En los alrededores del Congreso y Plaza de Mayo se podía sentir la alegría que inundaba las calles por la masividad de la jornada. La marea popular llenó el centro de Buenos Aires y las plazas de todo el país mientras el gobierno se refugiaba en las redes sociales.
Hay consenso de que la masiva movilización del 24 de marzo del 2025 fue la más masiva en años, incluso entre los medios periodísticos que quieren sostener al gobierno de Milei de una u otra forma. Se habla de que hubo hasta 400 mil personas.
No hubo protocolo ni despliegue policial de ningún tipo. El gobierno de Milei y Bullrich no podía ni atreverse a pensar en ningún tipo de despliegue represivo a la movilización a 49 años del golpe genocida. Con la Casa Rosada desierta, Milei se encerró en Olivos tratando de darse por satisfecho con un video en redes sociales que tuvo tanto alcance como indignación generó. Bullrich, según dicen, se encontraba «comandando» un operativo al que no se vio por ningún lado.
La Plaza cantó al unísono, para hacer oír hasta a los que menos querían escuchar, consignas como «¡Fuera Bullrich!» y «A vos te queda poco, peluca Milei». La gente cantaba espontáneamente consignas que algunas organizaciones de izquierda no querían incluir en el documento del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia apenas algunos días antes.
Las plazas de todo el país se llenaron contra el gobierno. Todo lo sucedido este año le dio impulso a que la movilización sea de masas: desde la marcha del 1F hasta el desborde y la derrota política de la represión del 12 de marzo.
El gobierno está más a la defensiva que nunca antes. Los últimos meses vieron abrirse una nueva coyuntura política en Argentina.
Además, todo esto se combina con la acumulación de problemas económicos: el atraso del dólar, la creciente presión a la devaluación, las cada vez más exiguas reservas, etc. Y, como cualquier otro gobierno «normal», Milei fue a buscar la tabla de salvación del FMI.
Como dijimos, la movilización fue más radicalizada de lo esperado, más abiertamente opositora al gobierno que lo que buscaban los organizadores que sea. El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia osciló y dudó demasiado en movilizar con sus banderas anticapitalistas e independientes. Finalmente, con la pelea del Nuevo MAS de por medio por hacerlo, hubo una convocatoria independiente del Encuentro. Fue una misma jornada de lucha pero con dos banderas diferentes: de un lado, las de quienes quieren subordinarse a la política de «frente popular» con el kirchnerismo; del otro, los que defienden una política independiente. Disolver nuestras banderas hubiera sido un crimen político.
Marchamos con banderas propias en lo que fue una jornada unitaria con sectores de masas, que respondieron a las provocaciones del gobierno. La polarización permanente del gobierno tuvo por resultado el rebote de la respuesta por abajo, a veces con aún más fuerza que la provocación que viene desde arriba.
El 24 de marzo fue un completo éxito, tanto para los cientos de miles que movilizaron en oposición a este gobierno como para la izquierda que marchó con sus propias banderas. El Nuevo MAS compartió esas calles masivamente repletas y la alegría de los que estaban ahí luchando contra este gobierno ultra reaccionario. Las plazas de todo el país auguran nuevas luchas en el futuro contra este gobierno.