Consejo del Salario: el oficialismo, los empresarios y la CGT van por un salario de pobreza

Hoy se reúne el Consejo del Salario para definir un nuevo Salario Mínimo. Para superar la línea de pobreza ($111.297 en julio) el aumento debería ser superior al 100%, pero el gobierno y la CGT buscarán sumar tan sólo un 25% al aumento pactado en abril. La izquierda moviliza contra los salarios de miseria y el ajuste del gobierno.

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Hoy se reúne el Consejo del Salario Mínimo en medio de fuertes cuestionamientos a la política salarial del Frente de Todos. Al día de hoy, el salario mínimo, vital y móvil ronda los $47.000, por debajo de la línea de indigencia ($49.465). Para superar la línea de pobreza ($111.297 en julio) el aumento debería ser superior al 100%, pero el gobierno y la CGT buscarán sumar tan sólo un 25% al aumento pactado en abril.

En ese mes, el Consejo del Salario había previsto un aumento anual del 45%. De llevar esa cifra al 70% (como se espera que suceda) el aumento seguirá quedando por debajo de la inflación prevista para este año, que las consultoras privadas calculan entre el 90% y el 110%.

Además de poner un «piso» para las negociaciones salariales de cada gremio, la decisión del Consejo del Salario Mínimo indexará los montos de los planes sociales. El Potenciar Trabajo implica hoy un 50% del salario mínimo.

Salarios de pobreza, la única certeza

Durante las últimas semanas, la expectativa cedió paso a la desilusión en lo que atañe a la gestión del flamante «superministro» Massa. La vocación de poder del dirigente del Frente Renovador fue reemplazada por los titubeos y la ausencia de medidas fuertes. La corrida contra el peso se desaceleró. Pero el gobierno no logró hacer ingresar suficientes divisas a las reservas del BCRA como para desactivar el peligro devaluatorio definitivamente, y los patrones del agro siguen exigiendo mayores concesiones en el tema «dólar soja».

Alberto anunció a principios de agosto «un acuerdo de precios y salarios» como si se tratara de un talismán contra la crisis inflacionaria. Pero se acerca el fin de mes y no hay noticias al respecto; ni siquiera se ha concretado una mínima reunión con los actores involucrados. Sucede que ni la UIA ve con buenos ojos un congelamiento de precios, ni la CGT anhela congelar las paritarias.

En el contexto de una inflación desbocada, las actualizaciones constantes de las paritarias son tal vez el único instrumento de la burocracia sindical peronista para «descomprimir», mes tras mes, los caldeados ánimos que dominan los lugares de trabajo. Lo cual no significa que los salarios no sigan cayendo, y que el descontento de los asalariados no sea cada vez mayor.

Ahora, Massa deberá demostrarle al Fondo Monetario que posee el «volumen político» que le faltaba a Batakis. El organismo de crédito espera señales claras en lo que respecta al manejo del déficit fiscal.

Y un punto importante en ese rubro es el problema de los planes sociales. La decisión que tome hoy el Consejo del Salario influirá: llevar el salario mínimo a niveles mínimamente dignos (es decir, que igualen la inflación) va contra el plan de austeridad fiscal de Massa y el Fondo. De ahí que el oficialismo en sus tres vertientes (massista, kirchnerista y albertista) parezca cómodo con la idea de dejar el salario mínimo bien por debajo de la línea de pobreza. Esa es, al día de hoy, tal vez la única certeza de una coalición oficialista sin demasiadas ideas propias.

La calle presiona al gobierno

Paralelamente con la caída de las expectativas depositadas en Massa, también la calle parece dar cada vez más señales de descontento al gobierno. Hace dos semanas, el acampe de la Unidad Piquetera en la Plaza de Mayo dejó en claro que cada vez son más los trabajadores argentinos que se ven empujados a la marginación social y la carestía extrema.

El miércoles pasado, una preocupada (y algo desorientada) CGT se vio obligada a movilizar a una parte de sus bases hacia la Plaza de los Dos Congresos, demostrando que en la Argentina el descontento es de masas. A pesar de las consignas contradictorias, no quedó duda de que esos miles de trabajadores estaban marchando en contra del gobierno.

Para aclarar la mente de los indecisos, la izquierda montó su propio acto en la Plaza de Mayo. Los oradores apuntaron contra las vacilaciones de la CGT y exigieron un paro general activo, algo que no se ve en la Argentina desde los tiempos de Macri.

Hoy volverá a haber trabajadores movilizados en la capital. Los movimientos sociales independientes y ligados a la izquierda ya están concentrando frente al Ministerio de Trabajo para exigir un aumento del salario mínimo que iguale la Canasta Básica Total ($111.297). En suma: un salario con el que se pueda llegar a fin de mes sin caer en la indigencia.

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