Ante el cierre de cátedras paralelas

¿Institucionalidad o acción directa? Un debate con el PTS en Filosofía y Letras

Una experiencia se viene procesando con las autoridades peronistas de Filosofía y Letras de la UBA que, desde hace unos años, aplican de manera cada vez más abierta un ajuste sobre las condiciones de cursada en la Facultad.

La gestión de Graciela Morgade, desde antes de la pandemia, lleva adelante una serie de reformas en los planes de estudio de manera completamente antidemocrática que, en el caso de algunas carreras, dieron lugar a procesos de movilización estudiantil y hasta interclaustros.

También, el recorte de una franja horaria a fines de 2023, ya bajo el mandato de Ricardo Manetti (decano actual de la Facultad), despertó el descontento de un sector importante del estudiantado que, aunque el decano busque presentarse como la cabeza de una gestión “progresista”, no deja de ser artífice de todo tipo de medidas reaccionarias en la facultad, como también lo fue el arancelamiento de los cursos de extensión.

En el último tiempo, la gestión de Filosofía y Letras dio un paso más en este sentido, cuando decidieron en la reforma del plan de estudios de Ciencias Antropológicas, la eliminación de la cátedra paralela de Epistemología[1], de manera completamente inconsulta. La misma funciona desde el año 2008, como resultado de la lucha estudiantil y docente en defensa de la libertad de cátedra y otras reivindicaciones. Ahora, la misma gestión avanza en sentido similar contra la cátedra “C” de Gramática, de la carrera de Letras, bajo la excusa de “reordenamiento” de la planta docente que pasaría a distribuirse en las cátedras restantes, tras la jubilación de la profesora a cargo de la cátedra.

¿Cuál es el factor común entre estas dos cátedras de distintas carreras? Tanto una como otra se despegan de los lineamientos trabajados por las autoridades de la Facultad, y plantean enfoques paralelos a las cátedras que quedarían en pie con estas medidas de la gestión. En el caso de Epistemología, se plantea una metodología no convencional de organización de las clases y la producción del conocimiento. En el caso de Gramática “C”, que trabaja con un enfoque cognitivo-prototípico de la disciplina, contrario a los enfoques de las cátedras restantes.

Lo que configura el cierre de estas dos cátedras es muy grave: un ataque que va más allá de recortes de planta docente, sino un ataque ideológico contra la libertad de cátedra y la posibilidad de presentar a los estudiantes enfoques disidentes con los trabajados tradicionalmente en la institución académica.

De esta manera, la gestión de Filosofía y Letras, como las demás autoridades radicales y peronistas, no solo aplica el ajuste de Milei al interior de las universidades, sino que, de manera completamente arbitraria y discrecional, busca hacer desaparecer cátedras que discuten con las miradas elegidas como legítimas por la institución universitaria, apoyándose en los órganos de cogobierno dirigidos por las mismas autoridades de principio a fin.

Una importante lucha se viene desarrollando en defensa de la continuidad de la materia alternativa Epistemología, sumándose ahora el rechazo al cierre de Gramática “C”. En este proceso que lleva varios meses ya, se ha llegado a instancias como la permanencia en plena sesión de Consejo Directivo hace tres semanas, que obligó a las autoridades a levantar la sesión, sin dar ninguna respuesta al sector de la comunidad universitaria que se encontraba movilizando.

En ese marco, el pasado jueves 6/11 se llevó adelante una asamblea para discutir la táctica para continuar la pelea en defensa de la libertad de cátedra en la Facultad. Y es que luego de agotar las instancias institucionales para dar marcha atrás, como fueron las reuniones de la Junta Departamental de Antropología y, hace menos tiempo, la reunión de la Junta de Letras, se optó por comenzar a tomar otro tipo de medidas para exigir la continuidad de ambas cátedras.

En la asamblea en cuestión, se planteó una movilización a la sesión del Consejo Directivo de la facultad del día 11/11. La necesidad de movilizar se desprendía para la mayoría de los participantes en tanto se reconocía el agotamiento de la vía institucional para dar lugar a los reclamos. Sin embargo, una organización de izquierda dio la nota por plantear lo opuesto.

En esa asamblea, el PTS, que hoy ocupa la banca de representación por la minoría estudiantil en el Consejo Directivo, anunció que iban a presentar un proyecto para dar marcha atrás con el cierre de Gramática “C”. Un hecho que en sí mismo no es incorrecto desde el punto de vista de una organización revolucionaria. El problema se da después, cuando se rechazan las medidas de acción directa para plantear, en su lugar, que (textualmente) “los métodos legales y burocráticos” a veces pueden funcionar para dar vuelta este tipo de circunstancias. Partiendo de esa premisa, su propuesta consistía en ir a participar como público espectador de la sesión y esperar a que se tratara dicho proyecto y después, cuando las autoridades votaran en contra, “los filmamos para que lo vea todo el mundo y reclamamos”.

Este tipo de intervenciones podría interpretarse ingenuamente como un error de formulación de su política, pero nada más alejado de un simple “error”. Se ha vuelto algo recurrente en esta corriente su intervención respetando las vías institucionales. La adaptación al régimen político se manifiesta no sólo en el plano electoral nacional, donde no han planteado abiertamente ninguna ruptura con la gestión capitalista del país, sino también en la vida universitaria y sus mecanismos de toma de decisiones.

Con esa “táctica”, que incluía una denuncia a las autoridades en caso de que se rechazara el proyecto, implicaba en términos prácticos tomar algún tipo de acción una vez que el hecho se encontrara consumado. Especulando con la posibilidad de que ciertas representaciones votaran de manera distinta a la línea de las autoridades (como si no respondieran al mismo espacio político, conformado por el bloque entre La Cámpora, Movimiento Evita, Patria Grande y otros sectores del aparato peronista), su propuesta fue “si rechazan el proyecto, los grabamos y los exponemos”.

Es decir, hacer un escándalo en redes sociales para que “más estudiantes se enteren”… una vez que se hubiera impuesto el rechazo de las autoridades nuevamente. Una orientación similar se dieron en aquella sesión del Consejo Directivo donde, en el medio de la permanencia que había obligado a las autoridades a retirarse, la consejera del PTS planteó la posibilidad de “negociar y llegar a un acuerdo” con la gestión.

Lo del PTS no es nuevo. Replican en los órganos universitarios la misma política parlamentaria que llevan al Congreso Nacional: la presentación de proyectos que prometen resolver los problemas de la sociedad o de los estudiantes, pero de manera puramente formal, confiando en la institucionalidad y vaciando dicha acción de la movilización de las masas o de los estudiantes para colaborar en el avance de la conciencia. Una política que se parece más a la de la socialdemocracia del siglo XX que a la tradición del marxismo revolucionario, para el que toda conquista en materia de reformas o de impugnación a manotazos reaccionarios del Estado capitalista, es subproducto de la imposición a través de la movilización.

De esta forma, el PTS actúa como organizador de derrotas. Bajo la lógica de no ir nunca más allá de la institucionalidad, no se busca cómo conquistar los reclamos, sino sólamente la denuncia. Subordinando la acción al rédito electoral, para las luchas que se dan al interior de la facultad su política pareciera ser sólamente buscar generar descontento hacia las autoridades y aparecer así como la alternativa ante futuros procesos electorales. “Si votan en contra los denunciamos”, es la orientación que ofrece el PTS a los estudiantes que se movilizan en defensa de las cátedras paralelas, queriendo dar la imagen de que los ataques pasan porque ellos no tienen una suficiente cantidad de representaciones en el cogobierno universitario y en las instituciones en general.

Por nuestra parte, desde el ¡Ya Basta! y el Nuevo MAS, planteamos la necesidad de movilizar y romper con la normalidad del sesionamiento del Consejo Directivo. Y somos claros al afirmar que no se puede depositar ninguna expectativa ni confianza en el cogobierno universitario, órganos que son profundamente antidemocráticos, donde opera un sistema de voto ponderado y que subrepresentan al claustro mayoritario que somos los estudiantes.

Esto fue claro en la última movilización a la sesión de la Junta Departamental de Letras que, con la ocupación del Departamento, se logró mantener abierto el debate sobre la continuidad de Gramática “C”. Asimismo, creemos que es muy importante acompañar la experiencia de un sector del estudiantado con una gestión que viene acumulando elementos de deslegitimación, con el recorte de horarios, las reformas inconsultas de planes de estudio, el arancelamiento de cursos de extensión y, ahora, el cierre de cátedras paralelas.

Para defender la universidad, es necesario masificar la lucha para impugnar, no sólo la política de ataque sistemático de Milei, contra quien hoy nos encontramos peleando para que aplique la Ley de Financiamiento Universitario, sino también contra el propio ajuste y persecución ideológica que llevan adelante las autoridades en esta Facultad y otras.

[1] Nos referimos acá a Epistemología como “cátedra”, aunque el colectivo que integra la materia no se reconoce como tal, planteando una alternativa a la estructura tradicional de cátedra existente en las universidades. Lo llamamos “cátedra” para simplificar la lectura.

Seremos directos: Te necesitamos para seguir creciendo.

Manteniendo independencia económica de cualquier empresa o gobierno, Izquierda Web se sustenta con el aporte de las y los trabajadores.
Sumate con un pequeño aporte mensual para que crezca una voz anticapitalista.

Me Quiero Suscribir

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí