Este domingo (9), el gobierno estadounidense anunció el bombardeo de dos embarcaciones, las cuales “presuntamente” transportaban drogas hacia los Estados Unidos. Producto de la acción, se reportó la muerte de seis tripulantes.

En esta ocasión, la acción tuvo lugar en el Pacífico Oriental, lo cual denota una extensión del radio de acción de la “campaña militar” que Trump ordenó como parte de su “guerra contra las drogas”. De acuerdo al magnate que dirige la Casa Blanca, los Estados Unidos se encuentran en un “conflicto armado” con los carteles de la droga, esencialmente los de origen latinoamericano.

El secretario de Defensa norteamericano (o de Guerra, según el cambio de nombre que decretó Trump), Pete Hegseth, argumentó que se trataba de narcoterroristas. Pero, como es usual en estos casos, la Casa Blanca no presentó ninguna prueba para validar sus acusaciones.

En la jerga del derecho internacional, estos asesinatos son calificados como “ejecuciones extrajudiciales”, tal como lo denunció el alto comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk. Incluso, tratándose de narcotraficantes, lo que procede es su detención y procesamiento con las debidas garantías procesuales (comenzando por la presunción de inocencia), y no su exterminio de forma arbitraria y sangrienta.

Nada de esto ocurrió y, sin contar con ningún espacio para defenderse, fueron asesinadas por el ejército más poderoso del mundo. En total, ya son 76 las víctimas de la docena de bombardeos que realizó la Casa Blanca. Por este motivo, optamos por denominarlas como actos de terrorismo de Estado, mediante los cuales el presidente norteamericano -haciendo gala de la soberbia del poder imperialista- se arroja el derecho de decidir sobre la vida y la muerte de latinoamericanos.

Como parte del despliegue militar del imperialismo norteamericano en la región, en la región se encuentran ocho buques de guerra, un submarino, un avión de patrullaje marítimo P-8, drones MQ-9 Reaper, un escuadrón de cazas F-35 y, recientemente, se informó del envío de un portaaviones a la zona.

La Casa Blanca denuncia que Nicolás Maduro es el “líder” de la organización criminal el “Tren de Aragua”, una acusación sin fundamento ni pruebas que lo confirmen. Asimismo, en los últimos días Trump llamó de narcotraficante al presidente de Colombia, Gustavo Petro. Estas acusaciones tienen por objetivo preparar las condiciones que justifiquen eventuales ataques directos sobre los territorios de ambos países, aunque es claro que el objetivo central es el debilitado régimen chavista en Venezuela.

Reiteramos nuestro repudio al despliegue militar y las amenazas del imperialismo estadounidense contra Venezuela (así como de Colombia). Nos colocamos del lado del pueblo venezolano en la defensa de su soberanía nacional y el derecho a autodeterminarse. Esto lo hacemos sin brindar ningún apoyo político al gobierno autoritario y burgués de Maduro, al mismo tiempo que denunciamos a la oposición burguesa pro-imperialista que apoyan una posible intervención militar estadounidense.