
El debate en comisiones comenzará la próxima semana, y la fecha de dictamen fue fijada para el 31 de mayo. En esa fecha se decidirá si el proyecto presentado por la diputada de Juntos Silvia Lospenatto se tratará en la cámara baja.
El tratamiento en Comisiones del proyecto no significa su automática aprobación, pero sí constituye un triunfo para la oposición que logró arrinconar al oficialismo.
Una disputa por el control electoral
Graciela Ocaña, diputada del PRO, defendió el proyecto en materia de ahorro económico y ecología (ahorro en papel). Sin embargo, esto no garantiza solucione necesariamente los problemas democráticos relacionados al sistema vigente.
Es cierto que la boleta única facilita la presencia de todas las listas al evitar prácticas corrientes como el «robo de boletas». Este problema está extendido en todo el país y no es merced de un sólo partido.
Lo que sucede es que esto suele beneficiar siempre a aquellos partidos que tienen más presencia de «aparato» en la zona en la que se encuentre la mesa en cuestión. Y en cuanto a extensión territorial (especialmente en el Gran Buenos Aires) el PJ corre adelante del PRO y la UCR por bastante trecho.
De ahí viene que la oposición se unifique tan ostensiblemente (no hace falta más que ver los titulares triunfales de algunos de los principales medios del país) alrededor de la boleta única.
Pero el robo de boletas no es el único pecado del sistema electoral argentino. Tampoco es el más significativo a nivel masivo y estadístico. Y esos problemas son los que no se solucionan con un cambio de modalidad en las boletas.
La manipulación de datos (sea en el cuarto oscuro o posteriormente), las maniobras espurias de punteros (del PJ y de Juntos) dentro de las escuelas, la inmiscusión de los principales poderes económicos (las grandes empresas, los lobbystas y los grandes medios de comunicación) en la opinión pública, el piso proscriptivo del 1,5% que deja afuera a los partidos independientes (como a parte de la izquierda) a través de las PASO. Esos son los elementos que hacen realmente antidemocrático al sistema electoral argentino, y ninguno de ellos puede cambiarse con una simple reforma en el tipo de boleta.
La discusión sobre boleta única o múltiple no es mucho más que una disputa entre los partidos tradicionales de la Argentina alrededor de quién logra ejercer mayor control sobre el desarrollo de los comicios. Ninguno de los dos sistemas le otorga una mayor libertad al electorado sobre el mismo.
Para eso, haría faltar romper con la lógica general del sistema, empezando por retirar la reforma antidemocrática de las PASO. Esta reforma, implementada en el 2011 por el gobierno de CFK, opera para proscribir a los partidos de trabajadores de las elecciones.
Confusión
Párrafo aparte quedó la actuación de los diputados del FIT, que votaron divididos. Romina del Plá votó junto a la oposición macrista, en una vergonzante capitulación a las reglas de juego del sistema electoral burgués. En los hechos, Del Plá quedó pegada con Juntos.
Del Caño, Bregman y Vilca, por otro lado, fueron las 3 abstenciones de la votación. Bregman trató de explicar la posición de su bloque durante su intervención, pero centrándose en problemas secundarios como si el sistema actual es «caro» o no en gasto de papel. Aparentemente, tampoco los diputados del FIT están demasiado preocupados por los elementos realmente proscriptivos del sistema actual (las PASO).