
Los trabajadores han realizado movilizaciones al Ministerio de Trabajo, a la UOM, cortaron las vías del Roca e incluso tomaron por varias horas la sede quilmeña del sindicato metalúrgico.
La empresa cuenta con el apoyo abierto del gobierno nacional y provincial que militarizaron la fábrica, y de la UOM que no hizo un paro seccional ni de dos minutos por los compañeros.
La lucha tuvo su origen a raíz de los 36 despidos, los cuales tienen un claro carácter antisindical y persecutorio por tratarse del núcleo del activismo. Luego, la patronal sumó a 5 más como represalia por apoyar a los despedidos.

Es innegable que todos los ataques son a modo de extorsión para quebrar la resistencia frente a la flexibilización que intenta imponer la patronal.
La empresa juega con el trabajo de los compañeros y busca de esta manera que los trabajadores estén pendientes de los movimientos de la fábrica para no sacar el conflicto a dónde a los empresarios, al gobierno y a los burócratas sindicales más les duele: la calle.
El «Barba» Gutiérrez, burócrata de la UOM, Quilmes, se limitó a tratativas de buena voluntad con la empresa, sin llevar adelante ninguna medida.





