
La referencia de Cristina Kirchner al exitoso rapero L-Gante se viralizó ayer en las redes sociales. En un acto en Lomas, la vicepresidenta reivindicó el programa Conectar Igualdad que entregaba netbooks a estudiantes de escuelas públicas. El programa fue cancelado durante el macrismo.
La historia de L-Gante es ya conocida: armado solamente con una computadora provista por el Estado y un micrófono genérico creó canciones que tienen cientos de millones de vistas en Youtube y hoy es uno de los artistas argentinos más escuchados.
La referencia, por parte de CFK, estuvo al servicio de reivindicar el discurso kirchnerista del «Estado presente» y la «ampliación de derechos». Pero más aun, de cara a la campaña electoral intentó retomar el diálogo y hablarle a un público donde el kirchnerismo viene perdiendo terreno hace rato: la juventud.
Frente al desencanto, demagogia
Ya hemos analizado más detenidamente la novedad política que atraviesa a nuestro país en relación a la juventud: el alejamiento y desencanto de un sector importante de los jóvenes con la política tradicional frente a la profundización de la precarización laboral y la «elitización» educativa y la atomización social que genera la modalidad virtual extendida en el tiempo.
En ese sentido, la referencia de CFK no puede menos que ser demagógica: con 42% de pobreza, índices históricos de informalidad y precariedad laboral, salarios siendo licuados todos los días por la inflación, el «Estado presente» es una fantasía, o como mínimo, un conjunto de meros paliativos frente a una situación de crisis social.
Además, fue este mismo gobierno el que terminó rápidamente con una asistencia como el IFE, que sólo se otorgó cuatro veces y contaba con un monto insuficiente de $10.000. Mientras tanto, miles de jóvenes son empujados a trabajos altamente precarios sin ningún derecho laboral básico que les impide tener una perspectiva a futuro. Más que Estado presente, lo que viven los jóvenes en su día a día es su total ausencia.
Por eso es que es demagógico hablar de un joven que se hizo exitoso a partir de una política pública, si al mismo tiempo se aplica una política de ajuste que va en sentido contrario a aquello que se reivindica desde el discurso. Toda la clase trabajadora sufre el ajuste, pero la juventud está aun más desamparada para hacerle frente.
Esto ocurre no sólo en lo laboral, sino también en el aspecto educativo. El paso a la virtualidad fue una oportunidad para los distintos gobiernos para recortar el presupuesto educativo y excluir, de hecho, a miles de jóvenes de la educación. Ya que se hace mención al Conectar Igualdad, hubiese sido más que necesario reestablecer ese plan apenas se cerraron las escuelas para que todo el mundo tenga acceso a un dispositivo, además de garantizar el acceso a Internet. Pero no se lo hizo.
A esto se le suma también que este año hubo un «bochazo» masivo en las becas Progresar, ingreso fundamental para que muchas personas de bajos recursos puedan continuar sus estudios. No fue sólo Macri, sino también este gobierno el que recorta derechos para cumplir con las exigencias del FMI.
Progresismo en las palabras, ajuste en los hechos
Las palabras de Cristina suenan muy lindas, pero en los hechos su gobierno actúa en el sentido opuesto, en la medida en que el núcleo fundamental del plan económico es el ajuste.
Esta razón política profunda es lo que está en el fondo de que el kirchnerismo muestre límites para hablarle a un sector social que, por la pandemia y por las propias políticas de ajuste del gobierno, está siendo uno de los más golpeados.
Es cierto que el ejemplo de L-Gante cuestiona la ideología meritocrática neoliberal que el sentido común «progresista» también critica. Pero para realmente garantizar la igualdad de oportunidades y los derechos fundamentales hay que terminar con las políticas de ajuste, lo que implica a su vez cuestionar la tutela de FMI y la bota en la cabeza que significa para el país la deuda externa. El Frente de Todos, por su propia naturaleza política perteneciente al sistema, es incapaz de dar un paso en ese sentido. Sólo la izquierda anticapitalista y socialista levanta este programa que permita recuperar la perspectiva de futuro de la juventud y desarrollar toda su potencialidad creativa.






