Consumo y desigualdad bajo Milei: el 5% festeja en dólares y el 70% lucha para sobrevivir

Un repaso por la estructura de la miseria y el consumo bajo el gobierno de Milei.

«Vemos una sociedad de […] configuración dual: 30% de la población por un lado, 70% por el otro […] podemos ver que hay sectores del consumo que viven un boom, como las ventas de autos, motos, inmuebles, electrodomésticos y viajes al exterior, todos creciendo por encima del 40% interanual […]. [Por otro lado] A aquellos de la clase media baja que cuentan […] con un trabajo en blanco […] les cuesta mucho seguir viéndose a sí mismos como integrantes de la clase media» (La Nación, 14/7).

Milei y sus lacayos siguen esparciendo el relato del milagro argentino en la macro: una inflación supuestamente vencida y una actividad económica supuestamente recuperada. Pero también en economía la mentira tiene patas cortas. Un puñado de ramas de la economía experimentan un boom de ventas motorizado por el dólar pisado. Mientras tanto el consumo de masas continúa su largo desplome en los sectores más sensibles como alimentación, medicamentos, educación y prepagas. Un repaso por la estructura de la miseria mileísta.

¿Vacas gordas?

Milei lleva unos seis meses alegando que la economía argentina experimenta un supuesto rebote en V tras la recesión en picada que impuso el propio Milei con su primer paquete de medidas (devaluación del 120%, explosión tarifaria y vía libre al saqueo productivo y comercial mediante las desregulaciones). Esto incluye una parte de mentira estadística y otra de mentira conceptual.

Estadísticamente, el INDEC registró un aumento de la actividad económica interanual del 5% en mayo. El número de por sí no es astronómico. Pero mucho menos teniendo en cuenta que la economía venía de contraerse un 1,7% en 2024 y un 1,6% en 2023. Es decir que el «rebote» del 5% viene tras una caída sostenida de 3,3% en un período de dos años.

¿Cuál es la mentira conceptual? Que el rebote de la actividad económica implicó una «recuperación» para pocos. Se trata de un puñado de sectores de la economía que viven un boom de ventas fruto de las artificiales y desfiguradas condiciones macro que impuso el mileísmo. El dólar hiper pisado que mantienen Milei y Caputo son una invitación al consumo en dólares para aquellos que pueden acceder a la divisa extranjera.

Por eso las ramas dolarizadas de la economía están creciendo estadísticamente. Lo mismo que aquellas destinadas al percentil más alto de hogares argentinos, el de quienes ganaron adquisitivamente con la devaluación de fines del 2023. «Un informe de la consultora MAP destacó que gran parte de los bienes durables crecen a tasas que se acercan o superan los tres dígitos, como autos (cuyas ventas crecieron un 83,9% en los primeros cinco meses de 2025 frente al mismo período de 2024), lavarropas (con una suba de 99,9% en el primer trimestre) o heladeras (+115,5%)». Sebastián Beato, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automores de la República Argentina (ACARA) declaraba hace poco que se trata de «el mejor primer semestre de los últimos siete años» en el sector.

Otro sector que disparó alto fue el inmobiliario. Un reconocido empresario dijo la semana pasada que la situación es anormalmente buena para las ventas. «Hace dos o tres años vendíamos una casa cada dos o tres meses. Ahora tenemos cinco ventas por mes».  Los especuladores inmobiliarios están festejando un crecimiento de ventas del 22% interanual en mayo. Recordemos que se trata de uno de los sectores más parasitarios de la burguesía argentina, responsable directo a la crisis habitacional crónica que recorre el territorio nacional.

Y lo propio sucedió con el turismo dolarizado hacia el exterior. Entre enero y abril «unos 6 millones de personas viajaron fuera de Argentina, 70% más que en igual período de 2024, mientras ingresaron solo dos millones de visitantes extranjeros, un 21% menos, la cifra más baja de la última década». El récord de salidas en el turismo emisivo es histórico y brutalmente desproporcionado. Como señalamos hace algunas semanas, la salida de dólares en este rubro fue tal que afectó ostensiblemente la cuenta corriente del comercio exterior. Por el camino quedaron los objetivos de acumulación de reservas que Milei acordó con el FMI. El déficit de divisas fue récord y, significativamente, duplicó el objetivo del Fondo: USD 5.200 millones contra USD 2.700 millones.

Vacas famélicas

«‘No se vende nada’, dice a la AFP Laura Comiso, empleada en una zapatería del centro porteño, desganada por el hastío de una tarde sin clientes. En contraste, Blas Morales tiene otro día de ajetreo como vendedor en un concesionario de automóviles de San Andrés de Giles, 110 km al oeste de la capital argentina. ‘Tuvimos un junio excelente’, dijo a la AFP. En los últimos seis meses las ventas se triplicaron» (SwissInfo, 16/7).

Milei dice que quienes cuestionan su «plan» económico son ignorantes o simplemente «mandriles». Para justificar esta posición se limita a sacudir estadísticas. Si sectores como los autos de alta gama triplican ventas y la economía crece un 5% interanual, ¿por qué no podemos decir que haya recuperación en la economía argentina? Porque los únicos que están recuperando son los grandes propietarios, los especuladores inmobiliarios y financieros, las multinacionales y otros de la misma calaña.

El panorama que se vive en los hogares trabajadores es bien distinto. Así lo muestran las estadísticas desagregadas del consumo de masas (esas que Milei dice que no le interesan).

El consumo de alimentos cayó hasta un 10% interanual en el primer trimestre del año, según la consultora Scentia. En medicamentos la caída fue brutal: hasta un 45% interanual en general. Es notoria la baja en la cantidad de recetas médicas dispensadas, que osciló entre el 18% y el 20%.

Otro rubro notoriamente afectado es la energía. En abril, el consumo de energía eléctrica tocó su mínimo desde el mismo mes de 2021, a la salida de la pandemia. En los hogares de registró una baja de consumo del 4,5% interanual, muy superior a la reportada por la industria. Una muestra patente de la contradicción insalvable entre tarifas y salarios.

De conjunto queda claro que la «recuperación del consumo» es una burda mentira. El consumo general bajó un 0,9% interanual entre junio de este año y el mismo mes del año pasado. En consumo básico la baja fue del 2,4% interanual. En 2024, la caída respecto al 2023 había sido del 11%. Y las ventas en supermercados, un índice también general, siguen siendo menores hoy a las de 2023, acercándose a mínimos históricos.

La carestía mileísta está obligando a los trabajadores a endeudarse para cubrir el costo de vida. En 2025, el 90% de los hogares tiene deudas de algún tipo. Casi el 13% está directamente en mora.

En la última semana, el sideral aumento de la desigualdad en la Argentina fue noticia en medios de varios continentes. Como resumía uno de ellos, «a la fiesta del consumo argentino asiste un grupo selecto de la población. Apenas un 6% pertenece a la clase alta y 50% a la clase baja, con ingresos inferiores a 960 dólares al mes«.

Consumo vs salarios en la era Milei

Hoy el INDEC sitúa el valor de la Canasta Básica Total (es decir, de la línea de pobreza) en $1.100.000. El valor es ridículamente alto. Basta sumar los ítems básicos que la Canasta Básica no mide para darse cuenta de la abismal distancia con la realidad.

Según el Observatorio de Subsidios y Tarifas del CONICET una familia tipo gastó en julio un promedio de $193.000 en servicios básicos y transporte. Tomemos este dato como referencia obviando que los valores reales pueden ser mucho más altos, dependiendo del grupo familiar concreto.

Pero el ítem más odioso para las familias trabajadoras del país es evidentemente el alquiler. En los últimos 12 meses «el valor de los alquileres se duplicó en términos nominales en el último año». Nótese que este aumento (del 100%) fue más del doble de la inflación del interanual (39,4%) que Milei tanto festeja. A junio de este año, el alquiler tres ambientes más barato de la Capital valía $634.000. Un departamento de 73,5 m2 en Caballito se alquila en $982.000. En Boedo a $898.000. En Retiro a $818.000.

Hagamos las cuentas. Si sumamos la Canasta Básica Total ($1.100.000) + tarifas ($193.000) + alquiler ($700.000 con suerte y una familia hacinada) nos da un total de $1.993.000 como gastos mínimos para que una familia tipo del AMBA pueda simplemente sobrevivir bajo Milei.

Hace pocos días se viralizó el recorte de una entrevista televisiva en el que una mujer conversa con periodistas mientras espera el colectivo para ir a trabajar. «Con menos de dos millones no te alcanza», dice mientras cuenta su rutina diaria. Tal parece que a veces el sentir popular puede expresarse matemáticamente. Mientras el costo de vida (o mejor dicho de supervivencia) para una familia trabajadora tipo está en al menos 2 millones de pesos, el salario mínimo vital y móvil es de unos míseros $317.000.

El abismo entre ambas cifras es netamente criminal. Hacen falta 6,3 salarios mínimos para mantener viva a una familia tipo en la Argentina. En un grupo familiar bi parental, ambos padres pueden tener 3 trabajos y eso sólo para intentar arañar la línea de pobreza. Viendo los números se entiende por qué Milei se escandalizó públicamente cuando Federico Winokur, candidato a legislador por el Nuevo MAS, propuso un aumento del salario mínimo a $2.000.000. A Milei le pareció demasiado «comunista« que un trabajador cobre lo mínimo indispensable para salir de la pobreza. Fue el propio Milei quien, apenas comenzado el año, reconoció que el salario promedio del país estaba en torno a los «$400.000 y pico».

En junio, al menos el 50% de los hogares del país tuvieron ingresos menores a $1.120.000, es decir, el valor de la Canasta Básica. Esta es la línea de pobreza nominal medida por hogares. Siguiendo el mismo sistema, otro 26% vive con menos de $1.500.000, todavía lejos de la línea de los dos millones (el costo de vida mínimo real).

Y estos son números bien generales, que miden ingresos. Si vamos a los salarios sectorizados, las medidas son todavía más brutales. En sectores específicos del mercado de trabajo la cantidad de trabajadores supera nominalmente al 50%. Hay ejemplos como el agro (56%), el servicio doméstico (54%) y la construcción (53%). ¡Y estamos hablando de trabajadores en relación de dependencia! Una parte de la radiografía corresponde a los 9 millones de trabajadores sin derechos laborales que deben soportar, además de la carestía salarial, condiciones de trabajo de absoluta precariedad.

Una inmensa transferencia de riqueza

Los números desnudan cómo Milei truchó las estadísticas de pobreza oficiales (el INDEC anunció un irrisorio 30% en la última medición), uno de sus tótems de campaña. Otro de ellos es «la baja de la inflación» junto a la supuesta «recuperación» de la actividad económica que ya tocamos. La verdadera imagen que dejan las estadísticas es la que los analistas burgueses llaman «Argentina dual«, en un intento de suavizar retóricamente el modelo de parasitismo social mileísta. La dualidad argentina es la que espeja a la burguesía parasitaria frente a millones de trabajadores pobres o que luchan para no caer en la pobreza.

Ya mencionamos que una de las truchadas estadísticas para bajar nominalmente el índice de pobreza es no medir los gastos en tarifas, que aumentaron asquerosamente por decisión discrecional de Milei. Veamos, a modo de espejo, cómo le fue a las empresas del sector. Sólo en 2024, Edesur (una de las dos grandes privatizadas del AMBA) aumentó sus ingresos en un 30%, redondeando 1,3 billones de pesos gracias a los tarifazos de Milei. Esto a pesar de que el consumo de energía se retrajo en el mismo períodoEdenor, por otro lado, tuvo ingresos por más de 2 billones de pesos y utilidades arriba de los $4.000 millones.

El traspaso de riqueza es casi demasiado transparente. Baja la «pobreza nominal» pero la pobreza real aumenta sideralmente y a ojos vista en todas las grandes ciudades del país. «Rebota» la actividad económica pero el consumo de masas en rubros sensibles se desploma a pisos históricos y al límite de la supervivencia. Los trabajadores consumen menos energía y se endeudan para pagar las facturas pero las privatizadas ganan cada vez más. El precio de los alquileres pone a miles al borde del desalojo pero las inmobiliarias festejan récord de ventas. El cuadro general es de un aumento histórico de la desigualdad dentro de la estructura social del país. Las diferencias de clase son cada vez más agudas en la Argentina del siglo XXI. Ese es el único «plan» económico de Milei, Caputo y compañía: un experimento social de hambre y explotación.

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