
Este martes la comisión de Presupuesto y Hacienda comenzó a debatir el proyecto de presupuesto 2023 que el ministro Massa había presentado la semana pasada. Esta tarde, los ministros de Ciencia, Educación y Medio Ambiente responden las preguntas de los legisladores en la comisión que preside Carlos Heller, del Frente de Todos.
La semana pasada, el ministro de economía Sergio Massa expuso en el congreso los lineamientos principales del proyecto que comenzó a tratarse hoy. De haber dictamen esta semana o la próxima, se espera que el tema se vote en el recinto cerca de fin de mes, para luego pasar a la Cámara de Senadores.
El proyecto propuesto por Massa reune una serie de partidas y proyecciones que están hechas a medida de lo que exige el FMI. Es decir, más ajuste y más endeudamiento. Además del ya clásico «dibujo» en las proyecciones de inflación y crecimiento que disimulan mayores recortes.
Estos recortes se sumarán a los que el gobierno ya instrumentó este año sobre el presupuesto vigente, que ajustó de manera brutal áreas como Salud, Educación o Vivienda. El proyecto presentado por Massa profundiza el mismo camino.
Las claves del presupuesto 2023
Que el proyecto está hecho a medida del FMI no es sólo un decir: así lo expresan los números. El presupuesto 2023 que presentó el Poder Ejecutivo prevé una reducción del déficit fiscal primario que va del 2,5% a apenas el 1,9%. Se trata de la meta de déficit que está contemplada por el acuerdo con el Fondo para el año que viene.
En el mismo sentido, el crecimiento del PBI se proyecta en un 2%, es decir, se espera una desaceleración económica, incluso mayor que las proyecciones que sostienen el acuerdo con el organismo internacional.
Uno de los puntos más polémicos es el de inflación. El oficialismo proyecta una variación del IPC del 60% para el próximo año, bastante lejos de los más de 94% con el que cerrará el 2022, según admite el propio gobierno.
Se trata de una previsión muy optimista, más si se la compara con las elaboradas por otros organismos. El mismo Estado, a través del BCRA y en base a cálculos privados, elabora el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), cuya previsión de inflación para el año que viene ronda el 84%.
También el organismo CIFRA, de la CTA de los Trabajadores, prevé una inflación bastante mayor que la calculada en el presupuesto: 75,7%.
En ambos casos, las expectativas de variación del IPC es bastante mayor al aumento interanual del conjunto de gastos corrientes y de capital (sin contar intereses de deuda), que alcanza el 68,7%, por lo que los aumentos nominales esconden ajustes en términos reales. Un mecanismo ya viejo y conocido de los gobiernos en los últimos años de alta inflación en nuestro país. Eso es lo que explica que el gasto público primario pasara a representar el 17,7% del PBI, un 1,2% menos que este año.
Sobre esta base, las partidas que más probablemente sufran recortes en términos reales serán las de Educación, Seguridad Social (jubilaciones, pensiones y asignaciones), Medio Ambiente y Vivienda.
En lo que respecta a la Seguridad Social, el mayor componente del gasto público primario en nuestro país. El rubro reducirá su participación en el PBI de 9,4% a 8,8%, y, si se toma la inflación esperada por el REM, sufrirá un recorte en términos reales del 4,3%.
Similar escenario para la educación, que en caso de cumplirse la previsión REM sufrirá un ajuste del 4,1%. La educación también pasará a representar una leve porción menor en relación al PBI: pasará del 1,2% al 1,1%. En esa cartera se destaca principalmente el recorte a las partidas universitarias, que sufrirán un 10% de ajuste en términos reales.
En los gastos destinados a «Vivienda y Urbanismo», si se considera la inflación del REM el ajustazo puede alcanzar el 9% en términos reales.
Pero uno de los rubros donde el ajuste es más feroz es en Medio Ambiente, el Ministerio que conduce Juan Cabandié. El recorte en términos reales puede superar el 15%, y también achica su relación con el PBI de un 0,07% a un 0,06%. Todo esto mientras los incendios proliferan en numerosas provincias, generan catástrofes ambientales y el Estado brilla por su ausencia.
El ajuste en estas partidas contrasta con los servicios de la deuda pública, que no sólo no bajan sino que crecen en términos reales por lo menos un 8,5%. Además, representan una mayor parte del presupuesto total, del 8% de este año al 10% en el presupuesto 2023. No hay ajuste cuando se trata de pagar la deuda y de seguir endeudando al país.
Con todo, no debe olvidarse que el próximo año tiene una relativamente baja cantidad de vencimientos de deuda, debido a la reestructuración con los acreedores privados negociada por Martín Guzmán. Ya desde 2024 en adelante comienzan nuevamente a acumularse el grueso de los vencimientos.
El mesías del ajuste
En su exposición en el Congreso, Massa hizo una llamativa alusión al fallido proyecto de presupuesto de 2022, elaborado por el entonces ministro Guzmán. Massa se refirió a aquel proyecto como «una cruz con la que carga», por haber sido la única iniciativa del oficialismo que durante su presidencia en la Cámara de Diputados no obtuvo la media sanción.
Como un mesías del ajuste que busca su redención, se aseguró de no correr la misma suerte, presentando un proyecto que contiene un fuerte ajustazo y diseñado exactamente según los requerimientos que impone su santidad, el Fondo Monetario. De esa manera, logró que una parte de la oposición ya haya salido a bancar el proyecto. Por ejemplo, los radicales de Evolución, que responden a Martín Lousteau, anunciaron que les parece un proyecto «realista» y «razonable», lo que permitirá su «aprobación en general». Incluso antes de que el proyecto tenga dictamen, por lo que puede sufrir modificaciones.
Ahora, las negociaciones que conduce Germán Martínez, jefe de la bancada del FDT, se concentran en los interbloques «federales» que reúnen a varios partidos provinciales. Pero nada hace descartar por ahora que el proyecto cuente con el apoyo de al menos una parte de Juntos por el Cambio.