Al menos 5041 trabajadores murieron en sus puestos de trabajo durante los últimos cinco años, según un informe del colectivo Basta de Asesinatos Laborales (BAL).
El informe surge del observatorio que puso en pie BAL a partir del año 2018, que año tras año supera ampliamente las muertes que informa de manera oficial la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT).
Por ejemplo en el 2022, mientras la SRT informó de 328 muertes laborales, el informe BAL recopiló 492 casos.
El informe contempla el período 2021-2022, y destaca que los números no contemplan las muertes por Covid-19, que representó en 2021 la inmensa mayoría de casos de muertes laborales en plena pandemia.
Las ramas que más asesinatos laborales registraron en ese período (exceptuando Covid) fueron en Servicio de Transporte y Almacenamiento (22,9%), Construcción (16,5%) y Agricultura, caza, pesca, silvicultura y ganadería (14,8%) seguido muy de cerca de Industria Manufacturera (14%).
El informe señala que tanto la construcción como el agro tienen niveles muy altos de informalidad, por lo que es probable que los números no reflejen fielmente la verdadera magnitud de las muertes de trabajadores.
Si se incluye el Covid, las muertes entre los trabajadores de la salud escalan hasta el 14%, lo que muestra la exposición que sufrieron los trabajadores «esenciales» durante la pandemia y la ausencia de condiciones de trabajo seguras. Otro dato significativo de la pandemia es que también la Industria Manufacturera es de las ramas con más muertes por Covid, lo que refleja cómo los gobiernos y las patronales privilegiaron mantener la producción y las ganancias a costa de la salud y la vida de los trabajadores.
Durante la pandemia, miles de fallecimientos por Covid-19 debido a contagios en lugares de trabajo fueron subregistrados, debido a que las ART y las patronales, en connivencia con el Estado, no registraban esa muerte como causadas en un contexto laboral.
Algo similar ocurre con las causas de estas muertes. Las enfermedades laborales son las más difíciles de registrar, debido a que las consecuencias más graves sobre la salud (incluyendo la muerte) se verifican paulatinamente después de un tiempo, en algunos casos cuando la persona ya no trabaja en el lugar donde contrajo la enfermedad.
Además, las ART «dibujan» las causas de muerte a más no poder. Una maniobra clásica es clasificar la muerte de «paro cardiorrespiratorio» lo cual es una forma de esconder la causa real, ya que lo que verdaderamente hay que saber es cual es la causa que lo originó.
Así y todo, según los datos recabados por BAL, excluyendo el Covid y aquellas que no pudo determinarse una causal (por maniobras de ocultamiento tanto de la patronal como de las ART), la principal causa de asesinatos laborales son los traumatismos (18,1%) y fracturas (27,1%). Lo siguen las caídas de altura (12,1%), choques/vuelcos (10,6%), electrocución (9,5%), atrapamiento (7%) y quemaduras (5,5%).
El informe completo, que puede leerse acá, es una demoledor alegato contra las condiciones de explotación que imponen los capitalistas en nuestro país. Esta impunidad con la que usan a los trabajadores como si fueran material descartable no podría llevarse adelante sin la connivencia del Estado y los negociados de las ART, que son empresas privadas que acuerdan con las patronales para asegurarse sus ganancias a costa de la salud y la vida de los laburantes.