Brasil

Cuando los trabajadores se detienen, es el capital el que frena

Una vez más, ahora en una acción sin precedentes en el sector, los repartidores y repartidoras demuestran que son hoy en día el sector más dinámico del país en el reinicio de las experiencias históricas de lucha del proletariado en este siglo -un nuevo comienzo protagonizado por un nuevo proletariado de servicios de la era digital.

Traducido del portugués al español por Víctor Artavia.

El 5 de agosto de 2025, los repartidores y repartidoras se movilizaron frente al evento iFood Move, celebrado en São Paulo, para denunciar las violentas condiciones de trabajo impuestas por las plataformas de reparto, sobre todo por iFood, que hoy en día posee más del 80 % del mercado de repartos por aplicaciones en el país.

En su segunda edición, el evento multimillonario, capitaneado por Diego Barreto, presidente de la empresa —el mismo que apareció cantando de manera relajada con el ministro Barroso del STF—, fue un verdadero espectáculo de autopromoción de los explotadores. Con decenas de paneles, celebridades como Usain Bolt, entradas que oscilaban entre 1000 y más de 3000 reales y mucho champán, Barreto y compañía brindaban por el valor, no el valor en el sentido humano o social, sino el valor en el sentido estrictamente económico, extraído de la explotación de la fuerza de trabajo de los repartidores y repartidoras[1].

Ahora bien, Marx ya lo recordaba en una nota al pie de El capital:

«El capital detesta la ausencia de ganancias o las ganancias escasas, como la naturaleza detesta el vacío. Con un beneficio adecuado, el capital se vuelve audaz; con un 10 %, seguro; con un 20 %, excitado; con un 50 %, temerario; con un 100 %, pisoteará cualquier ley humana; con un 300 %, no hay delito que no se arriesgue a cometer, incluso bajo la amenaza de la horca. Si el tumulto y la confusión traen ganancias, serán alentados por el capital. Prueba: contrabando y comercio de esclavos».[2]

Sin embargo, a diferencia de la primera edición, el evento contó con una novedad inesperada y alentadora: una visita sorpresa de los trabajadores que mueven los engranajes de iFood. Excluidos de esta «celebración» y de cualquier parte de los beneficios multimillonarios (para 2025, la cantidad asciende a 1200 millones de reales) que los 120 millones de pedidos mensuales entregados por los repartidores aportan a las arcas de la empresa, el colectivo acabó subvirtiendo la lógica privada del evento.

Ya a las 8 de la mañana, mucho antes de que comenzara el evento y a más de tres kilómetros de los escenarios de esta gran y depravada fiesta, fuimos recibidos en nuestro punto de encuentro por algunos guardias de seguridad de iFood con algunos apretones de manos intimidatorios y algunas preguntas poco pertinentes sobre nuestra acción. Pero, por nuestra parte, todo estaba ya preparado y organizado, por lo que a ellos no les quedaba más que esperar nuestra llegada, ruidosa y nada discreta, como corresponde.

Además de la capital de São Paulo y las ciudades de la región metropolitana, decenas de repartidores y repartidoras vinieron de Campinas, Mogi Guaçu, Sorocaba, Río, Minas, Santa Catarina y otros estados llevando consigo lo que cada vez más se forja en el seno de la categoría: la conciencia de clase y la organización colectiva.[3]

Cada vez que una delegación llegaba al punto de concentración —siempre vigilado por los matones de iFood y la Policía Militar—, los gritos, los silbidos y las sonrisas dominaban el panorama.

Marcha: ¡era hora de salir! Entre las más de cien motos y bicicletas, no faltaban los puños en alto y los dedos en el claxon: ¡qué satisfactoria es la acción del «desorden» clasista! –muy organizada, por cierto.

En una llegada emblemática, registrada por los medios de comunicación que nos esperaban allí, bloqueamos durante unos minutos el acceso al evento de nuestros «socios», por usar el lenguaje empresarial. Podríamos y deberíamos haber aguantado más tiempo, pero las diferentes orientaciones de las direcciones allí presentes terminaron por jugar en contra. No podemos dejar de agradecer las bocinas que sonaban en sincronía con las nuestras, de aquellos que dirigían desesperadamente sus oídos hacia los discursos más patéticos y en el peor estilo coach que el evento proporcionaría.

Pan, carne y conciencia de clase

«La conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden, basándose en hechos y acontecimientos políticos concretos y actuales, a observar a cada una de las demás clases sociales en todas las manifestaciones de la vida intelectual, moral y política; si no aprenden a aplicar en la práctica el análisis y la apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y la vida de todas las clases, categorías y grupos de la población».[4]

Extendimos todas nuestras pancartas, muy visibles para el público que llegaba, con los lemas «iFood Move esclavitud y muertes» y «Fiesta en el escenario: precariedad en la calle», y comenzamos nuestra propia y verdadera celebración basada en la solidaridad y el odio de clase. Mientras encendíamos el carbón, numerosos líderes alzaban la voz por el megáfono y todos recibían aplausos y, a menudo, gritos de «¡viva el breque!». Pero no solo ardía el carbón, dos camisetas con el logotipo de iFood ardían en llamas en el suelo y frente a quienes hablaban a sus compañeros.

De manera unánime, el elemento de denuncia en los discursos era la necesidad de acabar con la «esclavitud moderna», quizás la agitación más presente en el último y mayor Breque de los APP y, no por casualidad, la principal de esta última acción.

La verdad es que la parrilla allí, en la puerta de iFood Move, no era solo una manifestación simbólica, sino una expresión concreta de solidaridad de clase, de autoorganización y de una identidad colectiva forjada en la lucha cotidiana (tanto por mejores condiciones sino una expresión concreta de solidaridad de clase, de autoorganización y de una identidad colectiva forjada en la lucha cotidiana (tanto por mejores condiciones  laborales como por la subsistencia diaria en las calles y los bolsillos) que parece asumir dimensiones cada vez más profundas sobre la subjetividad de la categoría.

Las brochetas, la farofa y el fuego de la parrilla, ponían cara a cara la relación entre explotados y explotadores, entre trabajadores y parásitos. No se trataba solo de un contraste objetivo, sino, sobre todo, de un profundo cuestionamiento clasista. Allí latían ideas colectivas que revelaban, de forma cada vez más nítida, las contradicciones sociales, imposibles de ignorar en ese momento. Ideas que, desde hace algún tiempo, se han ido transformando en batallas concretas para imponer, en el plano material, la creciente voluntad de transformar las condiciones de vida de la categoría, aunque cada vez menos dentro de una lógica corporativista.[5] ¡Y eso, definitivamente, no es cualquier cosa!

En la confrontación entre el champán de los capitalistas y la barbacoa de los trabajadores, quedó claro quién produce realmente valor, quién lleva a la sociedad a cuestas y quién solo se beneficia de ese esfuerzo como cuerpo parasitario de un sistema que: «(…) [produce] tiempo libre para una clase [la burguesía] transformando todo el tiempo de vida de las masas en tiempo de trabajo».[6]

La verdad es que iFood Move no hizo más que convertir la barbarie en espectáculo, naturalizando la explotación y la muerte como «éxito» e «innovación». Y por eso, desde fuera, los repartidores y repartidoras han transformado este intento de borrar las condiciones reales de vida a las que están sometidos cientos de miles de repartidores y repartidoras en denuncia y movilización. Porque saben que la miseria de los trabajadores es la condición de la fiesta de los capitalistas.

El “PL del Breque”

Este acto fue más que una mera protesta: fue un hito político, un mensaje claro de que la categoría sigue en movimiento. Por lo tanto, además de avergonzar a los empresarios y desenmascarar el barniz de «modernización» con el que se vendía el evento —una verdadera campaña de marketing de los imperativos más violentos de la precarización laboral—, nuestra manifestación también reclamaba la aprobación del proyecto de ley (PL) 2479/2025, denominado por la vanguardia del sector «PL do Breque» (PL del Paro).

El proyecto fue redactado por nosotros mismos, ya que recibimos de Guilherme Boulos-PSOL un proyecto de carácter prácticamente patronal, al igual que el PLP 12/2024 del gobierno Lula-Alckmin. En el texto, progresista, pero limitado, es cierto, proponemos lo que se pudo consensuar tras el paro y en el marco de una serie de contradicciones y desconfianzas en el seno de la categoría en lo que respecta a los derechos laborales: obligatoriedad de un salario mínimo de 10,00 reales por trayecto de hasta cuatro kilómetros; 2,50 reales por kilómetro adicional; radio de entrega de hasta tres kilómetros para bicicletas y otras diversas reivindicaciones relacionadas con la seguridad en el trabajo y la transparencia algorítmica.

Hoy, sin embargo, el diputado Hugo Motta, presidente de la Cámara de Diputados (elegido con los votos del PT y el PL), se niega a incluir el proyecto en la agenda, revelando lo que estamos cansados de señalar: los representantes políticos, con raras excepciones, trabajan como interlocutores y administradores de los intereses de la clase dominante. Así pues, el bloqueo político al PL de Breque es una expresión más de algo elemental que Lenin señaló al recurrir a la teoría del Estado de Marx y Engels:

«El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge precisamente donde, cuando y en la medida en que las contradicciones de clase objetivamente no pueden conciliarse. Y a la inversa: la existencia del Estado prueba que las contradicciones de clase son irreconciliables».[7]

Es, por lo tanto, sintomático que en la rueda de prensa de iFood Move, el señor Diego Barreto volviera a defender el PLP 12/2024, un proyecto que institucionaliza la esclavitud moderna al distorsionar incluso el concepto de tiempo de trabajo. Según el texto del proyecto de ley complementaria, solo se considera tiempo de trabajo aquel en el que el repartidor lleva el pedido en la bolsa, sin tener en cuenta en absoluto las horas de espera, desplazamiento y disponibilidad, que son parte indisociable del día a día de esta categoría profesional.

Una vez más, lo más indignante es que este proyecto cuenta con el apoyo y la redacción del propio gobierno federal, que se dice aliado de los trabajadores, pero presenta un texto de naturaleza patronal y deja al descubierto toda su traición política y de clase a los trabajadores plataformizados.

Se trata de un encubrimiento descarado: al reafirmar la autonomía de los repartidores, el gobierno encubre la realidad concreta de la subordinación total impuesta por la plataforma del trabajo y, así, además de sostener todo el operativo ideológico empresarial, se muestra dispuesto a formalizar la obliteración de la condición de asalariado en no asalariado, es decir, a efectuar en el campo jurídico la libertad irrestricta para que estas empresas puedan seguir masacrando a cientos de miles de trabajadores.

Como afirma Ricardo Antunes, nos encontramos ante una forma inédita de control y apropiación del trabajo no remunerado que da lugar a un procedimiento ultra contradictorio que combina tecnologías hasta ahora impensables con condiciones de explotación laboral preteridas: «El capitalismo de plataforma se asemeja a la protoforma del capitalismo, que se remonta a la primera fase del capitalismo, cuando el trabajador era explotado con jornadas laborales agotadoras».[8]

Por lo tanto, el PLP 12/2024 no solo es un retroceso, sino que puede significar la apertura de una verdadera caja de Pandora: si se aprueba, sin duda dará lugar a la generalización de la precariedad laboral con la destrucción de los derechos básicos conquistados por la imposición del movimiento obrero a lo largo de la historia.

«Por encima de nosotros solo está la rueda delantera»

Desde la primera e histórica huelga de los APP en julio de 2020, pasando por los paros en pequeñas y medianas ciudades del interior del país como São José dos Campos y Jundiaí en 2021, el paro de 2023 y, ahora, en el último, más reciente y mayor paro nacional de la categoría[9], las empresas, sobre todo iFood, junto con el actual gobierno, han intentado contener los ánimos de los trabajadores y trabajadoras concediéndoles algunas concesiones mínimas, como aumentos insignificantes (considerados una provocación por la categoría).

Pero lo que tenemos actualmente es un movimiento aún más ofensivo de iFood que pretende pasar por encima de estas concesiones: la empresa ha lanzado el modelo de subplaza. Con él, la plataforma amplía el control sobre la distribución espacial del trabajo, segmentando aún más la lógica de la explotación y reduciendo drásticamente los valores pagados por entrega. Si antes, tras el paro, el valor mínimo por carrera se elevó a 7,50 reales para las motos y 7 reales para las bicicletas, lejos de los 10 reales reclamados en las calles, ahora, con el nuevo modelo, hay plazas en las que el valor pagado es de solo 3,30 reales por carrera, como en el caso de Campinas-SP, que ya está preparando un “Breque” local contra esta atrocidad.

En este modelo de subplaza, el pago anunciado es de 8 reales por hora disponible y 3,30 reales por entrega realizada. Considerando un período de 3 horas con 5 entregas, el valor bruto total sería de 24 reales por las horas + 16,50 reales por las entregas = 40,50 reales. Como iFood garantiza un mínimo de 45 reales en ese intervalo de tiempo (lo que solo ocurre si los trabajadores realizan al menos cinco entregas en ese intervalo y sin derecho a rechazar ningún pedido), complementa el resto con 4,50 reales. La ganancia bruta final es, por lo tanto, de 45 reales, lo que da 15 reales por hora.

Sin embargo, esta cantidad no es neta: si descontamos los costes medios de funcionamiento de una moto, incluyendo combustible, aceite, mantenimiento, neumáticos y depreciación, los ingresos reales del repartidor se desploman.

Según algunos estudios y encuestas del DIEESE, estos costes oscilaban entre 6 y 8 reales por hora trabajada. Actualizando estos valores según la inflación acumulada (IPCA) hasta julio de 2025, el coste estimado hoy estaría entre 7,89 y 10,51 reales por hora, lo que reduce los ingresos netos del repartidor a un rango entre 4,49 y 7,11 reales por hora.

Esto significa, como muestra el siguiente gráfico, que incluso con el salario mínimo garantizado, el repartidor gana menos que el salario mínimo por hora en São Paulo, que en 2025 es de 1804 reales al mes, o 8,20 reales por hora (considerando 220 horas mensuales). En otras palabras: el trabajador, incluso cumpliendo con los objetivos, los horarios fijos y las restricciones de área, recibe menos que el mínimo legal por hora, y además sin ningún derecho garantizado, como vacaciones, horas extras, 13º, FGTS o previsión social. No es de extrañar que sean habituales las jornadas de 70 a 90 horas semanales para esta categoría, el doble de lo máximo permitido por la legislación: 44 horas.

Esta ofensiva revela una estrategia de aproximaciones sucesivas, que pone a prueba los límites de la correlación de fuerzas y avanza, poco a poco, sobre las condiciones mínimas de subsistencia de la categoría. Es la fórmula por excelencia del capitalismo que Marx ya identificaba en el pago por pieza: cuanto más se produce, más se gana, pero menos vale cada unidad producida. La lógica del lucro exige siempre más trabajo por menos valor, profundizando la precarización y la expropiación del tiempo de vida de los trabajadores y trabajadoras.

Por lo tanto, la manifestación frente a iFood Move fue más que una protesta contra una empresa. Fue una denuncia pública de la complicidad entre el capital y el Estado. Demostró que, si bien la plataforma se presenta como un símbolo de «modernización», su base es la explotación intensificada de una masa de trabajadores desprovistos de cualquier protección social. Rechazar el PLP 12/2024, luchar por la aprobación del PL 2479/2025 y seguir organizando a la categoría son tareas urgentes. Porque, si algo nos ha enseñado la historia, es que ningún derecho ha sido concedido, todos han sido arrancados por la fuerza de la lucha de clases.

En este contexto, las palabras de León Trotsky resuenan con urgencia. En La revolución traicionada (1936), destaca la importancia de que la clase trabajadora no confíe en soluciones fáciles o inmediatas, sino que construya su fuerza a partir de su propia experiencia. Una lección que nos lleva a otra conclusión perteneciente al axioma del movimiento obrero, condición que se hace históricamente innegociable: sin organización no hay clase que pueda luchar; sin conciencia de clase, no hay organización sólida.

Y en esto reside, sin embargo, uno de los mayores retos para la categoría: organizaciones sólidas con programas con medidas anticapitalistas que logren combinar las exigencias más inmediatas con las más históricas: aquellas de naturaleza estratégica que impulsen un proceso de arraigo que la lucha de la categoría es al mismo tiempo una lucha económica, pero también política, como debe ser toda verdadera lucha proletaria.

Aun así, el movimiento se ha ido acercando, lentamente es cierto, a convertir estas necesidades en una condición concreta, un desafío que también exige a la vanguardia de la categoría la perspectiva de la unidad con otros sectores de la clase trabajadora superexplotada, como los sometidos a la escala 6×1, por ejemplo.

Por lo tanto, el “Breque dos APPs” (el paro de los trabajadores de aplicación) ha desempeñado un papel importante en el reinicio de las experiencias históricas de la lucha del proletariado, frente a un mundo que combina en un par dialéctico el hiperdesarrollo tecnológico y la barbarie social. Se trata de un nuevo sector de la clase trabajadora que, en medio de la extrema precariedad del trabajo como contracorriente del capital a su crisis estructural, comprende cada vez más que la lucha no es solo por mejoras inmediatas, sino por la transformación radical de la sociedad.

Lo anterior se puede resumir en la siguiente frase, enviada en audio, en una conversación personal con un compañero, Daniel, que vino de Campinas para el acto:

 «Nuestra lucha es nuestra vida, (…) y mi victoria es la victoria de la categoría y eso es pensar en el colectivo, compañero, esa es mi lucha, es mi vida. De donde yo vengo, el dinero no compra la dignidad».

De este modo, al convertir la barbarie en espectáculo, lo que iFood ha hecho y sigue haciendo, además de promover la explotación y la muerte como «logros» y «avances», es avivar el odio de clase que se eleva en la espiritualidad de la categoría. Insistimos, ahí fuera, los repartidores y repartidoras desvelaron el velo que oculta la realidad de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras y lo convirtieron en símbolo de solidaridad, lucha y autoorganización. Reconocieron, una vez más, que, más que las luces y el champán de los capitalistas, es el brillo del poder de la categoría en movimiento lo que ilumina el camino de la clase trabajadora.

Podemos concluir, entonces, que la manifestación frente a iFood Move expresó con fuerza y claridad que los repartidores no están dispuestos a aceptar pasivamente el engranaje que los condena a la miseria mientras un puñado de parásitos brinda con champán sobre la sangre y el sudor de los trabajadores, de una categoría que vive 365 días al año en duelo, pero también en estado de lucha.

Más que reaccionar ante un acontecimiento, el colectivo reafirmó que tiene memoria de lucha, que es capaz de organizarse y proponer su propio programa, enfrentándose tanto a las empresas como al Estado que las sirve. En esta guerra, cada paro, cada piquete, cada chispa de solidaridad constituida en el asfalto y en el carbón de las parrillas o desayunos solidarios, es parte de una acumulación histórica que puede convertir en algo extremadamente real lo que los derrotistas y oportunistas dicen que es imposible: ¡el triunfo de los trabajadores y trabajadoras!

Foto: Danilo Verpa

[1] Assad, Renato. iFood Move: um evento de celebração da escravidão moderna, da exploração brutal e da morte de trabalhadores(as). Esquerdaweb. Jul, 2025. Ver em: https://esquerdaweb.com/ifood-move-um-evento-de-celebracao-da-escravidao-moderna-da-exploracao-brutal-e-da-morte-de-trabalhadoresas/

[2] Trata-se de uma citação de Marx recolhida da obra de Thomas Jefferson Dunning, Trades’ Unions and Strikes: Their philosophy and Intention.

[3] Es impactante el número cada vez mayor de repartidoras en las calles y, más aún, de compañeras que comienzan a imponer su liderazgo y protagonismo en la lucha de la categoría.

[4] Lênin, Vladimir Ilitch. Que fazer? São Paulo: Martins, 2006, p. 181.

[5] Hegel transmitía de alguna manera que (citando aquí de memoria a partir de una intervención de un camarada) la voluntad es el pensamiento luchando por ser real.

[6] Marx, Karl. O Capital: crítica da economia política. Livro I: O processo de produção do capital. São Paulo: Boitempo, 2013, p. 601.

[7] Lênin, Vladimir Ilitch. O Estado e a revolução. Marxists.org. s.d. Ver em: https://www.marxists.org/portugues/lenin/1917/08/estadoerevolucao/cap1.htm

[8] Antunes, Ricardo. Especialista reflete sobre o futuro do trabalho no primeiro evento da Ejud21 em 2024. Trt21. s.d. Ver em: https://www.trt21.jus.br/noticias/noticia/especialista-reflete-sobre-o-futuro-do-trabalho-no-primeiro-evento-da-ejud21-em

[9] Gonsales, Marco. Breque dos apps: a ascensão do novo proletariado de serviços. Boitempoeditorial. Abr, 2025. Ver em: https://www.boitempoeditorial.com.br/blog/2025/04/03/breque-dos-apps-a-ascensao-do-novo-proletariado-de-servicos/?srsltid=AfmBOoqGnf-Fv6ECaYul6He-3U1G9V-KR8sEGwdiwjTjRlLjmhkKJIdf

 

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