El 8M y el movimiento feminista: estrategia se busca

Conclusiones y debates de la última movilización por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

1
274
8M

En la película de Sarah Polley «Ellas hablan», las mujeres y niñas de una comunidad menonita son atacadas durante largo tiempo, violadas y violentadas durante la noche. La comunidad atribuye los ataques a fantasmas o a Satán. Hasta que una de las chicas reconoce al atacante, que señala al resto de los violadores. El grupo de hombres es encerrado por su propia seguridad, hasta que se los llevan presos. Casi todos los hombres de la comunidad se van a la ciudad a pagar la fianza de los detenidos y les dicen a las mujeres que les dan dos días para decidir si los perdonan y entonces pueden quedarse en la comunidad que Dios salvará el día del juicio final. O, si deciden no perdonarlos, tendrán que irse y perder la posibilidad de entrar al reino de los cielos. Las mujeres, que son analfabetas, votan entre tres opciones marcando con una equis debajo de los dibujos que las representan: quedarse y no pelear, quedarse y pelear o irse. Hay un empate entre irse o quedarse y dar batalla. Durante 24 horas un grupo de mujeres elegidas para la tarea, discuten qué hacer. En medio del debate, una de ellas reflexiona:

-Antes de hacer la lista de pros y contras de quedarnos, ¿no deberíamos discutir para qué estamos peleando?

-Es obvio- dice otra – Para que dejen de atacarnos y poder estar seguras.

-¿Y eso qué significa para nosotras? Tal vez deberíamos escribir un comunicado sobre cómo queremos que sea la colonia una vez que ganemos la batalla. Tal vez sea importante discutir qué queremos conseguir, no solo qué queremos destruir.

Este “acto de imaginación feminista”, como lo llamó la autora del libro en el que se basa la película, esta asamblea donde las mujeres debaten en qué mundo quieren vivir, es una buena alegoría de lo que ocurre con el movimiento feminista.

Porque lo que se está debatiendo atañe a las mujeres y a la diversidad reales, las que están pagando con sus cuerpos la ininterrumpida epidemia de femicidios y transtravesticidios, los abusos a las niñeces, el esfuerzo de sostener la vida cotidiana mientras el país se cae a pedazos porque no hay ni para arreglar un cable eléctrico; debido a que cada peso va para pagar deuda externa y a que los dueños de todo siguen en sus 4×4 acarreando dólares soja.

Con un par de años de atraso (atraso que fue efecto de la pandemia, la cuarentena y las post pandemia), el movimiento feminista empezó a discutir hacía dónde tiene que ir, luego de la conquista del aborto legal. A esta altura y con el desgaste absoluto de su figura, ni a Alberto se le ocurre insistir con que él es el artífice de que haya legalidad del aborto en la Argentina.

Dos interesantes artículos que analizan la cuestión de la estrategia aparecieron después de las movilizaciones del 8M. Uno firmado por Flor Alcaraz, Agustina Paz Frontera y Vanina Escales en Latfem y otro de Marina Mariasch y Jazmín Bergel Varela, publicado en Anfibia. Ambos tienen la virtud de la honestidad, a diferencia de las berretas notas de Página 12 que ni siquiera mencionan un hecho evidente como los metros que separan el Congreso de la Plaza de Mayo, los metros que separaron un acto que cerró coreando por la vuelta de Cristina Kirchner y otro que se delimitó de cualquier gobierno y político patronal, del cual fuimos parte Las Rojas junto a la asamblea independiente.

Lo más importante que demostró el 8M y que amerita este debate -no por cuestiones escolásticas de quién tuvo razón alguna vez-, es que hubo paro feminista real, por ejemplo, de las docentes de Provincia de Buenos Aires y las estatales de Ciudad y de Nación. Y que hubo miles y miles de pibas, pibis, mujeres, trans y travestis en las calles del centro político del país.

Pero, como bien señala nota de Latfem, el movimiento está ante una bifurcación. Pareciera que la conquista del aborto legal hubiera dejado al movimiento sin saber cuál es su objetivo y con una fragmentación peligrosa.

Aquí es donde queremos aportar nuestra posición desde el feminismo socialista a esta cuestión importantísima, porque hace al futuro y a la posibilidad transformadora de un movimiento que ha sido de lo más vital de los últimos años, una verdadera bocanada de aire fresco a nivel mundial para contrarrestar los avances de los neofascismos y de los reaccionarios. Recordemos que fueron las mujeres las que organizaron la primera marcha contra Trump, el mismo día que asumió la presidencia de Estados Unidos en 2017. Fueron las mujeres las que se animaron a levantarse y movilizarse en un país donde desde hace años se suceden los gobiernos más de derecha anti inmigrantes, antimujeres y antidiversidad, como en Polonia, donde nació el primer Paro de Mujeres de este siglo en 2016, seguido por el Paro de Mujeres del 19 de octubre de ese mismo año en Argentina por la bronca que provocó el femicidio de Lucía Pérez.

El 8M de 2017 se instaló el Paro Internacional Feminista, con movilizaciones en más de 50 países simultáneamente.

Desde 2015 con la desbordante movilización del Ni Una Menos y la marea verde de 2018 la masificación del movimiento feminista en Argentina llegó para quedarse.

Un factor organizador muy importante de este movimiento fue siempre el Encuentro Nacional de Mujeres, retitulado desde 2019 en adelante Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis y No Binaries. Y las enormes asambleas feministas que se hicieron durante años para organizar todas las movilizaciones y fechas de la agenda del movimiento.

Este movimiento logró imponer en la agenda social y política del país las cuestiones de los derechos de las mujeres y la diversidad, puso en jaque creencias socialmente muy arraigadas. Y logró imponer cambios en la agenda política, cosa que les provoca urticaria a los reaccionarios de toda laya. Hace unos días el Papa se atrevió nuevamente a embestir contra el feminismo. En la semana que se cumplen dos años de la desaparición de Tehuel, el santo padre salió con los tapones de punta contra lo que los reaccionarios llaman “la ideología de género”. No por nada la base de Milei se alimentó y creció, en primer lugar, al calor del pañuelo celeste y los antiderechos. En este escenario de ataques de la derecha, muy peligrosos y que hay que tomarse en serio, tornan muy importante la polémica abierta dentro del movimiento feminista. E insistimos en que hay que tomárselo en serio, si no veamos lo que ha significado el avance de la derecha en Estados Unidos, donde los antiderechos han dado un golpe muy duro tirando abajo el fallo Roe vs Wade que garantizaba el derecho al aborto en todo el país desde 1973 y donde los republicanos están intentando hacer pasar leyes anti drag en unos cuantos estados.

Alcaraz y sus compañeras añoran la unidad que hubo en el feminismo hasta 2018. Esa unidad, que se daba al calor de enfrentar al reaccionario gobierno de Macri, le dieron al movimiento feminista su filo y su sello. El hecho de ser un movimiento sin burocracia que lo controle, le dio la posibilidad de desarrollar masivas movilizaciones y acciones, enriquecidas con acciones en escuelas, barrios, universidades, lugares de trabajo y en todas partes.

A partir de la llegada al gobierno de Alberto, Cristina y Massa, todos los intentos de las dirigentes de los sindicatos tradicionales, de las referentes de los movimientos que integran el Frente de Todos, se dirigieron a transformar al movimiento en una baba intrascendente, sin ningún filo, sin ningún poder de transformación.

Uno de los hitos más importantes fue una carta que publicaron con la firma de Dora Barrancos, Mercedes D´Alessandro y otras apoyando las negociaciones del gobierno del FDT con el Fondo, sabiendo que eso implicaba recortes y ajustes en el presupuesto de salud, educación y del propio ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. El argumento de Elizabeth Gómez Alcorta de retirarse del Ministerio criticando la represión a la comunidad Mapuche en el sur, llegó bastante tarde y olió más a movida electoral (ahora se presentará como candidata a Jefa de Gobierno porteño), porque ni siquiera amagó con renunciar frente a la represión en Guernica o cuando le pusieron de jefe al antiderechos de Juan Manzur. Su reemplazante, Ayelén Mazzina, tuvo que aclarar que ahora sí está a favor del aborto, porque ella antes era pañuelo celeste. Y sus actos más rutilantes desde que asumió fueron ir a Catamarca y a Formosa a repartir planes de los 1000 días, mientras la epidemia de femicidios no tiene una respuesta coherente por parte del gobierno. Con el vaciamiento del ministerio le cumplen el programa a los antiderechos, como bien explicó nuestra compañera Manuela Castañeira en todos los medios nacionales: porque les deja espacio para envalentonarse y salir a decir que hay que cerrar el ministerio, tal como hacen Rodríguez Larreta, Pichetto, Milei o Gómez Centurión.

Este último 8M representó un nuevo hito en ese camino que le quieren imponer al movimiento feminista las que lo quieren subordinar a la agenda del kirchnerismo. Porque la convocatoria de los sindicatos y centrales junto con las funcionarias tuvo como eje central el operativo clamor para que Cristina Kirchner sea la candidata del peronismo las próximas elecciones.

Mantener la independencia del movimiento con respecto a todos los gobiernos y partidos patronales no es una cuestión menor: es la diferencia entre ser un movimiento capaz de cuestionarlo todo, todas las relaciones capitalista y patriarcales de opresión y explotación, un movimiento capaz de unirse con las luchas y los reclamos del conjunto del pueblo trabajador o ser un decorado para proyectos que hablan de soberanía y otras palabras hermosas, pero que en los hechos quieren atar al movimiento al carro de intereses que le son ajenos.

Por eso aunque fue minoritario, como lo es la izquierda, fue importante mantener un acto que denunciara la responsabilidad del gobierno, pero que también señalara la importancia de enfrentar a los antiderechos. Había que marchar separadamente del acto que montaron las organizaciones kirchneristas para pedir por la candidatura de Cristina, pero había que dirigirse a las mayorías, saliendo del Congreso, siendo parte de las miles que estuvieron por Avenida de Mayo y haciendo un acto que atrajera a les compañeres al acto que hicimos en Plaza de Mayo. Eso fue lo que peleamos Las Rojas en el espacio de la asamblea independiente. La negativa a salir desde Congreso y atravesar toda la Avenida de Mayo por parte del Partido Obrero y las organizaciones que les hacen seguidismo dio como resultado un giro sectario lamentable, porque aunque el acto fue correcto, no dialogó con les miles de independientes.

El movimiento sigue teniendo sus reflejos intactos, ahí estuvo poniéndole el cuerpo a la defensa de Arcoiris y su mamá para que la policía de Larreta no se las llevara cumpliendo la orden de la jueza Menem de La Rioja de restituir a la nena al hogar paterno donde vive también su abusador. Los tiempos de indefinición no son eternos, si el movimiento no encuentra orientación propia, independiente y que sea sentida por las mujeres y la diversidad reales se corre el riesgo de ir a la intrascendencia. Peligroso, en momentos que acechan los antiderechos.

Todavía hay tiempo de imprimirle al movimiento un sentido que le permita retomar su filo y su capacidad de lucha, para enfrentar las políticas antifeministas y anti trabajadorxs del gobierno del FDT y para pararle la mano a los reaccionarios desbocados.

1 COMENTARIO

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí