
Según el INDEC, la inflación de marzo ascendió al 4,7%. Los aumentos más fuertes afectaron a las necesidades básicas: insumos de educación (17,9%), Transporte (4,2%), Vestir y calzado (6,6%) o Alimentos y bebidas (6%)[1]. Comer, viajar y vestirse se vuelve cada vez más caro para los trabajadores del país.
Sumado a la inflación de febrero y enero, la inflación del primer trimestre arroja la cifra de 11,8%, y anualmente un 53,8%. Las razones de la continuidad del ascenso inflacionario saltan a primera vista: la interminable devaluación del peso (con un dólar que se ubica arriba de los $40 y que no para de subir) que arrastra hacia arriba los precios de la dolarizada economía argentina bajo Macri, sumada a los consecuentes tarifazos a los servicios y la energía, que se trasladan directamente a los precios (el aumento del gas o la electricidad se transmiten al conjunto de la cadena productiva).
El dato más concreto es que la política de Macri para frenar la inflación (recesión + tasas de interés por las nubes) es un estrepitoso fracaso. La suba de las tasas no logró frenar el dólar, sino únicamente hundir aún más la industria en la recesión, destruyendo cientos y miles de puestos de trabajo por mes[2]. Y tampoco la caída del consumo interno (que el macrismo barajaba como receta anti-inflacionaria) logró parar la subida de los precios. El resultado es una economía con una recesión galopante, caída del consumo interno, despidos, cierres de fábricas y miles de nuevos pobres. Y la inflación sigue subiendo.
Si bien el INDEC aún no publicó los números oficiales de la inflación de marzo, en los últimos días hasta el FMI se pronunció sobre el tema, diciendo que los niveles inflacionarios del país son “decepcionantes” y corrigió su proyección para la inflación de este año, pasando de un 20,2% a un 30,5%[3], que parece quedarse bastante corto a juzgar por el ritmo del primer cuatrimestre.
A medida que pasan los meses, los números de la economía argentina se vuelven cada vez más preocupantes. Es que el nivel actual de inflación es el más alto desde que el país salió de la crisis hiperinflacionaria de 1989-1990, que configuró una enorme crisis general económica y política y que eyectó por los aires al gobierno de Alfonsín antes de término. Si bien los que sufren la inflación y la crisis económica son los trabajadores que cada vez llegan más justos a fin de mes (o no llegan), estos números son también una voz de alarma para Macri y quienquiera que se haga cargo de país después de él. El antecedente del alfonsinismo muestra a las claras cómo puede terminar un gobierno que sea incapaz de manejar la inflación (y la economía en general).
[1] https://www.pagina12.com.ar/186094-los-precios-siguen-sin-encontrar-su-techo
[2] https://izquierdaweb.com/nueva-ola-de-suspensiones-en-la-industria-automotriz/
FATE: Preventivo de Crisis, despidos masivos y flexibilización laboral
[3] https://www.pagina12.com.ar/186094-los-precios-siguen-sin-encontrar-su-techo