
Un 22 de marzo de 1930 nacía Nora Morales. Hoy la conocemos como Norita Cortiñas, la luchadora incansable, la imprescindible. Ella es psicóloga social y profesora en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Hoy es el cumpleaños de la referente de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la lucha por la verdad, memoria y justicia. Celebramos sus 91 años, su vida y mensaje inmenso a las nuevas generaciones que se siguen escribiendo por una mujer que nos recuerda que la lucha sigue contra la impunidad de ayer y hoy.
Desde su independencia política frente al estado y los partidos capitalistas nunca es indiferente a ninguna causa y lucha de las y los de abajo. Y si hablamos de símbolos, gestos y presencia que nunca pasa inadvertida, en ella podemos pensar. Su huella empezó a dibujarse en las caminatas de cada jueves en Plaza de Mayo y supo llegar a cada rincón donde haya una pelea contra la injusticia y violencia que los estados y gobiernos capitalistas perpetran.
Cuando tuvo que responder en una entrevista lo que significa el pañuelo blanco, ella dijo que es “lucha contra la injusticia, contra el olvido, contra el silencio”. Y, si hay alguien que no se calla y sigue en pie denunciando cada atropello contra las y los de abajo, esa es Norita. Abrazando y bancando cada lucha. De ese lado siempre, “del lado de Norita de la vida” es que vale caminar y pelear.
«Soy Nora Morales de Cortiñas, cofundadora e integrante del movimiento de Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora. Nací en Buenos Aires, Argentina. Parí dos hijos. Uno de ellos, Gustavo, está desaparecido. No hace mucho tiempo atrás, murió mi esposo. Mi matrimonio duró 50 años. Yo fui una mujer tradicional, una señora del hogar. Me casé muy joven. Mi marido era un hombre patriarcal, él quería que me dedicase a la vida familiar. En ese entonces yo era profesora de alta costura y trabajaba sin salir de mi casa, enseñándole a muchas jóvenes a coser. Vivía todo muy naturalmente, como me habían educado mis padres.”[1]
Ella decía que de joven se describiría como una “coquetona y pispireta”. Algo que siente que se perdió, de alguna forma tras el gesto de tristeza que las caracteriza desde que les arrancaron (nos arrancaron) a las y los hijos, las y los nietos. Pero desde afuera y con los años, su gesto transmite más bien templanza y firmeza. También alegría. Lo que inspira una profunda y genuina admiración. En el camino de su vida y años se transformó para ser hoy una referente y enseñar con el ejemplo cómo se enfrentan las injusticias y los ataques de los de arriba.
Es madre de Gustavo y Marcelo, pero también de todas y todos los que resistimos y peleamos para construir un mundo diferente. El 15 de abril de 1977, en la estación de trenes de Castelar, la dictadura genocida se llevó a su hijo Carlos Gustavo Cortiñas, estudiante de Ciencias Económicas de la UBA y militante de la Juventud Peronista. Él colaboraba en la Villa 31, en el barrio Saldías, junto al Padre Carlos Mugica.
Ella es la demostración de que la lucha es una conjunción de pasado y presente (también futuro). Por eso, mientras escribimos estas líneas nos viene a la mente cuando en todo discurso y palabras de apoyo a una lucha en la que se hace presente no puede faltar ese cierre que tanto la caracteriza: “30 mil detenidas y detenidos desaparecidos, presentes. Hasta la victoria siempre. Venceremos.”
En la presentación de la biografía “La madre de todas las batallas” escrita por Gerardo Szalkowicz, allí reivindicó a su hijo Gustavo, a los 30.000 detenidos desaparecidos. Pero también a la revolución de las hijas y el no pago de la deuda externa. Aunque moleste no dejó de ampliar el horizonte de sus batallas y, continúa cuestionado el mecanismo de la deuda que es saqueo y sometimiento que se traduce en hambre, miseria y ataques a los derechos y conquistas del pueblo trabajador.
Y cuando Norita se hace eco de las causas de derechos humanos y más, lo hace apoyando aquellas que trascienden las fronteras. Por ello su apoyo a la resistencia del pueblo palestino, de las mujeres kurdas, las madres de Soacha, entre otras. Cada lucha desde debajo de la clase obrera sabe que cuenta con la solidaridad de Norita. La lucha feminista la tiene desde siempre siendo parte de las generaciones de luchadoras que se forjaron al calor de los Encuentros Nacionales de Mujeres. Nora Cortiñas fue, de hecho, una de las convocantes al primer Encuentro realizado en 1986 en el Teatro San Martín, en la Ciudad de Buenos Aires.
Hoy, pañuelo verde en mano, no sólo fue parte de la lucha por conquistar el derecho al aborto. La lucha contra la trata con fines de explotación sexual o contra la vulneración de derechos de las compañeras del colectivo LGBTTI tampoco le son ajenas.
Por eso, levantamos los puños bien en alto, celebrando el cumpleaños de Norita y esa vida, en la que supo transformar el dolor en lucha colectiva y esperanza. Y, siguiendo su enorme ejemplo, no podemos dejar las calles a los fachos, la derecha ni al gobierno. Nos vemos este 24 de marzo en la Plaza, para defender las conquistas democráticas donde corresponde, en las calles.
[1] Testimonio extraído del ensayo “El Movimiento de Madres de Plaza de Mayo” de Mabel Bellucci en Fernanda Gil Lozano y otras (compiladoras) Historia de las Mujeres en la Argentina. Tomo II. Editorial Siglo XX, 2000)






