Los ataques a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia no paran de parte de este gobierno defensor del genocidio de la última dictadura militar en la Argentina.

En el caso de este sitio emblemático, la ex ESMA, por ser trágicamente uno de los epicentros de los ataques genocidas, su importancia se agiganta, ya que allí se concentraron las pruebas más contundentes y dramáticas del accionar represivo a ultranza.

Redujeron la cantidad de trabajadores/as empleados/as en el lugar, el número de visitas, anularon medidas de preservación de las instalaciones. La aberración más reciente es la eliminación de las pruebas de violencia de género específica de la represión hacia las mujeres por su sexo.

La ex ESMA no es solamente un lugar de recuerdos trágicos. Es uno de prueba fehaciente, palpable, de los terribles delitos allí cometidos. Su preservación tuvo una importancia fundamental en los juicios de lesa humanidad (y la sigue teniendo en los que se desarrollan), ya que sobrevivientes y familiares pudieron reconocer y ampliar testimonios al “ubicarse” en el lugar preciso donde se desarrollaron los peores ataques represivos. Los rostros de los genocidas estaban ubicados allí.

La investigación en el lugar y posterior preservación de los espacios de Memoria no son actos testimoniales. Son actos de lucha, porque la preservación es útil no sólo para quienes vivieron los ataques represivos, sus familiares y compañeros de militancia, sino también para el conocimiento de quienes estuvieron lejos de esas trágicas vivencias y hacia las nuevas generaciones.

Un ejemplo más que palpable de la importancia clave de la preservación de los sitios de la Memoria es el hallazgo de restos óseos en La Perla, que fuera el principal centro clandestino de detención de Córdoba.

Porque es una batalla en la que aún hay cuentas pendientes, como la recuperación de los/as nietos/as buscados/as incansablemente por Abuelas y el avance en la recuperación de toda la Verdad. Porque tiene que estar de nuestro lado en su totalidad, sin ninguna niebla ni cortina que nos pongan en el medio.