedro: contrarreformas, FMI, pero con el peronismo, “con el 70% de apoyo” (Larreta), más al centro (derecha) político. Que el peronismo juega el mismo juego se ve en el nuevo nombre del Fdt: Unidos por la Patria (un nombre cobani como dijo Manu en los medios).[9] Massa vuelve a vivir porque ve que Larreta puede perder la interna y se queda con todo el centro político él, y así puede ganar la elección porque puede salir segundo, y si sale segundo gana el balotaje. Massa / Wado, Wado / Massa, aun no se sabe qué fórmula “química política” elegirá el kirchnerismo para intentar quedarse con el centro político si Juntos se va muy a derecha. La misma jugada es la Scioli, amén del perfil “productivista” de todo el peronismo.[10] En Brasil, cuando ganó Bolsonaro, el PSDB, el partido de Fernando Enrique Cardoso, sacó el 6%, y acá no hay ninguna hipótesis de que el PSDB argentino, que sería el peronismo o mismo Juntos, saque el 6%; el peronismo saca el 28/30, y Juntos también.
Digamos que ya nació otro país político, porque la elección ya es por tercios, y dos de los tercios son más a la derecha; ya no es una elección de centro, eso ya no va a cambiar. La novedad es que el peronismo recuperó algo de aire porque puede quedarse con el centro político además del progresismo (hay que ver cómo queda la fórmula de ellos de todas maneras). (Atención que las especulaciones y novedades electorales duran lo que un suspiro. Esta todo abierto hasta el 13 de agosto y la estadística electoral es demasiado grande para hacer otra cosa que aproximaciones sucesivas a lo que pueda ocurrir.)
Esta es otra definición que tenemos que tener en cuenta para prepararnos para el país que viene: la presión por derecha va a estar instalada como dato político en la Argentina por los próximos años, no va a durar una temporada de verano. Como sucede en EeUu, donde igual el proceso es riquísimo; o en Francia, donde frente a la reforma previsional las dos coaliciones no oficialistas salieron con consignas electoralistas: “con Melanchon, jubilación a los 60 años”, o sea, no hagas nada hasta el 2027 cuando son las próximas elecciones y llegaría Melanchon a bajar la edad jubilatoria de nuevo a los 60 años; y la extrema derecha, “con Marie Le Pen presidenta se deroga la reforma”… Entonces, gran movilización anti reforma jubilatoria pero Le Pen crece en las encuestas, una contradicción. En la charla que di en Francia, la primera pregunta fue “por qué crece la derecha cuando venimos de un proceso de movilización”. Sucede que se procesa la movilización –e, incluso, una movilización más radicalizada dado el contexto de mayor dureza- en este contexto político reaccionario. Bueno, este contexto llegó a la Argentina también (llegó para quedarse, repito).
Entonces, no hay soluciones fáciles; la compensación es que la lucha de clases va a ser más rica, más dura, más radicalizada, y más formativa para toda la militancia. Y también puede ser revolucionaria, porque hay una quiebra del Estado: no creo que disolver el Estado, como quiere la extrema derecha, resuelva la quiebra del Estado…
La crisis estructural del Estado es tan pero tan profunda que puede desmoralizar pero también abrir condiciones prerrevolucionarias; esa es la dialéctica de las cosas que puede y va a ocurrir.
La estrategia de la izquierda
En este contexto, la elección de la izquierda es difícil, para toda la izquierda va a ser una elección defensiva, para conservar lo que hay. Para el partido es más difícil porque corre solo, pero tenés a favor que la izquierda conquistó un piso en la Argentina y alguna fuga de votos hacia la izquierda desde el kirchnerismo puede haber, que compense la fuga hacia la derecha (la fuga del voto más popular hacia Milei).[11] No sé si la izquierda va a mantener los votos en La Matanza por ejemplo; del Gran Buenos Aires, todos los reflejos que llegan de la campaña son bastante gélidos (al menos, hasta ahora, se verá cuando en julio arranque con todo la campaña). En los centros urbanos no, en Capital para nada, en La Plata creo que tampoco, en los lugares de más concentración y nivel cultural, no, tampoco en fábrica donde hay defensores y críticos de Milei (aunque por ahora ahí se ven pocos votos para la izquierda).
De cualquier manera, están los resultados de Mendoza, por ejemplo, donde el FITU yendo a interna conservó los votos a gobernador respecto del 2019 en la misma categoría, lo que expresa conservación no caída y ese es un dato alentador dado un contexto que se presenta adverso.[12]
De nuevo, no hay que impresionarse. Creo que la izquierda va a hacer una elección defensiva, y se va a sufrir más en las generales, donde va a haber otro corrimiento hacia el voto útil. Las PASO le pueden facturar al FITU, se verá (insisto que en este momento lo más probable es que se conserven más o menos los votos). Tuvimos una larga reunión informal con el PTS, que tiene la idea de que el FITU posiblemente se termina, pero en esta elección no dado el giro a la piqueterización del Po y el Mst … del cuál ellos son los responsables.
A la tendencia del PO le propusimos que Altamira encabece provincia de Buenos Aires, y no quisieron. Hicimos todos los esfuerzos, para que se sepa también, por todas las pelotudeces que se dicen del partido en la Argentina y también en el trotskismo internacional. Y los hacemos público por este medio para que se entienda que todos los grupos que integran el FITU se amparan en el piso proscriptivo para joder al partido (¡un elemento fuerte de adaptación al régimen burgués que junto con otros ya tiene años!).
También nos reunimos con IS pero siempre diciéndonos “ustedes están afuera del frente y no se puede hacer nada”, como si las relaciones políticas y de clase en la Argentina y el mundo estuvieran congeladas.
La realidad es que el FITU está fracturado. Nadie entiende nada de su interna. Cada uno hace campaña por su lado y el elemento de frente único para enfrentar unidos al enemigo burgués está vaciado, es una mascarada.
Esto habla de un problema objetivo: la izquierda se está haciendo “pelota” en la Argentina, degradándose, vaciándose de sentido militante; el partido no, se la está bancando y creciendo fuerte en la juventud estudiantil y trabajadora, y se la tiene que bancar firme alrededor de sus leyes constructivas (ya volveremos sobre esto). Después, si sacan algo de votos se recuperan un poco como en 2021, ellos van a pasar las PASO y nosotros lo más probable no, ya los sabemos. Es un pronóstico realista el que hacemos más allá que todo es lucha y se verá si se abre una oportunidad de romper el piso; a eso nos jugamos con nuestra campaña militante y constructiva por la base y nuestras figuras en las redes y medios y actividades.
¿A favor qué hay? Que la crisis del FITU es de vaciamiento, es el “FIPU” (izquierda piquetera), que seguirá poniendo a los desocupados en primera fila pero muchos van a votar a Milei (el planteo del PO de “movimiento popular con banderas socialistas” es de adaptación populista; el PO no tiene idea de cuales son los criterios socialistas).[13] Como pasó con el viejo MAS en 1983: Moreno esperaba un millón de votos, y sacó 30 mil; tenía fiscales de mesa por todos lados, no pagados, atención, eran simpatizantes y militantes por voluntad libre, pero a muchos de ellos les resultaba demasiado abstracto votar a Zamora, un pibe divino pero demasiado joven para dar perfil “presidencial”, de los derechos humanos, los “locos de la deuda”, qué se yo… votaron lo que les parecía más realista, Luder o Alfonsín.
Lo del FITU es una crisis de degradación, porque el trotskismo tiene una crisis vinculada al vaciamiento de la vanguardia del Argentinazo (salvo el movimiento piquetero, que, de todos modos, perdió combatividad aunque no masividad) y en la brecha de la emergencia de una nueva vanguardia, quizás más orgánica, frente a los ataques que vienen.
Nuestro partido está entero, presionado pero para nada degradado sino fortaleciéndose en la juventud y bancándosela de 12 años de exclusión de un frente de izquierda. El partido se fortalece en las nuevas generaciones, tiene la juventud más dinámica y militante de la izquierda (aun con sus desigualdades), amén de experiencias en la juventud trabajadora como el SITRAREPA y el Congreso Mundial de repartidores, estructuración obrera, etc., y no se mueve de sus leyes constructivas, no nos va a mover nadie.
La pandemia tuvo un efecto de pérdida de calidad orgánica sobre la izquierda, vació las filas militantes e hizo crecer el movimiento de desocupados; el 53% de la población cobra planes sociales. El movimiento piquetero es progresivo, es un elemento de autodefensa de la clase trabajadora más pobre que defendemos de manera incondicional; pero lo que es regresivo es la piqueterización de la izquierda, la adaptación de la izquierda a los usos y costumbres del movimiento, son dos cosas distintas; y opinamos que con el movimiento piquetero no alcanza para hacer la revolución, hay que conquistar a las fuerzas estructurales que son el movimiento obrero y la juventud. Por eso el posicionamiento del MST y el PO es reaccionario, aunque el FITU siga siendo de independencia de clase; y la base social del FITU hoy es el movimiento piquetero, porque no hay base social objetiva del otro lado, el PTS está vaciado, porque toda la gente a la que le gustaba el FITU se fue y porque el propio PTS se deslizó ostensiblemente al electoralismo (perdió militancia a ojos vista, y lo de las asambleas es demasiado heterogéneo y desigual).
Es decir, el PO y el PTS rompieron las leyes constructivas de partido revolucionario de vanguardia: el PO adaptándose al movimiento y el PTS al electoralismo.[14]
- Una campaña militante y creativa
El partido tiene dos cosas que hay que entender: unas leyes constructivas férreas y una política que es de la más coherente del trotskismo argentino y podemos incluir al de otros países también. El PTS viene del voto nulo “avergonhado” en Brasil. Rebota entre el PO y el nuevo MAS, en las posiciones internacionales también.
Ahí hay una oportunidad doble para el partido, a nivel constructivo y de figuras políticas. Lógicamente, hay que bancarse la presión, que es muy grande, y la manera de bancársela es entender la circunstancia. También hay una doble oportunidad histórica, en la juventud y en la vanguardia trabajadora. Hay una oportunidad en repartidores, es evidente, es internacional; los que no lo entiendan ya lo van a entender porque vamos a construir la corriente SoB con repartidores, no el Sitrarepa, mucho más que el Sitrarepa, porque la uberización pasa a ser la forma común del trabajo que viene de toda la clase obrera; Argentina atrasa veinte años en eso, toda la clase obrera va a la uberización de una manera o la otra.
También hay oportunidades en la vanguardia obrera; a nivel estructuración en fábrica donde hay que seguir apostando estratégicamente sin descanso, a nivel de candidatos obreros, lo mismo que en docentes, etc., porque se viene un fuerte ataque por ahí que ya los está “despertando” (ver las enormes luchas docentes en el interior del país con elementos de desborde al sindicalismo tradicional).[15]
El nuevo MAS es la izquierda anticapitalista. Este elemento programático es fundamental para diferenciarnos del vaciamiento del programa operado por el kirchnerismo. Hay que establecer una diferenciación tajante entre el programa revolucionario anticapitalista y el estatismo, no tienen nada que ver: nosotros cuestionamos la ganancia y la explotación capitalista, queremos ir a la expropiación de la burguesía y le agregamos a nuestro programa de transición, frente al fracaso de todas las variantes burguesas y últimamente del FdT y Juntos, la necesidad de un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda.
El PO es la “izquierda que lucha”… ¿Qué lucha por qué programa? Porque la lucha, en sí misma, no es un programa aunque es una parte del mismo. Pero Lenin afirmaba que “la lucha es”, es decir, la lucha estalla, el problema es con qué programa y con qué dirección se pelea. Y el PTS plantea “la salida es por la izquierda” que está bien, coincidimos, pero no agarra para nada el perfil anticapitalista y arranca por una consigna que para la Argentina actual no dialoga con nadie: las 6 horas de trabajo con igual salario… Ridículo. La reducción de la jornada laboral con mayor salario puede ser parte del programa pero todo arranca, el diálogo con los trabajadores arranca, por el salario, ¡esto es harto evidente!
Además la unidad de ocupados y desocupados también es parte del programa pero no es en este momento el eje: el movimiento piquetero está movilizado pero es muy difícil arrastrar al conjunto desde ahí en gran medida porque los movimientos (el PO incluido) se han quedado en el programa de planes y más planes. La cosa arranca por impactar en los núcleos centrales de la clase obrera y desde ahí plantear la unidad de los desocupados a los cuales el salario mínimo indexado mensualmente de 500.000 también los enlaza porque lo pensamos como un piso para todas las categorías (precarizados, desocupados, jubilados, etc.), para multiplicar a partir de ahí todas las demás escalas salariales lo cual sólo se puede hacer afectando las ganancias capitalistas que es la consigna que viene enseguida a continuación: tocar las ganancias capitalistas, abrir los libros contables, etc., amén de romper con el FMI en lo que tiene que ver con las cuentas públicas, etc.
Es decir: a partir de los 500.000 que está propagando la campaña de Manuela Castañeira con amplio impacto, hay que despegar una programa anticapitalista de medidas de fondo para cuestionar los mecanismos íntimos de explotación del trabajo y de sometimiento del país.
Una novedad acá son los elementos demagógicos que expresan la degradación política del país. El chanta de Luis Juez haciendo campaña en Córdoba por el “82% móvil” para las jubilaciones (¡habría que decir a partir de qué piso, por los jubilados son mayormente indigentes!), o los periodistas filo k afirmando sin base alguna que Cristina también quiere aumento de salarios por la confusión de la miserable suma fija de la cual hablan hace meses… Todo demagogia y más demagogia de Unidos por la Patria que viene gobernando hace años en medio del fenómeno nuevo del trabajador pobre…
La Argentina se derrumba y hay tres variantes generales: el continuismo del ajuste inflacionario eventualmente con contrarreformas de Unidos por la Patria, las variantes más duras reaccionarias que buscan una derrota histórica de la clase obrera tipo Bullrich o Milei y la izquierda que tiene que levantar un programa y una perspectiva anticapitalista, de inclinar la cancha hacia la izquierda, hacia los intereses de los explotados y oprimidos y apostar al desborde y la auto-organización y la dirección donde estalla la lucha dejando de lado todo el rutinarismo que apreciamos en la mayoría de las corrientes.
Las consignas, básicamente, ya las tenemos. Pero hay dos o tres cosas más que hay que agarrar en la campaña electoral: una es la crisis de la salud, donde ponés en juego tu vida, como alertó la señora que increpó a Kicilloff: no hay guardias, no hay pediatras, no hay turnos, hasta en las prepagas dan turnos a dos meses. Los médicos se van a los consultorios, sumándole a esto la educación, el apoyo a las luchas educativas del interior, los paros de la multicolor en Provincia de Buenos Aires, etc. La otra es el problema democrático: es un hecho nuevo que la cana intentara allanar el local del nuevo MAS; lo frenaron los compañeros porque todavía estamos en un momento indeciso en las relaciones de fuerzas, pero ¿con un patrullero a buscar unos avales, de dónde saliste? Desde el 83, nunca escuchamos un intento de allanamiento de un partido político. También los intentos constituciones reaccionarios como el de Morales en Jujuy y un largo etc. Y agregándole a esto la cuestión de la renovación de la izquierda que, aunque haya mucha confusión entre todas las figuras de la misma, es evidente el vaciamiento del FITU más allá que lo más probable es que el voto útil a un frente de cuatro partidos (¡un frente partido, reiteramos!), vaya a ellos.
Pero más allá de lo anterior, el tanque de nuestra campaña siguen siendo los 500 mil y los siete puntos.
Ya estamos llegando a julio, hay que salir a la calle, a las estructuras, a los trenes, colectivos y subtes, con todo; hay que tener creatividad. Hay que montar donde haya condiciones comités anticapitalistas por la campaña de Manuela Castañeira; hacer redes y medios a full con las figuras. El 24 arranca la campaña oficial; Manu está instalada como nunca, aunque la campaña es dura: hay provocaciones, va Manu por la calle tranquilamente y la provocan de atrás, siendo una mujer joven. Pero hay que ver que está mucho más instalada que en la campaña anterior aunque la competencia con los aparatos es desigual.
Pero hay que salir. Las actividades que se hicieron en las universidades salieron hermosas, también comenzamos las puertas de fábrica, las campañas del interior con votaciones habituales para la izquierda y el partido pero instalando figuras: Marcos, Aurelio, Lucas, ahora julia.
Todas las actividades están saliendo muy lindas, no hay que dejarse avasallar por las dificultades, y es el momento de instalar más figuras, ampliar el set, para que cada uno ataque un problema distinto. También para que los ataques que se vienen se repartan mejor, porque va a haber ataques, hay que ampliar el abanico de figuras. Ahí está Marcos, que estuvo preso 20 horas, y muestra lo que es un tribuno popular en concreto, porque no somos una corriente de propaganda sino de acción política, revolucionaria: un ex candidato a gobernador preso, es una noticia objetiva.
La figura política tiene que saber que va a ser atacada, porque se destaca sobre el resto. Los demás tenemos que cuidarlas, por supuesto mucho más a las compañeras porque la sociedad es machista, pero todas las figuras van a tener que decir cosas que molestan, lo que hay que decir, que es duro. Imagínense a Espert de ministro del Interior en un gobierno de Juntos; ya sabemos que el gabinete va a ser de derecha, y eso en un gobierno de Larreta, no de Bullrich. Es cierto que después en el gobierno moderan un poco respecto de lo que dicen en campaña, pero esos son los ministros a los que nuestras figuras van a tener que denunciar.
Pero en cualquier caso, el criterio es el mismo: el que se impresiona pierde, la medida de todas las cosas siempre es la lucha de clases, lucha de clases que es el terreno privilegiado de los revolucionario aunque la campaña electoral es un punto de apoyo extraordinario para prepararnos para lo que viene y presentar una alternativa revolucionaria por la izquierda adecuada al nivel de conciencia real.
Que gobiernen las y los trabajadores y la izquierda
En perspectiva, en la Argentina va a haber dos golpes políticos. Sin duda va a haber un voto por derecha, porque Milei va a sacar muchos votos, y eso es una novedad política y va a impactar, no hay ninguna duda. Y va a ser sucedido eventualmente por una respuesta por izquierda (como se está viendo ahora mismo en Salta y Jujuy), con esas proporciones contradictorias: la lucha se va a procesar con una superestructura más a la derecha que obliga a una lucha social más a la izquierda (nos van a tirar la institucionalidad por la cabeza, igual que hizo Macron recientemente en Francia).
Para mí, se va a pudrir todo después de las elecciones, y va a correr un poco de sangre, va a ser duro; Argentina no es Brasil: hay una tradición de lucha inmensa en Argentina. Pero primero va a estar el golpe ominoso del voto a Milei. Octubre va a ser distinto porque va a haber mucho voto útil, después viene el balotaje, luego las vacaciones, etc. Va a ser un proceso en varios actos.
La burguesía va por una derrota histórica de la clase obrera, se están convenciendo de eso, no es un tema puramente económico. Dudan igual, oscilan, no es lo mismo Massa o Larreta que Bullrich o Milei, por eso la Carrió dijo lo que dijo: teme que un curso represivo desate una revolución… un nuevo 2001 pero más profundo y más de clase. Algo como se esbozó en las jornadas de diciembre del 2017 que fue muchísimo más de trabajadores/as.[16]
La segunda definición, importantísima esta, es que se abrió un recambio de la vanguardia en la Argentina, y esa es la oportunidad del partido: viene una vanguardia estructural, porque van a atacar a la estructura, al núcleo de la clase trabajadora y la juventud.
Lógicamente que los primeros ataques van a ser a los movimientos, y luego a los docentes y estatales, y ahí estaremos a full acompañando estos enfrentamientos. Pero si van a contrarreformas van a entrar los núcleos más pesados de la clase trabajadora hasta por el hecho que la propia burocracia, surcada por contradicciones, traiciones y agachadas, eventualmente se le escape alguna convocatoria, aunque siempre midiendo milimétricamente sus pasos.
Esa dialéctica de una lucha más dura y masiva procesada en un marco reaccionario es lo que ya está ocurriendo en Salta, en Jujuy y también, a otra escala, evidentemente, en el ataque reaccionario de la gestión en Filosofía y Letras, por ejemplo, que no ha hecho más que fortalecer y templar la agrupación (nuevamente, la dialéctica de las cosas).
Entonces se combinan las dos cosas: un país político cuya superestructura va a la derecha, con una estructura que puede ir a la izquierda con más calidad social, orgánica, con un recambio en la vanguardia. Qué hagan los trabajadores depende mucho del peronismo, si está en el gobierno o no, si le dan un espacio a la burocracia o no. El 14 y 18 de diciembre de 2017 la burocracia cometió un error; movilizó Catalano porque el gobierno no le daba nada, movilizó Moyano, hubo represión muy dura, la CGT convocó a paro general pasivo, y aunque no movilizó a nadie hubo un montón de columnas sindicales, los que rompieron todo fueron los laburantes y sectores más plebeyos, teníamos al lado a gente de la UOM.
Esas jornadas no hubieran existido si no había trabajadores; no había sólo desocupados o básicamente desocupados, eran laburantes. No son los movimientos la base social que se pone a romper baldosas para tirar piedras (o quizás sí, habrá que verlo sin esquemas porque van a ser los primeros a ser atacados, repetimos); eran laburantes, porque el tema era la jubilación, no los planes.
Repetimos una y mil veces: no vienen solo por los planes, aunque si sacan los planes vamos a estar defendiendo a los compañeros y compañeras desocupadas (en el interior ya se está combinando el tema salarial de los docentes con la ley anti-piquetes que ataca a todos pero lógicamente también a los movimientos, a los que, además, se está criminalizando).
Pero no alcanza con los desocupados, los planes son “monedas”, los grandes agregados en el presupuesto son las jubilaciones y los salarios de estatales y docentes, y, además, cuando ataquen con contrarreformas laboral y jubilatorias, ya atacan al núcleo de la clase trabajadora. Cuando ataquen todo eso, es posible que nazca una nueva vanguardia, más orgánica aunque sin salir de escena la vanguardia actual de los movimientos.
El trotskismo internacionalmente está pasando un momento difícil, de recambio, porque está entre la bajante de la ola del siglo XX y el inicio del recomienzo histórico. Nosotros hicimos una apuesta estratégica: metimos al partido y la corriente en el recomienzo, y es una organización internacional básicamente juvenil. Ustedes quizás no se dan cuenta de esa diferencia porque nos rodea poca gente grande, pero nosotros nos metimos muy ahí desde el primer día. Entonces, nos falta experiencia y todo, pero el partido y la corriente es todo futuro y actitud militante: una línea de cuadros muy jóvenes dirigiendo el primer encuentro mundial de repartidores, Manu como una de las figuras de la izquierda más joven internacionalmente, y así de seguido.
Un último punto de importancia dada la magnitud de la crisis y la inestabilidad política a la que va el país (todavía propagandístico, pero necesario). Va a haber que empezar a plantear -de alguna manera, educativamente- que tiene que gobernar otra clase social, porque hay “vacío de gobierno”, una quiebra del Estado, y porque hay una experiencia hecha: ya gobernaron todas las fuerzas burguesas… salvo Milei. Esa idea tiene un asidero real aunque sea de propaganda, aunque el programa no arranque por ahí, lógicamente. Pero no alcanza con que somos anticapitalistas (perfil de sistema): hay un problema de gobierno, hay vacío de Estado, no solo caída del Estado benefactor (problema político).
Eso plantea un problema profundísimo, la dialéctica de las cosas es que el giro a la derecha electoral puede darse en el contexto de una situación prerrevolucionaria por la crisis estructural, por el abandono total de la gente. Primero van a golpear ellos igual, y va a haber que empujar para que golpeemos también nosotros despejando miedos y telarañas mentales. Pero al haber “vacío de gobierno” (dicho exageradamente todavía), vacío de Estado (bastante literal en algunas zonas), podés plantear que la gente tome las cosas en sus manos. Y ahí entra el elemento, más propagandístico, de que deberían gobernar los trabajadores; hay que agregarle ese elemento a la campaña.
Nuestra campaña está unida por un hilo invisible a lo que viene, al enfrentamiento que se viene; va a haber que encontrar las palabras para eso también. En este momento no es “luche, luche, no deje de luchar”, es el programa, las propuestas, salario de 500 mil de piso para reconfigurar toda la escala salarial, anticapitalismo, pero termina con que hay un problema de quién gobierna este país, va a haber que ir para ese lado y plantear, de alguna manera, gobierno de los trabajadores.
En cuanto al pronóstico, es difícil que superemos las PASO pero es una tontería votar que no pasamos las PASO, vamos a ver. Si es por aparato, se lleva todo el FITU, pero quizás no, estamos en este instante en el vacilar de las cosas. Lo que sí me parece categórico es que el partido tiene una oportunidad histórica por delante porque está plantado de otra manera, tiene otras armas, se bancó doce años sin votos, sin plata, sin triunfos rutilantes para encandilar a la militancia, todo a fuerza de política y convicciones, y de leyes constructivas sanas. Entonces tenemos mucho menos para perder, porque no tuvimos placebos, doce años con un frente de izquierda adverso y nos construimos igual.
Así que nada: ¡a salir con todo a la campaña y prepararse para lo que viene!
[1] Este es un dato clásico de la extrema derecha a destacar: se aprovecha de los elementos de democracia burguesa para después vaciarla. Lo cual no ocurre sin que el centro burgués y el progresismo amén de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, le abran de par en par el terreno (le hagan el juego). Las leyes antipiquetes y antihuelga que se están poniendo en marcha universalmente obviamente que no son contra la extrema derecha…
[2] Nuestros compañeros en el NPA de izquierda dieron batalla para que la consigna “Macron demisión” que estaba en la calle fuera incorporada entre las consignas del partido que ninguna otra organización de la izquierda tomo o por oportunismo o por sindicalismo.
[3] Por “calidad de clase” nos referimos al potencial ingreso en la escena de la lucha de sectores más estructurales y orgánicos de la clase trabajadora.
[4] En su autobiografía, Una lenta impaciencia, es la principal autocrítica que coloca de su trayectoria.
[5] Atención que De Santis es tan reaccionario o más que Trump solo que es más orgánico al establishment político republicano.
[6] Condiciones generales de la acumulación capitalista las llamaba Marx en el El capital. Y por definición requieren intervención estatal porque son de muy largo plazo. La hipoteca del país, su carácter dependiente a los organismos internacionales impiden este tipo de inversión porque se llevan toda la plusvalía estatizada mientras la patronal privada fuga la privada.
[7] En Brasil anticipándose a la llegada de Bolsonaro estuvo el golpe parlamentario del impeachment contra Dilma Roussef amén de movilizaciones masivas de derecha que acá no se han visto.
[8] Simpática la idea que circulo ayer de los k de que “el candidato es el programa”… cuando no tienen todavía ni candidato y no van a tener más programa que el ajuste inflacionario permanente atado con alambre (se verá si giran si logran mantener el gobierno, aunque no es la hipótesis más probable. Lo más probable sigue siendo un gobierno de Juntos).
[9] La “patria” de estos chantas atados al FMI puede esconder cualquier cosa. Se parece un poco a la “República” en Francia en el siglo XIX que escondía la represión a los levantamientos populares de 1830 y 1848 por no hablar de la Comuna de París de 1871.
[10] Massa es vivo y hace campaña inaugurando nuevas cadenas de producción en las automotrices. De paso dialoga electoralmente con la base obrera de las plantas más concentradas del país.
[11] Belliboni confesó a un interlocutor que en Santa Cruz, donde estuvo de gira, cuando preguntó en una asamblea del Polo a quién votarían sus integrantes primero dijeron “Cristina” y cuando les recordó que Cristina no es candidata respondieron “Milei”… Se verá qué pasa en el GBA pero es posible una fuga importante de votos de izquierda a derecha en agosto.
[12] El Po le hace una polémica por derecha al PTS que hizo eje en la docencia contraponiéndole los desocupados… el Po es ya un partido populista, dejó de ser socialista revolucionario (trotskista). Volveremos sobre esto enseguida.
[13] Es un partido que hace décadas se financia con una parte de los planes sociales y de las cooperativas. Además los método del movimiento de tomar listas y eso, no es un método de clase ni socialista más allá que en cierto modo sea inevitable dado el bajo nivel de conciencia que hay en los movimientos. Existe una conciencia popular que es progresiva, pero el salto a una conciencia de clase y/o socialista, hoy por hoy, es un “salto mortal”…
[14] Sigue verificándose la poca resilencia de la militancia del PTS a la actividad de base que apreciamos los últimos años.
[15] Respecto de la estructuración obrera y su carácter estratégico recordemos las gestas de Gestamp, el neumático en 2007/8 y el año pasado, Lear, Kraft, etc., varias de estas gestas con protagonismo directo del partido y una escuela de lucha obrera para toda la militancia (algo que no ocurre en otros países con peso del trotskismo).
[16] Recordemos que fue la propia Carrió la que planteó que levante la sesión el viernes 14 ante el desborde de la policía. Luego el lunes 18 vinieron mejor organizados pero lo que sacaron fue un triunfo pírrico que hirió de muerte el gobierno de Macri.