
En estos momentos de pandemia, las y los trabajadores precarizados somos un eslabón clave de la sociedad: permitimos que millones de personas accedan a alimentos y bienes indispensables. Esto es así para una enorme cantidad de rubros de productos que diariamente y en volúmenes rápidamente crecientes, se distribuyen por este medio. Los que trabajamos de repartidores, hemos visto cómo los envíos se han triplicado o cuadruplicado.
Pero este enorme negocio para las apps no va aparejado con una valorización del trabajo del repartidor. No se refleja en nuestro salario ni en nuestras condiciones de trabajo. Glovo, Rappi, PedidosYa y demás apps se llenan los bolsillos mientras los que ponemos el cuerpo día tras día en la calle somos nosotros. Todo esto en condiciones de absoluta precariedad, flexibilización y desamparo. Sólo les importa que el pedido llegue bien, lo demás los tiene sin cuidado.
Los insumos de protección, barbijos, guantes, alcohol en gel, etc., absolutamente todo corre por nuestra cuenta. De vez en cuando alguna de estas empresas reparte barbijos en una sucursal de alguna franquicia de comida, hasta agotar un stock, que es un chiste. Y para colmo, nos hacen amontonarnos en las veredas o los halls de los negocios para anunciar nuestro pedido, lo que nos pone en riesgo a nosotros, a los trabajadores de los negocios con los que operamos y a los clientes. El nivel de negligencia de las empresas es astronómico.
El acompañamiento de las empresas no va más allá de algún tutorial instructivo de cuidados necesarios (pero sin insumos). Sus oficinas cerraron o atienden con horarios reducidos. En el último mes dos compañeros repartidores han fallecido en accidentes mientras realizaban entregas, y muchos otros han sufrido accidentes. En ningún caso la empresa se hizo responsable del cuidado de las personas a las que manda de acá para allá. Para ellos somos descartables.
En el plano salarial, la situación es directamente calamitosa: se sigue cobrando el mismo monto por kilómetro, aun cuando la inflación se disparó desde el inicio de la cuarentena, y cuando sabemos que las empresas se están enriqueciendo tremendamente con nuestro trabajo, dado que somos los únicos que estamos dándole salida a miles de negocios en todo el país. Nuestro sueldo es miserable y cada día es peor.
En resumen, estamos más solos, más expuestos y explotados que nunca y por un salario que se reduce día a día frente a la inflación. Es por ello, que desde la juventud del Nuevo MAS estamos impulsando la conformación de comités de trabajadores y trabajadoras de comidas rápidas, repartidores y de call center para poder llevar adelante nuestros reclamos en un momento en el que nadie está velando por nuestros intereses y sin embargo nos usan para aumentar sus ganancias. Ante esto, es fundamental organizarnos por nuestras condiciones de trabajo y sueldos, para que podamos trabajar cuidándonos y cuidando a los demás, sin tener que ponernos en riesgo por un sueldo miserable.
¡Ponéte en contacto con nosotros para organizarte!