
El sistema de salud en el sistema capitalista sigue sus leyes generales: la búsqueda de la ganancia.
Históricamente para los sectores de trabajadores y populares el acceso a la salud era muy difícil o prácticamente imposible. Por eso todos los países tuvieron distintos sistemas de salud más o menos universales y más o menos públicos. En todos los casos y por distintas razones se buscó que el costo del mantenimiento de la fuerza de trabajo sea asumido por los Estados, como forma indirecta de impulsar el desarrollo de cada burguesía y garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.
Al salir de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países tenían estos sistemas. En muchos casos los sectores públicos convivían con sectores privados, que en la mayoría de los casos eran pequeños.
Esta situacion se empezó a revetir a patir de la década del 80 y la revolución neoconservadora, donde se tendió a poner en el mercado distintas áreas que antes ocupaban los Estados. Empezó la era de las privatizaciones y la ideología y las campañas conexas que hablaban de la ineficiencia de los Estados y la necesidad de achicarlos.
Esta lógica llegó a la salud y las leyes generales del capitalismo se aplicaron cada vez con menos mediaciones.
Hoy la salud es un gran negocio y tiene la misma lógica que la industria automotriz, por poner un ejemplo: la productividad para aumentar la ganancia. Esto traducido a los hospitales o sanatorios es que tienen la menor cantidad de camas críticas posibles y hay menor equipamiento de complejidad. (Ver “El Coronavirus y el colapso de los sistemas de salud capitalistas”, Marcelo Buitrago SoB 547 versión electrónica)
Esta situación se traslada a la industria de aparatología médica que produce en función de la demanda, aplican el just time (no hay stock), para maximizar ganancias, su estructura y producción no escapa a esta lógica de la ganancia.
Toda la producción de insumos y equipamiento está atada al negocio de la salud. Por lo tanto, la infraestructiura, las fábricas, los planteles de los trabajadores, sus formas de trabajo y aprovisionamiento al seguir la lógica capitalista del negocio de la salud, son insuficientes ya para responder al conjunto de la población en épocas normales, y en el medio de la pandemia esperar respuestas de estas empresas es harto insuficiente.
Las empresas cordobesas (que los medios han puesto en evidencia) son las únicas del país que fabrican respiradores, Tacme y Leistung. La primera llega a 30 respiradores diarios. Sí, leyó bien 30, en un turno y horas extras, es decir en 12 hs de producción, y ese es el único turno que poseen, hoy hacen 130 respiradores por semana, (tienen planeado aumentar su producción, por lo menos así informan en los medios), pero así si duplicaran su producción, es nada frente a las necesidades reales para combatir el coronavirus, no se necesitan cientos sino miles.
El gobierno de Fernández lo único que llevó adelante fue intervenir la distribución de la producción, para repartir de acuerdo a las necesidades de abastecer los lugares donde más se desarrolla la pandemia en el país. Una medida que administra lo insuficiente, una medida que no sirve para garantizar la real provisión de respiradores a todos los centros de salud. Lo que es necesario aumentar en forma significativa es la producción de los mismos y para eso hay que tomar medidas de fondo.
No se trata de controlar lo insuficiente, porque lo que hace falta son miles de respiradores, y tampoco sólo se trata de tener el dinero para comprarlos, porque así se lo tuviese, no hay forma que las fábricas que tienen una producción limitada por su infraestructura puedan llegar a cumplir los objetivos productivos, de lo que se trata es de organizar y realizar una producción masiva.
Para combatir la pandemia hacen falta medidas extraordinarias para resolver definitivamente la carencia de los respiradores y para eso es necesario que las principales industria automotrices, de la electrónica y de informática se reconviertan en función de producir y ensamblar respiradores. Hay líneas de producción. Hay ejemplos en el mundo, como SEAT en España. La Ford anunció que va hacer 50.000 máscaras a partir del 13 de abril y la Toyota haría algunos respiradores de menor complejidad. El gobierno debe reconvertir ya las distintas industrias para ponerlas al servicio de las necesidades del sistema de salud, en primerísimo lugar las automotrices para la fabricación de respiradores y luego las demás industrias, porque falta de todo: mascarillas, barbijos, camisolines, guantes), etc.