Este domingo 16 de noviembre, se realizarán las elecciones presidenciales en Chile. Además, se elegirán ciento cincuenta y cinco diputados y cincuenta senadores. Sin embrago, la campaña está centrada en los candidatos presidenciales y la polarización que se desató entre el “comunismo” y la extrema derecha.
Ocho son los candidatos que postulan a La Moneda. Según la encuesta CADEM -de 26 de octubre-, en primer lugar, con el 30 %, se ubica Jeannette Jara del Partido Comunista (que representa al oficialismo, pacto “Unidad para Chile”), seguida por José Antonio Kast del Partido Republicano con un 22%. Por otra parte, un 23% declara que aún no sabe todavía a quién votar.
Los presidenciables
Jeanette Jara es abogada, tiene 51 años y es militante del Partido Comunista desde joven. Se desempeñó como Ministra de Trabajo del gobierno de Boric desde 2022 hasta abril del presente.
Durante su gestión como ministra, destacó por su papel en la aprobación de tres reformas claves del gobierno: la reducción de la jornada laboral a 40 horas, los aumentos sostenidos del salario mínimo (con participación de la CUT, la principal central sindical del país) y la reforma al sistema de pensiones.
Estas reformas le ganaron críticas desde algunos sectores sindicales. La reducción de la jornada, por ejemplo, habilitó la introducción de mecanismos de flexibilización laboral por parte de los empresarios; asimismo, la reforma previsional dejó en pie las aseguradoras privadas de los fondos de pensiones.
A pesar de lo anterior, la percepción popular es que fueron reformas a favor de la clase trabajadora. No se puede perder de vista que se trata de Chile, un país que estuvo gobernado por una brutal dictadura que aplicó a fondo la agenda de los Chicago Boys y donde el Estado es “subsidiario” (no solidario, para no “entorpecer” la mano invisible del mercado capitalista). En este marco, cualquier regulación laboral formal puede fácilmente ser interpretada como un “avance”.
Por otra parte, Jara no plantea grandes cambios para destruir la herencia pinochetista. Por ejemplo, está a favor de reforzar las policías, incluido el cuerpo de Carabineros, que, como es bien sabido, fue una pieza central del aparato represivo empleado por la dictadura militar y durante la “democracia”, como quedó demostrado en la represión a las protestas de la rebelión popular de 2019.
En contraposición, en materia de género es el terreno en que Jara se muestra más progresista, pues defiende el aborto sin causales, la implementación de la Educación Sexual Integral y la remuneración del trabajo reproductivo y de cuidados. También, defiende la creación de un impuesto a los súper ricos y la regulación estatal de los servicios básicos.
Jara se presenta como una gestora de la conciliación de clases y defensora de reformas mínimas que no cuestionan el orden de la cosas en el Chile neoliberal post pinochetistista (una línea de continuidad con la administración Boric). Es una “comunista” forjada en la escuela reformista del estalinismo chileno, dentro del cual destaca como una de sus figuras más moderadas.
Es más, son públicas las tensiones que mantiene con la cúpula del PC, que la mira con recelo por sus posiciones laxas en temas sensibles para la “vieja guardia”; por ejemplo, ante los cuestionamientos sobre Cuba o Venezuela, respondió que no quería a “a Chile subordinado a gobiernos extranjeros ni modelos externos, por eso mantendré una política internacional basada en la independencia y el multilateralismo, defensora de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo donde se violen”. Llegó a declarar que podría suspender o renunciar a su militancia para poder gobernar con mayor autonomía.
Por su parte, José Antonio Kast tiene 59 años, también es abogado y se ubica en la extrema derecha del espectro político. Fue diputado por Santiago (2002-2018) y, en 2019, fundó el Partido Republicano. La campaña pasada se transformó en el fenómeno electoral de la derecha, pues ganó la primera ronda con un discurso contra los inmigrantes y pregonando la mano dura contra la delincuencia común. Es conocido como el “nazi de Paine”, en referencia al lugar donde se asentó su familia de origen alemana, así como al hecho de que su padre fue miembro del Partido Nazi. Es un defensor confeso de la dictadura de Pinochet.
En los últimos meses realizó un giro a la derecha extrema, por lo cual adoptó un perfil más conservador y abandonó parte de la agenda radical que caracteriza a la extrema derecha, principalmente en lo que atañe a la llamada “batalla cultural”.
Lo anterior nos lleva a Johannes Kaiser del Partido Nacional Libertario, quien se ubica en el tercer lugar de los sondeos de opinión con una intención de voto del 15 %. Además de su apellido imperial, el diputado y candidato del Partido Nacional Libertario (una escisión del Republicano) destaca por sus posturas de extrema derecha y su perfil disruptivo.
A su lado, Kast parece una figura moderada y por ello aumentó su intención de voto entre el electorado de extrema derecha que no gusta del perfil conservador que adoptó el candidato republicano en la campaña.
Por ejemplo, Kaiser cuestionó el derecho al voto femenino y, para no dejar dudas de su misoginia, declaró que había que condecorar a los hombres que violaran a mujeres “feas”. También, declaró que “apoyaría un nuevo golpe de Estado” y está a favor de proscribir al Partido Comunista. Se presenta como la nueva extrema derecha, con un discurso contra las mujeres, los migrantes y defensor de las políticas represivas. Además, propone indultar a los represores de la dictadura pinochetista que están presos en Punta Peuco (cárcel de alta seguridad), entre ellos al Miguel Krassnoff.
En cuarto lugar se ubica Evelin Mattei de la Unión Demócrata Independiente (UDI) con el 14% de las preferencias. Esta economista de 71 años representa a la centro-derecha liberal, cuyo énfasis político es la “modernización” del Estado, la seguridad ciudadana y la gestión municipal.
Mattei es hija del general de la Fuerza Aérea Fernando Matthei, quien fuera miembro de la Junta Militar liderada por Pinochet. Formada bajo los preceptos de los Chicago Boys, se presenta como la “derecha tradicional” (bastante a la derecha tratándose de Chile) y es una figura conocida del establishment burgués: fue ministra del Trabajo (2011-2013) del primer gobierno de Piñera, se postuló como candidata presidencial en 2013 y, además, fue alcaldesa de la comuna de Providencia (Santiago) entre 2016-2024.
La agenda política de la campaña
La campaña giró bastante a la derecha, lo cual se reflejó en los principales temas que se debatieron.
La migración se tornó uno de las discusiones principales. Esto se debe al aumento de la migración en los últimos años, un aspecto que la extrema derecha chilena explotó como la causa de los problemas del país (en particular de la inseguridad ciudadana), ocultando así las raíces de los problemas sociales en las profundas desigualdades sociales que atraviesan a la sociedad chilena. Asimismo, es indudable que guarda sintonía con la agenda impuesta por Trump, de la cual se alimenta la extrema derecha a nivel internacional.
Jeannette Jara propone mejorar la capacidad del Estado para controlar el tráfico ilícito de personas, mediante la utilización de sistemas de vigilancia y control avanzados. Sin embargo, contempla la expulsión de extranjeros que hayan cometidos delitos en el país.
En materia de seguridad ciudadana, formalmente plantea una estrategia más “integral” que incluye prevención y reinserción. Pero defiende el fortalecimiento de la policía de Carabineros, aunque sostiene que hay que dotarlo con un enfoque de “derechos humanos”, como si eso pudiera modificar el carácter represivo de este cuerpo policial.
Recordemos el papel que le cupo a los carabineros en la represión de la rebelión popular de 2019, durante la cual disparó balas de gomas para mutilar los ojos de los manifestantes. De hecho, una de las consignas de las protestas era la eliminación de los Carabineros, los cuales cuentan en su haber con un sinfín de hechos violentos, asesinatos y torturas a lo largo de la historia de Chile.
Kast, por su parte, propone endurecer el control fronterizo y expulsar a los migrantes irregulares, agregando que quienes están siendo deportados paguen sus pasajes. Propone, además, tolerancia cero al delito y la militarización de “zonas críticas” del país.
Con respecto a Kaiser, la nueva figura de la extrema derecha defiende un programa punitivista: propone el endurecimiento del código penal, defiende el porte de armas y la eliminación de beneficios carcelarios. En relación a la migración, promueve una política de cierre de fronteras y quiere trasladar a todos los indocumentados con antecedentes a El Salvador, a la megaprisión de Bukele.
Por otra parte, también se debatieron algunos temas muy sentidos por sectores de la clase trabajadora, como lo es el salario mínimo. En Chile, el salario mínimo actual para trabajadores en el tramo de 18 a 65 años es de 529.000 pesos chilenos (alrededor de 564 dólares). A partir del 1° de enero de 2026 subirá a 539.000 (575 dólares) en este tramo de edad. Este reajuste fue acordado entre el gobierno y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). A pesar de que la inflación en el país es baja, 3.4 (en los últimos 12 meses), el aumento de los precios de los alimentos ha sido sostenido en los últimos meses (aunque mas moderados que en años anteriores).
Sin embargo, el nivel de vida en Chile es caro para las personas que ganan el salario mínimo (o tienen trabajos informales), pues solo cubre una parte de los gastos de una familia en relación a vivienda, alimentos, transporte, salud, educación, etc. Debido a esto, muchas personas tienen más de un trabajo y están obligadas a compartir gastos, como el alquiler.
Jara propone un salario vital de 750.000 pesos, cifra sugerida por la CUT. Su plan es alcanzar este salario durante su primer año de gobierno, pero esto sujeto a las condiciones macroeconómicas. Es decir, no plantea medidas anticapitalistas para garantizar un aumento salarial en el país, como impuestos a las grandes fortunas y empresas.
Evelin Mattei prioriza la meta del crecimiento económico del 4% como vía de mejorar los salarios. José Antonio Kast propone reducir los impuestos a las empresas para fomentar la inversión y el empleo, lo que indirectamente elevarían los salarios.
El tema de un ajuste fiscal también genera diferencias entre los candidatos, sobre todo en los de derecha. Mattei defiende un ajuste fiscal gradual, que no afecte servicios esenciales. Kast propone un ajuste fiscal agresivo, con recorte de programas sociales y reducción del tamaño del Estado. Kaiser plantea una reducción drástica del Estado, privatización de servicios y eliminación de impuestos progresivos.
Por el oficialismo, Jara propone un ajuste fiscal en el sentido tradicional. Defiende una reforma tributaria progresiva para aumentar ingresos sin recortar gastos sociales.
En definitiva, la campaña electoral en Chile demuestra el cambio de clima política del país tras el fracaso de la Convención Constituyente bajo el gobierno de Boric, con lo que se cristalizó una derrota de la rebelión popular que atravesó el país en 2019.
Aunque Jara encabeza las intenciones de voto para la primera vuelta, de conjunto la derecha neoliberal y la extrema derecha actualmente constituyen el grueso del electorado chileno. En vista de esto, el candidato que pase a la segunda vuelta contra Jara tiene grandes posibilidades de salir vencedor.




