Una contrarrevolución esclavista

Reforma laboral: esclavitud para les trabajadores, profundización de la triple jornada para las mujeres

Un análisis del impacto de la reforma laboral de Milei en las mujeres y las diversidades. La autora es dirigente nacional de Las Rojas.

La reforma laboral esclavista de Milei es una verdadera contrarrevolución contra el conjunto de trabajadores y trabajadoras. La quita de derechos conquistados y el ataque directo a la organización sindical, es la negación misma de nuestra condición de trabajadores. Nos quieren esclavos/as; nuestro cuerpo, nuestro tiempo y nuestra vida a total disposición del enriquecimiento de los ricos y empresarios.

Nos quieren quitar derechos tan importantes como el derecho a huelga, la indemnización, licencias básicas como vacaciones elegidas, las negociaciones colectivas: hacernos esclavos y sin derecho a organizarnos y defendernos. El gobierno busca legalizar un fraude laboral donde los empresarios se hagan millonarios a costa de negar los derechos laborales a cientos de miles de trabajadores.

Si ya es un gravísimo ataque – que no podemos dejar pasar – contra el conjunto de la clase trabajadora, para las mujeres y diversidades tiene un doble impacto: el redoblamiento de la doble o triple jornada que nos impone el capitalismo patriarcal.

Sabemos que las más precarizadas, con salarios más bajos, las primeras en ser despedidas, somos las mujeres y diversidades. No contamos con guarderías o jardines para nuestros hijes en los lugares de trabajo. Se nos persigue si tenemos que tomarnos licencias por cuidado, cuando somos las principales responsables de los cuidados de cada miembro de la familia. Por lo tanto, el horizonte de ajuste y reviente de las condiciones laborales, nos pronostican un mal panorama.

Este proyecto tiene particularmente dos modificaciones importantes relativas a las mujeres. En primer lugar, ataca los pocos derechos de quienes realizan trabajo en casas particulares (tarea que desempeñan mayoritariamente, si no exclusivamente, mujeres y de sectores populares).

Por un lado, amplía el período de prueba, de 3 a 6 meses. Más inestabilidad, contra un sector particularmente precarizado.

Por otro lado, flexibiliza las condiciones de descanso. La actual plantea 12 hs de descanso para quienes son “cama adentro”, distribuidas en 3hs al mediodía y 9hs de corrido por la noche, y la reforma simplemente plantea 12 hs que el empleador puede distribuir a su antojo, haciendo del trabajo doméstico algo más parecido a la servidumbre.

En otro apartado del proyecto, trata las licencias por maternidad y paternidad: otro retroceso. La ley actual plantea un régimen que deja toda la responsabilidad en la madre, dando tan sólo dos días de licencia al padre. Pero hay muchos convenios colectivos que la han superado, otorgando licencias para el padre de 2, 3 o más semanas, siendo un avance en términos de la premisa de la corresponsabilidad parental.

Sin embargo, el proyecto que, supuestamente viene a modernizar, no recoge absolutamente ni uno de estos avances, sosteniendo la ley original de 1976. Está claro que, para este gobierno, la única responsable de la crianza y cuidado de les hijes es la madre.

Pero esto no es sólo una cuestión de reducción de derechos. Hay una concepción de fondo acerca del rol de mujeres y diversidades que el gobierno está disputando ideológicamente, el cual también se refleja en esta reforma y refuerza el lugar tradicional de las mujeres en el hogar, el trabajo doméstico y la maternidad.

En momentos de crisis económica, hay una repercusión directa en el trabajo doméstico para ahorrar en gastos que se pueden resolver en el hogar: si no hay plata, las tareas domésticas se multiplican.

Por eso decimos que este ataque repercute empeorando las condiciones de las mujeres, al aumentar las tareas domésticas cotidianas. Por ejemplo, en lugar de comprar comida hecha, se cocina; en lugar de comprar ropa nueva, se remienda; “administrar” lo pocos pesos que quedan para llegar a fin de mes, es una tarea y una presión que se suma.

Y las tareas domésticas son una responsabilidad histórica de las mujeres. Según la Encuesta de Uso del Tiempo, del INDEC, las mujeres dedican 6 horas y media diarias al trabajo en la casa, mientras que los varones 3 horas y media. Pero si esas horas se desagregan, la diferencia es mayor en tareas de cuidado y de limpieza.

La dependencia económica de las mujeres es uno de los eslabones más fuertes de la cadena que nos ata al yunque de la opresión patriarcal, y este gobierno viene a reforzarla.

En la misma sintonía está el ataque al derecho al aborto: negarnos la posibilidad de elegir proyectos alternativos a la maternidad obligatoria, o de poder decidir cuándo ser madres. ¡Nos quieren imponer su proyecto familiarista, hacernos a todas a imagen y semejanza de las tradwife de tiktok! Estar a disposición del marido, cocinarle y cuidar a toda la familia, vestirnos bien ¡y ser felices con una vida de opresión!

Los ataques que este gobierno lleva adelante contra el conjunto de trabajadores y trabajadoras, las mujeres, diversidades y la juventud, es profundamente ideológica: nos quiere llevar al siglo XIX, que les trabajadores sean esclavos, las mujeres y diversidades encerrades en la opresión del hogar y el trabajo doméstico, la juventud sin proyectos de vida.

El movimiento feminista, de mujeres y diversidades, tiene que ser parte activa de la pelea para tirar abajo este proyecto de reforma esclavista y para derrotar al gobierno de Milei. La CGT y las CTAs convocaron a una movilización sin paro, y los entregadores del triunvirato no paran de decir públicamente que algunos artículos no les gusta ¡pero que la reforma es necesaria! Una verdadera traición. Su plan es garantizar gobernabilidad hasta 2027, ¡pero nosotres no podemos esperar!

La única manera de frenar esta avanzada esclavista del gobierno de Milei y los empresarios, y de imponerle a la CGT y las CTAs un paro general y plan de lucha es siendo miles en las calles, movilizando de manera independiente.

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