
Según la repetida e instalada teoría gubernamental, el odio sembrado por la derecha, los grupos concentrados de poder, los medios hegemónicos y los trolls macristas en las redes sociales, hace crecer el malestar en la sociedad.
Este odio, repetido y aumentado en los medios masivos de comunicación, es el que habría dirigido la mano de Fernando Sabag Montiel para intentar asesinar a la Vicepresidenta.
Es este mismo fenómeno, el que explicaría que gran parte de la población, inclusive en los sectores populares, llega a sospechar sobre la veracidad del atentado.
El “Discurso del odio” sería llevado adelante por una derecha radicalizada que engaña a la gente gracias a su llegada al poder mediático.
Pero la realidad es que el odio fomentado por la derecha crece en los barrios porque el gobierno está llevando adelante un brutal ajuste que expulsa a millones de laburantes bajo la línea de pobreza.
Sólo en algunos días las calles se llenaron con desocupados a quienes les dan de baja los míseros programas de asistencia social, profesionales y padres de pacientes con discapacidad que se ven afectados por los ajustes en Salud y docentes que en varias provincias rechazan la idea de las tijeras del FMI, Massa las utilice en sus magros salarios. Y la derecha logra direccionar la frustración de una parte de la sociedad en el odio a los que luchan, a los movimientos sociales, a los docentes…
¿Cómo no va a existir el odio al gobierno, si el gobierno se ocupa de destruir las condiciones de vida de la gente? ¿Cómo no sembrar el hastío contra la política si el flamante Superministro no para de otorgarle beneficios a la oligarquía rural mientras millones la pasan mal?
El gobierno, le deja picando la pelota frente a un campo vacío, para que la derecha patee con todas las fuerzas de su poder mediático. “Son todos chorros”, “Le sacan a los laburantes para darle a los planeros”, “Se mantienen en el poder, haciendo un negocio de la pobreza”. El laburante madruga con ese discurso taladrando su día a día mientras mastica la bronca por no llegar a fin de mes y ver a los sindicalistas vendidos del oficialismo acomodarse en jugosos cargos públicos.
La mejor manera de pelear contra el discurso del odio no es pedirle a la gente “que baje un cambio”, es terminar con el ajuste que dicta el FMI y que los salarios alcancen para vivir.
Es más que obvio que este gobierno está demasiado comprometido con el acuerdo con el Fondo para terminar con sus recortes fiscales.
El «odio» no borra evidencias y entorpece la investigación de un atentado
Un hombre quiere asesinar a la dirigente política más importante del país, los custodios parecen borrados de la escena, luego se borra mágicamente la información del celular del atacante porque un perito “se fue a comer a su casa” mientras estaba transportando el aparato y pasa una semana en la que sabemos prácticamente lo mismo que el día del hecho.
En el país en el que vuelan la AMIA y la Embajada de Israel y nunca se supo nada, es más que obvio que hay quienes desconfiemos un poco del accionar de la policía y la justicia.
Más aún cuando el kirchnerismo dice, con razón, que esta es la justicia del Lawfare macrista. Es decir, ¿el gobierno pretende dejar el esclarecimiento del atentado más grave cometido contra las libertades democráticas en años a la justicia que buscaba meter presa a Cristina? ¿A la justicia que quería condicionar las elecciones para que gane una opción de la derecha?

Sabag Montiel es un militante neonazi, es un hecho reconocido por todo el arco político. Ahora, también es sabido, y tenemos experiencia al respecto, que este tipo de grupos cuenta con la complicidad de sectores de la derecha política y las fuerzas de seguridad.
Atentado contra CFK: una investigación que empieza con gravísimas irregularidades
Cómo siempre, le queda a la izquierda la enorme tarea de luchar junto a quienes quieren esclarecer los gravísimos hechos que se encuentran detrás de este atentado y acompañar las peleas de los trabajadores que se plantan en defensa de sus salarios y condiciones de vida. Es curioso cómo el antiguo mote de kirchneristas que repetía que “la izquierda le hace el juego a la derecha” es atribuible a su fuerza política como nunca antes.