
Con el pronóstico de inflación para todo 2021 ya cumplido en el mes de julio, los salarios vienen perdiendo poder adquisitivo mes a mes. Las previsiones para lo que resta del año auguran que, en promedio, el índice salarial terminará como mínimo cinco puntos porcentuales por debajo del de inflación.
Según los propios datos oficiales emitidos por el INDEC, la inflación acumulada en lo que va del año ya alcanzó el 29%. Es una confesión del ajuste encubierto que significó el presupuesto 2021. Propuesto por Martín Guzmán y votado por el congreso, preveía para todo el año un 30% de inflación.
Pero la inflación no sólo implica el ajuste a las partidas presupuestarias, sino también el ajuste a los salarios, tanto del sector público como del privado. Sobre la base de los datos oficiales, distintas consultoras acuerdan que los trabajadores terminarán perdiendo poder adquisitivo este año, en la medida en que los aumentos acordados en las paritarias no alcanzarán a lo que será la inflación anual.
Según el organismo estadístico oficial, el índice salarial total (es decir, el promedio que agrupa a trabajadores tanto del sector público como del privado registrado) registró un aumento del 40,7% en los últimos doce meses. Mientras tanto, la inflación interanual en julio alcanzó los 50 puntos, alejándose fuertemente de los aumentos salariales.
En el desagregado, los salarios públicos pierden aun más que los del sector privado. Los primeros tuvieron aumentos promedio del 36,2%, mientras que los últimos aumentaron algo en torno al 43,3%. La pérdida mayor en el caso del empleo público muestra la voluntad explícita y deliberada del gobierno de ajustar a los trabajadores que tiene bajo su órbita.
Aunque desde el Ministerio de Economía se espera una desaceleración del índice de precios en esta segunda mitad del año (algo que de todos modos deberá confirmarse), esta diferencia acumulada en estos meses hará que, llegado el fin de año, los salarios habrán caído como mínimo alrededor de cinco puntos.
Este ajuste salarial deja en evidencia la complicidad de la burocracia sindical con el gobierno. En un año de fuerte caída de los ingresos, los dirigentes sindicales no han asomado la cabeza.
La situación es aun peor para los trabajadores no registrados, que no cuentan con negociaciones paritarias ni derechos laborales.
Según datos del INDEC, dos millones de personas perdieron su empleo informal durante 2020. Este año, medio millón de ellas no volvieron a trabajar ni están buscando trabajo.
Siempre según datos oficiales, el empleo privado no registrado tuvo aumentos de apenas 12% en los primeros cinco meses del año, con una inflación por encima de los veinte puntos en ese período.
En conclusión, en mayor o menor medida todos los sectores asalariados perderán poder adquisitivo este año, tanto del público como del privado, sea registrado o no. El Estado y los sindicatos traidores dejan abandonados a los trabajadores.






