
Los intereses y las necesidades de las patronales se llevan puesto el discurso con el cual gobernantes y políticos de la burguesía pretenden hacernos creer que ponen la salud por sobre su economía, asegurando incluso algunos de sus voceros que “ya no se puede seguir como veníamos antes de la pandemia”. Mientras hablan de un “capitalismo donde todos ganen”, transitan la pandemia acumulando ganancias a costa de la salud y la vida de sus trabajadores. La ciudad fueguina de Río Grande es una muestra de cómo se imponen los intereses de los patrones, a pesar de la pandemia, con gobiernos que dicen una cosa y hacen exactamente lo contrario.
Río Grande, la ciudad industrial de Tierra del Fuego, entró a fase uno nuevamente después de haber transitado casi cuatro meses sin casos de Covid -19 durante la primera etapa de la pandemia. Como una mala copia del intento de explicar el origen de esta situación que atraviesa el planeta en una sopa de murciélagos compartida por cuatro chinos en Wuhan, el cambio de situación en la ciudad norte de la Isla se pretende justificar con “alguien que llegó del Continente y no guardó la cuarentena como correspondía”.
Lo cierto es que la explosión de casos, que tuvo como resultado el promedio de un muerto diario durante el mes de agosto en la ciudad, no logra ser controlada por las autoridades y el número de casos “sospechosos” que se registran a diario promedian los 300, en una ciudad que ronda los 100 mil habitantes. Son un total de 42 fallecidos sumados entre agosto y lo que va de septiembre.

A contramano de la situación y de las afirmaciones que vienen haciendo el gobernador de la provincia, Gustavo Melella (Forja), y los intendentes de las tres ciudades fueguinas identificados con el Frente de Todos, las actividades en la industria, el comercio y la producción en general están casi totalmente liberadas. Lo propio sucede con las actividades al aire libre y la posibilidad de circular, que tienen restricciones parciales según la situación de cada ciudad pero reflejan un claro desborde que pone en riesgo la salud de los fueguinos.
Las terapias intensivas en la ciudad de Río Grande, tanto del hospital público como de los centros de salud privados, están con un estrecho margen de camas libres. Los respiradores mecánicos, a pesar que se fabricaron en la provincia por una iniciativa del Grupo Mirgor lo cual le permitió hacer un importante negocio, son escasos. Cuando se aprobó el proyecto que permitió al grupo empresarial realizar esa tarea en plena cuarentena, porque se trataba de un elemento imprescindible en esta situación, ni la empresa ofreció voluntariamente ni el Estado les exigió algún tipo de aporte de respiradores, para atender las necesidades del sistema sanitario.
Así las cosas, no puede sorprender el crecimiento en el número de casos, ni situaciones como las que se plantearon recientemente en los yacimientos o en algunas plantas fabriles, con un creciente número de trabajadoras y trabajadores contagiados y muchos más aislados, como consecuencia de medidas que finalmente siempre están al servicio de la ganancia de las patronales. Quizás en este caso –cómo pocas veces- alimentadas evidentemente con la salud y la vida de sus obreros.






