
Los incendios que azotan la zona del Litoral argentino no dan tregua. El epicentro de los incendios es la provincia de Corrientes, donde solo entre el 1ro y 28 de enero de este año unas 518.965 hectáreas fueron afectadas, según informaron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Cabe recordar que nuevos focos aparecieron en los primeros días de febrero y muchos continúan activos, la falta de lluvias producto de la sequía puede prolongar aún más este escenario.
Al respecto, los especialistas indicaron que las hectáreas productivas quemadas son unas 12.536 mientras que la de bosques nativos llegan a 22.509. La devastación socioambiental promete ser de enormes magnitudes, mientras, el los gobiernos nacional y provincial se patean la pelota dejando avanzar un desastre que poco tiene de azaroso. Acerca del devastador panorama, el jefe Operativo de Defensa Civil de la Provincia, Orlando Bertoni, advertía que «ya se quemó el 1,3% de la superficie de la provincia y siguen los efectos del fenómeno de La Niña».
Las postales han arrojado imágenes como las de vecinas y vecinos trabajando junto a los extenuados bomberos para construir barreras que eviten la llegada del fuego a las zonas de viviendas. Producto de los incendios en los Esteros del Iberá en los últimos días, la Dirección de Recursos Forestales de la provincia de Corrientes lanzó una alerta por el peligro de propagación del fuego en las localidades de Paso de los Libres, Corrientes, Virasoro, Bella Vista, San Miguel, entre otras. Incluso, varios vehículos se incendiaron en los últimos días en el acceso a la capital sobre la Ruta 12.
Detrás de los factores que alimentan los incendios hay un modelo
Fenómenos como la sequía y las altas temperaturas, entre otros, están detrás de la dificultad en poner fin a los numerosos focos de incendios que hace meses agobian a las provincias del Litoral y, principalmente a Corrientes. La pregunta que cabe hacer, es si sólo hay que atribuir a factores climáticos esta dramática situación que afecta a las poblaciones, flora y fauna del lugar.
Por parte del gobierno nacional y provincial han declarado Estado de Emergencia y/o Desastre Agropecuario en la zona. Actores como la Mesa de Enlace han puesto el grito en el cielo asegurando que hay más de 500.000 hectáreas productivas afectadas en la zona del Litoral y lloran por las pérdidas en sus ganancias que dicen superar hoy los $25.000 millones. Según datos del relevo presentado por esta entidad, Corrientes es el distrito más afectado con 380.000 hectáreas quemadas, seguido por Misiones con 30.000, Chaco con unas 22.000, Formosa 29.000 y Entre Ríos 38.000.
Así, la Mesa de Enlace cataloga el escenario de ‘aterrador’ y reclama que la ayuda oficial al sector no alcanza para cubrir las pérdidas. El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, viajó en los últimos días a la zona y el gobierno habilitó un desembolso con préstamos por unos 200 millones de pesos. Lo que no lamentan los capitalistas del campo es que, las pérdidas no se reparten igual entre ellos y el pueblo trabajador, tampoco lamentan las pérdidas de los humedales que ellos mismos arrasan para usar la tierra para sus negocios.
Hay un elemento paradójico. El propio modelo que impulsan desde los sectores de la Mesa de Enlace y los gobiernos de turno, el agronegocio, hoy está mostrando los alcances devastadores que tiene esa lógica productiva. La expansión de la frontera agraria de la mano de la deforestación y arrasamiento de ecosistemas clave como bosques nativos y humedales -también de la expulsión de las comunidades originarias de sus territorios- han agudizado las consecuencias del cambio climático como la sequía, el aumento de las temperaturas, etc.
Para colmo, este modelo tiene un impulso redoblado de la mano del gobierno del Frente de Todos. Así lo ilustraba el periodista Darío Aranda hablando sobre la ley de «Fomento al Desarrollo Agroindustrial”: la misma se «propone alcanzar las 200 millones de toneladas de cereales y oleaginosas para 2030. El plan busca “consolidar al país como líder agroalimentario” mediante “beneficios fiscales e impositivos”. El plan, que presentaron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, llega de la mano de Gustavo Idigoras, un ex ejecutivo de Monsanto/Bayer«, escribía.
Pases de factura entre Cabandié y Gustavo Valdés mientras la provincia arde
Mientras todo esto ocurre el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación se pelea con el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. Se patean la pelota, se acusan mutuamente o declaran que la situación es crítica, pero, de actuar de forma rápida o eficaz contra los incendios nada. Son responsables de fomentar las condiciones que propician estos desastres y, después se lavan las manos.
En una reunión reciente del Comité de Crisis Ígnea encabezada por el ministro, este entre vagas apreciaciones instaba a la creación por parte de las provincias de cuerpos de brigadistas contra incendios forestales propios. “Que Corrientes vaya conformando su propia brigada provincial porque el cambio climático llegó para quedarse”…
Los dólares que quedan al Estado argentino producto de los impuestos al agro, así como las migajas que dejan otras actividades ligadas al extractivismo, son uno de los ejes del tan mentado desarrollo productivo que promete el gobierno. Todo esto para pagar la estafa que quieren sellar con el FMI.
No hay forma de combatir los incendios sin presupuesto para la Ley de Bosques o caer el estatus parlamentario de la Ley de Humedales. Los responsables de las quemas de pastizales son los que hoy lloran porque se pierden de hacer fortunas. En el capitalismo no ganamos todos como dice Alberto Fernández, ganan unos pocos y el costo socioambiental que nos deja es demasiado grande como lo muestran los territorios que, como el Litoral, arden.






